Jerusalén en los días de los apóstoles
ALLÁ en el primer siglo E.C. Jerusalén ya era una ciudad antigua, pues tenía historia registrada desde alrededor de 1943 a. de la E.C. El que esta ciudad (también llamada Sión) existiera en los días de los apóstoles de Jesucristo no fue asunto de casualidad. Era esencial a fin de que se cumplieran las profecías mesiánicas.—Isa. 28:16; 52:7; Zac. 9:9.
Jerusalén, aunque situada a más de 760 metros sobre el nivel del mar, no sobresale del terreno montañoso que la rodea. Es solo cuando uno está bastante cerca que obtiene una vista completa de la ciudad.
Situada en la cordillera central de Israel, Jerusalén tiene un clima agradable. Las noches son frescas y la temperatura media es de aproximadamente 17 grados centígrados (63 grados Fahrenheit). Principalmente entre noviembre y abril, Jerusalén recibe una precipitación de aproximadamente 42 centímetros.
En los días de los apóstoles la ciudad de Jerusalén tenía un área de menos de tres kilómetros cuadrados. Los empinados muros del valle al este, sur y oeste funcionaban como parte del sistema de muros defensivos de la ciudad. Solo el lado del norte carecía de defensa natural, pero allí los muros construidos eran fuertes.
EL TEMPLO
La más importante estructura de Jerusalén era el templo, reedificado por Herodes el Grande. Contando todos los patios, la zona del templo abarcaba de seis a ocho hectáreas. Se podía entrar en aquella zona por una de ocho o diez puertas. Cuatro o cinco estaban en el lado occidental, dos o tres al sur, y una al este y otra al norte. Es posible que la puerta del este haya sido lo mismo que la “puerta Hermosa,” donde Pedro sanó a un cojo.—Hech. 3:1-10.
Había columnatas en el perímetro exterior de la zona del templo. La más impresionante de éstas, la columnata real al sur, constaba de 162 tremendas columnas con capiteles corintios. Se necesitaban tres hombres con los brazos extendidos para rodear una de ellas. Las columnas estaban arregladas en cuatro hileras, con tres pasillos, y sostenían un cielo de madera tallada. Los pasajes exteriores eran de aproximadamente quince metros de altura, pero el del medio era más alto, pues el techo estaba levantado en el centro. Las columnatas al este, norte y oeste constaban de dos hileras de columnas de mármol que también sostenían un cielo. Fue en la zona protegida de la columnata de Salomón, al este, donde Jesús y sus discípulos en diversas ocasiones dieron a conocer la verdad de Dios.—Juan 10:22-24; Hech. 3:11; 5:12.
La zona inmediata rodeada de columnatas era el Patio de los Gentiles. Puesto que era fácilmente accesible a través de varias puertas, llegó a ser una vía pública. En vez de pasar alrededor de la zona del templo, la gente pasaba por el Patio de los Gentiles, cargando vasijas en su rutina cotidiana de la vida. También era en este patio o en la columnata Real que los cambistas ponían sus mesas y otros vendían animales de sacrificio. Sin embargo, Jesucristo no aprobaba el que se usara parte alguna de la zona del templo como vía pública o lugar de comercio. En dos ocasiones puso alto a aquello.—Mat. 21:12, 13; Mar. 11:15-17; Juan 2:13-16.
Si uno pasaba por el Patio de los Gentiles desde el sur, llegaba a una valla de piedra que tenía aberturas a diversos intervalos. Esta valla de piedra medía aproximadamente metro y medio de altura. Sobre esta valla había piedras grandes que contenían una inscripción en griego y latín que advertía a los gentiles que no pasaran, bajo pena de muerte. Así, este muro separaba como con una cerca a judío y gentil.—Vea Efesios 2:14.
El siguiente patio, el Patio de las Mujeres, se encontraba catorce escalones más arriba que el Patio de los Gentiles. Aquí las judías podían entrar para adorar. Aquí estaban las arcas de la tesorería, para contribuciones para el santuario.—Luc. 21:1-4.
Desde el Patio de las Mujeres, varones israelitas ceremonialmente limpios entraban en el Patio de Israel. Quince grandes escalones semicirculares conducían hacia este patio, con sus cámaras de almacenamiento contra el muro exterior.
El patio que tenía la mayor santidad era el Patio de los Sacerdotes, que abarcaba al mismo santuario del templo. Aquí se hallaba el mar fundido y el altar de la ofrenda quemada.
El santuario mismo estaba doce escalones más arriba que el Patio de los Sacerdotes. Puertas doradas, que medían veinticuatro metros de altura y siete metros de anchura, cerraban la entrada. El frente del edificio era más ancho que la parte de atrás; tenía alas que se extendían por aproximadamente nueve metros a cada lado. Había cámaras o compartimientos edificados a los lados de esta estructura, y había una cámara superior situada tanto sobre el Santo como sobre el Santísimo. El interior del Santo era de aproximadamente dieciocho metros de largo y aproximadamente nueve metros de ancho, y el Santísimo medía nueve metros por cada lado. La entera estructura era de piedra blanca con entrepaños de oro.
EL CASTILLO DE ANTONIA
Cerca de la zona del templo, en la esquina del noroeste, estaba el Castillo de Antonia. Ocupaba una eminencia rocosa de poco más de veinte metros de altura. Sus muros de piedra se elevaban a una altura de aproximadamente dieciocho metros. En cada una de las cuatro esquinas del castillo había una torre. Tres de éstas eran de poco más de veinte metros de altura. La cuarta, situada en la esquina del sudeste, se elevaba a más de treinta metros y dominaba la zona del templo. La guarnición romana estaba en el Castillo de Antonia.
Un pasadizo conectaba el castillo con la zona del templo. Esto les permitía a los soldados romanos obrar rápidamente en cuanto a sofocar perturbaciones allí. Eso evidentemente explica por qué Claudio Lisias y un grupo de sus soldados pudieron rescatar al apóstol Pablo de una chusma encolerizada precisamente “fuera del templo.”—Hech. 21:30-32.
Algunos creen que fue dentro de un patio central del Castillo de Antonia que Jesucristo se presentó delante de Pilato para juicio. Un empedrado en esta zona pudo haber sido el Gábbatha que se menciona en Juan 19:13. Pero pudiera ser que una zona abierta enfrente del palacio de Herodes, al oeste de la zona del templo, fuera el sitio del juicio de Jesús.
EL ESTANQUE DE BETZATA
Cerca de la puerta de las Ovejas, probablemente al norte de la zona del templo, estaba el estanque de Betzata con sus cinco columnatas. Fue allí donde Jesucristo sanó a un hombre que había estado enfermo por treinta y ocho años. (Juan 5:2-9) La evidencia arqueológica en cuanto a la existencia de ese estanque salió a luz en 1888. Los excavadores encontraron un estanque doble dividido por una división rocosa y con un área general de unos 45 por 90 metros. También descubrieron un fresco descolorido de un ángel que movía las aguas, y evidencia de cinco columnatas.
EL ESTANQUE DE SILOAM
Al sur de la zona del templo estaba el estanque de Siloam, donde Jesucristo hizo que un ciego se lavara para recibir la vista. (Juan 9:6, 7, 11) La fuente de Gihón, que tiene su manantial en una cueva natural en el valle del Cedrón, suministraba el agua para este estanque a través de un túnel excavado en la ladera.
EL MONTE DE LOS OLIVOS Y GETSEMANÍ
A lo largo del lado oriental de Jerusalén se extiende una cadena de colinas redondeadas de piedra caliza. Antiguamente esta cordillera estaba cubierta de olivos y por lo tanto se le conocía como el monte de los Olivos. En parte, está a más de 120 metros sobre la elevación general de Jerusalén y le permite a uno contemplar la entera zona del templo.—Mar. 13:3.
En alguna parte en el monte de los Olivos, o cerca de él, estaba el jardín de Getsemaní. En este jardín Jesucristo a menudo se reunía con sus discípulos. (Juan 18:1, 2) En la noche de la Pascua de 33 E.C., Judas Iscariote, con un beso, lo traicionó allí.—Mat. 26:36, 48, 49.
GÓLGOTA, LA TUMBA DEL JARDÍN Y EL CAMPO DEL ALFARERO
El sitio donde Jesús fue fijado en un madero fue Gólgota o “Lugar del Cráneo.” Pudiera haber estado situado al norte del Castillo de Antonia. A aproximadamente 230 metros al nordeste de la puerta de Damasco hay un acantilado que tiene hoyos prominentes que le dan la apariencia de un cráneo. No lejos de este acantilado hay un jardín grande, limitado al norte por una colina. Una tumba que contiene un solo sepulcro acabado está labrada en una enorme piedra que sobresale de un costado de esta colina. El sitio encaja con la descripción que da la Biblia del lugar donde Jesús fue fijado en un madero y enterrado. (Mat. 27:57-60; Mar. 15:22-24; Luc. 23:33; Juan 19:38-42) Sin embargo, hoy no se puede determinar que lo sea.
La tradición sitúa el “campo del alfarero para sepultar a los extraños” en el lado meridional o del sur del valle de Hinón cerca de su entronque con el Cedrón. Hay muchas tumbas en esta zona. El “campo del alfarero” fue el terreno que se compró con las “treinta piezas de plata” por las cuales Judas Iscariote traicionó a Jesús. Se le llegó a conocer como Aquéldama, “Campo de Sangre.”—Mat. 27:5-8; Hech. 1:18, 19.
NO HAY SANTIDAD ESPECIAL HOY
Hoy no se conocen con exactitud muchos de los sitios asociados con el ministerio público de Jesús y sus apóstoles. Esto evidentemente está en armonía con el propósito de Dios, pues la adoración verdadera no depende ahora de ubicaciones geográficas en particular. (Juan 4:21-24) La cosa verdaderamente importante es el mensaje que Jesús y sus apóstoles proclamaron. Ese mensaje ha sobrevivido en las Sagradas Escrituras, y la obra que Jesús y sus apóstoles empezaron en el primer siglo E.C. ha llegado hasta los cabos de la Tierra.
[Mapa de la página 654]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
JERUSALÉN DURANTE EL MINISTERIO DE JESÚS Y SUS APÓSTOLES
Gólgota (?)
Estanque de Betzata
Castillo de Antonia
Patio de Israel
Patio de los Sacerdotes
Templo
Patio de las Mujeres
Patio de los Gentiles
Columnatas
Palacio de Herodes
Estanque de Siloam
Getsemaní (?)
MONTE DE LOS OLIVOS
VALLE DEL CEDRÓN
VALLE DE HINÓN O GEHENA
Aquéldama (?)