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  • No fuimos morosos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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  • UNA VISITA QUE DIO FRUTO
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  • LAS ASAMBLEAS JAPONESAS MARCAN PROGRESO
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/6 págs. 373-377

No fuimos morosos

Según lo relató Leon Pettitt

“EL QUE está vigilando el viento no sembrará; y el que está mirando las nubes no segará.” (Ecl. 11:4) El tener presente esto nos ha ayudado a mi esposa, Daphne, y a mí a entrar en el servicio de “precursor” de tiempo cabal a Jehová, ir a Galaad y proseguir hacia una asignación misional en el extranjero... y también a permanecer aquí mientras criamos una familia. En Inglaterra, después de dos años renuncié a un aprendizaje, para hacerme Testigo “precursor” y dedicar todo mi tiempo a anunciar a otros el reino de Dios. Mi esposa, por la misma razón, dejó la universidad cuando solo le faltaban dos años para terminar. Todavía no nos habíamos conocido en aquellos días. En 1951, me gradué de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower en Nueva York y vine al Japón. Daphne vino cuatro años después, y nos casamos en el verano de 1957. No fue sino hasta 1968 cuando empezamos a tener una familia. El mayor de nuestros dos hijos va a una escuela japonesa local.

Durante el período en que ambos pudimos dedicar la mayor parte de nuestro tiempo al servicio misional, nos hicimos disponibles para que la Sociedad Watch Tower nos asignara como lo creyera conveniente. Aceptamos estas asignaciones, sin importar cuáles fueran, y hemos disfrutado de muchas y abundantes bendiciones como resultado de ello.

EN EL FRÍGIDO NORTE DEL JAPÓN

Después de habernos casado, nuestra primera asignación, con otros cuatro misioneros, fue dar comienzo a la obra en Hokkaido. Los inviernos fríos no eran nada nuevo para nosotros, pero las continuas temperaturas bajo cero, las ventiscas aullantes y la nieve profunda de aquel primer invierno fueron algo diferente. Sin embargo, pronto descubrimos que estos largos inviernos, durante los cuales la gente tenía relativamente poco que hacer, abrían el camino para tener muchos estudios bíblicos en sus hogares. Al llegar la primavera varios de nuestros estudiantes estaban listos para participar con nosotros en nuestro servicio de casa en casa con la Biblia.

Inicié un estudio con un estudiante universitario cuyo deseo principal era hacerse maestro de escuela en algún lugar lejano adonde con frecuencia los maestros no quisieran ir. Solo seis meses antes de su graduación hice arreglos para estudiar con él todos los días. En corto espacio de tiempo aceptó la verdad y decidió dedicar todo su tiempo a enseñar la Biblia en vez de hacerse maestro de escuela. Como nosotros, él no fue moroso. Paleaba nieve, podaba árboles, hacía trabajo de conserje y una variedad de trabajos de jornada incompleta para sostenerse hasta que finalmente fue invitado a privilegios de “precursor especial.” Hoy, él también tiene una familia y continúa sirviendo fielmente como anciano en una de las 866 congregaciones de testigos de Jehová del Japón.

Ya han pasado diecinueve años desde que llegamos a Hokkaido, para formar la primera congregación de Sapporo. Ahora en este territorio septentrional hay setenta y cinco congregaciones. Más tarde, se nos asignó de nuevo al sur para visitar congregaciones japonesas en circuito. Después de nuestros tres años en el norte, los inviernos de Tokio parecían primavera.

UNA VISITA QUE DIO FRUTO

Mientras testificaba con una de las congregaciones de Tokio mi esposa visitó un pequeño restaurante cuando faltaban quizás dos minutos para las doce. Para sorpresa suya, el ocupado propietario se suscribió a La Atalaya después de recibir únicamente una explicación muy breve. Al enterarse de que había un espacio de tiempo durante la tarde en el cual el dueño del restaurante tenía poco trabajo, mi esposa volvió aquella misma semana con un Testigo local e hizo arreglos para que se celebrara un estudio bíblico con él. Sucedió que este hombre tenía un fuerte deseo de hacer algo que beneficiara a las demás personas, y el aprender la verdad ciertamente lo ha ayudado a hacer eso. Vino a la reunión aquella misma semana vestido con la ropa blanca que usaba para trabajar, y cada cuatro meses, cuando nosotros volvíamos a visitar aquella congregación, había progresado algo. En una visita nos proveyó alojamiento. Ya por muchos años él y su esposa han servido a Jehová Dios entre los que dedican todo su tiempo a ello. Todavía lo vemos vestido con su ropa blanca en asambleas grandes, al superentender la organización de servicio de alimentos, supervisando la preparación de las comidas en las cafeterías que sirven a decenas de miles de concurrentes a las asambleas. Su esposa y sus hijos se alegran de que él no fuera moroso originalmente, cuando mi esposa lo encontró.

Más tarde nos asignaron a la obra de “distrito.” Esto quería decir que yo estaría organizando y hablando en asambleas grandes de los testigos de Jehová cada tres semanas. Inútil es decir que ya para ese tiempo empleábamos con bastante afluencia el idioma japonés. Nuestro distrito abarcaba más de la mitad del Japón y también a Okinawa.

SERVICIO EN OKINAWA

El paso de la vida era mucho más lento en Okinawa. En muchas zonas, antes de que pudiésemos siquiera explicar por qué estábamos allí, nos sentábamos en la estera que nos ofrecía un hospitalario amo de casa mientras se nos servía té verde y trozos de azúcar moreno. La afectuosa hospitalidad de los habitantes de Okinawa, y el amor de nuestros hermanos allí, siempre permanecerán en nuestra mente como recuerdos felices.

Antes de que Okinawa fuese hecha nuevamente parte del Japón, una de nuestras hermanas espirituales de allí casi perdió su trabajo de maestra de escuela por la cuestión del saludo a la bandera. Esto se debió a que varios niños de su escuela que estaban estudiando la Biblia rehusaron saludar la bandera japonesa por razones de conciencia. Su esposo, maestro de secundaria e incrédulo en aquel tiempo, defendió la posición de ella con buen éxito ante las autoridades escolares, y entonces llegó a ser testigo de Jehová como resultado de la investigación cabal que tuvo que efectuar. Fue una verdadera inspiración trabajar con él en la actividad de casa en casa. Más tarde llegó a ser anciano y tomó la delantera en la construcción de un excelente Salón del Reino en la ciudad de Koza.

LAS ASAMBLEAS JAPONESAS MARCAN PROGRESO

El asistir a las asambleas le ayuda a uno a sentir el espíritu que hay y el crecimiento que va aconteciendo entre el pueblo de Dios. En los primeros días, cuando solo unos centenares de personas asistían a las asambleas nacionales, cuando dormíamos en camas demasiado chicas para los extranjeros de piernas largas, y cuando comíamos huevos crudos derramados sobre arroz frío para el desayuno, jamás nos imaginamos que la obra de Jehová crecería de la manera que ha crecido en el Japón. Las asambleas mismas sin duda han contribuido mucho a este aumento.

Una gran cantidad de esposos incrédulos asisten a las asambleas. A menudo se sorprenden al ver a tantos trabajadores con familias —como ellos mismos— como parte de la asistencia. Por lo general los hombres japoneses están dedicados a su trabajo. Las exigencias de la compañía tienen que recibir prioridad por encima de las actividades de familia y personales. A muchos les parece que si estudian la Biblia, van a las reuniones, dejan de jugar por dinero y fumar y hacen otros ajustes, finalmente se verán obligados a renunciar también a su trabajo. En las asambleas encuentran a hombres que han hecho estos ajustes sin cambiar de empleo.

Alcancé a oír a un incrédulo preguntarle a un Testigo japonés: “Pero ¿qué haría usted si la compañía le pidiera que lo representara en un funeral budista?” El hermano le explicó que esto ya le había sucedido a él. En vez de ir al funeral y abochornar a la familia al no participar en la adoración, había ido a la casa de la familia la noche anterior, había dejado su tarjeta de presentación y el regalo obituario de la compañía y explicado que no podría asistir al funeral el día siguiente. Por medio de conversaciones como ésa con los Testigos, los incrédulos llegan a darse cuenta de que pueden seguir los principios de la Biblia sin que necesariamente tengan que cambiar de ocupación seglar.

PREPARATIVOS PARA ASAMBLEAS BENDECIDOS

Durante los preparativos para la asamblea en una ciudad, una esposa le pidió a su esposo incrédulo que llevara una comida a los que trabajaban en la oficina de organización de la asamblea. Las congregaciones cercanas se estaban alternando en hacer esto. Los trabajadores lo invitaron a comer con ellos, y él pronto se interesó en la conversación. El problema que se estaba considerando era cómo poner patas a unos tablones de andamios para hacer bancas para 10.000 personas. Alguien sugirió emplear tubos, ante lo cual el extraño explicó que él distribuía tubos y con gusto contribuiría algunos con este propósito. Este encuentro casual con los trabajadores de la asamblea resolvió el problema de ellos y fue un punto de viraje en la propia vida de él. Ahora él mismo es Testigo.

Fue en esta misma asamblea internacional que una hermana “precursora” le escribió al presidente de la principal compañía manufacturera de efectos eléctricos de Osaka acerca del problema de asientos que existía debido a que las autoridades escolares locales rehusaban prestar sillas a una organización religiosa. El presidente se sintió movido a ordenarle a uno de los funcionarios de la compañía que estudiara el asunto, y el resultado fue que a la asamblea se le prestaron varios miles de sillas gratuitamente. Este presidente había recibido aquella carta un día antes de su jubilación.

Cosas como ésta nos hacían preguntarnos si no será que los ángeles trabajan mucho más duro de lo que pensamos para nosotros en nuestras asambleas.

Por ejemplo, hubo la ocasión en que los Testigos asiduos acababan de limpiar el terreno de la Expo ’70, en Osaka, para una asamblea nacional. Luego se supo que se habían hecho arreglos para un festival de música “pop” allí, y que esto se efectuaría la noche antes de nuestra asamblea. Pensamos que Satanás ya estaba ‘riéndose por dentro’ ante la perspectiva de que el lugar volvería a estar en desorden. Entonces se oyó por radio la advertencia de que habría un tifón. La tormenta venía directamente a Osaka. Daría en el terreno de la exposición exactamente cuando los fanáticos de la música estuvieran ‘haciendo lo suyo.’ El festival se canceló abruptamente. ¿Y qué hubo del tifón? Súbitamente se desvió de su rumbo y se quedó allá en el Pacífico.

NUESTRA VIDA DE FAMILIA EN EL JAPÓN

Volviendo a nuestros problemas personales, fue un cambio grande para nosotros el establecernos y criar una familia. Yo no tenía oficio y mi esposa estaba recelosa en cuanto a tener su primer bebé en el Japón. Un hermano de Inglaterra me ofreció bondadosamente un trabajo si regresábamos. ¿Qué deberíamos hacer? Un hermano canadiense cuya esposa era japonesa se las había arreglado bien aquí enseñando inglés. Quizás yo podía hacer lo mismo. También, en aquel tiempo el hermano más joven de Daphne y su familia estaban en Uganda sirviendo donde había gran necesidad de ayuda. Nosotros podríamos hacer esto, también, simplemente quedándonos donde estábamos. Decidimos tratar esto.

La Sociedad Watch Tower sugirió que podríamos ser útiles en una de las congregaciones de Nagoya. Los hermanos fueron muy bondadosos al ayudarnos a mudarnos. Con muchos regalos, incluso muebles de segunda mano y un nuevo colchón, nos establecimos en una casita de dos habitaciones que alquilamos de una hermana “precursora.” Como no teníamos ni siquiera un cuchillo y tenedor con qué empezar, nos conmovió mucho la generosidad y el afectuoso amor de nuestros hermanos japoneses.

Al criar una familia propia empezamos a comprender los problemas que afrontan los hermanos locales y sus hijos. La educación es una preocupación principal para la mayoría de las familias japonesas. Nuestros vecinos parecían preocupados porque nuestro hijo no iba a una escuela de párvulos, lo cual se considera el primer peldaño en el ascenso hacia una universidad. Empezamos a sentir la presión sutil que se ejercía en nosotros para que siguiéramos la norma general. Este interés de nuestros vecinos en nuestros asuntos privados le dio a mi esposa muchas oportunidades para testificar.

Ella explicaba acerca de las reuniones, que allí los niños aprenden a estar con un grupo y a sentarse tranquilamente durante dos horas, que levantan la mano y contestan preguntas (en nuestra congregación tienen que contestar claramente y dirigiendo la voz a un micrófono), que aprenden a cantar con un grupo empleando un libro de cánticos que está escrito con el silabario fonético japonés, lo cual no se enseña por lo general sino hasta en el primer año de escuela. Los niños que reciben esta educación avanzada en el Salón del Reino, absolutamente gratuita, también están protegidos contra el aprender cosas malas de algunos de los niños que van a la escuela de párvulos. Una joven madre de tres hijitos está empezando a asistir a las reuniones como resultado de tal testificación informal en el campo de juegos infantiles enfrente de nuestra casa. Otra ama de casa vecina ya es nuestra hermana espiritual y está conduciendo estudios propios.

PROBLEMAS EN LA ENSEÑANZA JAPONESA

Más tarde, decidimos matricular a nuestro niño, Ivan, en la escuela primaria japonesa local, donde puede obtener una buena educación, especialmente en japonés. Parece que los demás muchachos lo han aceptado ya, aunque al principio sus ojos azules y su pelo rubio eran una novedad para ellos. Su maestra, también, parece haberse resignado al hecho de que hay algunas cosas que la conciencia de él, entrenada en armonía con la Biblia, no le permite hacer.

El primer problema al que se enfrentó fue el de la carne de ballena, que por lo general no se sangra bíblicamente; ésta se sirve en los almuerzos escolares, y él rehusó comerla. (Hech. 15:28, 29) Luego vino el festival infantil el día cinco del quinto mes. En ese día se acostumbra que las casas en las cuales hay niños ondeen desde un poste alto grandes representaciones, en tela o plástico, del pez llamado carpa. En la escuela se les pidió a los niños que hicieran carpas de papel, las cuales atarían a un palo y llevarían a casa. Ivan dijo que no deseaba hacerlas, y su madre fue llamada a la escuela para que diera una explicación.

La escuela convino en que esta fiesta tenía su origen en los ritos de purificación sintoístas, pero insistió en que ahora no tenía significado religioso. Se alegó que la carpa, famosa porque puede nadar hacia arriba por una cascada, simplemente era símbolo del deseo de los padres de que sus hijos crecieran fuertes. Resistieron el clasificar esto como superstición, pero finalmente concordaron en que Ivan podría usar el tiempo dibujando y recortando cualquier otra cosa.

Cuando llegó el tiempo de la Navidad a la maestra le esperaba otra sorpresa. La Navidad ha llegado a estar firmemente arraigada entre los budistas japoneses, junto con fiestas de cumpleaños, el Día de San Valentín, los conejitos de la Pascua y otras costumbres occidentales que se prestan a explotación por los negocios en grande escala. Cuando a los niños de la clase de él se les pidió que dibujaran un cuadro para la Navidad, Ivan, el único niño cristiano allí, pidió que se le permitiera dibujar otra cosa. Pudo haber explicado por qué la Navidad no tiene nada que ver con Jesucristo, pero su maestra no se molestó en pedirle una explicación.

Ella había notado que Ivan no participaba con los otros niños en cantar el himno nacional japonés y pensó que esto se debía a que era extranjero. Más tarde se enteró de que ni siquiera cantaba el himno nacional británico. Esto le dio a mi esposa la oportunidad de explicar el asunto de la neutralidad y la unidad mundial de los testigos cristianos de Jehová. A medida que crezca, Ivan tendrá otros problemas a los cuales enfrentarse, como el de aprender las artes marciales —yudo y esgrima— que se enseñan bajo el disfraz de deportes. Confiamos en que él tomará las decisiones correctas en estos asuntos, como lo ha hecho en otros.

Tocante a esto, nos parece que el libro Escuchando al Gran Maestro le ha sido una gran ayuda. El método que se emplea en este libro de aprender un principio y luego aplicarlo a los problemas a los cuales los niños en realidad se enfrentan es sumamente práctico. Estamos muy agradecidos a la organización de Jehová por esta provisión oportuna.

UNA VIDA REMUNERADORA

La nostalgia ha sido uno de los problemas de Daphne. Ella sabe que podemos efectuar mucho bien al permanecer aquí, pero el hacerlo ha sido una lucha constante. Después de muchos años de buscar una solución, al fin parece que hemos hallado una. Además del ya gozoso trabajo de ayudar a otros a aprender la verdad de la Biblia, Daphne decidió pasar una mañana a la semana aprendiendo a pintar al estilo japonés. Este cambio de interés o actividad con regularidad, y el absorberse por solo corto tiempo en algo muy gozoso, ha minimizado de manera formidable el problema.

En el ínterin, como anciano en una de las catorce congregaciones de Nagoya, como superintendente de asambleas de circuito y como mantenedor de la familia, yo tengo abundante trabajo satisfactorio que hacer. Disfruto de los estudios bíblicos que tengo con esposos incrédulos, cuyos problemas comprendo mucho mejor ahora que tengo que tratar con hombres de toda clase en el mismo mundo comercial. ¡Cuánto nos alegramos de haber aprovechado cada nueva oportunidad de rendirle servicio sagrado a Jehová y haber sacado el mayor provecho de toda nueva oportunidad! A otros, también, les decimos: No sean morosos. Pues, ¿quién sabe qué bendiciones traerá el mañana?

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