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  • La santidad de Dios... según se magnifica en Levítico

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  • La santidad de Dios... según se magnifica en Levítico
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 15/9 págs. 560-563

La santidad de Dios... según se magnifica en Levítico

“DEBEN resultar santos, porque yo Jehová su Dios soy santo.” Ese mandato del Creador, dado repetidas veces a su pueblo Israel en el desierto, manifiesta con claridad el tema del libro bíblico de Levítico. (Lev. 19:2) De hecho, el vocablo “santo” aparece más de cien veces en este libro, con más frecuencia que en todo otro libro bíblico.

El nombre “Levítico” es muy apropiado, pues el libro trata en gran parte de la adoración formal de Jehová Dios según la atendían los sacerdotes de la tribu de Leví y el papel de éstos en mantener a Israel en condición de nación santa.

¿Quién escribió Levítico? En algunos idiomas, como el alemán, al libro se le llama simplemente “3⁠er libro de Moisés.” Ese nombre encaja con los hechos, pues vez tras vez en las Escrituras Griegas Cristianas referencias tomadas de Levítico se atribuyen a Moisés.a Además, Levítico forma parte del Pentateuco, que significa “cinco rollos” o “volumen quíntuplo.” Por lo tanto todas las referencias en las Escrituras Griegas Cristianas que le acreditan a Moisés otras partes del Pentateuco sirven para apoyar que él también fue el escritor de Levítico. El mismo hecho de que Levítico principie con la palabra “Y” lo enlaza estrechamente con el libro anterior de Éxodo.

¿Cuándo se escribió Levítico? En vista de lo que ya hemos dicho, la conclusión lógica es que Moisés escribió Levítico mientras estaba en el desierto durante el mismo tiempo de los acontecimientos que se registran en él. Esto recibe apoyo del hecho de que ciertos mandatos en él solo aplican a condiciones en el desierto. Y, verdaderamente, el libro respira la mismísima atmósfera de la vida en campamentos en el desierto.

¿Qué período de tiempo abarca? Éxodo, el libro anterior, habla de acontecimientos que tuvieron lugar el primer día del primer mes del segundo año. (Éxo. 40:17) Y el versículo de apertura del libro subsiguiente, Números 1:1, habla de acontecimientos que tuvieron lugar el primer día del segundo mes del mismo año. Se desprende, por lo tanto, que el período de tiempo que abarca Levítico no pudo haber sido de más de un mes lunar. Y no pudo haber sido de menos de ocho días, porque ése es el tiempo que se tomó para la instalación del sacerdocio que se describe allí.—Lev. 9:1.

¿Por qué se escribió Levítico? ¿De qué valor fue para los israelitas en tiempos antiguos? Entre otras cosas, el libro suministra disposiciones reglamentarias establecidas que abarcan aspectos que ya habían formado parte de la adoración verdadera. Por ejemplo, regulaba los sacrificios de animales, y antes de aquel tiempo Abel, Noé, Abrahán y Jacob le habían ofrecido a Jehová esa clase de sacrificios. (Gén. 4:4; 8:20, 21; 22:13; 31:54) Levítico también habla de la instalación de Aarón y sus hijos (y sus descendientes varones) como un sacerdocio especial para superentender la adoración formal y la vida cotidiana de los israelitas. Antes de esto los cabezas de familia habían servido de sacerdotes en el ofrecimiento de sacrificios.—Gén. 46:1; Job 1:5.

Por medio de los mandatos que se encuentran en el libro de Levítico, Jehová Dios grabó en la mente de los israelitas la importancia de que ellos fuesen un pueblo santo y también cómo podrían serlo religiosa y moralmente. Por medio de su contenido Dios también les notificó a los israelitas acerca de Su voluntad tocante a las fiestas anuales y los sábados semanales y anuales de ellos, lo que eran relaciones sexuales apropiadas e inapropiadas, la dieta y otros asuntos. Entre sus prohibiciones más prominentes estaba la que les prohibía comer sangre. Y Dios resumió cómo deberían tratarse unos a otros con el mandato: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Lev. 17:10-14; 19:18) Verdaderamente, Levítico les mostró claramente a los israelitas cómo podrían ser un pueblo santo para Jehová Dios.

En cuanto a los cristianos hoy día, el valor de lo que contiene Levítico se hace evidente en particular en el libro de Hebreos. De éste aprendemos que el sacerdocio levítico y sus sacrificios representaron cosas mucho más grandiosas... el sacerdocio y el sacrificio de Jesucristo, así como otras cosas buenas que resultan éstas. Fortalece la fe de los cristianos el notar la sabiduría divina que se desplegó en las leyes que atañen a la salud física, leyes que revelan un conocimiento de hechos reales que no comprendieron los médicos mundanos sino hasta miles de años después. También fortalece la fe el notar el cumplimiento de ciertas profecías que se encuentran en Levítico, como las que tratan de la apostasía de Israel y su retorno al favor de Dios.—Lev. 26:29, 41-44; Lam. 4:10; Neh. 9:31.

SACRIFICIOS...VOLUNTARIOS Y OBLIGATORIOS

Los capítulos uno al siete, y el Lev. dieciséis, de Levítico tratan de varias clases de sacrificios que los israelitas podían ofrecer, o se requería que ofrecieran, en servicio a los intereses de la santidad. La ofrenda quemada y la ofrenda de comunión eran sacrificios voluntarios. Como ofrenda quemada, todo el animal o ave, excepto su cuero o plumas, se consumía en el altar. En el sacrificio de comunión cierta parte se ofrecía sobre el altar, lo cual representaba que Dios participaba del sacrificio; el sacerdote comía una parte y una parte el mismo individuo que lo ofrecía.—Lev. 1:1-17; 3:1-17; 5:8; 7:11-36.

La ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa eran sacrificios obligatorios. La primera era para expiar pecados que se cometían involuntariamente o por equivocación. Aquí la clase de animal que se ofrecía dependía de quién era la persona cuyo pecado había de ser expiado, de si se trataba del pecado de un sumo sacerdote o de un principal, del pueblo en conjunto o de un individuo de entre la gente común.—Lev. 4:1-35; 6:24-30.

Los pecados que requerían una ofrenda por la culpa eran más graves. Estos habían de abarcar la culpa personal debido a infidelidad, engaño o robo, e indicaban una medida de voluntariedad. Se requerían tres cosas de un ladrón: un sacrificio animal, restauración de la cosa robada y, en ciertos casos, una multa del 20 por ciento. Las disposiciones reglamentarias que gobernaban estos sacrificios revelan el excelente sentido de justicia de Jehová Dios. La posición de uno, los recursos de uno y el grado de la culpa de uno, todo recibía consideración. (Lev. 5:1-6:7; 7:1-7) En relación con aquellos sacrificios, a los israelitas se les recordó dos veces que no comieran la sangre.—Lev. 3:17; 7:26, 27.

El capítulo 16 registra el conjunto de sacrificios más importantes de la Ley, los que se ofrecían el día de la expiación. En aquel día se hacían los sacrificios por los pecados del pueblo y las ofrendas quemadas. Se incluía en esto pronunciar los pecados del pueblo sobre un macho cabrío vivo, el cual entonces se enviaba al desierto. Se ponía de relieve la importancia de este día por el hecho de que los israelitas no habían de hacer ningún trabajo ese día y tenían que ‘afligir sus almas,’ lo cual evidentemente daba a entender que ayunaban.—Sal. 35:13.

Además de sacrificios animales también había ciertas ofrendas incruentas que se podían ofrecer. Estas consistían en grano entero tostado o grano machacado o flor de harina, el cual se cocía en una tartera o se freía en grasa profunda.—Lev. 2:1-16.

DISPOSICIONES REGLAMENTARIAS SACERDOTALES

Para que Aarón pudiera servir de Sumo Sacerdote y sus cuatro hijos de subsacerdotes, Dios le mandó a Moisés que condujera una ceremonia de instalación. Esto envolvió el ofrecer ciertos animales, porciones de los cuales fueron ‘mecidas’ delante de Jehová por Aarón y sus hijos. La entera ceremonia duró ocho días. En prueba del hecho de que todo esto se hizo por mandato de Dios y tuvo su aprobación, “la gloria de Jehová se le apareció a todo el pueblo, y salió fuego de delante de Jehová y empezó a consumir la ofrenda quemada. . . . Cuando todo el pueblo llegó a verlo, prorrumpieron en gritos y se pusieron a caer sobre sus rostros.”—Levítico, capítulos 8 y 9.

Jehová Dios consideraba como asunto sumamente serio el papel que desempeñaban los sacerdotes. Vez tras vez advirtió que si no se acataban todos los requisitos se incurriría en pena de muerte. Cuando Nadab y Abiú, dos de los hijos de Aarón, se tomaron libertades indebidas con la adoración del tabernáculo “salió un fuego de delante de Jehová y los consumió.” Bien pudo haber sido que estos dos hubieran actuado bajo la influencia del alcohol, pues inmediatamente después de eso Jehová Dios les prohibió a los sacerdotes que bebieran vino o licor mientras servían en el tabernáculo. Simplemente no podrían cumplir bien con sus deberes mientras estuvieran bajo la influencia de licor, tal como los siervos responsables de Dios no podrían hacerlo hoy.—Lev. 10:1-10.

Para que uno de los descendientes varones de Aarón sirviera de sacerdote tenía que ser santo en el sentido de estar libre de defectos físicos. No podía ser cojo, ciego, jorobado ni tener una enfermedad de la piel. Al sacerdote también se le restringía en su duelo por los muertos y en cuanto a con quién podía casarse. Para el sumo sacerdote las restricciones eran aun más exigentes. También había restricciones en cuanto a quién de la familia de un sacerdote podía comer de las cosas santas que se ofrecían en el tabernáculo.—Levítico, capítulos 21 y 22.

LEYES QUE GOBERNABAN LO QUE ERA LIMPIO E INMUNDO

Para que los israelitas pudieran ser un pueblo santo, Jehová Dios les dio leyes en cuanto a lo que él consideraba limpio e inmundo. Se prohibieron so pena de muerte prácticas de inmundicia moral como el incesto, el adulterio y la bestialidad. Fue debido a prácticas degradadas de esa índole que Jehová decretó el exterminio de los habitantes de Canaán. Merecían castigo similar la apostasía, toda práctica de religión falsa, todo lo que estuviera conectado con espiritismo, toda blasfemia contra el nombre santo de Jehová Dios.—Capítulos 18 y 20.

Según Levítico, los israelitas no podían comer la carne de ciertos animales, tanto domésticos como silvestres. Estas prohibiciones cumplían con dos propósitos. Por una parte, prohibían diversas clases de carne, entre las cuales estaban las que tienen la mayor probabilidad de ser infectadas por organismos perjudiciales. Y por otra parte, estas prohibiciones ayudaban a fortalecer la barrera entre los israelitas y las naciones circunstantes. Al estar así separados como pueblo santo para Jehová Dios, los israelitas tendrían menos probabilidad de asociarse con otros pueblos y aprender sus malos caminos. (Compare con 1 Corintios 15:33.) Por otra parte, el tocar un cuerpo muerto, fuera de hombre o de bestia, hacía inmundos a los seres humanos y hasta a una vasija de cocinar. Lo sabio de estas restricciones se comprendió en el mundo de la medicina solo milenios después, cuando los hombres adquirieron conocimiento acerca de los gérmenes. Las leyes que gobernaban la inmundicia que se debía a la lepra, que envolvían la cuarentena, eran bastante detalladas. También había leyes que regían asuntos como la inmundicia que se debía a descargas genitales y el dar a luz.—Capítulos 11-15.

En relación con estas leyes a los israelitas no solo se les mandó que ‘amaran a su prójimo como a sí mismos,’ sino que también se les dijo lo que se abarcaba en ese mandato. Estaban obligados a censurar al pecador y a mostrar consideración a los ciegos, los cojos, los sordos y también a los pobres, a quienes no se les permitía que les cobraran interés. No habían de calumniar, ni defraudar en el pesar y el medir. El que perjudicara voluntariamente a su congénere había de recibir retribución justa.—Lev. 19:9-18, 26, 32-37.

SÁBADOS Y FIESTAS

Fundamentalmente, a los israelitas se les mandó que observaran tres clases de sábados. Primero, había el sábado semanal, que no se celebraba en domingo, el primer día de la semana, sino en el séptimo día. En segundo lugar, había que observar el primer día de cada mes. En tercer lugar, había un año sabático en el cual nada se plantaba ni se cosechaba durante todo el año y a la tierra se le permitía descansar. Para que les fuera posible a los israelitas observar el sábado que duraba todo un año, Jehová les prometió que sus cosechas del sexto año bastarían para durarles hasta el octavo año, cuando empezarían a disfrutar de la cosecha de lo que plantaran ese año. El gran Jubileo, el año quincuagésimo llegaba después de siete años sabáticos. En este año a todo hombre se le había de restaurar toda propiedad que hubiera perdido durante los cuarenta y nueve años anteriores debido a enfermedad, las circunstancias o hasta administración deficiente. Por consiguiente, jamás habría familias que indefinidamente se fueran haciendo cada vez más ricas, mientras que otras se fueran haciendo cada vez más pobres.—Capítulos 23 y 25.

Levítico también suministra los requisitos de Jehová para la celebración de tres fiestas anuales. Estas servían de ocasiones para ‘regocijarse delante de Jehová,’ y ayudaban a fortalecer la relación de los israelitas con Dios a medida que lo adoraban en unión. (Lev. 23:40) Primero, al principio de la primavera venía la Pascua, con su fiesta del pan sin levadura, una fiesta que duraba una semana. Después de ésta, a fines de la primavera, venía la fiesta de las semanas, o Pentecostés, que duraba un solo día. La tercera fiesta venía en el otoño después de completarse la siega. Se llamaba la fiesta de recolección, o de las cabañas, pues durante ella se requería que los israelitas moraran toda la semana en cabañas, lo cual les recordaría el tiempo en que moraron en cabañas mientras estuvieron en el desierto.

Se pudiera decir que el libro de Levítico alcanza su punto culminante en el capítulo 26, que habla de los galardones por la obediencia y las consecuencias de la desobediencia. Jehová les informó a los israelitas: “Si ustedes continúan andando en mis estatutos,” entonces ¿qué? Tendrían prosperidad, cosechas abundantes y paz, derrotarían a sus enemigos y llegarían a ser muy numerosos. Sin embargo, ‘si rechazaran los estatutos de Dios,’ tendrían hambre, peste, derrota en batalla y hasta serían llevados a un país extraño. Pero el capítulo termina con esperanza, con una promesa de restauración, la cual ciertamente se cumplió cuando los israelitas regresaron de Babilonia en 537 a. de la E.C. Finalmente, el capítulo 27 trata del hacer ciertos votos y presenta la conclusión.

El libro de Levítico verdaderamente es de gran valor para los siervos de Dios en la actualidad, tal como lo fue para sus siervos en tiempos antiguos. Entre otras cosas, recalca la excesiva pecaminosidad del pecado y la necesidad de un sacrificio expiatorio, la santidad de la sangre y la importancia de la justicia y el amor. Pero, sobre todo, nos da claramente una comprensión de la importancia de la soberanía de Jehová como el gran Legislador, al dar énfasis a su nombre y su santidad.

[Nota]

a Compare Romanos 10:5 con Levítico 18:5; Juan 7:22 con Levítico 12:3 y Lucas 2:22 con Levítico 12:2.

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