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  • Una Biblia que aprueban
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1974
w74 15/3 págs. 189-190

Una Biblia que aprueban

“INGLATERRA, EE. UU. comienzan a imprimir la Biblia Común.” “Se salva brecha de 400 años en Yale. El esfuerzo de 40 años del deán Weigle da a 2 fes la Biblia Común.” “La nueva Biblia quizás ponga fin a la controversia entre las fes.” Esos fueron algunos de los titulares de la prensa pública con los cuales se recibió la publicación de The Revised Standard Version Common Bible (La Biblia Común de la Versión Normal Revisada) que se presentó en Inglaterra el 21 de enero y en los Estados Unidos el 2 de abril de 1973.

Su prefacio dice que doctos célebres protestantes y católicos romanos colaboraron para producir esta Biblia. También, que ha sido aprobada por los principales prelados del protestantismo norteamericano, de la Iglesia Anglicana, de la Iglesia Católica Romana y de la Iglesia Ortodoxa Griega. Se dice que es la primera Biblia desde la Reforma que es aceptable a todo ramo de la cristiandad.

¿Cómo llegó a producirse esta Common Bible? Se basa en la Revised Standard Version (RSV) que se publicó por primera vez en su forma completa en 1952. La RSV fue aprobada por los protestantes y por todas partes se granjeó favor entre ellos, pero evidentemente no se pensó que los católicos romanos la usaran. Tenía muchos puntos buenos debido al progreso logrado en la erudición bíblica. Sin embargo, dio un paso grande hacia atrás en comparación con su predecesora inmediata, la American Standard Version (ASV), en que eliminó el nombre distintivo y singular Jehová, el nombre de Dios, que se halla casi 7.000 veces en la ASV.

Entonces en 1966, sin duda debido a la gran popularidad de la RSV, doctos católicos romanos prepararon una edición de la RSV adecuada para los católicos romanos. Incorporó los rasgos distintivos que se hallan en las Biblias católicas romanas. Por ejemplo, en ella los libros apócrifos de la Sabiduría de Salomón, Sirac (Eclesiástico), Baruc, Tobías, Judit, 1 y 2 Macabeos y adiciones a los libros de Ester y Daniel se distribuyeron a través de las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento). Ninguno de éstos se había publicado en la ASV ni en la RSV.

También, secciones dudosas o espurias, como Marcos 16:9-20 y Juan 7:53-8:11, fueron incorporadas al texto regular en vez de presentarse como notas al pie de la página. Y, además, esta versión católica romana usó el término “brethren,” “cofrades” (para transmitir la idea de relación espiritual) en vez de “brothers,” “hermanos” al referirse a los medios hermanos de Jesús, puesto que los católicos romanos insisten en que María la madre de Jesús siempre permaneció virgen. Claramente ésta era una traducción bíblica que fue aprobada para los católicos pero que no sería considerada aceptable por muchos protestantes.

En un esfuerzo por conseguir una RSV que agradara tanto a protestantes como a católicos romanos, sus doctos se reunieron y produjeron la RSV Common Bible. Se dice que el resultado es que “todas las iglesias tienen autoridad oficial para usar en la iglesia la única RSV Common Bible.” Y se dice que el papa Paulo se maravilló de que las notas invariablemente presentan “una sola e idéntica interpretación, la cual pueden aceptar honradamente los representantes de todas las confesiones que han participado en esta obra.”

Concerniente a esta Common Bible, la publicación The National Observer del 14 de abril de 1973 preguntó: “La nueva edición The Revised Standard Version Common Bible: ¿Una transigencia inspirada?” Y ciertamente parece que para conseguir una Biblia que todos aprobaran, ciertamente se hicieron transigencias serias.

Entre otras cosas, se llegó a un acuerdo al incluir lo que los protestantes llaman los libros apócrifos y lo que los católicos romanos llaman los libros deuterocanónicos (que significa libros canónicos posteriores), pero los agruparon entre las Escrituras Hebreas y las Griegas Cristianas. Al llamarlos “Los libros apócrifos/libros deuterocanónicos” parece que tanto los protestantes como los católicos quedaron satisfechos. Sin embargo, respecto a estos libros, nada menos que el católico romano Jerónimo, traductor de la Vulgata, declaró: “Se deben evitar todos los libros apócrifos; . . . no son las obras de los autores por cuyos nombres se distinguen, . . . contienen mucho que es defectuoso, . . . es una tarea que requiere gran prudencia para hallar oro en medio de arcilla.”

Puesto que la Iglesia Católica Griega reconoce como canónicos no solo estos libros apócrifos sino también 1 Esdras y la Oración de Manasés, éstos fueron añadidos después de los otros libros apócrifos con la explicación: “Los siguientes libros de los libros apócrifos . . . no se consideran como autoritativos por la Iglesia Católica Romana y por lo tanto no se incluyen entre los libros deuterocanónicos. 1 Esdras y la Oración de Manasés se incluyen en el canon griego de la Escritura.” Por alguna razón que no se aclara, 2 Esdras también se halla en esta sección.

El pasaje dudoso de Marcos 16:9-20 ha sido restaurado al texto regular pero con un espacio en blanco y una nota al pie de la página que dice en explicación: “Algunas de las autoridades más antiguas terminan el libro al fin del Mar. 16 versículo 8.” Y de modo similar Juan 7:53-8:11 ha sido restaurado al texto, con una nota al pie de la página que dice: “Las autoridades más antiguas omiten 7.53-8.11.” Se ha seguido una norma similar en varios casos de porciones más breves. Versículos que fueron omitidos en el texto de la RSV, pero que aparecían en las notas al pie de la página, ahora se hallan en el texto con notas al pie de la página, que declaran que algunas autoridades los excluyen. Por consiguiente, a menos que el lector tenga cuidado, estará considerando todas estas porciones dudosas como parte del texto inspirado de la Biblia. Claro está que los protestantes cedieron más que los católicos en esto.

Parece que hubo un caso de menor importancia en que los doctos protestantes no se rindieron. ¿Y cuál fue ése? El de referirse a los medios hermanos de Jesús como “hermanos” en vez de “cofrades.”

Se aclama a la RSV Common Bible como un paso hacia la unificación de las diversas ramas de la cristiandad, y como la primera Biblia en cuatrocientos años aceptable tanto a los protestantes como a los católicos. Pero ¿hay alguna razón para concluir que esta “nueva Biblia quizás ponga fin a la controversia entre las fes,” como lo expresó un periódico? ¡De ninguna manera! ¿Acaso los centenares de diferentes sectas protestantes no usaron por siglos la King James Version? ¿Hizo eso que se unieran? Entonces, ¿cómo puede servir para unirlas el simple hecho de que la Common Bible es aprobada por las diversas ramas de la cristiandad? De hecho, el editor de libros del semanario jesuita America reconoció que no ha de esperarse que la Common Bible resuelva las diferencias entre las diversas fes.

¿De qué sirve concordar sobre una Biblia común cuando ésta no se acepta como autoridad en fe y práctica? Hoy muchos clérigos niegan los relatos que la Biblia contiene acerca de la creación y el Diluvio y ponen en tela de juicio los milagros que se mencionan en ella. Además, se aferran a enseñanzas que no se declaran en la Biblia. Así sucede que en un número reciente del semanario católico romano Our Sunday Visitor se publicó la siguiente pregunta de un lector: “Se me hace difícil aceptar una doctrina que no se enseña claramente en la Biblia. ¿Qué piensa usted acerca de esto?” En respuesta el Mons. John V. Sheridan declaró: “Entiendo lo que usted quiere decir. . . . muchas de nuestras muy elementales doctrinas cristianas no se expresan ni se definen explícitamente en la Biblia.”

Realmente es excelente que el interés en la Biblia continúe resultando en nuevas traducciones. Pero el que la Common Bible quizás ‘le ponga fin a toda la controversia entre las fes’ es una esperanza vana. De hecho, el interés en publicar Biblias hace recordar las palabras que describen el concepto que los caudillos religiosos de la antigüedad tenían del profeta Ezequiel: “Tú eres para ellos . . . como uno con bella voz y que toca bien un instrumento de cuerdas. Y ciertamente oirán tus palabras, pero no hay ninguno que las ponga por obra.”—Eze. 33:32.

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