‘No juzgue a los demás’
Los humanos en su imperfección tienden a compararse unos con otros y a sacar conclusiones en cuanto a la valía de su semejante. Estas conclusiones suelen basarse en preferencia personal o gusto particular o recibir la influencia de una diversidad de antecedentes o educación.
Sin embargo, los cristianos verdaderos tienen que ejercer cuidado para no ver a otros desde un punto de vista incorrecto. Pablo, el apóstol cristiano, en una consideración sobre comer ciertos alimentos, estableció un principio que puede ayudarnos a mantener equilibrio en este importante aspecto de la vida. Escribió: “El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios ha recibido con gusto a ése.”—Rom. 14:3.
Jehová Dios recibe con gusto a todos los que se esfuerzan por hacer Su voluntad. Entonces, ¿por qué debería algún humano despreciar a otros o juzgarlos sobre la base de lo que hagan en cuanto a lo personal? En el caso que se considera, el que comía carne con conciencia tranquila quizás haya tendido a despreciar al que no comía, por considerar a éste como demasiado escrupuloso, extremista. Por otra parte, e incorrectamente, el que no comía quizás juzgara como violador de leyes o pecador al que comía carne. El cristiano que se mantiene equilibrado en estos aspectos de la vida —ya sea en lo referente a comida y bebida, diversión, ropa o cosas semejantes— se da cuenta de que él es simplemente un siervo o esclavo de Dios y que, como tal, no tiene derecho a evaluar a los demás sobre la base de sus propias opiniones privadas. Por eso, en cuanto a cosas que tienen que ver con selección o preferencia personal, no desprecia a sus compañeros de creencia ni los juzga como malhechores.