Desempeñe su papel en su familia
¿PUEDE una familia disfrutar de paz y unidad si el esposo y la esposa compiten por la jefatura? ¿Pueden los hijos aprender disciplina si la madre da una contraorden a las restricciones que el padre les impone? ¿O puede una familia mantener buen estado de ánimo si el padre rehúsa asumir sus responsabilidades? Si el esposo o la esposa no desempeñan el papel que cada uno tiene, esto puede conducir a resultados muy indeseables, hasta al desbaratamiento de su familia.
Muchos matrimonios no reconocen los papeles respectivos del esposo y la esposa, y esto hace que el matrimonio se encuentre en un camino pedregoso desde el mismísimo principio. Sin duda éste es uno de los factores principales detrás de la elevada proporción de divorcios que hay en muchos países en la actualidad. Si solo siguieran el buen consejo sobre el matrimonio que se da en la Biblia podrían evitarse mucha dificultad, congoja y tensión emocional.
La Biblia claramente manifiesta los papeles respectivos de esposo y esposa. Le asigna al esposo el papel de ser cabeza de la familia, diciendo: “El esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación.” (Efe. 5:23) Como cabeza de la familia él es responsable de tomar decisiones importantes para la familia.
Tocante al papel de la esposa la Biblia dice: “Como la congregación está en sujeción al Cristo, que así también las esposas lo estén a sus esposos en todo.” (Efe. 5:24) Por consiguiente el papel de la esposa es de sujeción a su esposo. Tomando en cuenta esto, ¿sería correcto que compitiera con su esposo por la jefatura de la familia? ¿Estaría mostrando sujeción si diera una contraorden a las restricciones que él impone a los hijos? ¿No estaría más en armonía con su papel el apoyarlas? En cuanto a los hijos, el papel bíblico de ellos en la familia es ser “obedientes a sus padres en unión con el Señor.”—Efe. 6:1.
La Biblia exhorta a los esposos a usar su autoridad de manera amorosa: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos.” (Efe. 5:28) El esposo, por lo tanto, debe cuidar amorosamente a su esposa como él mismo se cuida, y debe mostrarle consideración. En todas sus decisiones debe tener en el corazón la felicidad y los mejores intereses de ella.
Esto significa que antes de tomar decisiones importantes para la familia el esposo cristiano hace bien en considerar los deseos de su esposa así como los deseos de los hijos. Es preciso mantener una comunicación de esa clase dentro de la familia para su bienestar. Es necesario que todos vean en el padre a una persona abordable y razonable. Sin embargo, cuando él toma una decisión final, es responsabilidad de la esposa y de los hijos aceptar esa decisión y trabajar en armonía con ella.
Pero, ¿qué hay si la decisión del esposo no es sabia? ¿Entonces qué? ¿Debe la esposa tratar de usurpar la jefatura de él e instituir una decisión diferente? Eso no sería prudente. De manera bondadosa y prudente puede considerar el asunto con su esposo, pero si él está determinado a persistir en ella, entonces la responsabilidad de ella es apoyar la decisión de él, siempre que no exija que ella haga algo que viole la ley de Dios. Por tal apoyo como esposa leal ella ayudará a los hijos a siempre tenerle respeto a la jefatura de él, y también mantendrá paz y unidad en la familia.
El sermonear repetidamente al esposo por su error no estaría en armonía con el papel de ella como ayudante sumisa. Solo haría intolerable la vida en la familia para él. Por esta razón la Biblia dice: “Un techo con goteras que ahuyenta a uno en día de lluvia constante y una esposa contenciosa son comparables.” (Pro. 27:15) Muchos hogares han sido rotos debido a esposas de esa clase.
Ahora supongamos que una madre hace cuanto puede para entrenar a sus hijos correctamente, pero algunos de ellos resultan malos porque el padre no desempeña su papel disciplinándolos y ejerciendo su autoridad. ¿Debe sentir la madre que ella tiene la culpa? En ese caso la culpa recae principalmente sobre los hombros del padre por no desempeñar su papel.
Sin embargo, hay casos en los cuales ambos padres desempeñan apropiadamente sus papeles, pero algunos de los hijos todavía resultan malos. Si ellos han hecho cuanto ha estado de su parte para entrenar apropiadamente a los hijos, la culpa de la maldad no recae en ellos. No deben culparse. Hay varios casos en la Biblia en que padres buenos tuvieron algunos hijos que resultaron malos. Jotán es uno a quien le pasó así.—2 Cró. 27:6, 9; 28:1.
Por lo general los problemas maritales pueden resolverse cuando el esposo y la esposa siguen el consejo bíblico tocante a sus respectivos papeles en la familia. Esto puede ilustrarse con la experiencia de una pareja cuyo matrimonio realmente acabó en el divorcio. Un año después del divorcio el señor del caso se comunicó con la señora y expresó el deseo de volverse a casar con ella. Ella, al contar la experiencia, dijo:
“Le advertí que el volvernos a casar no sería la solución. Si no habíamos tenido éxito antes, definidamente no lo tendríamos la segunda vez. Él siguió insistiendo en que sabía cómo hacer un matrimonio de éxito ahora. Solo por simple curiosidad le pregunté cuál era esta manera única que nos haría felices. Su respuesta fue la Palabra de verdad de Dios. Le dije: ‘Mira, muéstrame que eres sincero acerca de esto y al transcurrir el tiempo, si lo eres, nos casaremos de nuevo.’ Su respuesta fue: ‘Está bien, eso me parece muy justo.’ Al volver a . . . , se comunicó con un testigo de Jehová e hizo arreglos para tener un estudio bíblico de casa. Asistía a todas las reuniones, me llamaba por teléfono o me escribía todas las noches y estaba realmente emocionado acerca de todo lo que había aprendido. Nos volvimos a casar el 16 de enero de 1968, y hemos sido muy felices. Ahora cuando surge un problema, nos dirigimos a las Escrituras para conseguir dirección.”
Si una familia sigue la dirección de la Biblia no hay por qué tenga que enfrentarse a crisis turbulentas ni verse amenazada por un divorcio desbaratador. Los problemas pueden resolverse y los desacuerdos zanjarse pacíficamente. Si cada miembro de la familia desempeña su papel respectivo, a la familia le es posible, aun ahora, disfrutar de paz, unidad y felicidad.