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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/8 pág. 24

Ponderando las noticias

‘Recompensa por el error’

● “La cantidad de actividad sexual de algunos varones homosexuales es una de las razones principales de la gran frecuencia de enfermedades transmitidas por relaciones sexuales en la comunidad homosexual,” según un informe que salió en “The Journal of the American Medical Association” (Publicación de la Asociación Médica Americana). Allí se afirma que “en el nivel nacional [en los Estados Unidos], la probabilidad de que el varón homosexual contraiga sífilis es cinco veces mayor que la del varón heterosexual.”

El informe cita un memorándum del Centro Estadounidense para el Control de las Enfermedades, en el cual se señala que, en un estudio hecho en Nueva York, la mitad de los varones sifilíticos que mencionaron a las personas con las cuales habían tenido contacto sexual mencionaron a individuos de su propio sexo. “Esta información es particularmente impresionante cuando uno se da cuenta de que, en la nación en general, solo un varón de cada diez es homosexual,” señala el informe, y añade: “Esta frecuencia desproporcionada de infección no se limita a la sífilis. Entre los varones homosexuales hay también mayor frecuencia de otras enfermedades que se transmiten por contacto sexual.”

Aunque hay personas que se inclinan a ver esto como simplemente un asunto de coincidencia, otras se dan cuenta, sabiamente, de que las enfermedades venéreas son parte de las consecuencias inevitables que vienen cuando los hombres no respetan las normas morales que Dios ha dado. “Dios los entregó a apetitos sexuales vergonzosos,” escribió el apóstol cristiano Pablo, “porque sus hembras cambiaron el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza; y así mismo hasta los varones dejaron el uso natural de la hembra y se encendieron violentamente en su lascivia unos para con otros, varones con varones, obrando lo que es obsceno y recibiendo en sí mismos la recompensa completa, que se les debía por su error.”—Rom. 1:26, 27.

¿Teme usted a la hechicería?

● Aunque muchos médicos asiáticos y europeos practican la medicina en África, la revista “Parade” informa que “la mayoría de los africanos todavía prefieren que sus hechiceros les administren tratamiento.” Por ejemplo, según una encuesta reciente el 85 por ciento de la población negra de las ciudades de la República Sudafricana opta por consultar a hechiceros en vez de consultar a miembros competentes de la profesión médica. La revista también informa que la universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, celebró un simposio sobre hechicería en el cual “se explicó que ‘hay evidencia de que el hechicero benevolente dedica más tiempo a contrarrestar las acciones malas del doctor tagati —uno a quien se alquila para matar o causar daño al enemigo del paciente suyo— que a todo otro asunto.’”

Puede ser que algunos africanos hayan considerado prudente el visitar a un “hechicero benevolente,” especialmente como precaución si temen que pudieran ser víctima de hechicería mortífera. Sin embargo, la Biblia no dice nada a favor de los llamados ‘hechiceros benevolentes.’ Más bien, al pueblo de Dios se le mandó: “No debería hallarse en ti . . . nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio. . . . Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová.”—Deu. 18:10-12.

Los maleficios supuestamente mortíferos no afectan a los siervos dedicados de Jehová, y ellos tampoco dependen de los que practican la hechicería ni les temen. En vez de eso, los cristianos verdaderos se benefician plenamente de las provisiones divinas. Porque se han puesto “la armadura [espiritual] completa que proviene de Dios,” están protegidos del ataque que viene de las fuerzas espirituales inicuas que son responsables de todas las prácticas del ocultismo.—Efe. 6:11-18.

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