“Sigan buscando, y hallarán”
Según lo relató Richard S. Cotterill
¿LE HA parecido a usted que cierto versículo de la Biblia es cual resumen de parte de su vida? Un texto que es sumamente pertinente a mi vida es Mateo 7:7: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.” Sí, estas palabras de nuestro Señor Jesucristo tienen significado especial para mí.
Esto se debe a que como joven constantemente buscaba un verdadero propósito en la vida. Quería saber la verdad acerca de Dios.
De joven, con frecuencia tenía preguntas acerca de la vida en mi mente. Habiendo nacido en Manchester, Inglaterra, en 1908, había sido bautizado en la Iglesia Anglicana. Cuando era bastante joven, me preguntaba si Dios verdaderamente atormentaba eternamente a la gente en un fuego del infierno. Pensaba, también, acerca de la edad del oscurantismo, cuando las personas religiosas se torturaban cruelmente unas a otras, y me preguntaba cómo podría ser correcto aquello. Oraba intensa y sinceramente.
En 1925 mi padre murió súbitamente. Era la primera vez que la muerte había entrado en mi propia vida. Ahora la vida me parecía más incierta. Después de la muerte de mi padre estudié derecho, contabilidad, economía política y otros asuntos. Pero me hallaba perplejo. ¿Cuál era mi mira? ¿Cuál era mi verdadero propósito en la vida?
BUSCANDO EN UN TIEMPO DE CRISIS
Puesto que era tímido tomé un curso sobre el mejoramiento de uno mismo, pero encontré dificultades porque no había decidido cuál era mi propósito en la vida. Esa era la pregunta que me hacía.
Mientras buscaba, visité una iglesia de arquitectura moderna. El clérigo de aquel lugar estaba asociado con el “Grupo de Oxford,” y quiso que yo me envolviera intensamente en los asuntos eclesiásticos. Enseñé en la escuela dominical, ayudé en la junta eclesiástica, fui portador de la cruz (encabezando el coro al entrar en la iglesia vestido de sotana y sobrepelliz) y di ayuda al club de los muchachos en la iglesia. También di ayuda al club de muchachos de los barrios bajos de Manchester. A pesar de una extensa variedad de actividades, me parecía que faltaba algo.
Puesto que buscaba un propósito en la vida, leía toda clase de libros... muchos sobre psicología y filosofía. También asistí a “Conferencias pro Paz” y me reunía con grupos pro paz y participaba con activistas del pacifismo. Pero al mismo tiempo leía con regularidad la Biblia y asistía a toda clase de reuniones religiosas, entre ellas las de los católicos romanos, los unionistas y la Sociedad de Amigos. ¿Quién tenía razón? ¿Realmente conocía la verdad de Dios algún grupo?
Finalmente presenté mi renuncia en mi trabajo y decidí que trataría de servir a Dios. Pero, ¿cómo? Por meses viví de mis ahorros, tratando de descubrir exactamente qué debería hacer para servir a Dios. Pregunté en cuanto a la ordenación en la Iglesia Anglicana, pero se daba demasiado énfasis a ciertos requisitos de educación y al dinero. Pregunté en cuanto a la obra misional eclesiástica en el Canadá. Mientras más investigaba a la iglesia más aversión le iba cobrando. Me sentía fuera de armonía con muchas de sus prácticas y con el apoyo que daba a la guerra.
Llegó septiembre de 1939 e Inglaterra se envolvió en guerra con la Alemania nazi. Esto intensificó mi investigación y búsqueda. Entonces un día un amigo mío me sugirió que hablara con un testigo cristiano de Jehová que se llamaba Richard Hayley. Lo hice. Por horas consideramos la Biblia y lo que yo creía y pensaba. Este Testigo amorosamente contestó mis muchas preguntas usando la Biblia para hacerlo. Comprendí que había encontrado algo valioso. Pregunté: “¿Hay testigos de Jehová en Alemania?” Me habló acerca de los Testigos fieles de allí que también apoyaban el reino de Dios y que eran neutrales en la política y en las guerras. Me alegró saber esto porque yo realmente creía que el cristianismo verdadero abarcaría a gente de todas las naciones y las uniría.
Pronto fui a las reuniones de los Testigos en su Salón del Reino. Con el tiempo llamados amigos de un grupo activista del pacifismo trataron de retenerme entre ellos. Un líder del grupo activista fue conmigo para hablar con el Testigo que contestaba mis preguntas. Consideramos la Biblia y otros asuntos hasta muy de noche. Por la mayor parte del tiempo no participé en la discusión, simplemente escuché. En un lado noté que dominaban la filosofía humana y la sabiduría humana. En el otro lado, el de los testigos de Jehová, había respuestas directas de la Biblia... dominaba la sabiduría de Dios. Ahora bien, ¿qué iba a escoger yo, la filosofía humana, o la verdad bíblica? El Testigo Hayley concluyó la discusión aquella noche citando las palabras de la Biblia en Josué 24:15: “Escoged hoy a quién serviréis; . . . pero en cuanto a mí y a mi casa, serviremos a Jehová.”—American Standard Version.
ME DECIDO POR LA VERDAD BÍBLICA
De modo que, ¿con quiénes me iría yo? Visité a este testigo de Jehová vez tras vez y estudié la Biblia con regularidad. Nuestros estudios continuaban aunque había incursiones aéreas y caían bombas a corta distancia.
Pronto me di cuenta de que había hallado un verdadero propósito en la vida. Había hallado lo que buscaba. Ahora sabía cómo podía servir al Dios verdadero. Pero primero escribí cartas de renuncia para romper toda conexión con la Iglesia Anglicana y otros grupos. Quería estar libre de toda religión falsa y ser verdaderamente neutral en cuanto a asuntos políticos, y así vivir en armonía con los principios bíblicos.
En junio de 1940, comencé a compartir estas verdades bíblicas con otros, yendo de casa en casa. Había sido tan apocado, tímido e introvertido... y ahora aquí estaban hablando a otros acerca de la Palabra de Dios, hasta participando públicamente en la distribución de La Atalaya y su revista compañera, a menudo usando una bolsa para revistas, llevándola puesta en los distritos comerciales durante los años de la guerra.
Entonces el 1 de septiembre de 1940 fui bautizado en símbolo de mi dedicación a Dios, en una asamblea que se celebró en Manchester. ¿Cuál sería ahora mi derrotero en la vida? Tenía presente el ministerio de tiempo cabal como precursor.
PROCLAMANDO LA VERDAD BÍBLICA DE TIEMPO CABAL
En septiembre de 1940 entregué una solicitud para el ministerio de precursor: la predicación de tiempo cabal bajo la dirección de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Mi primera asignación fue Carlisle, no lejos del hermoso distrito del lago English. Aquí tuve que hallar alojamiento. De modo que dejé mis pocas pertenencias en el Salón del Reino y afortunadamente encontré a una persona interesada en la Palabra de Dios que me ofreció un lugar donde alojarme.
Durante el tiempo de la guerra se imponían servicios de velar por incendios. ¡Fui asignado a velar por incendios en la catedral de Carlisle! Habiendo abandonado las iglesias, rehusé este servicio; además, ya se me había aceptado para velar por incendios en el edificio en el cual estaba situado el Salón del Reino. Fui citado al tribunal y multado, con la alternativa de un mes de encarcelamiento. Puesto que rehusé pagar la multa, me dieron un mes para pagar... o la prisión. Fui a dar a la prisión de Durham, con escasas raciones de tiempo de guerra. Después de ser puesto en libertad volví al ministerio de precursor.
Al predicar la Palabra de Dios en Chester-le-Street y más tarde en Washington, County Durham y Sunderland, los años de la guerra pasaron rápidamente. En 1945 tuve el privilegio de visitar al Ministro de la Guerra en el gabinete de guerra británico para pedir que fuera levantada la proscripción que se había impuesto a la importación de las revistas La Atalaya. Él escuchó bondadosamente, y le insté a abordar al Ministro de Información para que hiciera algo acerca del asunto. También visité a miembros locales del Parlamento. ¡Cómo fortalece Jehová a uno para esas asignaciones, emprendidas con oración! Afortunadamente, al debido tiempo fue quitada la proscripción. Pero a pesar de la proscripción, jamás perdimos un estudio de La Atalaya, pues los artículos principales se imprimían localmente.
GALAAD Y ASIGNACIÓN A LA INDIA
Después de la II Guerra Mundial, llené una solicitud para la Escuela de Galaad, una escuela que prepara a uno para la carrera de misionero. Apenas podía creerlo cuando poco después fui invitado a Galaad. ¡Qué privilegio! Para mediados de 1946 estaba en la central de la Sociedad Watch Tower en Brooklyn, Nueva York. Tuve el privilegio de estar en la octava clase de la Escuela de Galaad, la primera clase internacional. Disfruté a grado cabal de la asociación con condiscípulos de muchos países. Finalmente fui asignado a la India.
De modo que aquí estoy en la India veinticinco años después y todavía siguiendo adelante en la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios. Durante este tiempo he tenido muchos privilegios. Cuando el presidente de la Sociedad Watch Tower visitó la India para nuestra asamblea en Bombay en abril de 1947, recibí una sorpresa: Tendría el privilegio de recorrer la India y visitar nuestras primeras asambleas de circuito aquí. En septiembre de 1947, unas dos semanas después de la división de la India en India y Paquistán, comencé esta gira. Millares de personas estaban siendo muertas como resultado del odio religioso. ¡Qué apropiado fue el discurso público que pronuncié en aquellas asambleas: “Benditos son los pacificadores”!
Después de predicar la Palabra de Dios durante ocho años en las ciudades de Bombay, Ahmadnagar y Puna, tuve el privilegio de trabajar como siervo o supervisor de circuito para animar a las congregaciones cristianas. De modo que durante la mayor parte de trece años viajé de los Himalaya coronados de nieve hasta cerca del cabo Comorín en la punto meridional de la India. Hubo un tiempo en que abarcaba aproximadamente la mitad de la India dos veces al año, viajando miles de kilómetros. Como resultado de ello he visto algo de la creación animal en la selva: elefantes, pavos reales, monos, cobras... ¡y hasta un tigre!
Naturalmente, la vida en la India es diferente. Uno está rodeado de mucha pobreza y condiciones difíciles. Pero amo a mis hermanos cristianos indios, sea que vivan en Maharashtra, Gujerate, Mysore, Tamil Nadu, Kerala, Bengala, Andhra Pradesh o Delhi o cualquier otra parte de la India. En todas estas partes que acabo de mencionar hablan diferentes idiomas, pero todos están unidos en la adoración del Dios verdadero, Jehová.
Mis hermanos cristianos indios han sido muy bondadosos conmigo, y ahora tenemos muchos Testigos indios maduros. Cuando llegué a la India en 1947, teníamos unos doscientos proclamadores del reino de Dios. Ahora tenemos más de 3.360. He vivido con los Testigos indios, sentándome en el suelo a veces y comiendo de hojas de plátano, que servían de platos. Pero, ¡qué bondad!
¡Fue una sorpresa la que recibí a principios de 1953 cuando se me invitó a asistir a la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo” en Nueva York! ¡Qué maravillosa asamblea fue aquélla! En 1958 asistí de nuevo a la memorable Asamblea Internacional “Voluntad Divina” en Nueva York. En 1966 regresé a Inglaterra para unas vacaciones largas, después de haber estado ausente ocho años. Otro año memorable fue 1969, cuando, en camino a Londres para asistir a la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra,” visité a Israel y fui a Cesarea, Megido, Galilea, Nazaret, Jerusalén, Belén, Jericó y otros lugares asociados con las obras de Jehová y el ministerio terrestre de Jesucristo.
En la India tengo muchos hermanos y hermanas, padres y madres espirituales. Nunca me he casado, pues decidí que la soltería sería el mejor derrotero para mí. Conozco a muchas personas de todas partes de este vasto país, y ciertamente amo mucho a mis hermanos indios. Mi corazón se llena de gozo y se conmueve cuando los encuentro en las asambleas. Con todo el pueblo de Jehová en todo el mundo somos uno.
¡Tengo sesenta y tres años de edad y todavía viajo en bicicleta en Delhi, India, una de las capitales más calurosas del mundo en junio! Voy a mis estudios bíblicos y de casa en casa, predicando y enseñando las buenas nuevas. ¡Realmente, qué maravillosa vida! Le doy gracias a Jehová Dios por todas las provisiones que hace mediante su organización para suministrarnos tantas cosas que usar, por ejemplo, La Atalaya en siete de nuestros idiomas indios. También tengo una hermosa casa en la cual vivir. Verdaderamente, el servir a Dios de tiempo cabal es un trabajo magnífico. ¡Qué agradecido estoy de haber ‘seguido buscando’ y así haber encontrado lo que había anhelado por tanto tiempo... ¡la verdad de Dios!