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  • Hallando verdadero propósito en la vida
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 1/2 págs. 25-28

Hallando verdadero propósito en la vida

Según lo relató Masakazu Nakamura

MIS afectuosos y sinceros padres demostraron vivo interés en dar un buen comienzo en la vida a sus hijos. Aunque, como la mayoría de los japoneses, mi padre mismo era budista, me animó de muchacho a asistir a una iglesia protestante cerca de nuestra casa. Allí escuché lecturas del “Nuevo Testamento” y me interesé en su mensaje. Quería hablar a otros en cuanto a ello, y por lo tanto hablaba a mis condiscípulos en la escuela. De hecho, pensé que sería excelente llegar a ser clérigo. Pero al ver mi entusiasmo por esto, mi padre se opuso a la idea.

Sin embargo, yo deseaba hacer de mi propósito en la vida el servir a otros. Decidí hacerme médico. Esto redujo considerablemente mis actividades religiosas. Puesto que el examen para entrar en la universidad requería preparación intensa, dejé de asistir a la iglesia. Después de entrar en la escuela de medicina de la Universidad de Tokio, sin embargo, otra vez empecé a ir a la iglesia.

Para este tiempo empezaron a surgir dudas en mi mente en cuanto a la religión. En la iglesia el mensaje era una repetición continua de la misma cosa. Entonces murió mi abuelo. Mientras yo ayudaba con relación a los arreglos del funeral, llegué a tener serias dudas en cuanto a la doctrina de la iglesia sobre el infierno y la condición de los muertos. De modo que dejé la iglesia.

En la universidad no recibí ayuda espiritual de ninguna clase. Empecé a pensar a la manera de los ateos. Me sentía solo, y me envolví en los deportes para llenar lo que parecía ser una laguna en mi vida. El montar a caballo se convirtió en actividad regular para mí.

UN CAMBIO INESPERADO

A la mitad de mi segundo año en la escuela de medicina sucedió algo importante. Un día, como al mediodía, una señora de pelo cano visitó nuestro hogar y empezó a hablarme acerca de la Biblia. Se llamaba Kinuko Sakato. Algunos años antes ella había estudiado con una misionera australiana, Melba Barry, y ahora dedicaba todo su tiempo a compartir la verdad de la Biblia con otras personas como testigo de Jehová. Aunque no creí inmediatamente todo cuanto me dijo, quedé sumamente impresionado por su celo y confianza. Pregunté en cuanto a la enseñanza bíblica sobre el “infierno.” Ella hizo arreglos para estudiar conmigo la Biblia con regularidad cada semana en nuestra casa.

Primero estudiamos en cuanto a la promesa de Dios de restaurar esta Tierra a la condición de un paraíso. (Mat. 6:9, 10; Luc. 23:43; Rev. 21:1-5) El medio que Dios utilizaría para efectuar esto, según aprendí, sería el gobierno de su Reino celestial.—Dan. 2:44; 7:13, 14, 18; Rev. 5:10.

La Sra. de Sakato me invitó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová. Pero por un tiempo preferí ir a montar a caballo los domingos. Entonces ella llamó mi atención a lo que se declara en 1 Timoteo 4:8: “El entrenamiento corporal es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” Después de unos tres meses de estudio bíblico, empecé a asistir a todas las reuniones que se celebraban en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová.

Después de estudiar la Biblia por unos diez meses, oí un anuncio de arreglos para que los miembros de la congregación salieran al territorio local y compartieran las verdades bíblicas con su prójimo. “Yo quiero ir también,” fue mi respuesta. Aquel sábado me uní a un grupo en el “servicio del campo,” que es lo que los testigos de Jehová llaman a sus actividades de testificación pública. Llegué a comprender que ésta era una fe viva; ¡y cómo me deleitaba en compartirla con otros! El 24 de agosto de 1963, en una asamblea internacional de los testigos de Jehová en Kioto, simbolicé mi dedicación a Jehová Dios por medio de bautismo en agua.

PUDE EFECTUAR AMBAS COSAS

A la señora que estuvo por primera vez en mi casa para hablar acerca de la Biblia se le conocía como una “precursora.” En capacidad de precursora trabajaba de tiempo completo en actividades de testificación cristiana. Yo quería hacer lo mismo; pero ¿qué había de mi carrera como doctor?

Le hablé a mi padre sobre abandonar la universidad. Él era un hombre de experiencia, pues en aquel tiempo era el general más encumbrado en la Fuerza de Defensa Propia del Japón. Presentó el argumento de que yo todavía era muy joven, y que como el hijo mayor tenía una responsabilidad para con la familia. Finalmente convinimos en que yo continuaría mis estudios en la universidad hasta la graduación, obtendría mi licencia de médico, y entonces podría escoger con libertad mi propio camino.

Los estudios de medicina resultaron ser un desafío para mí de muchas maneras. Entre otras cosas, había la tentación de absorberme en el mundo de la medicina y hacerme famoso como doctor. Necesité determinación para mantener vivo el deseo de ser precursor. También hubo el problema de las transfusiones de sangre, las cuales son una alimentación intravenosa de sangre. Las Escrituras mandan que los cristianos “se abstengan . . . de la sangre.” (Hech. 15:19, 20, 28, 29; 21:25) Deseando vivir en armonía con este consejo de Dios, busqué campos de la medicina en los cuales esto no presentara un problema.

Por todos mis estudios universitarios continué alimentando el deseo de ser precursor. Después de las clases conducía estudios bíblicos en los hogares de la gente. Dedicaba todo el tiempo de las vacaciones de primavera, de verano y de invierno a compartir las verdades bíblicas con otros. De esta manera pude servir junto con otros precursores, y pudimos estimularnos los unos a los otros en este servicio.

Hubo oportunidad adicional para ser precursor temporeramente cuando estallaron motines estudiantiles en la Universidad de Tokio. Puesto que todas las clases se descontinuaron por varios meses, pude pasar ese tiempo sirviendo de precursor. La determinación firme y el planear cuidadoso, junto con la bendición de Jehová, hicieron posible que yo lograra ambas metas en la vida. El mes después de recibir mi licencia de médico entré en el servicio de precursor de tiempo cabal.

BENDICIONES DE COMPARTIR LA VERDAD DE LA BIBLIA

Aun durante el tiempo que pasé en la universidad recibí muchas bendiciones al buscar oportunidades para testificar a mis condiscípulos. Uno de mis amigos fue Mitsuharu Tominaga. Él se había graduado de una escuela secundaria católica, y había notado mucha hipocresía en esa religión. Yo estudiaba la Biblia con él hasta cierto grado durante los períodos para el almuerzo, en los terrenos de la universidad. Él estaba interesado, pero en ese tiempo estábamos muy ocupados con nuestros estudios de medicina. De modo que el progreso era limitado. Sin embargo, se suscribió a las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, y llegó a ser un lector apreciativo. Después de la graduación, cada quien se fue por su lado, pero solíamos escribirnos a veces.

El Dr. Tominaga empezó a trabajar en un hospital sobresaliente de Tokio. Un día supo que una misionera de edad avanzada había sido admitida en el hospital, y se propuso visitarla. Ella se llamaba Mabel Haslett. El Dr. Tominaga se deleitó al saber que era testigo de Jehová. La visitaba todos los días en su habitación para hacerle preguntas bíblicas. Todo lo que oyó le impresionó muchísimo. Por su aprecio, muchas veces le llevó frutas y flores a Mabel.

Con el tiempo la misionera de edad avanzada tuvo que someterse a una operación más seria. Puesto que en aquello estuvo envuelta la cuestión de la transfusión de sangre, el Dr. Tominaga aclaró a sus compañeros médicos por qué los testigos de Jehová rehusaban la sangre; y él personalmente estuvo presente en la operación para asegurarse de que no se usara sangre. Mabel sorprendió a los doctores y a todos los demás del hospital por su rápido recobro. Se ganó el amor y respeto del personal del hospital. De hecho, este hospital bondadosamente le suministró todos los tratamientos y medicinas gratis hasta su muerte el 23 de octubre de 1974.

Persuadido por lo que había aprendido de la Biblia, el Dr. Tominaga se trasladó a un departamento del Hospital de la Universidad de Tokio donde no tendría que administrar transfusiones de sangre. Estudió la Biblia diligentemente con un anciano de la Congregación de Yokohama Yamate, que está en la localidad en que está la casa del Dr. Tominaga. Ahora trabaja solamente un día de cada semana en el hospital. En otras ocasiones ayuda en el consultorio de su padre en Yokohama. Pronto toda la familia empezó a estudiar la Palabra de Dios. Ahora ambos doctores —padre e hijo, así como sus esposas— son testigos de Jehová celosos y bautizados, y el hijo sirve de anciano en la congregación local.

EL GOZO DEL SERVICIO DE PRECURSOR

Durante los catorce años desde mi bautismo, he tenido el gozo de estudiar con diecinueve personas y ayudarlas a dedicar su vida al Dios verdadero, Jehová. Una experiencia especialmente buena para mí fue el conducir un estudio bíblico con mi hermana menor.

Cuando inicié este estudio, mi hermana ya estaba comprometida para casarse con un protestante que también era presidente de una asociación local de donadores de sangre. Prudentemente le di el testimonio también a él. Él se interesó muchísimo y empezó a estudiar. Ambos pidieron que el superintendente de ciudad de los testigos de Jehová en Kioto diera su discurso de matrimonio, y se hicieron arreglos para esto. Ambos continuaron sus estudios bíblicos en Kioto y se bautizaron juntos.

Ese no fue el fin de este gozo especial para mí. Mi nuevo cuñado es farmacéutico. Conoció a otro testigo de Jehová que trabajaba en la misma empresa. La hermana de este hombre también era Testigo y trabajaba como especialista en nutrición. Ahora ella es mi esposa, y ha servido bien como compañera mía en el servicio de precursor. Dos días a la semana trabajo de médico en un hospital local. En otros respectos, nuestros días han estado llenos del gozo de compartir las “buenas nuevas” de la Biblia con nuestros vecinos. (Mat. 24:14) Además, estoy sirviendo de anciano en la Congregación de Igusa, y desde hace poco como superintendente de ciudad en representación de las cincuenta congregaciones de Tokio.

Cuando pienso en el día en que Kinuko Sakato visitó mi casa, todavía me lleno de gozo. Esa visita efectuó un cambio de actitud en mí. Rescatado del modo de pensar ateo, desarrollé conocimiento exacto y fe firme en el Creador del universo, Jehová. El trabajar de tiempo completo en el servicio de Dios es verdaderamente una manera deleitable de estar ocupado, mientras sigo cumpliendo mi propósito en la vida.

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