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  • ¿Qué importancia tiene el obedecer?

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  • ¿Qué importancia tiene el obedecer?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/8 págs. 483-484

¿Qué importancia tiene el obedecer?

EL JUGADOR de béisbol sabía muy bien lo que se esperaba de él. Podía usar su bate como le gustara a menos que por medio de señales su director le mandara hacer otra cosa. Pero este juego le parecía sumamente importante y él estaba seguro de que podría salir con mejor juicio que el director. De modo que, aunque recibió instrucciones de “tocar” la pelota, hizo exactamente lo contrario; le dio a la bola un golpe fuerte que resultó en una carrera completa, y ganó así el juego. Sin duda los aficionados del béisbol lo aclamaron como un héroe, pero él tuvo que pagar una multa de 100 dólares por desobedecer a su director. Aprendió que la obediencia era más importante que ganar un juego.

Eso fue hace años, y otros jugadores desde entonces han tenido que pagar multas por diversas razones. Pero se pudiera hacer la pregunta: ¿Fue justo, imparcial y razonable el castigar a un jugador por ganar un juego? No, no se le castigó por ganar el juego, sino por desobedecer órdenes. ¿Qué le sucedería al deporte del béisbol si cada jugador pudiera actuar como quisiera? ¿Dónde estaría el trabajo colectivo? Además, aunque en este caso aislado el bateador quizás ejerció mejor juicio, ¿cuántas veces sucede así? Además, ¿quién puede decir si el juego no se hubiera ganado también si el bateador hubiera obedecido? Sí, a algunas personas se les contrata y se les paga para que hagan las señales, porque se supone que eso sea lo que mejor conocen; otras reciben paga por cooperar con ellas. A menudo la cooperación significa obedecer, lo cual no hizo este jugador de béisbol.

El mismísimo sonido de la palabra “obedecer” molesta a muchas personas. Algunas novias modernas ponen reparos a la palabra “obedecer” en sus votos de matrimonio. Muchísimas personas quieren tener libertad para hacer lo que quieran, para hacer “lo suyo.” Pero la vida comienza y continúa solo mientras obedezcamos. ¿Por qué? Porque todos tenemos que obedecer las leyes de la creación —tales como las de la gravedad, causa y efecto, el metabolismo, y así por el estilo— para seguir viviendo.

No solo nos conviene obedecer las leyes de la creación, sino que también nos conviene obedecer las leyes que los hombres han hecho para el funcionamiento ordenado de la sociedad. Los anarquistas quisieran eliminar toda ley; ¡pero qué confusión y peligro resultarían de eso! Considere simplemente el asunto sencillo de los semáforos en un cruce bullicioso. Sin esos semáforos y sin la obediencia de los automovilistas, el tránsito en ese punto se podría congestionar desesperanzadamente, sin mencionar la cantidad de personas que podrían resultar muertas debido a los accidentes. ¡Sin lugar a dudas la obediencia a las leyes de tránsito es importante!

O considere a los músicos de una orquesta sinfónica. El director pudiera ser un genio, pero ¿de qué serviría eso si sus músicos no le obedecieran? ¡Los músicos saben muy bien la importancia de la obediencia, pues su trabajo depende de obedecer implícitamente al director, las notas y al primer músico de su sección! ¿Les es importante la obediencia? ¡No hay duda de ello!

Se podrían multiplicar los ejemplos, pero esos deben bastar para subrayar la importancia de la obediencia en los asuntos cotidianos de la vida. Por eso, solo es de esperarse que Dios en su Palabra, la Santa Biblia, dada por él como ‘lámpara para nuestros pies y luz para nuestra vereda,’ recalque la importancia de la obediencia en asuntos espirituales. (Sal. 119:105) De hecho, la palabra “obedecer,” en sus diversas formas, aparece más de 160 veces en la Biblia, y centenares de veces hallamos referencias a los mandamientos, leyes, órdenes, decisiones judiciales y disposiciones reglamentarias de Dios, todo lo cual requiere obediencia por parte de los que aman a Jehová Dios. Los mismísimos capítulos de apertura de Génesis, el primer libro de la Biblia, dicen que toda la dificultad que tenemos en el mundo brota de nuestros primeros padres porque no obedecieron a Dios.—Gén. 2:17; 3:11-19.

Por la mismísima naturaleza de las cosas en toda la sociedad humana, para que haya orden, armonía y logro tiene que haber cooperación, y la cooperación incluye alguna medida de obediencia. Pero ¿quién debe decidir quién haya de dar los mandatos y quién haya de obedecer? Puesto que Dios creó la Tierra y al hombre que está sobre ella, y todos éstos le pertenecen, ¿no tiene él el derecho de requerir que el hombre le obedezca? Y siendo éste el caso, también tiene el derecho de delegar a algunos el derecho de mandar y a otros el requisito de obedecer a éstos. Y todo esto lo hace Dios sabia y amorosamente, no arbitrariamente.

La Palabra de Dios manda: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor.” (Col. 3:20) ¿Es este mandato un mandato amoroso y sabio? Ciertamente lo es, pues no solo es cierto que los padres trajeron a los hijos al mundo, lo cual en sí los hace responsables, sino que también es cierto que tienen la mayor experiencia y la obligación de proveerles a sus hijos alimento, ropa, abrigo, educación, entrenamiento, instrucción religiosa y diversión. ¿Cómo pueden desempeñar apropiadamente estos deberes si sus hijos no cooperan por medio de obedecer? ¡De la misma manera que un director no puede dirigir bien una obra musical a menos que sus músicos cooperen cabalmente por medio de obedecerle!

Y hay otras esferas de la actividad humana en las que Dios requiere que los individuos obedezcan. Por ejemplo, se requiere obediencia en la relación marital para que haya paz, armonía y felicidad en la familia (Efe. 5:21-23), entre los ciudadanos en relación con sus gobiernos para que reine la justicia (Rom. 13:1-7), entre los siervos o empleados en relación con los amos o patronos a fin de que se efectúe el trabajo (Efe. 6:5-8), y entre los miembros individuales de una congregación en relación con sus superintendentes o ancianos para provecho mutuo. (Heb. 13:17) Por supuesto, toda esta obediencia es relativa, lo cual quiere decir que se rinde mientras no esté en contra de lo que Dios manda.—Hech. 5:29.

En la Biblia hay un incidente que muestra lo vitalmente importante que es el que el pueblo dedicado de Dios obedezca a Dios en todo. Jehová Dios le había mandado al primer monarca de Israel, el rey Saúl, que ejecutara justicia retributiva en la nación amalequita por el cobarde ataque que ésta había lanzado mientras Israel estaba en el desierto. De modo contrario a las instrucciones de Dios, Saúl no destruyó al rey ni los rebaños de los amalequitas, y presentó la excusa de que había guardado los rebaños con el propósito de usarlos en sacrificio. Pero el profeta Samuel le dijo: “El obedecer es mejor que un sacrificio, el prestar atención que la grasa de carneros. . . . Puesto que tú has rechazado la palabra de Jehová, él en conformidad te rechaza de ser rey.”—1 Sam. 15:22, 23.

¿Qué importancia tiene la obediencia? ¡Verdaderamente mucha, mucha importancia!

[Ilustración de la página 484]

“El obedecer es mejor que un sacrificio,” le dijo el profeta Samuel al desobediente rey Saúl

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