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  • ¡Venga a la fiesta de un pueblo libre!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
w69 15/3 págs. 163-165

¡Venga a la fiesta de un pueblo libre!

HOY existe un grupo de personas que son verdaderamente libres. Han sido libertadas del temor al hombre, están libres de la esclavitud a la superstición, ignorancia y religión falsa, libres de ambición egoísta y prácticas corrompidas, y libres de esclavitud al gran esclavizador, Satanás el Diablo. Son libres porque han obrado de acuerdo con las palabras de Jesucristo: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”—Juan 8:31, 32.

Una vez cada año este pueblo libre se reúne para celebrar o conmemorar el acontecimiento que hizo posible que llegara a ser un pueblo libre, a saber, la muerte de su Señor y Amo Jesucristo. Lo hace obedeciendo su mandato específico, según lo registró para nosotros el apóstol Pablo: “Porque yo recibí del Señor lo que también les entregué a ustedes, que el Señor Jesús la noche en que iba a ser entregado tomó un pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: ‘Esto significa mi cuerpo a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí.’ Hizo lo mismo respecto a la copa también, después de haber cenado, diciendo: ‘Esta copa significa el nuevo pacto por virtud de mi sangre. Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí.’”—1 Cor. 11:23-25.

Jesucristo instituyó en una fecha sumamente adecuada esta fiesta que conmemora su muerte. ¿Por qué? Porque era en aquella mismísima noche, a saber, el día catorce del primer mes judío conocido como Nisán, que se celebraba la pascua judía. Esto, a su vez, conmemoraba un acontecimiento sumamente notable que había tenido lugar 1.545 años antes. ¿Y cuál era ése? La liberación de la nación de Israel, junto con todos sus primogénitos, de esclavitud a Egipto, mientras que todos los primogénitos de Egipto, tanto de hombre como de bestia, fueron muertos por el ángel de Jehová. ¡Aquella noche salieron como pueblo libre!—Exo. 12:1-39.

El 14 de Nisán de 33 E.C. “Cristo nuestra pascua” estaba a punto de ser sacrificado por la libertad de sus seguidores y por eso iba a haber una nueva fiesta de liberación; sí, ‘el Israel espiritual’ iba a ser libertado sobre la base del sacrificio de Cristo. (1 Cor. 5:7, 8; Gál. 6:16) Y tal como esa celebración anual de la Pascua conmemoraba la liberación original que tuvo lugar en la pascua y se celebraba solo una vez cada año en la fecha de su aniversario, así es apropiado que la celebración del Memorial que tomó el lugar de ella en el pueblo de Jehová, la cena del Señor, también se celebre solo una vez cada año, y que se haga en la mismísima noche que se instituyó originalmente.

Jesús no invitó indistintamente a sus conciudadanos cuando instituyó el memorial de su muerte. No, sino solo a ciertos individuos de entre aquellos que eran ‘verdaderamente sus discípulos,’ unos cuantos escogidos que eran miembros de lo que llamó un “rebaño pequeño,” y a quienes pudo decir en aquella ocasión: “Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” De otros textos aprendemos que su “rebaño pequeño” se limita a 144.000.—Luc. 12:32; 22:28-30; Rev. 14:1, 3; 20:4-6.

¡Cuán adecuado es el que los seguidores de Jesús se reúnan anualmente para considerar todo lo que hizo su Caudillo y Amo por ellos y que conmemoren su muerte! Aunque él había sido la principal creación espíritu de Dios, lo dejó todo para llegar a ser simple mortal. Más que eso, “se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento.” Al proceder así vindicó el nombre de su Padre, limpiándolo del vituperio que Satanás había amontonado sobre él, pues Satanás se había jactado de que podía apartar de Dios a todos los hombres.—Fili. 2:8; Job, capítulos 1 y 2; Pro. 27:11.

Desde aquella ocasión memorable el pueblo liberado por Jesucristo se ha esforzado por celebrar anualmente esta fiesta de liberación y la celebrarán otra vez este año el día 1 de abril, después de la puesta del Sol, una fecha equivalente a la del 14 de Nisán judía. En esa ocasión los que estén presentes recibirán excelente instrucción y exhortación espirituales, así como Jesús en la noche de la pascua de 33 E.C. dio a sus once apóstoles muchos consejos excelentes, particularmente sobre el tema de mostrar amor altruista los unos a los otros. Todos los lectores de La Atalaya están invitados a reunirse con los testigos cristianos de Jehová cuando se congreguen esa noche en sus Salones del Reino para celebrar esta fiesta de liberación. Los asientos son gratis y no se harán colectas.—Juan 13:1–16:33.

En esta fiesta de un pueblo libre el ministro presidente aclarará los requisitos que es preciso que llenen los que tienen derecho a participar del pan y del vino. Estos tienen que ser seguidores dedicados de los pasos de Jesucristo, liberados en virtud de que ellos continúan en la palabra de Cristo y son engendrados por el espíritu de Jehová para ser hijos espirituales. Además, es menester que tengan el testimonio del espíritu de que han ‘nacido otra vez,’ y de que tienen la esperanza segura del galardón celestial y tienen que estar cumpliendo su voto de dedicación para que no participen indebidamente del pan y del vino y así se acarreen juicio. (Juan 3:3-8; Rom. 8:14-17) Después del discurso, se pasarán a los asistentes platos en los cuales habrá pan sin levadura, la única clase que estaba disponible cuando Jesús instituyó el memorial de su muerte, y que al mismo tiempo es un símbolo adecuado de su cuerpo, puesto que aquí la levadura representa pecado y Jesús estaba libre de pecado. Luego se pasarán copas de vino tinto no endulzado, pues solo tal vino puede representar adecuadamente la sangre derramada de Jesús.—1 Cor. 5:7, 8.

El año pasado más de dos millones de personas asistieron a las más de 25.000 congregaciones del pueblo de Jehová por toda la Tierra para la celebración de la cena de Jesús. No obstante, de todos los asistentes, menos de 11.000 participaron de estos emblemas. En su mayor parte los que no participaron eran miembros o miembros en perspectiva de la “grande muchedumbre” que vio el apóstol Juan en visión profética. Su esperanza no es la de reinar con Cristo en gloria celestial, sino la de vivir para siempre en una Tierra paradisíaca en la cual “la justicia habrá de morar,” y en la cual no habrá más muerte, ni lamento, ni clamor, ni más dolor. (Rev. 7:9; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:4) Aunque ellos mismos no participaron de los emblemas, todos fueron bendecidos abundantemente al escuchar y observar lo que se dijo y se hizo en aquella ocasión. Lo mismo sucederá este año.

Ciertamente no hay otro lugar en todo el mundo en el cual debiera querer estar uno en la noche del 1 de abril de 1969 salvo en una reunión del pueblo de Jehová donde se celebrará la cena del Señor en armonía con las instrucciones de Jesús. Lo que usted escuche y vea en esa ocasión le hará apreciar más que nunca lo que Jesucristo hizo por usted y le ayudará a usted a formar parte del pueblo libre de Dios.

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