El servicio de tiempo cabal produce riquezas verdaderas
Según lo relató Ernesto J. Guiver
PUEDO imaginarme, hace más de cincuenta y seis años, de pie enfrente de un escaparate en una calle del noroeste de Londres. Había muchos libros y folletos sobre la Biblia en aquel escaparate, pero la atracción para mí fue un folleto intitulado “¿Qué dicen las Escrituras sobre el infierno?”
Había una razón por la que yo quería ese folleto. En camino a su trabajo el día anterior mi hermano había recibido un tratado intitulado “El salario del pecado es la muerte, no el tormento eterno.” Más tarde ese día me dio el tratado. Me interesó especialmente porque durante los dos años pasados los dos habíamos sido miembros de la Misión Evangélica del Noroeste Londres y habíamos estado usando nuestros fines de semana en predicación al aire libre y en salones misionales. ¿El tema de nuestro mensaje? Era: “Sálvese ahora, ¡el incrédulo pasará la eternidad en tormento eterno!”
¡Es por eso que tuve el deseo de leer ese folleto del escaparate! Viendo arriba de la tienda, leí las palabras “Sociedad Watch Tower Bible and Tract.” Por primera vez comprendí que ésta era la oficina principal en Londres de la Sociedad que había publicado el folleto que le dieron a mi hermano. Había emprendido ya el camino para obtener riquezas de conocimiento insuperado que se hallan en el libro de verdad, la Santa Biblia.
En poco tiempo me convencí de la necesidad de dedicar mi vida a Dios. De modo que en 1910, junto con otros cuarenta, me bauticé en agua para simbolizar mi dedicación para hacer la voluntad de Dios.
Desde los días más tempranos después de mi dedicación tuve el deseo de servir a los hermanos en la fe. Cuánto gusto me dio cuando, en una de las visitas del primer presidente de la Sociedad Watch Tower, C. T. Russell, leyó una lista de nombres, entre los cuales estaba el mío, de los recomendados para servir de “ancianos” y “diáconos” en el Tabernáculo de Londres, donde celebrábamos nuestras reuniones. Ahora iba a disfrutar de riquezas de servicio entre mis hermanos espirituales dirigiéndolos a sus asientos y también conduciendo estudios de grupo con la ayuda para el estudio de la Biblia intitulada “El Plan Divino de las Edades.”
EMPIEZA LA PREDICACIÓN DE TIEMPO CABAL
Fue en junio de 1914 cuando surgió la pregunta vital: ¿Debería hacer de la obra de predicación de tiempo cabal mi carrera? J. F. Rutherford, quien habría de llegar a ser el segundo presidente de la Sociedad Watch Tower dos años y medio después, estaba iniciando una campaña de conferencias bíblicas en Inglaterra. Se contrataron grandes salones por todo el país para su discurso “¿Dónde están los muertos?” Se necesitaban trabajadores de tiempo cabal para visitar a la gente que dejaba su nombre en estas reuniones.
En ese tiempo recibí una carta de la Sociedad en la que se me preguntaba si quería participar con estos ministros en este servicio de tiempo cabal. Es raro cómo raciocina a veces la mente. Pensé para mí mismo: “Soy siervo nombrado de la congregación del Tabernáculo de Londres. Estoy conduciendo cuatro estudios de grupo semanalmente. Estoy en la lista de oradores para las reuniones públicas. ¿Qué más puedo hacer?” A pesar de eso, no tenía obligaciones que me impidieran entrar en este servicio de tiempo cabal.
Por lo tanto, hice una decisión, la decisión correcta. Entré en el servicio de predicación de tiempo cabal. ¡Y qué año para hacerlo, pues 1914 estaba señalado en la profecía bíblica! Nosotros, los Estudiantes de la Biblia, sabíamos que algo sucedería en el otoño de ese año, pero no sabíamos exactamente qué sería. Nos hallábamos a unos cuantos meses de la peor guerra de la historia hasta ese tiempo, aunque la gente en Inglaterra no estaba consciente de los ayes que les esperaban a las naciones.
PREDICACIÓN POR TODAS LAS ISLAS BRITÁNICAS
Pronto después de esos acontecimientos me casé con la que todavía me acompaña en el servicio de tiempo cabal. Luego, un corto tiempo después, recibí una carta de la oficina de la Sociedad Watch Tower de Londres. ¿Queríamos ir a Lancashire para ayudar a la gente que se había interesado en el mensaje de la verdad bíblica? ¡Por supuesto que sí iríamos! En poco tiempo estuvimos trabajando en nuestra nueva asignación, una zona donde no había congregaciones en ese tiempo. Incidentalmente, el tribunal local me eximió del servicio militar como ministro y se me permitió trabajar en mi asignación durante todos los cuatro años de la I Guerra Mundial.
Disfrutamos del trabajo en Lancashire pero encontramos que fue una asignación difícil debido a los medios de transporte muy limitados y las condiciones críticas de la guerra. Pero fuimos ricamente bendecidos al ver el crecimiento de tres congregaciones y pudimos bautizar a más de sesenta personas en símbolo de su dedicación a Jehová.
Más tarde, vino otra carta de la oficina de Londres pidiéndome que emprendiera lo que entonces se llamaba la obra de los “peregrinos.” Esto quiso decir el visitar a todas las congregaciones de Inglaterra. Se daban dos discursos bíblicos cada día a diferentes congregaciones, con una visita de fin de semana a una congregación más grande. El trabajo del “peregrino” era visitar y fortalecer a los que estaban en la verdad en aquellos años críticos, pues los hermanos necesitaban mantener un buen punto de vista sobre el futuro y estar preparados para el servicio futuro.
En 1926, después de ocho años en ese rasgo del ministerio, fuimos asignados a territorio que abarcaba el hermoso Distrito de los Lagos de Inglaterra, el sudeste de Escocia y el norte de Irlanda. Hicimos arreglos para usar cuatro salones en diferentes poblaciones y dábamos cuatro discursos a la semana en cada uno de ellos. Colocábamos letreros que anunciaban las conferencias y distribuíamos hojas sueltas de puerta en puerta. Una preciosa experiencia relacionada con este trabajo en Irlanda septentrional tuvo lugar cuando dimos una serie de discursos en el condado de Sligo. Un señor obtuvo una de las hojas sueltas que distribuíamos, pero no asistió al discurso. En cambio, pidió literatura de Londres. Más tarde aceptó las verdades de la Palabra de Dios, junto con varios miembros de su familia. Pero no volví a encontrar a este señor hasta treinta y cuatro años después, ¡en 1963! Eso fue en la Asamblea “Buenas nuevas eternas” de los testigos de Jehová en el Twickenham, Londres. ¡Qué gozo tuve!
Ahora llegaron las instrucciones para mi esposa y para mí de que continuáramos nuestro ministerio en Irlanda. Usando bicicletas, el mejor medio de transporte para esas partes, comenzamos en los condados septentrionales de Irlanda y trabajamos hacia el sur en lo que iba a ser un período de cinco años de predicación intensa.
Fue en Irlanda donde llegamos a apreciar más plenamente el poder protector de los siervos invisibles, los ángeles, los que son “espíritus para servicio público.” (Heb. 1:7, 14) Esto se debió a que nos enfrentamos a oposición violenta de parte de la Acción Católica. Fuimos maltratados, apedreados, amenazados, perseguidos de aldea en aldea; nos robaron la literatura de estaciones de ferrocarril y también la quemaron en una plaza de mercado en una población en Tipperary; y hasta se nos hizo mirar el cañón de un revólver. Un pueblo amable había sido tristemente predispuesto por la religión babilónica. No obstante, entre ellos hubo unos cuantos dignos de encomio que nos brindaron hospitalidad en tiempo de necesidad.
Con el tiempo los automóviles con equipo sonoro se usaron en la obra de predicación y se nos pidió llevar uno de éstos. En el exterior del automóvil estaban las palabras “Este evangelio del Reino tiene que predicarse.” Con éste íbamos a pasar dos años trabajando en muchas partes de Escocia donde no había congregaciones. En esta tierra interesante nuestros altoparlantes declararon en voz alta el mensaje de la verdad de Dios, en tierras bajas y en tierras altas, por las ensenadas, las montañas y las llanuras.
Después de esto recibimos otras asignaciones en Inglaterra. Allí comenzamos a ver el aumento esperado por largo tiempo de los congregados de Jehová a medida que el movimiento progresivo de la obra de predicación condujo a muchos a un conocimiento de la verdad bíblica y a la dedicación.
SERVICIO EN EL BETEL DE LONDRES
En 1942 se me pidió que fuera a las oficinas principales de la Sociedad de Londres. Se necesitaba ayuda debido a que varios de los hermanos prominentes del Betel de Londres estaban encarcelados debido a su posición neutral basada en la Biblia durante la II Guerra Mundial.
Estuve en Betel el tiempo que duró la guerra iniciando un período de servicio de cuatro años y medio que fue inolvidable. La vida en una casa Betel ofrece servicio del orden más elevado prescindiendo de la forma que asuma ese servicio. Tuve el privilegio de trabajar en el escritorio de servicio y estar en comunicación con las congregaciones de Inglaterra. Esa fue una experiencia muy feliz y muy preciosa.
Esos también fueron años muy peligrosos. Londres fue hecha centro de ataque de los aviones enemigos. Rabiaba la “Batalla de Inglaterra.” Bombas incendiarias y de altos explosivos caían casi todas las noches en Londres. Pero lo asombroso fue que los Testigos de Londres nunca cesaron en su obra de predicación. En cambio, ¡la aumentaron! Visitaban a la gente con las “buenas nuevas del reino,” trayendo consuelo a muchos. Bajo estas circunstancias difíciles estábamos aprendiendo en cuanto a las verdaderas riquezas del cuidado de Jehová para suministrar protección a su pueblo.—Mat. 24:14.
MÁS RIQUEZAS
En 1946 la Sociedad me invitó, con la hermana Guiver, a efectuar el trabajo de siervo de circuito. Después de vivir con la familia Betel, el trabajo de siervo de circuito fue uno de los privilegios más preciosos y espiritualmente remuneradores de los que uno puede disfrutar. Así es como me pareció. Se requiere gran amor y mucha benignidad para con los jóvenes y para con los ancianos. Pero hay un gozo especial al servir a los hermanos y al llevar a los nuevos a la obra de predicar. Así pasaron dieciséis años, hasta 1962.
Entonces mi esposa y yo fuimos agregados a la lista de precursores especiales, para servir en la costa meridional de Inglaterra, donde es más conveniente para nuestra salud. ¡Pero no hay jubilación! Los días se ocupan sirviendo en la congregación local y en la obra de predicación de tiempo cabal.
Meditando después de más de cincuenta años de actividad en una variedad de maneras desde que hice mi carrera del servicio de tiempo cabal, recuerdo lo que muchos dijeron cuando decidí este modo de vivir: “¿Qué harás cuando te hagas viejo?” Honradamente puedo decir que jamás me ha faltado algo de lo que verdaderamente he necesitado. Las cosas esenciales siempre las he tenido, como prometió Jesús cuando dijo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:33) Verdaderamente, lo que hemos obtenido de manera espiritual desde que hicimos nuestra carrera del servicio de tiempo cabal son riquezas durables que jamás pueden fallar.—Mat. 6:20.