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  • ‘Por causa de tu nombre me guiaste’
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1967
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1967
w67 1/6 págs. 347-350

‘Por causa de tu nombre me guiaste’

Según lo relató Bert Horton

HAY períodos en la vida de cada uno que se destacan. Eso no quiere decir que siempre producen gozo, porque a veces producen lo contrario. Uno de esos períodos para mí fue el año 1920. En ese tiempo yo era un hombre muy perplejo y angustiado, ya que no veía cesación de la tendencia funesta de los asuntos humanos. El futuro ciertamente no parecía ofrecer una vida placentera.

A mi entender yo creía en Dios. Sin embargo, la religión como la conocía era tabú para mí. Busqué una alternativa, pero no hallé ninguna. La política me interesó superficialmente, pero no me proporcionó verdadero alivio. Luego llegué a ser secretario de un sindicato, que de algunas maneras pensé que absorbería mi descontento y me permitiría ayudar al prójimo. Sin embargo, dos años de esto solo sirvieron para confirmar mi conclusión de que ni la legislación ni ninguna ideología podrían rehabilitar a un mundo tan enfermo.

EL AÑO 1922

Para el año 1922 había dejado mi puesto como secretario del sindicato, y mi vida había llegado a ser cierta clase de vacío. Tenía treinta años, y ahora estaba empleado como miembro de una brigada contra incendios en Australia occidental.

Pero ahora la mejor parte de mi historia. De hecho, puedo decir que el año de 1922 se destaca como un año maravilloso en mi vida. ¿Por qué? Porque mi madre me había dado un libro que había adquirido que se intitulaba “El Plan Divino de las Edades.” Antes de terminar de leer ese libro ¡sabía que había encontrado la verdad! Ya no estaba aburrido ni angustiado. Ahora realmente pude apreciar las palabras de Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré.” (Mat. 11:28) Tuve tanto gusto de responder y estuve tan convencido de que lo que había hallado era la verdad que inmediatamente renuncié a todas mis antiguas asociaciones con la política y el sindicalismo.

Mi trabajo seglar me proporcionaba mucho tiempo para estudio y con entusiasmo absorbí todas las cosas buenas que contenía la Palabra de Dios, apreciando muchísimo las excelentes ayudas para el estudio de la Biblia suministradas por la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. A medida que estudiaba, hablaba con mis asociados en el trabajo de las maravillosas bendiciones que Dios tiene reservadas para la humanidad, y tuve el gozo de conducir un estudio bíblico allí mismo en la estación de bomberos. Evidentemente mi confesión celosa de fe produjo un efecto en los otros trabajadores, porque, aunque se habían inclinado a mofarse antes, ahora escuchaban con respeto.

Hasta este tiempo no había conocido a ninguno de los Estudiantes de la Biblia, como se llamaban en aquellos días los testigos de Jehová. Pero entonces un día me visitó uno de ellos cuando estaba yo de servicio. ¡Cuánto gusto me dio verle! ¡Me sentía tan contento por la verdad que yo era el único que hablaba, pues tenía que decirle todo lo que había aprendido! Sin embargo, fue muy comprensivo y fácilmente me reconoció como una persona que había hallado recientemente la verdad.

Pregunté si había algunas reuniones de los Estudiantes de la Biblia a las que pudiera asistir. Dijo que sí, y por eso fui a mi primera reunión donde estaban estudiando las publicaciones intituladas “El tiempo se ha acercado” y “El misterio terminado.” Estaba entrando en una nueva vida y sin reservas me asocié gozosamente con este grupo de cristianos sinceros. ¡Qué feliz día fue ése!

Al pasar rápidamente los meses, mi madre y mi hermana también aceptaron las verdades de la Palabra de Dios como yo lo había hecho. Ahora había llegado el tiempo crucial de mi vida. Mi aprecio a mi Padre celestial se había profundizado lo suficiente para que yo discerniera el gran paso que tenía que dar en seguida. En consecuencia, junto con mi madre y mi hermana, mi bautismo en símbolo de dedicar mi vida a Dios siguió en abril de 1922. Fuimos bautizados en un medio muy primitivo... ¡en una bañera rústica en la choza de un minero!

ACTIVIDAD AGRADABLE

Ahora mis años ya no eran aburridos. En cambio, mi corazón era un campo fructífero y mi vocación me daba mucho tiempo para predicar. Las experiencias que tenía avivaron mi punto de vista espiritual y sentí la urgencia del espíritu de Dios para efectuar más. Comprendí que tenía que ser un siervo de tiempo cabal de Dios. Mi decisión fue estimulada por un tratado que discutía el ejemplo que Jesús dio de que solo un leproso de diez regresó y alabó a Dios cuando fue sanado. Yo no quería ser como los otros nueve que no lo hicieron.—Luc. 17:11-18.

En todo esto pude discernir la guía de Jehová. El amo dijo: “Prediquen” (Mat. 10:7), y mi Padre celestial abrió el camino. ¿Cómo podía dudarlo? Envié mi solicitud para predicar de tiempo cabal a la Sociedad Watch Tower y en la contestación que recibí se me preguntaba adónde deseaba ir. Contesté: “A donde ustedes quieran enviarme.” Era una comisión tan extraordinaria y no podía decidirse mejor que por medio de la organización visible de Jehová en la Tierra. Otra vez estuve consciente de la guía de Dios.

El territorio en el que fui asignado a predicar era toda Australia occidental, ¡unos cuantos miles de kilómetros cuadrados! Conocí a otro hermano espiritual que ya estaba predicando de tiempo cabal, y decidimos partir como los discípulos, sin dinero o provisiones extras. Todo el tiempo estuvimos conscientes de la dirección de Dios.

Pero necesitaríamos transportación para ese inmenso territorio. ¿De dónde vendría? Guardo como un tesoro esta parte de mi historia porque indica una vez más el cuidado y la guía de nuestro Padre celestial. Una persona que había estado interesada en el mensaje de la verdad había dejado una cantidad de dinero a la congregación local para que se usara en predicar las buenas nuevas en Australia occidental. ¡Nuestro gozo fue abrumador cuando se nos informó que este dinero se usaría para suministrarnos un camión para nuestro trabajo! Ciertamente ésta era la mano de Dios. De modo que con este maravilloso apoyo, ¿quién se atrevería a dudar de Su guía? Para mí fue como el vellón de Gedeón tan bien empapado de rocío del cielo.—Jue. 6:36-40.

Con un buen abastecimiento de publicaciones para el estudio de la Biblia avanzamos con denuedo y plantamos copiosamente la semilla de la verdad. Fue el principio de experiencias esperadas más interesantes, porque después otros hermanos segarían el fruto. Abarcamos ese inmenso territorio dos veces. Nuestro celo en el ministerio estaba produciendo buen efecto, porque sirvió de estímulo para otros hermanos de las congregaciones esparcidas para dedicar su vida al ministerio de tiempo cabal.

UNA NUEVA ASIGNACIÓN

Luego recibí una invitación de la Sociedad Watch Tower. ¿Estaría preparado para llevar nuestra furgoneta a través de los llanos de Nullarbor hasta Sydney? Esa era una distancia de unos 4.800 kilómetros, ¡y en esos llanos no había caminos en aquellos días! Solo podía responder: Haría cualquier cosa que solicitara la organización visible de Jehová.

De modo que atravesamos las veredas de arena de la Nullarbor, con otros dos hermanos. Las únicas descomposturas mecánicas fueron muelles rotos y unos cuantos pernos del chasis. Fue más que un viaje porque visitamos congregaciones por el camino y reunimos y reclutamos más predicadores de tiempo cabal en el viaje. Finalmente, llegamos a la oficina de sucursal en Sydney. ¿Ahora qué? Ante todo, tuve el privilegio de representar a la Sociedad en la asamblea de Melbourne. Luego fui asignado como representante viajero de la Sociedad, visitando congregaciones y hermanos aislados en Australia y Nueva Zelanda. Se necesitaba viajar mucho.

En los años siguientes participé en la obra de dar testimonio en las calles, en la testificación enfrente de las iglesias, en predicar de puerta en puerta con el fonógrafo, y en la obra con automóviles provistos de sonido. En ocasiones de campañas especiales de predicación, muchos predicadores de tiempo cabal y sus compañeros, leales publicadores de congregación, se reunían para testificar en localidades especialmente asignadas. A veces encontrábamos oposición, pero también experimentábamos mucho gozo, al viajar por el país.

En 1936 nos conocimos mi esposa y yo. Mi matrimonio ha sido otra bendición para mí, porque he tenido una compañera fiel en la pelea espiritual a través de los años desde entonces. En ocasiones, por mala salud y afán, hemos tenido que enfrentarnos a la lucha de manera formidable para mantener una posición inquebrantable de servicio de tiempo cabal, pero nuestro Padre celestial ha bendecido nuestros esfuerzos hasta este instante. Ciertamente él guía.

LOS AÑOS DE LA GUERRA

Y ahora un cambio. Estalló la II Guerra Mundial y el conflicto se extendió hasta nuestra parte del mundo. Como resultado, vino persecución. El gobierno proscribió la obra de predicación en Australia. Se apoderaron de propiedades y fueron invadidos hogares de hermanos. Se confiscó la literatura. De modo que la obra siguió “clandestinamente.”

Era difícil obtener alimento espiritual por la página impresa, pero los hermanos tenían que ser alimentados y Dios se encargó de eso. Recibieron su alimento espiritual al debido tiempo, y no siempre por medios ortodoxos. Jehová llenó la necesidad y la verdad se filtraba por medio de eslabones humanos como resultado de amor y servicio cristianos.

Para fines de 1942 el peligro bélico se hizo serio, particularmente en la parte septentrional de Australia, ya que estaba expuesta a la invasión. De modo que la Sociedad discernió la necesidad de apartar a los hermanos de las zonas del litoral. Ahora mis actividades implicaron el hacer arreglos para que los que vivían en el interior del país abrieran sus casas a los hermanos del litoral. ¡Y todos los hermanos respondieron! Sí, todos pudieron ser alojados. Aunque no vino la invasión, esa actividad proveyó un testimonio excelente para demostrar que en tiempos difíciles abunda el amor fraternal entre los cristianos verdaderos.

Bajo circunstancias difíciles se hicieron arreglos para asambleas en 1942. Una fue en el sitio peligroso de Townsville, en Queensland septentrional. ¿Qué hubo en cuanto a un local para las reuniones? Era imposible alquilar salones, de modo que los hermanos vinieron con camiones y hachas y recorrieron el terreno cubierto de malezas por kilómetros buscando madera para construir. Una persona interesada nos dio un sitio para construir y erigimos un salón que tuvo capacidad para todos.

Sin embargo, debido a la situación bélica crítica, la Sociedad sabiamente decidió que las asambleas a través de Australia se celebraran en los hogares de los hermanos. Aunque no usamos entonces el salón, no obstante tuvimos nuestra asamblea, con el programa completo. Ni una sola parte se omitió. ¡Los hermanos nos trajeron el alimento espiritual, y el alimento físico, de hogar en hogar!

Después de eso, mi esposa y yo tuvimos otras asignaciones en el occidente, enfrentándonos constantemente a intervención militar y policíaca, siguiéndonos los pasos con amenazas e interrogatorios. Era muy difícil conseguir alojamiento, y frecuentemente nos hacían abandonar nuestro alojamiento. No obstante, antes de terminar cada día nuestro Padre celestial siempre proveía algún lugar para que pusiéramos nuestra cabeza, y eso mejoraba nuestra actitud de estar conscientes de Su guía a medida que trabajábamos para engrandecer su nombre y propósitos.

Y LUEGO BETEL

Hasta este tiempo habíamos recibido muchos cambios de asignación. Pero luego llegó uno que ni siquiera nos habíamos imaginado. ¡Fuimos invitados a Betel, la oficina de sucursal de la Sociedad Watch Tower en Australia! Después de dieciséis años de predicación y viajar de tiempo cabal, el ser llamados a la “casa de Dios” resultó ser un cambio providencial que necesitábamos físicamente. Podíamos permanecer por un tiempo en un solo lugar. También sentimos la necesidad del compañerismo espiritual que existe en Betel. Habíamos estado impartiendo mucho alimento espiritual, y ahora estaríamos recibiendo aun más espiritualmente.

Mientras estuvimos en Betel, el gobierno levantó la proscripción sobre nuestra obra. Fue un día gozoso, como el regresar del cautiverio. Ya no había aprehensión. Sin embargo, las experiencias que tuvieron los hermanos los habían fortalecido y confiadamente pudieron esperar actividades futuras.

He estado en Betel por más de veinte años ahora. Han sido años muy ocupados y activos al atender a mis deberes en el departamento de embarque. Estoy feliz de estar aquí en Betel, donde he experimentado verdadero amor cristiano. También estoy tan agradecido por la disciplina bondadosa de Betel a través de los años. También, he podido, por la bondad inmerecida de Dios, atender los deberes de siervo de escuela y de superintendente en una congregación local.

Aunque ya no viajo, todavía me guía Dios y oro para que me guíe siempre. Mi felicidad continua significará completar mi ministerio de alabar a Jehová hasta el fin y seguir dondequiera que Dios decida guiarme.

También hay cartas de recomendación; es decir, individuos que han sido el fruto de mi ministerio en este tiempo de la cosecha. Ellos, también, están adorando a Dios en su “templo.” Esta ha sido una bendición incalculable para mí y es otra razón por la cual estar agradecido a nuestro Gran Pastor. Me emociono cuando veo cuán copiosamente está usando Jehová a estas cartas vivas de recomendación para compartir la carga de hombros de hermanos de mayor edad al llevar a cabo lo que nosotros en breve dejaremos en esta Tierra. Están segando la semilla que se sembró previamente en el campo de cultivo de Dios, y aun si yo solo fuera un espectador me regocijaría. Pero gracias a Jehová, he participado también.

Los años desde 1922 hasta ahora me han parecido mucho menos que “una vigilia durante la noche,” como expresa el Salmo 90:4. Durante ese tiempo he recibido grandes bendiciones a medida que he buscado la guía de nuestro Padre celestial para cuidar de los intereses del Reino que me dio. Ahora quiero continuar siendo un mayordomo fiel para toda la eternidad, sabiendo que el Dios fiel me guiará siempre.—Sal. 31:3.

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