“Paz entre los hombres que tienen su aprobación”
¡EL NACIMIENTO DE JESÚS FUE UN ACONTECIMIENTO DE ENORME IMPORTANCIA, PERO SOLO UN COMIENZO!
EN EL año 2 a. de la E.C., alrededor del primero de octubre, un hombre y su esposa habían viajado a Belén para registrase de acuerdo con un decreto emitido por César Augusto. La mujer estaba en estado avanzado de gravidez. “Mientras estaban allí, se le cumplieron a ella los días para dar a luz. Y dio a luz su hijo, el primogénito, y lo envolvió con bandas de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el lugar de alojamiento.”—Luc. 2:6, 7.
Muchas cosas que tuvieron que ver con este nacimiento fueron poco comunes, y un anuncio que se dio a este nacimiento también fue extraordinario: “También había pastores en ese mismo país que vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños. Y de repente el ángel de Jehová estuvo de pie junto a ellos, y la gloria de Jehová centelleó en derredor de ellos, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: ‘No teman, porque, ¡miren! les declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les nació hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David.’”—Luc. 2:8-11.
¡Estas eran noticias de tremenda importancia! Los judíos estaban a la mira de la venida del Mesías. ¿Realmente podían creer estos pastores que este bebé recién nacido era él? El ángel continuó diciendo: “Esto les servirá de señal: hallarán un nene envuelto ‘en bandas de tela y acostado en un pesebre.” De repente apareció una hueste de ángeles que alababan a Dios y declaraban: “Gloria en las supremas alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres que tienen su aprobación.” Los pastores se fueron apresuradamente a Belén... sabían que ésta era la ciudad de David, donde había de nacer el Mesías. Hallaron al bebé en el pesebre... la señal que les había dado el ángel. Así llegaron a ser testigos oculares del cumplimiento de la profecía respecto al nacimiento humano del Mesías. Llenos de alegría, los pastores volvieron a sus rebaños, glorificando y alabando a Dios.—Luc. 2:12-20, nota al pie de la página de la New World Translation; Miq. 5:2; Mat. 2:4-6.
Este nacimiento es el que muchas naciones celebran actualmente el 25 de diciembre. El hecho de que esa fecha no podría ser la fecha correcta lo manifiestan las siguientes palabras del Clarke’s Commentary respecto a Lucas 2:8:
“Los judíos tenían la costumbre de enviar sus ovejas a los desiertos, alrededor de la pascua, y traerlos de vuelta al comienzo de la primera lluvia: durante el tiempo que estaban afuera, los pastores las vigilaban noche y día. Puesto que la pascua ocurría en la primavera, y la primera lluvia empezaba a principios del mes de Marchesvan, que corresponde a parte de nuestros octubre y noviembre, colegimos que se mantenía a las ovejas al raso durante todo el verano.”
Ningún rebaño estaría a campo raso de noche en.diciembre, de modo que el Comentary concluye:
“Es precisamente por esta razón que se debe abandonar la idea de la natividad en diciembre.”
Es posible llegar a una fecha más exacta para el nacimiento de Jesús que simplemente calculando el tiempo en que los pastores pasaban la noche a campo raso con sus rebaños. Jesús empezó su ministerio cuando cumplió 30 años de edad; continuó en él por tres años y medio, cuando se le dio muerte en el madero de tormento a la edad de 33 1/2 años.a El medio año significa que su nacimiento tendría que haber ocurrido seis meses antes de una pascua, o en el otoño, alrededor del 1 de octubre. Sin embargo, el hecho de que no se da la fecha exacta del nacimiento de Jesús indica que no se espera que los cristianos lo celebren. Su nacimiento solo fue el principio.
SU MUERTE ES MÁS IMPORTANTE
“Mejor es el fin de un asunto posteriormente que su principio.” (Ecl. 7:8) De seguro esto fue cierto en el caso de la vida de Jesús aquí en la Tierra. Jesús mismo consideró que el suceso importante que debería conmemorarse era su muerte, no su nacimiento. Su muerte señaló la conclusión acertada del propósito por el cual Jehová envió a Jesús a la Tierra. Por la muerte de Jesús se proveyó un rescate para toda la humanidad redimible. Por su muerte Jesús mantuvo su integridad bajo las pruebas más severas y probó que Satanás es mentiroso. Por su muerte consiguió el reino que acabará con la iniquidad e introducirá paz duradera. En Filipenses 2:5-11 se describe la buena disposición que manifestó Jesús en cuanto a dejar el cielo, venir a la Tierra y padecer una muerte de sacrificio, y después su ensalzamiento al poder del reino:
“Retengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a un arrebatamiento, a saber, que debiera ser igual a Dios. No, antes bien se despojó a sí mismo y tomó la forma de esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, hallándose en estilo de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. Por esta misma razón también Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.”
Jesucristo llega a ser el Príncipe de Paz de quien se habla en Isaías 9:6, y como rey de justicia de Jehová introducirá las condiciones de paz que se describen en Salmo 72:6, 7: “Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada, como chaparrones copiosos que mojan la tierra. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.” Por lo tanto, fue apropiado que el ángel que anunció el nacimiento de Jesús a los pastores se haya referido a él como aquel que traería “paz entre los hombres que tienen su aprobación.” Todo esto nos aclara el hecho de que la muerte de Jesús es lo de importancia. Su nacimiento fue necesario como preludio de su muerte, pero su muerte fue lo que logró tanto y merece conmemoración. Por eso la fecha de su nacimiento ni siquiera está registrada, pero la fecha de su muerte es conocida y se manda recordarla.—Luc. 22:7, 19, 20.
“LOS HOMBRES QUE TIENEN SU APROBACIÓN”
Jehová prohíbe el que uno mezcle la adoración de él con la que se da a dioses demoníacos. “No has de celebrar un pacto con ellos ni sus dioses,” dijo él a su pueblo Israel. “No deben ellos morar en tu tierra, para que no te hagan pecar contra mí. En caso de que sirvieras a sus dioses, eso llegaría a ser un lazo para ti.” (Éxo. 23:32, 33; 1 Sam. 5:1-4) Se repite esta restricción a los cristianos: “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial?”—2 Cor. 6:14, 15.
El artículo anterior mostró las raíces no cristianas de la Navidad. Se funda en la adoración del Sol que muchos pueblos de la antigüedad practicaban. Hasta se remeda o parodia la obra de rescate y reconciliación que la muerte de Jesús logró. Como mediador, Jesús resucitado reconcilia a la humanidad pecaminosa con Dios. El muérdago que se usa en las costumbres relacionadas con Navidad es la representación pagana de un mesías falso que reconcilia al hombre con Dios. La obra The Two Babylons (Las dos Babilonias), de Hislop, comenta sobre esto y sobre el beso que los celebrantes de algunos países acostumbran darse bajo el muérdago:
“Considere el lector la práctica singular de besarse bajo una rama de muérdago que todavía se observa en el Sur en Nochebuena. En la superstición druídica, que, como hemos visto, provino de Babilonia, esa rama de muérdago era una representación del Mesías, ‘El hombre la rama.’ Se consideraba el muérdago como una rama divina... una rama que había venido del cielo, y crecido sobre un árbol que brotó de la tierra. Así, al injertarse la rama celestial en el árbol terrestre, el cielo y la Tierra, que habían sido separados por el pecado, fueron unidos, y así la rama del muérdago llegó a ser el símbolo de la reconciliación divina con el hombre, ya que el beso es el símbolo bien conocido de perdón y reconciliación.”—Págs. 98, 99.
Los hombres y mujeres que tienen la aprobación de Jehová y por lo tanto disfrutan de la paz que él ha prometido evitan las celebraciones paganas, aunque éstas estén disfrazadas y se les dé la apariencia de honrar el nacimiento de Jesús. Además, la grosera comercialización de la Navidad es una descarada violación del espíritu de Jesús.
EL DAR EN NAVIDAD CONTRA EL DAR CRISTIANO
Vez tras vez se oyen lamentos por el aspecto comercial de la Navidad, pero algunos insisten en que el mucho dar que se efectúa durante esa época sirve de compensación. Esto da al día festivo un sabor cristiano, puesto que Jesús dio mucho énfasis al asunto de dar. Eso es lo que se alega. Sin embargo, en muchos casos se trata más bien de un intercambio de regalos, de esperar algo de vuelta de la persona a quien uno ha hecho un regalo. Si el que da un regalo no recibe uno de vuelta, el nombre del que dejó de corresponder se elimina de la lista de Navidad y no se le envía un regalo el año siguiente. Esto es precisamente contrario al proceder que Cristo Jesús recomendó. Él nos indicó el espíritu correcto con estas palabras:
“Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos. Quizás alguna vez ellos también te inviten a ti en cambio y esto llegue a ser tu pago correspondiente. Pero cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás feliz, porque ellos no tienen con qué pagártelo. Pues se te pagará en la resurrección de los justos.”—Luc. 14:12-14.
Se refleja el mismo espíritu en el consejo que se da en Proverbios 19:17: “El que está mostrándole favor al de condición humilde le está prestando a Jehová, y Él le pagará de vuelta su trato.” Tanto este texto como el que se citó precisamente antes muestran que Jehová paga o recompensa. Tal vez la persona a quien usted da algo también quiera darle algo a usted. No hay nada malo en esto, pero el punto es éste: el motivo de usted al dar no es recibir un regalo de vuelta. Quizás su dar estimule una acción correspondiente, como indicó Jesús: “Practiquen el dar y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes en cambio.” Aun así, usted da porque el dar le produce felicidad. “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Luc. 6:38; Hech. 20:35.
Practique el dar durante todo el año. Ese dar beneficia a otros. Le ocasiona felicidad a usted. Agrada a Jesús mucho más que el apartar un día de fiesta mundano en nombre de él para el intercambio de regalos. Y gana la aprobación de Jehová, quien pagará al dador alegre con paz bajo el reino de Dios mediante Cristo.
[Nota]
a Vea Aid to Bible Understanding, pág. 921, para la prueba bíblica de que su ministerio duró tres años y medio.