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  • Soportando las enfermedades
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 1/6 págs. 6-8

Soportando las enfermedades

EL REY David estaba enfermo de gravedad, y sus enemigos esperaban que muriera. Aunque buscaban ansiosamente señales de deterioro en la condición de salud del rey, hipócritamente los visitantes le deseaban lo mejor. Más tarde se deleitaban en pasar sus observaciones negativas a otras personas. “Padece un mal sin remedio,” decían. “Se acostó para no levantarse.” Hasta un amigo íntimo, el consejero de confianza Ahitofel, se hizo traidor.—Sal. 41:6-10, Nueva Biblia Española.

¿Qué ayudó a David a aguantar aquel tiempo de terrible aflicción? No perdió la esperanza ni cedió al temor debilitante. Su confianza en Dios permaneció fuerte, pues declaró: “Jehová mismo lo sustentará [a su siervo] sobre un diván de enfermedad; ciertamente cambiarás toda su cama durante su enfermedad.” (Sal. 41:3) Finalmente David sí recuperó la salud.

Pero, ¿cómo sostiene el Altísimo a sus siervos cuando están afligidos? Por medio de su espíritu, Jehová Dios trae a la mente del enfermo pensamientos que son consoladores y que fortalecen la esperanza. Lo que Jehová Dios hace a este respecto desempeña un papel vital en el proceso de la recuperación. Por eso David pudo decir que Jehová cambia la cama de la persona afligida y la transforma de lecho de enfermedad en cama de recuperación.

Debe mencionarse que los médicos modernos han llegado a reconocer el valor de la esperanza en el proceso de recuperación. Por ejemplo, en su libro The Vital Balance (El equilibrio vital), el Dr. Karl Menninger escribió: “El conocimiento científico que tenemos actualmente no es suficiente para reconocer o identificar o dar crédito apropiado a todas las fuerzas que actúan en pro de la recuperación, tal como tampoco conocemos en cualquier caso todas las fuerzas contra las cuales estamos trabajando. Y esto sabemos: Algunas veces la esperanza cede, y sobreviene la muerte, mientras que algunas veces la esperanza aguanta, y ocurre lo imposible.”

En relación con los efectos perjudiciales de la desesperanza y el temor, The Encyclopedia Americana declara: “Frecuentemente sucede que, si no se corrige la situación, el funcionamiento del temor en la mente tiene como compañía las más serias consecuencias, especialmente en los casos en que hay presente alguna dolencia o hay amenaza de enfermedad. En el caso de mucha gente el efecto de la influencia del temor es mucho más serio que la peor forma de alguna temible enfermedad. En el caso de epidemias, con frecuencia el terror que éstas inspiran es tan mortífero como la infección... paraliza el sistema, y despoja al cuerpo de la elasticidad natural de su vigor nervioso, y a la mente de la vivacidad que da la esperanza, y hace víctimas de personas que, en cuanto a edad y fortaleza, tendrían la mejor probabilidad de escapar. El temor es un veneno mental, y el más potente de todos los enemigos de la salud y la medicina.”

La persona que tiene fe firme en Dios y en las promesas de su Palabra está protegida de sucumbir a este temor destructivo. Deriva consuelo del hecho de que con el tiempo toda aflicción tiene fin. Hasta si ese fin resulta ser la muerte, la persona no se deja abrumar por el temor, porque la promesa de Dios de que los muertos resucitarán la sostiene. Mientras experimenta la angustia, acude a Jehová Dios por ayuda y aguante. Y el espíritu o fuerza activa de Dios suple la fortaleza que se necesita. Adicionalmente, la persona enferma espera con interés y confianza el cumplimiento de la promesa bíblica que dice: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4.

La esperanza que esta magnífica promesa engendra puede ayudar a uno a mantener un punto de vista alegre a pesar de la gran angustia que es resultado de la enfermedad o de algún accidente. Considere el caso de Robert, de 43 años de edad, a quien se le desarrolló un cáncer incurable de la espina dorsal. Los doctores le dijeron que solamente le quedaba alrededor de una semana de vida. Pero unos cuatro meses después, a pesar de su grave enfermedad, él hizo arreglos para asistir a una asamblea de los testigos de Jehová. Mientras estaba tendido en su cama, pudo escuchar algunas de las sesiones de la asamblea. Los especialistas médicos sencillamente no podían creer que él pudiera mantener tan buen estado de ánimo. Robert decía: ‘Es la esperanza en el nuevo sistema que Jehová ha prometido lo que me sostiene.’ También persistía en la oración; clamaba al Altísimo por fortaleza para aguantar.

La misma promesa cambió la vida de Yuko, una joven del Japón. A la edad de 31 años, fue afectada por la enfermedad llamada kogenbyo, una enfermedad que endurece la piel y hace que el cuerpo vaya poniéndose seco y rígido como una momia, y ocasiona una muerte lenta según va esparciéndose. Al principio la mano derecha se le entesó y los dedos se le torcieron hacia arriba. Puesto que no se conoce ninguna cura para esta enfermedad, Yuko cayó en un estado de depresión extremada, especialmente porque pensaba en el futuro de sus tres hijos. Mientras estaba en el hospital, cayó en un estado anémico, y los músculos de la boca y la barbilla se le pusieron tan rígidos que ya no podía hablar con libertad. Fue necesario poner a Yuko a una dieta líquida.

Pero, ¿qué sucedió después que ella empezó a estudiar la Biblia? Le trajo gran consuelo aprender acerca del nuevo orden de Jehová en el cual la gente no enfermará ni se morirá. Yuko dice: “Por primera vez había encontrado una esperanza segura. Con el tiempo llegué a tener un fuerte deseo de expresar mis creencias a otros que estaban en una condición semejante a la mía, de modo que ellos también pudieran aprender a dejar todo en manos de Jehová. Por miedo a mi anemia, el doctor no quería que yo saliera y me expusiera al sol. Pero yo me sentía impelida a compartir con otros lo que había aprendido. ¿En qué resultó esto? No he tenido más problemas con la anemia. El salir a hablar con otros acerca de la Biblia me dio buen apetito, así que aumenté de peso. También, los músculos de mi boca comenzaron a moverse libremente. Cuando el doctor consideró la milagrosa mejora en la condición de mi salud, simplemente sacudió la cabeza asombrado, pues no entendía qué podía producir semejante cambio.”

Un joven que sufría de esclerosis múltiple experimentó una transformación similar. Se le había paralizado la mitad del cuerpo, y él pasaba el tiempo sentado en una silla de ruedas en una habitación privada en un hospital particular. Con una mano hacía funcionar la silla de ruedas, y la movía adelante y hacia atrás y hacia la derecha y hacia la izquierda. Puesto que había perdido toda esperanza, anhelaba morir. Sin embargo, después de un período de estudio bíblico con un testigo de Jehová, este hombre comenzó a interesarse más en la vida. Intentó caminar por medio de sostenerse en los muebles. Con el tiempo se hizo experto en el uso de un aparato que le ayudaba a caminar. En vez de continuar viviendo en el hospital particular, se mudó a su propio apartamento, comenzó a preparar sus propias comidas y hasta limpiaba su vivienda. En vez de continuar anhelando la muerte, este joven comenzó a anhelar el cumplimiento de las promesas bíblicas respecto a un mundo sin enfermedades.

Así, pues, hasta nuestro mismísimo día, el mensaje de la Biblia ha provisto consuelo y estímulo a personas de edad avanzada, a los enfermizos y a los que sufren por accidente o enfermedad. Al aprender a apoyarse en Jehová Dios para recibir fortaleza y hacer suya la esperanza que Él ofrece, muchas personas han podido aguantar gran angustia. ¡Qué excelente testimonio es esto a favor de que la Biblia es la fuente de consuelo que no falla!

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