Ponderando las noticias
¿Hasta dónde irá?
● La legislatura italiana en 1970 dictó una ley histórica que hace provisión para el divorcio civil. Ahora, el 12 de mayo de 1974, se llevó a cabo un referéndum para decidir si la ley debe ser revocada. Por dos meses los obispos de Italia y la mayoría de —pero no todos— sus 190.000 sacerdotes y monjas iniciaron una fuerte campaña a favor de la revocación, la cual fue apoyada también por el partido demócrata cristiano. Se suscitó interés internacional debido al significado del voto en cuanto al futuro de la Iglesia en Italia. ¿Qué resultó?
Derrota abrumadora, ya que los italianos votaron casi tres a dos a favor de retener la ley de divorcio. La ciudad de Roma misma votó 70 por ciento contra revocar la ley. Aun Brescia, el distrito natal del papa, votó contra la revocación. Un despacho de Prensa Unida lo llamó “el peor revés para la Iglesia Católica Romana en asuntos políticos italianos desde que las tropas italianas circunscribieron al papa Pío IX al Vaticano, dando fin al poder temporal de la iglesia en 1870.”
Refiriéndose a un “análisis escrutador del alma por parte del liderazgo de la iglesia italiana,” la revista católica “America” (25 de mayo de 1974) vio el suceso como probablemente la aceleración del “proceso de soltarse de un modelo anticuado de las relaciones de iglesia y estado.”
El que mucho más que una ley de divorcio puede estar envuelto se ve por los despachos que muestran que, una vez que se supo el resultado del referéndum, “grupos anticlericales anunciaron una campaña vigorosa en toda la nación para recabar firmas en una petición que insta a un referéndum sobre todas las leyes que dan a la Iglesia una posición especial.” Entre estas leyes está una que dice que “la religión romana, católica, apostólica es la única religión del estado.” Otras leyes conceden exenciones de impuestos y privilegios especiales a agencias de la Iglesia.
Los lectores de “La Atalaya” no se sorprenden ante estos desenvolvimientos. La “escritura” ha estado por largo tiempo en la pared, registrada en la profecía bíblica.—Rev. 17:15-18.
Una tercera enfermedad venérea y el sexo oral
● Las infecciones del virus herpe no son nuevas. Causan, entre otras cosas, la común erupción de vejiguillas dentro o alrededor de la boca que a veces acompaña el catarro o la fiebre. Pero desde 1960 las infecciones herpe han aparecido dramáticamente en el papel de una enfermedad venérea sumamente contagiosa. En este campo, el virus herpe genital ocupa ahora el primer lugar después de la gonorrea (que es aproximadamente treinta veces más común que la sífilis).
Las infecciones herpe de las zonas genitales masculinas o femeninas causan lesiones dolorosas. Aunque temporales, éstas pueden producir consecuencias serias. Los bebés recién nacidos que pasan por la vagina de la madre pueden contraer la infección, y aproximadamente uno de cada cuatro casos resulta fatal. Los bebés que sobreviven a menudo sufren daño cerebral. Además de eso, la evidencia señala a un vínculo entre el herpe genital y el cáncer de la cerviz femenina y quizás de la próstata masculina. Los estudios también muestran una mayor posibilidad de abortos durante la preñez.
La revista “Time” dice que el herpe genital tiende a afectar “principalmente a los sexualmente promiscuos,” en particular entre los jóvenes. Escribiendo en “Medical World News” (26 de abril de 1974), el Dr. Elmar G. Lutz relata que por años ha señalado a pacientes que inquieren en cuanto al sexo genital oral la posibilidad de que este virus sea “transmitido de la cavidad oral a la zona genital y viceversa.” Advierte que el librarse de actitudes sexuales más estrictas “no necesariamente lleva a libertad, o si lo hace, solo es a costa de otras libertades. ‘Cunnilingus’ y felatorismo [formas de sexo oral] pueden ser peligrosos compañeros de cama,” dice él, mientras que la “moralidad a menudo es asunto de salud.”
Esto enfatiza una vez más la verdad que se declara en Romanos 1:26, 27. Los que se entregan a prácticas sexuales ‘contrarias a la naturaleza’ con el tiempo ‘reciben en sí mismos la recompensa completa que se les debe por su error.’