BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w78 1/6 págs. 28-29
  • ¿Qué quiso decir el sabio?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Qué quiso decir el sabio?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Aproveche la oportunidad
  • ¿Qué le da valor a la vida?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2008
  • Eclesiastés
    Ayuda para entender la Biblia
  • ¿Cómo debemos hacer frente a las incertidumbres de la vida?
    ¡Despertad! 1977
  • ¿Qué quiso decir el sabio?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 1/6 págs. 28-29

¿Qué quiso decir el sabio?

Aproveche la oportunidad

A veces se presentan excelentes oportunidades para hacer lo bueno o para obtener algo útil. Sin embargo, debido a las incertidumbres de la vida en el sistema actual, pudiera requerirse alguna fe para aprovechar debidamente algunas situaciones. No obstante, si tenemos dudas en casos de esta índole, pudiera ser que perdiéramos algo que verdaderamente vale la pena. Bien pudiera ser que no llegáramos a ser una fuente de estímulo para otros.

El sabio rey Salomón suministró consejo muy práctico sobre este asunto. Escribió: “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez. Da una porción a siete, o aun a ocho, pues no sabes qué calamidad ocurrirá en la tierra.” (Ecl. 11:1, 2) Por lo común se han considerado estas palabras como una exhortación a la generosidad.

Uno nunca sabe lo que pudiera resultar de sus actos generosos. A uno pudiera parecerle que está entregando algo a un cuerpo de “aguas,” sin que parezca que haya de haber inmediatamente buenos resultados para uno. Sin embargo, los actos generosos de uno pudieran encariñarlo en el corazón de otros y hacer que éstos respondieran generosamente si uno llegara a verse realmente necesitado. Esto no quiere decir que la persona verdaderamente generosa debe ser artera y contar con que se le pague de vuelta. Más bien, se deleita en dar a otros y confía en que siempre tendrá lo que necesita. Por eso, no restringe su dar a unos cuantos escogidos, solo a dos o tres, sino que es generoso de todo corazón, dando a “siete, o aun a ocho.” Pudiera haber personas precavidas que creyeran que esto es sumamente imprudente, al temer que el individuo que eso hiciera pudiera llegar a verse en condición de necesidad si atacara la calamidad. Sin embargo, la persona generosa tiene mucha más probabilidad de recibir ayuda al enfrentarse a algún desastre. Jesucristo expresó un pensamiento similar cuando dijo: “Practiquen el dar y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante.”—Luc. 6:38.

Nuestros actos de generosidad hasta podrían compararse a plantar arroz en suelo cubierto de agua. Después de “muchos días” lo que así se planta llega a su madurez y produce una abundante cosecha.

Después, Salomón se funda en ciertas leyes fijas al mostrar que la indecisión en los asuntos de la vida no es el mejor derrotero. Hace notar lo siguiente: “Si las nubes están llenas de agua, derraman un verdadero aguacero sobre la tierra; y si un árbol cae hacia el sur o si hacia el norte, en el lugar donde cae el árbol allí resultará estar.” (Ecl. 11:3) Estas cosas simplemente suceden; no se pueden controlar humanamente. Por eso, ¿por qué ser indeciso y por lo tanto vacilante en cuanto a ser generoso o hacer lo que es necesario hacer? Si va a llover, va a llover. Si un árbol va a caer en cierta dirección, allí es donde va a caer. Eso aplica a muchas otras cosas en la vida. La inacción sola no garantiza que esas cosas no sucederán.

Si uno tratara de regular su vida por medio de determinar primero con exactitud lo que pudiera ser que sucediera o no sucediera, no lograría efectuar nada. Como hizo notar Salomón: “El que está vigilando el viento no sembrará [por temor de que el viento se lleve la semilla]; y el que está mirando las nubes no segará [por temor de que si corta el grano se mojará antes de que se le pueda poner en el almacén].”—Ecl. 11:4.

Por lo tanto, tenemos que proseguir con lo que es necesario hacer, comprendiendo que de seguro hay incertidumbres. No hay modo de desentrañar la obra de Dios, es decir, de descubrir alguna regla mediante la cual determinar con exactitud lo que él quizás haga o tolere en el desenvolvimiento de su propósito y luego conducir nuestros asuntos en armonía con tal regla. Salomón indicó que para el hombre la obra de Dios es tan misteriosa como lo es el desarrollo de un infante en el vientre. Escribió: “Tal como no te das cuenta de cuál es el camino del espíritu en los huesos en el vientre de la que está encinta, de igual manera no conoces la obra del Dios verdadero, que hace todas las cosas.”—Ecl. 11:5.

En vista de las incertidumbres de la vida y de que no está dentro del poder del hombre cambiar ciertas leyes fijas, Salomón da este consejo: “Por la mañana siembra tu semilla y hasta el atardecer no dejes descansar tu mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, ya sea aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos.” (Ecl. 11:6) Por lo tanto, el mejor derrotero es proseguir diligentemente con nuestras labores, sin permitir que las incertidumbres nos preocupen a tal grado que estorben nuestra actividad, sea que se trate de esfuerzo por adelanto espiritual, trabajo seglar o actos de generosidad.

Esto puede contribuir a que uno tenga un punto de vista alegre de la vida. Escribió Salomón: “La luz también es dulce, y bueno es para los ojos ver el sol; pues si viviere un hombre aun muchos años, que en todos ellos se regocije.” (Ecl. 11:7, 8) Puesto que solo los que están vivos pueden apreciar la luz y el Sol, aquí Salomón está indicando que es bueno estar vivo y que uno debe disfrutar de la vida. Sin embargo, agrega un pensamiento que estimula a mirar a los asuntos con seriedad: “Que se acuerde de los días de oscuridad, aunque pudieran ser muchos; todo día que ha venido es vanidad.” (Ecl. 11:8) Uno no debe perder de vista el hecho de que puede perder su fuerza y vigor al sobrevenir los “días de oscuridad” o la vejez. Reducido uno a una condición de decrepitud, tal vez descubra que, a medida que la vida se prolonga por años, cada día es vanidad, aparentemente vacío y sin significado. Por eso, mientras pueda, uno debe esforzarse por disfrutar de manera sana de la vida, desplegando buen juicio y buscando la guía de Dios en todo lo que hace.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir