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  • Proclamando libertad en la “Tierra de los Libres”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 1/5 págs. 261-264

Proclamando libertad en la “Tierra de los Libres”

“TIERRA de los Libres”... Tailandia significa exactamente eso. Muchos todavía recuerdan a este país como “Siam,” ensalzado en cierta canción como uno de los “lugares lejanos”... una tierra pintoresca y exótica, gran parte de cuyo encanto es su pueblo feliz y calmado. Estos están orgullosos de su cultura nativa y del hecho de que nunca han estado en sujeción prolongada a otros, como en los días de la “edificación de los imperios” cuando la mayor parte de los países vecinos se convirtieron en colonias de la Gran Bretaña o de Francia.

En el mundo poco amistoso de hoy día, Tailandia lucha por preservar sus libertades tradicionales. Pero ahora se está proclamando allí una nueva clase de libertad. ¡Esto incluye no solo libertad de autoridades humanas opresivas, sino también libertad de la pobreza, de la enfermedad y hasta de la muerte misma! Todas estas libertades se hicieron cosas que se podían esperar cuando Jesús dijo a sus discípulos: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”—Juan 8:32.

Esta “verdad” es el poderoso mensaje que se presenta en la Palabra de Dios, la Biblia. Sin embargo, por muchos años esta verdad pareció efectuar poco progreso en la “Tierra de los Libres,” especialmente entre la población mayormente budista. Esto no quiere decir que estos budistas se hayan opuesto con violencia al mensaje de la Biblia, como se opusieron los judíos religiosos que procuraron matar a Jesús. (Juan 8:36, 37) Los budistas tailandeses son tolerantes por naturaleza; aprecian lo suficientemente la libertad como para concederla a otros, especialmente en asuntos de religión. Tienen este dicho común: “Todas las religiones le enseñan a la gente a hacer lo bueno.” Por eso, como se esperaría, hay completa libertad para predicar la verdad de la Biblia en Tailandia, y eso ya ha resultado en una bendición para muchas personas de corazón sincero y honrado.

¿Por qué, entonces, no hubo progreso señalado en los primeros años de la proclamación de la verdad de la Biblia en este país? Esto hay que atribuirlo al ambiente y antecedentes de estas personas amadoras de la paz. Por muchos siglos se han mantenido sin gran envolvimiento en los alborotos de las naciones. Han sido una nación que ha estado apartada del mundo grande y bullicioso. Se han contentado con vivir apaciblemente a lo largo de sus klongs (vías acuáticas), disfrutando de la abundancia de arroz y otros productos del suelo fértil. No han tenido ninguna expectativa de un Mesías ni concepto alguno de un Dios semejante a un padre a quien pudieran orar. Su “Señor Buda,” como respetuosamente lo llaman, ni enseñó acerca de Dios ni negó su existencia. Cuando se les pregunta acerca de Dios tienden a contestar, con toda honradez: “Mei koei kit,” que quiere decir: “Nunca he pensado.” Tailandia de veras ha sido un ‘lugar lejano’ tocante a la verdad de la Biblia.

LOS PROCLAMADORES DE LA LIBERTAD ENTRAN EN TAILANDIA

¿No se ha emocionado usted al leer de la fe y aguante del apóstol Pablo y sus compañeros a medida que llevaron la verdad a naciones lejanas? Los primeros testigos de Jehová del día moderno que entraron en el sudeste de Asia tuvieron una tarea similar. Eran solo un puñado, pero se desplegaron en forma de abanico y cruzaron de un lado a otro una sección enorme del continente asiático en su apremio por proclamar las buenas nuevas. Fueron a Tailandia, Indochina, Birmania y, cruzando la Carretera de Birmania, a la China. Diferían en nacionalidad, apariencia y personalidad, pero se les reconocía con facilidad. ¿Por qué? Todos llevaban bolsas grandes. Las necesitaban. Estaban llenas de libros que contenían el mensaje de liberación de Jehová... en muchos lenguajes. Todos eran ingeniosos, también, ya fuera al suministrarse lo necesario para sus necesidades sencillas, al evitar el cólera durante las epidemias o al dormir durante la noche en alguna cama plagada de insectos molestosos. Se les golpeó, se les robó y hasta se les dejó por muertos, pero prosiguieron. Estaban aislados, por decirlo así, por lenguajes extraños. Pero perseveraron.

El primero de los testigos de Jehová que vino a Tailandia fue Claude Goodman, de Inglaterra, en camino a la India en 1931. Él pasó solo una semana en la vaporosa Bangkok, visitando a la gente de la sección comercial y dejando mucha literatura en inglés. Unos cinco años después, Frank Dewar vino de Nueva Zelanda, y pasó aquí un año, dando testimonio también en inglés, después de lo cual se le unió Willi Unglaube, de Alemania. Luego vino un australiano, Ted Sewell, y otro alemán, Kurt Gruber, que huyeron a este lugar desde Penang para evitar el internamiento al estallar la II Guerra Mundial en 1939. Pero todavía no hubo progreso alguno entre el pueblo tailandés nativo; tampoco había literatura bíblica disponible en tailandés.

¡Entonces vino el cambio! Kurt y Willi, que estaban efectuando una predicación “relámpago” por el norte de Tailandia, se presentaron en Chingmai con las grandes bolsas que cargaban. Un libro, en inglés, cayó en las manos de Chomchai, la joven y celosa directora de la Escuela Presbiteriana para Niñas de aquella ciudad. Fue como si un fósforo hubiese caído en leña seca. En sus bicicletas salieron Chomchai y sus acompañantes, buscando a aquellos “dos Testigos.” Pronto los hallaron, y después de horas de considerar asuntos, se libertaron de doctrinas babilónicas, como las enseñanzas de la Trinidad y el tormento en un infierno de fuego. Unos meses más tarde, un grupo que incluía a Chomchai y el ex-director del seminario presbiteriano se bautizó junto a una cascada. Chomchai empezó a traducir literatura bíblica del inglés al tailandés, y hasta este día persevera en esta obra.

PENALIDADES DE LOS AÑOS DE LA GUERRA

Para 1941, parecía que todo estaba listo para más extensa obra de liberación, pero para entonces el mundo estaba en guerra. A principios de ese año, los japoneses ocuparon a Tailandia. Primero los Testigos australianos fueron internados por cuatro años debido a que su país estaba en guerra con el Japón. Más tarde los alemanes fueron arrestados porque eran testigos de Jehová, y las Potencias del Eje los habían proscrito. Willi Unglaube fue el único que quedó libre, “en clandestinidad” en el interior (del norte de Tailandia) y recibió apoyo valeroso por nuevos Testigos de aquella zona. También fueron arrestados algunos Testigos tailandeses nativos, entre ellos Chomchai. Sin embargo, a pesar de la ocupación japonesa, funcionarios tailandeses tomaron acción voluntaria para poner en libertad a los Testigos alemanes y tailandeses.

Para 1947 las líneas de comunicación se habían abierto de nuevo, la literatura bíblica estaba fluyendo rápidamente al país y se publicó la primera revista La Atalaya en idioma tailandés... mimeografiada y solo a razón de 200 ejemplares al mes al principio, ¡pero qué valiosa para todos los que solo podían leer tailandés! Para ese tiempo había 65 Testigos devotos que proclamaban las buenas nuevas de casa en casa en las cinco congregaciones del país. Sin embargo, habiendo una población de quince millones, esto solo podía ser un principio. Ahora estaba en camino el libro “Sea Dios veraz” en tailandés.

AYUDA DESDE ‘MUY LEJOS’ POR PERSONAS ENTRENADAS

Los fieles precursores (trabajadores de tiempo cabal) andariegos habían efectuado su trabajo de sembrar semilla a lo largo y lo ancho del país. Pero ahora se necesitaba un trabajo de índole diferente. Misioneros de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower situada en los Estados Unidos llegaron y establecieron el modelo por medio de conducir estudios bíblicos en los hogares de la gente, y a medida que estos trabajadores desde ‘muy lejos’ aprendieron el lenguaje nativo, su trabajo fue haciéndose más eficaz. Trabajadores tailandeses nativos se les unieron como “precursores especiales” en este servicio, y al debido tiempo una Escuela del Ministerio del Reino, conducida principalmente para entrenar a los superintendentes locales, cumplió con su tan útil propósito. Otros trabajadores misionales, oriundos de las Filipinas, vinieron directamente a Tailandia desde su propio país y ayudaron a añadir nuevo espíritu a la obra.

En particular desde 1967 la proclamación de la verdad bíblica ha logrado progresos significativos en Tailandia. Los Testigos habían estado predicando con un propósito, esperando resultados, y no sufrieron ninguna desilusión. Por todas partes del país se habían esparcido más de 40.000 libros “Sea Dios veraz” y De paraíso perdido a paraíso recobrado en tailandés, y ahora los misioneros extranjeros y nativos estaban comenzando a enseñar, así como a predicar, en el idioma tailandés. Es digno de notarse, también, que muchos de los que predicaban la verdad de la Biblia ahora eran de antecedentes budistas. Habían sido remunerados por haber andado ‘buscando a tientas’ a Dios. (Hech. 17:27) Allí estaban, solo uno aquí y otro allá... ¡pero qué preciosos eran!

LOS TESTIGOS NATIVOS PONEN MANOS A LA OBRA

Entre los primeros que aceptaron la verdad de la Biblia estuvo una muchacha que vivía cerca de la frontera con Birmania. Nació budista, pero quiso aprender acerca de su Creador. Habiendo llegado a sus manos una Biblia y un folleto en idioma tailandés, el mensaje que leyó le infundió vivo entusiasmo y deseó hacerse proclamadora de la verdad que estaba aprendiendo. Ella había ingresado junto con su familia en la Iglesia Presbiteriana, y allí había pedido que la entrenaran como predicadora. Pero solo encontró excusas. Entonces un día un celoso Testigo que servía de “precursor especial” se presentó a su puerta. A ella le habían advertido ya que él era un ‘lobo vestido de oveja,’ pero, como le habló de la Biblia, ella simplemente tuvo que escuchar y tomar de él el libro “Sea Dios veraz” en tailandés. Él la visitó con persistencia vez tras vez, e hizo exactamente lo que ella había anhelado... le enseñó la Biblia y cómo ser proclamadora de las buenas nuevas. Ella, también, llegó a ser Testigo “precursora.”

Abajo en Bangkok, un trabajador “precursor” tailandés visitó a un joven que era miembro de una típica familia trabajadora china que practicaba la adoración de sus antepasados. Él, también, estaba investigando. Nuevamente, la combinación de un corazón honrado, el libro “Sea Dios veraz” y la enseñanza que el Testigo impartió pacientemente, produjeron resultados. A pesar de la oposición violenta que le presentó aquella familia grande, él también aceptó la llamada a la liberación y se hizo Testigo “precursor.”

En Phitsanulok, Tailandia central, un hombre sincero había alcanzado la posición de anciano y predicador en la Iglesia Presbiteriana. Hubo un desacuerdo, y su propia iglesia se separó del cuerpo principal, pero él continuó viajando 24 kilómetros en bicicleta cada domingo para ir allá a predicar. Los testigos de Jehová le hablaron y él estudió la verdad con ellos. Pronto quedó convencido. Continuó sus viajes semanales en bicicleta, pero ahora para predicar verdades de la Biblia. Los letreros de religión falsa fueron descolgados del edificio eclesiástico y éste llegó a ser un verdadero centro de estudio bíblico. Otros miembros de la iglesia estudiaron con él, y al debido tiempo éstos también fueron bautizados por los testigos de Jehová.

Una Testigo tailandesa que aprendió el mensaje de la Biblia en los Países Bajos regresó con su esposo holandés a su tierra natal. Visitó a parientes budistas suyos que vivían a grandes distancias unos de otros en una zona al norte de Phitsanulok. Ella los invitó a todos a una reunión de familia, les habló mucho acerca de las verdades de la Biblia y los llevó a las reuniones de la congregación de Phitsanulok. Muchos empezaron a mostrar interés, y se alternaban en hacer el difícil viaje a las reuniones, que era de seis kilómetros a pie. Se les enviaron conferencias grabadas para magnetófono, entre ellas una por el superintendente de circuito intitulada “Lo que creen los testigos de Jehová.” Cuando unos Testigos “precursores” al fin pudieron visitarlos, el gozo que éstos tuvieron al llegar les quitó la fatiga. Estas personas humildes ya ofrecían oración a la hora de las comidas, y habían usado las cintas magnetofónicas extensamente para dar testimonio a la comunidad. En breve, el padre de la familia, que todavía no estaba casado, llevó a sus ocho hijos consigo al funcionario del distrito para la ocasión de su casamiento legal con la madre de ellos. Ambos abandonaron rápidamente la religión babilónica y también dejaron de fumar.

En el ínterin la Testigo de los Países Bajos había enviado literatura bíblica a otros parientes. Ellos también mostraron interés y “mudaron la casa” para poder unirse al primer grupo. En realidad, el “mudar la casa” no era verdadero problema para ellos. ¡Unos días de trabajo con bambú y hojas, y una nueva casa bonita les aguardaba!

A 48 kilómetros de distancia, un joven de origen islámico había obtenido un ejemplar en tailandés del libro De paraíso perdido a paraíso recobrado. Lo estudió escrupulosamente en su aislamiento. Luego viajó a Bangkok para obtener más literatura bíblica, y también para asociarse e instruirse con el pueblo de Jehová. Al regresar a su esposa y su granja empezó a predicar con gran celo y denuedo en una comunidad considerablemente budista. Este era un distrito desenfrenado donde se fumaba marihuana y la gente portaba armas, al margen de la ley. Uno de los “rufianes” del lugar, impresionado por el comportamiento tranquilo del nuevo Testigo cuando lo desafiaron a pelear, se interesó. También dejó de fumar y empezó a dar testimonio acerca de la verdad a otros. Como resultado, se convirtió en el blanco de ataque de sus anteriores camaradas de la “pandilla.” Para probarlo, le robaron sus búfalos, y finalmente le dispararon y lo mataron. Para evitar una violenta venganza entre “pandillas,” el otro Testigo, su esposa y otros interesados “mudaron la casa” ahora para unirse al grupo de testigos de Jehová que les quedaba cerca. Juntos, edificaron un pequeño Salón del Reino en una colina y establecieron sus propias casas alrededor de él. Ahora todos podían asociarse pacíficamente y dirigir su atención a libertar a más personas.

A través de los años el hacer impresión en esta gran población budista ha presentado problemas, pero la perseverancia está recibiendo su recompensa. Del total de más de 700 Testigos celosos en Tailandia, 213 se han bautizado en los últimos dos años. La actitud de la gente común está cambiando, y esa pared suave de cortés resistencia mental está empezando a desmoronarse. Los acontecimientos mundiales, a la puerta de Tailandia misma, están haciendo que muchos duden de que su filosofía de Tam Di Dei Di (Haga lo bueno... reciba lo bueno) baste en el sistema de cosas actual. La verdad —la verdad de la Biblia— está animando a muchos a tomar acción más positiva y aceptar el reino de Jehová por medio de Cristo Jesús, para que en realidad puedan ser ‘libertados’ con la expectativa de bendiciones eternas en una Tierra paradisíaca.

[Mapa de la página 261]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

CHINGMAI

PHITSANULOK

BANGKOK

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