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  • Las buenas nuevas de Mateo... ¡el Mesías ha llegado!

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  • Las buenas nuevas de Mateo... ¡el Mesías ha llegado!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
w76 1/7 págs. 396-399

Las buenas nuevas de Mateo... ¡el Mesías ha llegado!

¿QUIÉN fue este Mateo, el escritor del Evangelio que lleva su nombre? Fue un humilde, honrado y bien educado judío a quien Jesús escogió para que fuera uno de sus doce apóstoles.

¿Fue un hombre humilde? Sí, pues Mateo mismo revela con candidez que él había sido uno de los recaudadores de impuestos, tan despreciados por los judíos de su tiempo. A diferencia de muchos de aquellos recaudadores de impuestos, Mateo debe haber sido honrado. Si no lo hubiera sido, ¿lo habría llamado Jesús para que fuera su seguidor mientras todavía estaba sentado en su oficina de recaudación de impuestos? Y debe haber tenido buena educación, pues los doctos dicen que el griego de su Evangelio se encuentra entre el mejor de las Escrituras Griegas. Evidentemente usó excelente discernimiento en lo que registró. Su Evangelio se cita más a menudo en las publicaciones de la Watch Tower que cualquiera de los otros tres Evangelios.

¿Dónde escribió Mateo su Evangelio? En vista de su objetivo, es muy probable que haya sido escrito en Palestina. ¿Y qué propósito tuvo al escribirlo? Probar que Jesucristo de veras era el Mesías. Esto se confirma por el hecho de que hizo unas cien referencias a las Escrituras Hebreas. En particular hace hincapié en mostrar cómo Jesús cumplió esas Escrituras, desde su cita de Isaías 7:14 tocante a que Jesús nacería de una virgen hasta su cita de Zacarías 11:13 en relación con el hecho de que Jesús fue traicionado por treinta piezas de plata.—Mat. 1:23; 27:9.

¿En qué lenguaje escribió Mateo su Evangelio? La evidencia externa señala a que lo escribió primero en hebreo. Esto era lo natural para él, puesto que evidentemente su propósito era ayudar a sus conciudadanos a identificar a Jesús como el Mesías. También, aparentemente tuvo el propósito de hacer que su Evangelio sirviera de enlace con las Escrituras Hebreas.

Hay quienes objetan al punto de vista de que Mateo escribiera originalmente en hebreo; afirman que el griego del Evangelio de Mateo tiene demasiada fluidez para ser una traducción. Bueno, la respuesta a esta objeción podría ser que Mateo mismo hizo la traducción cuando discernió que verdaderamente se necesitaba, y la hizo bajo la dirección del espíritu santo de Dios.

Según el más antiguo testimonio tradicional disponible, Mateo escribió su Evangelio alrededor de 41 E.C. No hay nada en su Evangelio qué contradiga este testimonio. Evidentemente a Mateo le pareció apremiante poner por escrito todos los hechos que apoyaban la verdad de que Jesús era el Mesías; podía comprender la gran ayuda que esto sería en llevar a cabo la comisión que Jesús dio de hacer discípulos en todas las naciones, bautizándolos. De modo que encontramos que Mateo escribió su Evangelio unos quince años o más antes de que Lucas y Marcos escribieran los suyos. La fecha de 41 E.C. se encuentra en manuscritos tan primitivos como del siglo diez E.C.

Es verdad que no pocos doctos presentan objeción a una fecha tan temprana para el Evangelio de Mateo por lo mucho que tienen en común Mateo y Marcos, y teorizan que el Evangelio de Marcos, por ser el más corto, fue escrito primero. Pero el Evangelio de Mateo de ninguna manera es una simple ampliación del de Marcos. Como bien se ha hecho notar, la similitud entre los dos podría explicarse por el hecho de que Pedro tuviera una copia del Evangelio de Mateo y la hubiera usado al predicar. Marcos, al incorporar partes de lo que dijo Pedro, estaría poniendo por escrito así mucho de lo que Mateo había escrito.

¿Cuánto del Evangelio de Mateo es singular? Alrededor del 42 por ciento de su contenido. Mateo menciona el Reino mucho más a menudo que los demás, 50 veces. La expresión “el reino de los cielos,” que se usa a menudo en vez de “el reino de Dios,” se usa singularmente en su Evangelio. Además, Mateo nos da diez parábolas que los demás no nos dan y es más explícito en cuanto a cifras. Es típico el hecho de que solo él nos diga que fue por treinta piezas de plata que Jesús fue traicionado. Su interés en las cifras exactas bien pudo haberse debido a que hubiera sido recaudador de impuestos.

SE DESARROLLA EL TEMA DE MATEO

Puesto que el tema de Mateo es que Jesús es el Mesías, su relato toca inmediatamente ese punto. El Mesías tenía que ser descendiente de Abrahán y David, así como Hijo de Dios, en vista de las promesas de Dios a aquellos fieles siervos suyos. (Gén. 22:15-18; 2 Sam. 7:8-16) Mateo establece estos puntos en sus primeros dos capítulos 1-2. Las circunstancias que tuvieron que ver con el nacimiento de Jesús, tales como el hecho de que José se preguntó qué hacer y más tarde la visita de los astrólogos procedentes de las partes orientales, son singularidades de este Evangelio. Ciertos críticos modernos dudan que Mateo mismo escribiera estos dos primeros capítulos, pero ¿por qué? ¿Se debe a que no quieren creer que Jesús naciera de una virgen? Estos dos capítulos aparecen en manuscritos antiguos; además, los “padres de la Iglesia” primitivos remiten a ellos a menudo. Además, nada en estos capítulos contradice lo que aparece en otras partes de las Escrituras Griegas Cristianas. Al contrario, muestran por qué Jesús era inmaculado.—Juan 8:46; Heb. 7:26; 1 Ped. 2:22.

Continuando con los capítulos 3 y 4, hallamos testimonio adicional del Mesiazgo de Jesús. Juan el Bautista da su testimonio y luego una voz del cielo reconoce a Jesús como Hijo de Dios. Entonces vienen las tentaciones en el desierto y el llamar Jesús a ciertos discípulos para que lo siguieran como “pescadores de hombres.” Se pudiera decir que estos primeros cuatro capítulos son la introducción de Mateo.

EL SERMÓN DEL MONTE

¿Qué da enseguida Mateo? Sin duda el ejemplo más poderoso, eficaz y distintivo de toda la predicación y enseñanza de Jesús. Correctamente ha sido llamado el más famoso sermón que se ha predicado. Es como si Mateo no pudiera esperar el registrarlo. Lo presenta inmediatamente después de su material de introducción, aunque el Evangelio de Lucas indica que Jesús lo dio en tiempo ya muy avanzado en su ministerio. En el relato de Mateo, abarca los capítulos 5 al 7.

¡Qué obra magistral es! Empezando con sus nueve felicidades, encomia afectuosamente a los que están conscientes de su necesidad espiritual, los de genio apacible, los misericordiosos, los pacíficos, etcétera. En este sermón hallamos la Oración Modelo del Señor (llamada comúnmente el padrenuestro), la admonición de seguir buscando primero el reino de Dios y Su justicia, la Regla Áurea y muchísimo más.

INSTRUCCIONES SOBRE LA PREDICACIÓN

Después de dar más detalles acerca de los milagros y la predicación de Jesús, Mateo, en el capítulo 10, nos da las extensas instrucciones que Jesús dio a sus doce apóstoles en cuanto a la predicación. Contiene preciosos pensamientos como los siguientes: “Recibieron gratis, den gratis,” “Demuestren ser cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas,” y: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma.”—Mat. 10:8, 16, 28.

Enseguida nos enteramos de que Jesús alabó a Juan el Bautista y reconvino, por su incredulidad, a las ciudades galileas donde predicó. El capítulo 11 concluye con aquellas hermosas y consoladoras palabras: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”—Mat. 11:28-30.

En el capítulo 12 leemos verdades tan penetrantes como: “Toda . . . casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie,” “El que no recoge conmigo, desparrama,” y: “De la abundancia del corazón habla la boca.”—Mat. 12:25, 30, 34.

LAS PARÁBOLAS DE JESÚS

Entonces viene el capítulo 13, notable por sus parábolas que ilustran “el reino de los cielos.” En este capítulo Mateo da siete de las parábolas de Jesús: el sembrador y las diferentes clases de tierra, el trigo y la mala hierba, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro escondido en el campo, la perla de gran valor y la red barredera. Incluye explicaciones de dos de ellas. Los siguientes dos capítulos 14, 15 suministran más información sobre los milagros y la predicación de Jesús. Luego, en el capítulo 16, tenemos la confesión de Pedro de que Jesús de veras es el Mesías, el Hijo de Dios, de lo cual Mateo da prueba adicional en el siguiente capítulo en su relato de la transfiguración de Jesús.

El capítulo 18 también tiene un sello distintivo, pues aquí Mateo describe también las obligaciones que los cristianos tienen unos para con otros. Después de advertir extensamente contra el causar tropiezo a otros y declarar el interés que Dios tiene en que ni siquiera uno de los pequeños de Cristo perezca, Jesús nos dice cómo tratar a los que pecan contra nosotros. Le dice a Pedro que perdone, no solo hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces, y por medio de una extensa parábola advierte contra el que los cristianos no se perdonen unos a otros.

DÍAS FINALES DEL MINISTERIO DE JESÚS

Desde el capítulo 19 Mateo sigue un orden cronológico y aquí percibimos que la tensión va aumentando entre Jesús y sus opositores religiosos. Ellos tratan de tenderle un lazo con relación al asunto del divorcio, después de lo cual él da la parábola del denario. Luego Jesús presenta convincentemente a sus discípulos la lección de la humildad, declarando que él mismo no vino para que se le sirviera, sino para servir y para dar su alma como rescate.—Mat. 20:28.

Enseguida Mateo nos cuenta la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, algo que, junto con la limpieza que efectúa en el templo, encoleriza muchísimo a sus opositores. ¿Sorprende el que ellos lo desafíen, diciendo: “¿Con qué autoridad haces estas cosas?” (21:23) Pero él les impone silencio preguntándoles con qué autoridad había bautizado Juan el Bautista. Después Jesús da dos parábolas dirigidas a estos opositores, en la segunda de las cuales los tacha de asesinos, y ellos no dejan de entender los puntos que él saca a luz.

Después de oír la parábola adicional del banquete de bodas, los opositores religiosos de Jesús vienen a él con preguntas tramposas: acerca de pagar impuestos, acerca de la resurrección y acerca de cuál es el mayor mandamiento. En cada ocasión Jesús triunfa de ellos. Ya no se atreven a hacerle preguntas a Jesús, pero él invierte los papeles haciéndoles a ellos una pregunta acerca del hijo y Señor de David, la cual, de nuevo, no pueden contestar. Jesús los denuncia con severidad ante las muchedumbres y sus discípulos, repitiendo seis veces la condenación: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!”—Mat. 23:13, 15, 23, 25, 27, 29.

Entonces hay un respiro, pudiéramos decir, cuando Jesús da a los discípulos su gran profecía sobre ‘la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas,’ que abarca los capítulos 24 y 25. Aquí hallamos el mandato profético: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Jesús culmina esta profecía con las parábolas sobre el “reino” conocidas como las de las diez vírgenes, los talentos, y las ovejas y las cabras.

En los capítulos 26 y 27 leemos que Jesús fue ungido con costoso aceite perfumado, que instituyó el memorial o conmemoración de su muerte y que fue arrestado y enjuiciado ante el Sanedrín, y que Pedro negó a su Amo. Jesús es sometido a juicio ante Poncio Pilato, que en vano se esfuerza por lavarse las manos de culpa, pero luego entrega a Jesús, quien es fijado en un madero y es enterrado en una tumba de piedra.

LA RESURRECCIÓN Y LA COMISIÓN AL PARTIR

El capítulo 28 final de Mateo cuenta la resurrección de Jesús y suministra la comisión que dio al partir: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos, . . . enseñándoles.” Entonces Mateo concluye con las confortantes palabras de Jesús: “¡Miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.”

Verdaderamente las Buenas Nuevas de Mateo muestran que Jesús es el Mesías prometido. Su relato es exacto, abarcador y provechoso. Jesús, al concluir su Sermón del Monte, comparó a los que le oían, y a los que obedecían sus palabras, con un varón sabio que edificó su casa sobre una masa de roca, la cual casa pudo resistir sin daño una tempestad severa. Seamos como aquel varón sabio al vivir en armonía con los principios que Jesús enunció y al obedecer sus mandatos de predicar y enseñar, tan fielmente conservados para nosotros en el relato de Mateo.

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