¿Está su hijo o hija usando sabiamente el tiempo?
‘¡QUE cosa tan “impía” para que los niños la hagan!’ ¿Qué? ¿Estaban robando algo, o participando en alguna clase de vandalismo? ¡No! Iban de casa en casa hablando a la gente acerca de la Biblia. Pero ciertamente nadie diría que el usar tiempo para eso es cosa “impía,” ¿no es verdad? Bueno, quizás usted no lo diría, pero entonces usted tendría que disentir con Ramón Wilcox, vicario de la Iglesia Anglicana, en Bentley, Walsall, Staffordshire, Inglaterra.
Su objeción a “los niños que citan la Biblia” de los testigos de Jehová como siendo cosa “impía” porque participan con sus padres en actividad religiosa de casa en casa se publicó en The Sunday Express, Londres, 26 de abril de 1964. En el mismo artículo se citó al vicario de Garrett’s Green, Birmingham, Inglaterra, Pedro Hayward, en el mismo artículo como teniendo puntos de vista semejantes.
Hablando de la niña de doce años que llamó a su puerta, Hayward se quejó: “Ella recitó pasajes de la Biblia como una lección de la escuela. Era muy obvio que ella no entendía lo que decía.” Si hubiera interrogado a la jovencita en vez de haberse irritado, quizás se hubiera sorprendido por las respuestas de ella. En la Escuela del Ministerio Teocrático que se celebra en todas las congregaciones de testigos de Jehová, a los jóvenes se les enseña a efectuar investigación sobre una extensa variedad de temas. Desde la plataforma los muchachos dan sermones que ellos mismos han preparado. Las muchachas efectúan investigación semejante y dan sermones a otra persona mientras el resto de la congregación observa y escucha. Por eso, cuando esta jovencita le habló al vicario, ¿por qué no la encomió por poder recitar pasajes de las Escrituras? ¿No aprueba la Iglesia Anglicana que los niños hagan esto?
El que los niños aprendan de memoria porciones de las Escrituras y las reciten en público no es nuevo. En el capítulo 21 de Mateo se nos dice que después que Jesús echó a los cambistas del templo “los muchachos . . . estaban clamando en el templo,” citando del Salmo 118 y diciendo: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David!” Los únicos que se opusieron a esto fueron los principales sacerdotes y escribas, a quienes Jesús condenó. Reprendiendo a estos caudillos religiosos y mostrando lo correcto que es que los niños usen su tiempo y su boca para alabar a Dios, Jesús explicó: “¿Nunca leyeron esto: ‘De la boca de los pequeñuelos y de los que maman has proporcionado alabanza’?” Pero aparentemente estos voceros de la Iglesia Anglicana no consideran este asunto de la manera que lo hizo Jesucristo.—Mat. 21:15, 16.
Adoptando Wilcox el punto de vista de que la actividad religiosa de casa en casa no es usar sabiamente el tiempo, y pareciendo estar preocupado en cuanto a la seguridad de los niños al hacerlo, se cita esto que dijo: “No solo es una cosa impía el hacerlo sino que los niños están en peligro.” Si hubiera investigado esto por medio de echar un vistazo en la calle, sin duda habría visto a Testigos adultos a solo unas cuantas puertas de distancia. De hecho, The Sunday Express entrevistó a un ministro de los testigos de Jehová acerca de esto y recibió esta información: “Los niños tienen instrucciones estrictas de no entrar en una casa sin un miembro adulto de la organización y siempre hay un adulto a unas cuantas puertas de distancia a quien pueden llamar si hay alguna dificultad.” Cuando consideramos el uso impío que dan a su tiempo muchos jóvenes y recordamos los actos vergonzosos de vandalismo, como el que se causó cuando 600 jóvenes, con demasiado tiempo en sus manos, descendieron sobre Clacton-on-Sea, Essex, Inglaterra, durante la festividad de la Pascua florida este año, ¿no es extraño que haya clérigos que quieran desanimar a los niños para que no usen su tiempo en actividades religiosas? Con razón la asistencia a las iglesias ha disminuido tanto en Inglaterra.
Los niños, con su simplicidad en el habla y con su sinceridad, han movido a acción a adultos. Hay el caso de un hombre de gran prominencia que obró en armonía con las palabras de una niña con mucho provecho. Este fue Naamán, jefe de ejército del rey de Siria, y leproso. Parece que había una cautiva de la tierra de Israel, “una niñita, y ésta llegó a estar delante de la esposa de Naamán. Con el tiempo ella dijo a su ama: ‘¡Si solo mi Señor estuviera delante del profeta que hay en Samaria! En ese caso él lo haría recobrarse de su lepra.’” Naamán se recobró, gracias a ser lo suficientemente humilde como para obrar en armonía con las palabras de una muchachita.—2 Rey. 5:2, 3.
El mensaje de un niño o una niña también puede ser una amonestación o un mensaje de juicio de parte de Dios. Un mensaje de esa clase comunicó el joven muchacho Samuel al sacerdote Elí. Dios le dijo a Samuel: “¡Mira! estoy haciendo algo en Israel que si alguien escucha acerca de ello, ambos oídos suyos zumbarán.” ¿Qué pensarían los clérigos modernos de un niño que estuviera siendo usado para comunicar tal mensaje que hiciera zumbar los oídos? Elí respondió: “Es Jehová. Lo que es bueno a sus ojos que lo haga.” (1 Sam. 3:11-18) Tocante al mensaje que le trajo una niña, se dice que el vicario Hayward dijo: “Ella trataba de decirme que estaba cerca el tiempo cuando Dios destruirá a toda la gente inicua sobre la Tierra. ¡Qué cosa tan terrible enseñar eso a una niña!” No obstante, fue nada menos que Jesucristo quien enseñó que los inicuos serían destruidos. Después de referir cómo el Diluvio destruyó a la gente inicua en el día de Noé, y cómo “llovió del cielo fuego y azufre” sobre la gente inicua de la antigua Sodoma, agregó: “De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado.”—Luc. 17:26-30.
Toda la evidencia de la profecía bíblica indica que éste es el tiempo acerca del cual habló Jesús. Por lo tanto, les conviene a los padres y a los hijos usar su tiempo de una manera que merezca favor de Dios y no destrucción. Sería bueno seguir el consejo del apóstol Pablo, quien aconsejó: “Así es que vigilen estrechamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos.” (Efe. 5:15-17) Aunque las iglesias condenan a los niños que muestran amor a su prójimo yendo de casa en casa diseminando información de la Biblia, Dios aprueba lo que hacen. Su palabra escrita, en el Salmo 148:7, 12, 13, nos anima: “Alaben a Jehová . . . ustedes, varones jóvenes, y también ustedes las vírgenes, los ancianos junto con los muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová.” Si usted está haciendo esto y está ayudando a su familia a hacer la misma cosa, usted puede sentirse seguro de que su hijo o hija está usando sabiamente su tiempo.