BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w68 1/10 págs. 579-580
  • ¿De qué calidad es su virtud?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿De qué calidad es su virtud?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
  • Información relacionada
  • Cómo cultivar la virtud
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2001
  • ¿Sigue usted tras la virtud?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
  • La adoración cristiana y la preservación de la virtud
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
  • ¿Por qué cultivar la virtud?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2001
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 1/10 págs. 579-580

¿De qué calidad es su virtud?

HOY a la perla de la virtud se le tiene en poca estima. El seguir tras los placeres y tras la ganancia egoísta ha relegado a la virtud al último término en la vida de la inmensa mayoría de la gente. Sin embargo, la Biblia manifiesta que la virtud es uno de los requisitos básicos de los cristianos. Les dice que “suministren a su fe virtud, a su virtud conocimiento,” y les aconseja que sigan considerando “cuantas cosas sean verdaderas, . . . castas, . . . cualquier virtud que haya.”—2 Ped. 1:5; Fili. 4:8.

Virtud se define como “hábito y disposición . . . para las acciones conformes a la ley moral”; también: “integridad de ánimo” y “hábito de obrar bien.” Y, de nuevo, se nos dice que la virtud es “bondad de vida.” Es lo contrario al vicio. En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra que se vierte virtud es areté, que doctos griegos definen como “valor intrínseco, bondad moral, virtud, . . . cualquier excelencia moral en particular.” La virtud también tiene inherente en ella el pensamiento de fortaleza moral, virilidad, como se puede ver del hecho de que la palabra española “virilidad” proviene de la misma raíz latina. Por lo tanto, la virtud se pudiera asemejar a un metal fuerte como el hierro, que por repetidos calentamientos y enfriamientos puede ser templado para convertirlo en acero, lo cual no solo lo hace más fuerte, sino también más resistente, de modo que hay mucho menos probabilidad de que se rompa bajo tensión.

Algunas personas se consideran virtuosas porque aparentemente no quiebran ninguno de los Diez Mandamientos. Pero, ¿no es ésa una virtud negativa, a lo más? Además, aun esta clase de virtud tiene varios grados de mérito. Por ejemplo: Quizás una persona no hurte solo por haber heredado gran riqueza. No habría mucha virtud en que no hurtara. Tampoco la habría para aquel que no hurtara simplemente por no tener ninguna oportunidad de hacerlo.

Por otra parte, quizás haya personas que no hurten debido a que les enorgullece desmedidamente ser “mejores” que otras personas. Esas personas hacen que uno recuerde al fariseo de la parábola de Jesús que oró: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni aun como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana, doy el décimo de todas las cosas que adquiero.” Pero, ¿pareció virtuoso este hombre a los ojos de Dios? Jesús dijo que no.—Luc. 18:9-14.

O quizás el temor a las consecuencias, el castigo o la ignominia pudieran ser las únicas cosas que disuadieran a alguien de hurtar. Aunque éstas son base apropiada para la virtud, la virtud que se basa únicamente en éstas no es de la calidad más elevada. Se pudiera decir que esa virtud principalmente es propio interés iluminado y que pertenece más al campo de la norma conveniente que al de los principios. Ciertamente subrayan este punto las palabras del apóstol Pablo a los cristianos aconsejándoles que obedezcan las leyes del país, no solo a causa de la ira o el temor del castigo, sino “también por causa de la conciencia de ustedes.”—Rom. 13:5.

Una calidad aun más elevada de virtud es la que se basa en nuestro amor a nuestro Creador, Jehová Dios, y al temor de desagradarle. Como lo expresó el salmista inspirado: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo.” Sí, deberíamos amar lo que es correcto y realmente odiar lo que es malo, inicuo, lo que desagrada a Dios. Jesucristo tuvo esta clase de virtud cuando estuvo en la Tierra, pues leemos acerca de él: “Has amado la justicia y odias la iniquidad.” Aquel amor a lo que es correcto y odio a lo que es malo hicieron posible que él resistiera todos los ataques que el Diablo pudo traer en contra de él a modo de tentaciones y persecución.—Sal. 97:10; 45:7; Heb. 5:8.

Este amor a la justicia, este temor a desagradar al Creador de uno, no solo ayudará a uno a evitar lo que es malo, sino que también lo impulsará a hacerse positivo en su virtud; porque, después de todo, apegándonos a lo exacto, virtud significa más que la simple ausencia del vicio. Sí, puesto que en las Escrituras con frecuencia se hace referencia a ella como justicia, la virtud es más que una bondad negativa. Jesús indicó esto cuando resumió la ley de Moisés de manera positiva, diciendo: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.”—Mat. 7:12.

Es por eso que a un niñito se le podría considerar inocente en vista de sus años tiernos, pero no se le podría considerar virtuoso. Realmente, tendría que ser un niño muy joven para que se le considerara inocente solo a causa de sus años, porque hoy leemos acerca de asesinos de seis años de edad. Uno deliberadamente mató a su padre con una escopeta; otro deliberadamente mató a un compañero de juego con un rifle. Tales niños plantean problemas para la policía y los tribunales, ¡ya que no hay legislación que abarque esos crímenes juveniles!—Times de Nueva York del 24 de octubre de 1967; Sunday News de Nueva York del 19 de noviembre de 1967.

Subrayan el lado positivo de la virtud las palabras que Jesús le dirigió a un joven gobernante rico que había venido a preguntarle lo que tenía que hacer para heredar la vida eterna y que manifiestamente estaba muy satisfecho consigo mismo debido a que guardaba los aspectos en gran parte negativos de la ley de Moisés. Pues Jesús le indicó lo que le faltaba: una bondad o virtud positiva. “Da a los pobres . . . y ven, sé mi seguidor.” Pero a él no le interesaba esa calidad elevada de virtud y por eso “se entristeció por el dicho y se fue contristado.”—Mar. 10:17-22.

Claramente hay varias clases de virtud; no toda es de la misma calidad. Hay una virtud negativa que consta simplemente de abstenerse de iniquidad o de perjudicar a otros, y hay una virtud que se basa más en norma conveniente que en principio. Concerniente a ésta dijo Jesucristo: “Si su justicia [o virtud] no abunda más que la de los escribas y fariseos, de ningún modo entrarán en el reino de los cielos.” (Mat. 5:20) Para retener la perla de la virtud y segar su galardón, vida eterna, tenemos que salvaguardar su calidad, esforzándonos siempre por mejorarla. Jamás suceda que adoptemos una actitud complaciente hacia la virtud. Siempre tenemos que prestar atención al consejo: “El que piensa que está en pie, cuídese que no caiga.”—1 Cor. 10:12.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir