Rumores—¿debería usted creer en ellos?
¿QUÉ persona no ha escuchado un rumor? Mientras más fantástico y despertador de excitación o escandaloso sea el rumor, a menudo más fácilmente se cree y se esparce. Los rumores excitan, perturban, producen ansiedad, hacen surgir esperanzas falsas y pueden calumniar a personas. Obviamente, entonces, los rumores son algo que ha de tomarse en cuenta. ¿Cómo puede uno evitar el ser extraviado, perturbado innecesariamente o estimulado falsamente?
Ante todo, le ayudará a usted el tener presente la definición de un rumor—“una historia o declaración mencionada como nuevas sin prueba alguna de que sea cierta.” Sea que tenga base en realidad o no, el rumor carece de autoridad aceptable. De modo que usted puede descubrir un rumor no solo por las obvias palabras “hay un rumor de que . . .” sino también por el hecho de que su característica que lo distingue carece de evidencia lógica. El rumor no tiene ninguna forma segura de evidencia. Bueno, entonces, ¿debería usted creer en los rumores?
Puesto que un rumor, cuando es investigado, muy a menudo se asemeja a la verdad como un espejo roto se asemeja a uno íntegro, ¿sería prudente aceptarlo como información auténtica? En la mayoría de los casos, no, especialmente si el rumor no lo afecta personalmente a usted o si no es razonable o si contradice hechos lógicos que usted posee. Si usted ciegamente considera como verdadero un rumor, transmitiéndolo a otro, recuerde que, a usted se le puede considerar responsable de él.
Para protegerse contra falsos informes, es bueno considerar lo que usted escucha, probando los rumores con las autoridades que tenga. Usted también debe querer proteger a sus amigos. Desafortunadamente, muchas personas no hacen eso. Escuchan un rumor y lo transmiten como verdad si el detalle es de bastante interés, aunque pueda causar daño a alguien. Es asombroso con qué velocidad pueden viajar los rumores. Se pueden esparcir a través de una fábrica, una oficina o una comunidad con mayor velocidad que muchos otros métodos de comunicación.
El rumor de que Nerón incendió a Roma en 64 E.C., por ejemplo, debe haberse esparcido como relámpago. Ese rumor fue creado por los enemigos de Nerón, y la mayor parte de doctos modernos duda que Nerón haya sido responsable de alguna manera del incendio. Lo consideran como accidental. Pero el rumor de que Nerón incendió la ciudad ha persistido hasta este día. Para contrarrestar el rumor falso, Nerón esparció uno propio: Que los cristianos incendiaron la ciudad. Esto resultó en una terrible persecución de los cristianos.
En nuestro día los rumores predominan de manera asombrosa. Uno de los más recientes en escala global fue el 13 de abril de 1964, cuando se propaló como relámpago alrededor del mundo que el caudillo soviético Nikita Khrushchev había muerto. Fue un rumor falso, aparentemente iniciado como engaño. Una oficina de televisión en Hamburgo, Alemania Occidental, recibió un telegrama de la prensa diciendo que Khrushchev murió de “tirosis hephacapaly.” Pero esa oficina, evidentemente sospechando, no transmitió el mensaje. Otro telegrama de rumor se había enviado a una oficina de radio en Colonia. Esa oficina lo repitió a las oficinas principales de Hamburgo de la agencia de prensa alemana, concluyendo con las palabras: “¿Pueden confirmar esto?” Pero el lector del teletipo excitadamente arrancó el mensaje antes de que aparecieran las palabras finales. Como resultado, se envió una noticia relámpago, diciendo: “Khrushchev ha muerto.” Para cuando se descubrió la línea perdida: “¿Pueden confirmar esto?” era demasiado tarde. Un rumor falso se había esparcido alrededor del mundo.
Cuando usted oye rumores, ¿qué medidas razonables puede usted adoptar para protegerse? Si se carece de evidencia, por lo general es prudente no hacer caso del rumor. Tranquiliza el comprender que usted no sabe. Por eso, cuando falta la evidencia, tenga cuidado en cuanto a excitarse, perturbarse, encolerizarse, ensoberbecerse, desanimarse o cargarse de cualquiera emoción que el rumor probablemente evoque.
¿Qué hay si un rumor afecta directamente su salud o seguridad? El hecho de que no haya autoridad conocida para algunas nuevas no significa en sí mismo que sea falso invariablemente. Pudiera ser verdad. Si alguien informara que escuchó que se aproximaba una tormenta severa, usted pudiera preguntar acerca de la fuente de su información. Quizás él solo “escuchó un rumor” acerca de ello. Sin embargo, esto pudiera afectar la seguridad de usted, por eso, quizás usted desee confirmarlo; y eso a menudo puede hacerse simplemente por medio de poner el radio o llamar por teléfono a la oficina meteorológica.
Pero, ¿qué hay acerca de los rumores que no lo afectan personalmente a usted? Bueno, ¿verdaderamente vale la pena o realmente es obligación de usted tratar de confirmarlos? Si no es de gran consecuencia, ¿vale la pena su tiempo y el tiempo de otros que quizás estén envueltos, hacer que lo confirmen o lo nieguen? ¿Por qué molestarse si de todos modos no es de importancia?
Si un rumor no lo envuelve personalmente a usted y es algo que no puede ser confirmado fácilmente, tal como por medio de consultar un periódico o revista o poniendo el radio, entonces, ¿por qué arriesgarse a esparcir algo que quizás no sea verdad?
Si tiene usted los hechos que prueban que el rumor es falso, entonces perfore el globo del rumor antes de que viaje más.
Si un rumor falso envuelve a una organización con la que usted está asociado, usted especialmente puede hallarse en una posición de perforarlo. Por ejemplo, si una organización de investigación bíblica publica con regularidad información en sus publicaciones oficiales y alguien presenta un rumor que está en pugna con lo que usted lee en las publicaciones oficiales, entonces, ¿qué? ¿Va usted a colocar un rumor por encima de lo que es oficial? Eso no sería prudente. Si usted está inseguro, investigue lo que se publica oficialmente. ¿Va a diseminar una organización respetable información vital por medio de traficantes de rumores? No, tal organización usa voceros oficiales y publicaciones oficiales.
Especialmente los cristianos tienen que reconocer un rumor por lo que es, porque se hallan bajo mandato de Dios: “Ahora que ustedes han desechado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo, . . . todo dicho que sea bueno para la edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes.”—Efe. 4:25, 29.