Lo que hace el clero
UN NIÑO trajo en sus manos una Biblia empolvada que halló en su casa y le preguntó a su madre: “¿Es éste el Libro de Dios?”
“Sí,” contestó su madre.
Entonces dijo el muchacho: “Bueno, ¿no sería mejor devolvérselo, ya que nosotros nunca lo usamos?”
Unos titulares de la revista This Week del 25 de febrero de 1968, preguntaron: “¿Qué le está sucediendo a la religión?” La revista dijo: “Los protestantes acusan a su religión de ‘ser dirigida como negocio.’ Católicos dicen que el control de la natalidad es asunto privado y rechazan la infalibilidad del papa. Monjas abandonan conventos para vivir en apartamientos del centro de la población. Sacerdotes salen de la iglesia en cantidades sin precedente para casarse. Uno de los mejor conocidos obispos episcopales de la nación es acusado de herejía. Maestros de religión anuncian que ‘Dios está muerto.’ . . . Hoy, el caos, la acrimonia y la confusión evidentemente son la orden del día.”
¿A qué se debe todo este caos? ¿Por qué, en la gran mayoría de los hogares de los que dicen ser cristianos, se deja que la Biblia se cubra de polvo? ¿Por qué tan a menudo se pasan por alto y se tienen en poco las leyes de Dios? ¿Y por qué aumenta tanto la falta de respeto para los clérigos en la actualidad?
TENIENDO EN MENOS LA BIBLIA
Jesucristo, sus apóstoles y los cristianos del primer siglo, todos respetaban profundamente la palabra de Dios según se halla en la Biblia. Jesús dijo en oración a Dios: “Tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17) El apóstol Pablo dijo a los cristianos de su día: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios.”—1 Tes. 2:13.
No obstante, en el Journal de Providence del 30 de septiembre de 1967, se publicó el siguiente artículo:
“Washington — (SNR) —Después de analizar, cláusula por cláusula, el padrenuestro según se registra en el Evangelio de Mateo, el Rdo. Duncan Howlett, de la Iglesia Unitaria de Todos los Santos, dijo que ya no se usaría en su iglesia.
“El ministro le dijo a la congregación que a la oración le falta significado verdadero, . . . Como ejemplo de su razonamiento, el Sr. Howlett dijo que la cláusula ‘Santificado sea Tu nombre’ es una ‘broma’ en una era cuando el nombre de Dios ‘ya no es tan sagrado como el de Washington, Lincoln o Kennedy.’”
Y esto no es un caso aislado. Aumenta el número de los clérigos que tienen en poco a la Biblia. Un periódico neoyorquino publicó los titulares: “Clérigo critica enseñar la Biblia.” Hizo notar que el clérigo H. Smith, de Londres, dijo que la enseñanza bíblica para los jovencitos “es una pérdida de tiempo y puede ser perjudicial.” No obstante, el apóstol Pablo dijo a los padres cristianos acerca de sus hijos: “Sigan criándolos en la disciplina y consejo autoritativo de Jehová.”—Efe. 6:4.
En el Star Weekly de Toronto, la cubierta mostró al clérigo G. Goth declarando: “Los Diez Mandamientos están muertos.” La impresión que dio su artículo es de que hoy Dios requiere que las personas obedezcan la ley mosaica, que ésta es inaplicable, y que todas las Escrituras Hebreas carecen de valor. En ninguna parte explicó él, como claramente lo explica la Biblia, que la ley mosaica no les es obligatoria a los cristianos, pero que está llena de principios y modelos proféticos que les son de vital importancia a ellos.—Rom. 6:14; Heb. 10:1.
Tan completamente ha denigrado la mayoría de los clérigos el mensaje dinámico e inspirador de la Biblia que el redactor religioso del Tribune de Oakland dijo: “Un estudio reciente revela que . . . el día del sermón de 30 a 40 minutos ha pasado. El estudio sugirió que los ministros circunscriban sus comentarios a 10 minutos y a no más de 15.” La verdad es que algunos hasta sugieren una limitación más radical. P. Berton, del Canadá, en su libro The Comfortable Pew, dijo: “El púlpito tibio hace hipócritas de quienes lo ocupan . . . el entero problema del sermón dominical y su falta de convicción es uno que profundamente preocupa a los hombres de convicción. Con razón algunos, en desesperación, han sugerido seriamente una moratoria de toda predicación . . . por un período de por lo menos un año y probablemente más tiempo.”
La culpa de esta falta de interés en Dios y en su Palabra tiene que imputarse en gran parte a los clérigos. Han confundido tanto a la gente que ésta ya no sabe qué creer. Note cómo se muestra esto en el libro A Church Without God, escrito Por el clérigo E. Harrison:
“Werner Pelz, que intituló un libro God Is No More [Dios ya no existe], es vicario de la Iglesia de Inglaterra; William H. Dubay, que asevera que Cristo ‘eliminó la religión,’ es sacerdote católico romano . . . El padre Jackson, que dice: ‘Si hay Dios, no podemos referirnos a él como ser supremo,’ es capellán de universidad; Thomas Altizer [Dios está muerto], que escribió The Gospel of Christian Atheism [El evangelio del ateísmo cristiano], es profesor adjunto de estudios bíblicos de una universidad norteamericana; yo formo parte del personal de una parroquia anglicana de Toronto. Afirmo ser cristiano y anglicano; no obstante, puedo decir, con toda seriedad, que no hay Dios.”
Observando cuánto se han extraviado los clérigos de la cristiandad de las normas cristianas, el autor Berton, ex-miembro de la Iglesia Anglicana del Canadá, dijo:
“Casi se ha olvidado que el cristianismo comenzó como una religión revolucionaria cuyos seguidores abrazaron un conjunto de valores enteramente diferentes de los que sostenían otros miembros de la sociedad. Aquellos valores originales todavía están en pugna con los valores de la sociedad contemporánea; no obstante, hoy la religión ha llegado a ser una fuerza tan conservadora como la fuerza con la que estuvieron en pugna los cristianos originales.”
Sí, el clero de la cristiandad ha abandonado la verdadera enseñanza y práctica cristianas. Han llegado a ser la mismísima cosa que Jesús y los cristianos del primer siglo expusieron que obraba de manera contraria a la voluntad de Dios. Son semejantes a aquellos a quienes Jesús dijo: “Han invalidado ustedes la palabra de Dios a causa de su tradición. Hipócritas, aptamente profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy alejado de mí. Es en vano que siguen adorándome, porque enseñan mandatos de hombres como doctrinas.’”—Mat. 15:6-9.
DEBERES SOCIALES TIENEN PRIORIDAD
Hoy gran parte del tiempo del clero se dedica, no a enseñar la Biblia ni a estudiarla, sino a asuntos sociales. The Saturday Evening Post dijo del clérigo de término medio de hoy:
“Él es, en cambio, . . . organizador de comités, presidente de clubes, y zanjador de disputas insignificantes entre las damas de buena reputación del sindicato del altar. Es recabador de fondos, constructor, orador en almuerzos, participante y contribuyente de todo proyecto digno de la comunidad, tan incesantemente buscado y apremiado que literalmente tiene que esconderse si quiere hallar tiempo para dejar que las fuentes del espíritu se llenen por medio de meditación, oración y el estudio de las Escrituras.”
De manera semejante, el libro The Comfortable Pew hace notar: “Las cadenas de la vida parroquial hacen difícil que él se libre y sea otra cosa, puesto que gran parte de su tiempo se dedica a equilibrar una taza de té y charlar inofensivamente con los nativos. . . . El dominio de la vida parroquial, con su ambiente de club social, significa que la iglesia está estrechamente atada a la jerarquía social seglar de la comunidad.”
ENVOLVIMIENTO POLÍTICO
Una de las razones principales para la disminución de estima que está padeciendo el clero es su envolvimiento en la política y las guerras de este mundo. Un número cada vez mayor de personas está llegando a ver cuán inconsistente es que el clero apoye a ambos lados, especialmente en las luchas militares. Tocante a esto el WorldTelegram and Sun de Nueva York informó el 11 de marzo de 1966:
“Representantes de tres fes religiosas trataron de convencer ayer a un grupo de estudiantes de Brooklyn de que el mandamiento bíblico en contra de matar no aplicaba a la guerra de Vietnam.
“En general, el esfuerzo no tuvo éxito. El auditorio . . . salió con la impresión, como lo expresó un estudiante, de que los oradores estaban ‘embromándonos.’”
Los clérigos envueltos en esto eran católicos, judíos y protestantes. Al tratar de justificar el envolvimiento en la guerra, uno de ellos dijo: “El matar debe hacerse con un corazón puro.”
En una encuesta que se hizo de clérigos que sirven como capellanes militares, se descubrió que sus puntos de vista de ninguna manera diferían de los de otros hombres militares en cuanto a la moralidad de la guerra moderna. Como señala el autor Berton: “Ninguno opinaba que el soldado individual tuviera más responsabilidad en el asunto que la de servir a su país. Este punto de vista es muy semejante a aquel que formó la esencia de la defensa de Adolph Eichmann durante su juicio en Israel.”
Bertrand Russell dijo que en Inglaterra “la Iglesia Anglicana ha sostenido todo punto de vista del Gobierno, incluso los que tienen que ver con la guerra y el matar.” Indicó que la iglesia realmente había llegado a ser una fuerza para establecer “resistencia a la protesta por conciencia.”
Acerca de la Iglesia Católica, el Times de Nueva York del 29 de diciembre de 1966 informó:
“Tradicionalmente los católicos apoyan los esfuerzos bélicos de la nación y dejan las responsabilidades morales por la conducta de las guerras a las autoridades políticas. . . .
“En el pasado las jerarquías católicas locales casi siempre apoyaron las guerras de sus naciones, bendiciendo tropas y ofreciendo oraciones por la victoria, mientras que otro grupo de obispos en el otro lado oraba públicamente por el resultado contrario. Y mientras tenía lugar esto, el Vaticano por lo general mantenía una neutralidad cuidadosa y abogaba por un fin temprano de las hostilidades. . . .
“La contradicción entre el espíritu cristiano y la conducta de la guerra, que a menudo se oscurecía con sutilezas teológicas, parece venir haciéndoseles más clara a muchos, a medida que las armas se hacen más brutales.”
En el funeral de un soldado muerto en acción, el pastor de una iglesia luterana de Des Moines, Iowa, se encargó del servicio religioso. El Register del 10 de febrero de 1968 relató: “El Rdo. Martin Haerther, pastor de la iglesia, dijo . . . que sabía que era la voluntad de Dios.” Agregó el clérigo: “Cuando un soldado muere en el desempeño de su deber en una guerra justa, no solo es una muerte gloriosa en el servicio del país, sino que es un fin bendito para él . . . Estoy seguro de que los ángeles estaban presentes para llevar su alma al cielo y ahora está disfrutando de paz.”
Este clérigo mencionó una guerra “justa.” Un folleto, The Church and War, publicado por el Concilio Nacional de Hombres Católicos en los Estados Unidos, comenta sobre esto. Al reseñar el folleto, el escritor de la Prensa Unida Internacional Louis Cassels dijo que “la corriente principal de la tradición cristiana se representa por la doctrina de la ‘guerra justa,’ claramente enunciada en el 5.o siglo E.C. por el gran San Agustín.” ¿Cuáles eran las reglas de Agustín para una guerra “justa”? (1) Solo debe librarse como necesidad; (2) su único objetivo legítimo es lograr una paz justa y estable tan rápidamente como sea posible; (3) se debe pelear con misericordia, evitando toda la brutalidad innecesaria y restringiendo el uso de la violencia al mínimo.
Cuando informó sobre la publicación de este folleto, indicó Cassels: “Sin embargo, en la II Guerra Mundial ambos lados abandonaron toda simulación de fuerza ‘mínima’ a favor de una guerra de esfuerzo supremo, ‘total.’ Cada lado hizo llover bombas sobre las ciudades del otro, y millones de civiles, entre ellos mujeres, niños y ancianos, fueron muertos, mutilados o dejados sin hogar.”
No obstante, todo el tiempo el clero de ambos lados consideró la guerra como guerra “justa.” ¡Clérigos de la misma religión oraron por victoria sobre cada uno de los lados contrarios!
PUNTO DE VISTA CRISTIANO
¿Es realmente “justa” una guerra que incita a “hermanos” de la misma religión “cristiana” a pelear unos contra otros? ¿Por cuál definición? ¿Por la de Agustín? Pero, ¿es Agustín mayor autoridad sobre la conducta y doctrina cristianas que Jesucristo, o los apóstoles, o la Palabra escrita de Dios, la Biblia?
Jesús dijo a los que desearan llamarse cristianos: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.” (Juan 13:35) El apóstol Pablo dijo a los cristianos: “Que todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, . . . ¿Existe dividido el Cristo?” (1 Cor. 1:10, 13) ¿Pudiera haber mayor división que la que resulta en que miembros de la misma religión se maten unos a otros?
Algunos clérigos confiesan que absolutamente no hay base en el cristianismo primitivo para el apoyo que le han dado a las guerras de este mundo. El clérigo I. Evans, ex-redactor de Blackfriars, una publicación periódica británica, reconoció que tal derramamiento de sangre era incompatible con la “tradición cristiana inherente de volver la otra mejilla.” El Register-Guard de Eugene del 22 de enero de 1967 informó: “Hasta 313 d. de J.C., dijo Evans, los cristianos no participaban en las guerras del Imperio Romano. Con el Edicto de Milán de 313 d. de J.C. el emperador Constantino dio al grupo de cristianos, siendo una minoría, plenos derechos y obligaciones como ciudadanos romanos. Esto, dijo Evans, fue el principio de la teoría de la guerra justa.” Más tarde, Agustín le agregó detalles.
Note las fuentes de la teoría de la guerra “justa.” No proviene de Dios, ni de Jesucristo, ni de los apóstoles, ni de los cristianos del primer siglo. En cambio, se originó de políticos y de clérigos que ya se habían vuelto apóstatas para el siglo cuarto de nuestra era común.
Durante la II Guerra Mundial la inmensa mayoría del clero de todas las religiones principales de Alemania aceptaba los puntos de vista antibíblicos de Constantino y Agustín. Apoyaron la máquina bélica de Hitler. No obstante, después de la II Guerra Mundial los juicios de Nuremberg de caudillos políticos y militares nazis hallaron a éstos culpables de llevar a cabo órdenes asesinas de Hitler. Sin embargo, el clero tuvo igual culpa, puesto que estimuló a sus seguidores a obedecer las órdenes de Hitler para asesinato en masa. Por otra parte, los testigos de Jehová sostuvieron el verdadero punto de vista cristiano y unidamente rehusaron llevar a cabo los designios asesinos de los nazis. Fueron a campos de concentración más bien que violar la norma cristiana de neutralidad en la guerra, sabiendo que “tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 5:29.
Aunque Hitler desde hace mucho tiempo ha sido desacreditado, y ha sido expuesto el apoyo que le dio el clero, ¡hoy algunos clérigos todavía defienden su memoria! En el número del 12 de mayo de 1968 de La Vanguardia Española, de Barcelona, España, unos titulares declararon: “Funerales por el eterno descanso de Hitler.” El artículo concomitante decía:
“En la iglesia de San Martín, en la calle de Desengaño, se celebró ayer una misa por el eterno descanso del alma de Hitler. En los recordatorios distribuidos durante el oficio se precisaba que la misa era ofrecida ‘por el eterno descanso de Adolfo Hitler y de todos los caídos en defensa de la Cristiandad y de la Civilización Occidental’.”
PARTE DEL MUNDO
Por su envolvimiento en la política y las guerras de este mundo el clero ha llegado a formar parte de él. Agregado a esto está su justificación de la “nueva moralidad” y sus esfuerzos por dar nueva forma a la doctrina y a la práctica para amoldarlas a lo que es popular en vez de a lo que es correcto.
Cuando una estudiante de segundo año del Colegio Barnard recientemente fue amenazada con ser expulsada de la escuela porque rompió las disposiciones reglamentarias al vivir con su novio en un apartamiento cerca del terreno del colegio, dos clérigos testificaron a favor de ella. El Daily News de Nueva York declaró en unos titulares de primera plana: “Clérigos apoyan a Linda en juicio amoroso.” El periódico decía:
“Un ministro, un rabino, y un profesor de filosofía hablaron a favor de ella . . . alegando que el colegio no tiene derecho legal para reglamentar los asuntos privados de los estudiantes. . . . El Rdo. William Starr, consejero protestante de la Universidad de Columbia, se refirió a las reglas de alojamiento como ‘ridículas.’ . . .
“El rabino A. Bruce Goldman, consejero judío de la Universidad de Columbia, siguió a Starr en el banquillo de los testigos. Encomiando a Linda por lo que él dijo que era su valor y convicción, Goldman dijo que la audiencia era una ‘prueba de derechos civiles e individuales.’”
De manera semejante, la revista Time del 10 de mayo de 1968 informó: “¿Debe permitir el cristianismo la poligamia? Bajo ciertas condiciones, sí, alega un misionero católico romano en el Africa. . . . Su recomendación: ‘Si la poligamia es la costumbre establecida de un lugar, acéptese el conjunto en la iglesia... a niños y a todos.’”
Pero, ¿excusa el cristianismo verdadero la fornicación y el adulterio? No, éste sostiene elevadas normas morales. (1 Cor. 6:9, 10) En vista de eso, ¿cómo pueden los clérigos llamarse cristianos y no obstante promover ideas tan contrarias al cristianismo? Lo que promueven no puede ser religión verdadera aprobada por Dios.
Verdaderamente el clero es parte de este mundo. Aplica los métodos, tácticas, doctrinas y moralidad de éste. No obstante, la Palabra de Dios advierte: “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.”—Sant. 4:4.
¿Insta la Biblia a las personas sinceras a tratar de reformar a las religiones y a los clérigos que rehúsan obrar de acuerdo con las normas de Dios? No. En cambio, la Palabra de Dios insta: “Sálganse de entre ellos, y sepárense.”—2 Cor. 6:17.
¿Por qué es urgente tal separación? Porque, muy pronto, Dios ejecutará sus juicios en contra de todas las religiones y todos los caudillos religiosos que rompen sus leyes y dirigen a otros a hacer lo mismo. Pronto a todos les llegará su fin, así como a los que se adhieren a ellos. Es por eso que la Palabra de Dios advierte en cuanto a la religión falsa: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia.”—Rev. 18:4, 5.