Se les ‘rectifican los asuntos’ a los cristianos de Corinto
EL APÓSTOL Pablo, escribiendo a su amigo Timoteo, declaró que las Escrituras inspiradas eran provechosas “para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16) Su primera carta inspirada a la congregación de Corinto, escrita desde Éfeso alrededor de 55 E.C., ciertamente sirvió para ‘rectificar asuntos’ así como para censurar y disciplinar a aquellos cristianos de Corinto.
Unos cinco años antes, alrededor de 50 E.C., Pablo mismo había establecido esta congregación durante su segunda gira misional. Como a menudo sucedía, su predicación despertó oposición inmediatamente. Pero entonces el Señor Jesús se le apareció en una visión nocturna y le aseguró protección y buen éxito, pues, como dijo: “Tengo mucho pueblo en esta ciudad.” (Hech. 18:5-11) Y así resultó ser, pues Pablo se quedó en Corinto dieciocho meses. Aptamente pudo decir a aquellos corintios: “Yo he venido a ser padre de ustedes por medio de las buenas nuevas.”—1 Cor. 4:15.
La primera carta de Pablo a ellos está llena de información vital que les ha sido sumamente útil a los cristianos durante los pasados diecinueve siglos. En ella él contesta varias preguntas que los cristianos corintios habían presentado. También se esfuerza por resolver problemas de ellos respecto a los cuales recibió informes.
Entre otras cosas, le habían preguntado a Pablo acerca de la soltería, el matrimonio y la separación. En respuesta Pablo mostró que, aunque lo ideal era la soltería, sin embargo, en vista de la inmoralidad sexual que reinaba, el matrimonio era una selección sabia; es mejor casarse que estar encendido de pasión. Los cristianos casados deben darse mutuamente el débito conyugal y no deben separarse de cónyuges incrédulos que estén contentos con vivir con cónyuges cristianos. Los que se casan, solo deben casarse con compañeros de la misma fe.—1 Cor. 7:1-40.
Los cristianos corintios también habían preguntado acerca de carne que se hubiera ofrecido a ídolos. Pablo les aseguró que los ídolos no eran nada y por eso no podían tener efecto alguno en el alimento. Pero si el comer tal alimento fuera a hacer que un hermano más débil tropezara, sería mejor no comer, porque tenemos que buscar, no solo nuestra propia ventaja, sino la de otros. Sí, ‘sea que comamos o bebamos, tenemos que hacer todas las cosas para la gloria de Dios.’ (1 Cor. 8:1-13; 10:18-33) El consejo de Pablo sobre jefatura, sobre el papel de la mujer en la congregación, sobre hablar en lenguas y sobre procedimientos en las reuniones de congregación también parece haberse suministrado en respuesta a preguntas de Corinto. Sin embargo, había otros asuntos que Pablo dijo que podían esperar hasta que él los volviera a visitar.—1 Cor. 11:34.
LAS COSAS MÁS IMPORTANTES
Ciertamente es irónico —sin embargo tan conforme a la naturaleza humana— el que los asuntos ya mencionados acerca de los cuales se le preguntó a Pablo no tenían la gran importancia que tenían aquellos acerca de los cuales recibió informes, porque éstos realmente le perturbaron. ¿Conforme a la naturaleza humana? Sí, porque ésta se inclina a estar más interesada en la forma y lo externo que en la sustancia y lo que yace debajo.—Mat. 23:23.
Pablo estaba angustiado porque había divisiones entre ellos debido a que se gloriaban en personalidades. Como resultado, ¡‘Cristo existía dividido’ entre ellos! ¡Pero Cristo, no uno de los maestros de ellos, había muerto por ellos! ¡Dios hace crecer las cosas; todo lo que Pablo y Apolos podían hacer era plantar y regar! Continuando, Pablo recalcó que la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios y que nadie tiene base alguna para jactarse. ¿Por qué no? ¡Porque, en primer lugar, todo lo que una persona tiene lo ha recibido! ¡El modo de pensar carnal de ellos hasta los tenía gobernando como reyes!—1 Cor. Capítulos 1 al 4.
Pablo también se angustió muchísimo por un caso de inmoralidad crasa en medio de ellos. Fue muy franco. ‘¡Un poco de tal levadura hace fermentar toda la masa,’ y por eso deberían ‘remover de entre ellos al hombre inicuo!’ (1 Cor. 5:1-13) Pablo se enteró también de que unos a otros se llevaban a los tribunales mundanos. Ciertamente entre ellos había hombres que pudieran juzgar tales asuntos, especialmente puesto que los santos hasta juzgarán a ángeles. Además, ¿no sería mejor sufrir injusticias a manos de un hermano que llevarlo al tribunal? (1 Cor. 6:1-8) Al considerar estas condiciones que reinaban en la congregación de ellos, no sorprende que Pablo también tuviera que censurarlos sobre la manera en que algunos observaban la Cena del Señor. Ciertos individuos hasta usaban el lugar de reunión para comer y beber antes de la celebración hasta el punto de no discernir el significado de la Cena del Señor.—1 Cor. 11:17-34.
El hecho de que algunos de ellos decían “que no hay resurrección de los muertos” sirvió de base para que Pablo les tratara extensamente esta enseñanza, por lo cual los cristianos desde entonces han estado sumamente agradecidos. Él estableció que Jesús fue levantado de entre los muertos, probando con absoluta certeza que hay una resurrección. Entonces Pablo pasó a mostrar la importancia de la esperanza de la resurrección y dio detalles adicionales en cuanto a cuándo y cómo acontecerá la resurrección. Muy aptamente, terminó aquella excelente exposición con un llamamiento a acción: “Por consiguiente, amados hermanos míos, háganse constantes, inmovibles, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su labor no es en vano en lo relacionado con el Señor.”—1 Cor. 15:1-58.
GOBIERNO DE UNO MISMO Y AMOR
Además de lo susodicho, la primera carta de Pablo a los cristianos corintios contiene muchas otras cosas preciosas que podían ayudarlos a ellos y a todos los cristianos desde entonces a ser mejores imitadores de Pablo, así como él lo era de Cristo. (1 Cor. 11:1) Por eso escribe: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo.” (1 Cor. 9:27) Les dice sin ambajes: “¡Qué! ¿No saben ustedes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros . . . [lo] heredarán. . . . Y sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran.” (1 Cor. 6:9-11) Y después de alistar algunas de las cosas malas que hicieron los israelitas en el desierto, Pablo les dice que “estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros. . . . En consecuencia, el que piensa que está en pie, cuídese que no caiga.”—1 Cor. 10:1-12.
¡Y qué excelentes cosas les escribe Pablo respecto al amor: “El amor edifica”! (1 Cor. 8:1) Más que eso, “el amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las cree, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla.” ¡Qué norma a la cual aspirar!—1 Cor. 13:4-8.
Verdaderamente, el espíritu santo de Dios inspiró a Pablo a dar a los cristianos corintios de su día, y a los cristianos desde entonces, excelente consejo para que todos se mantengan “en pie” y ‘no caigan.’—1 Cor. 10:12.