BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w81 1/2 págs. 3-5
  • ¿Hasta qué punto iría usted en salvar las apariencias?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Hasta qué punto iría usted en salvar las apariencias?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • LO QUE LA GENTE HACE POR LAS APARIENCIAS
  • UNA TENDENCIA MUNDIAL
  • El punto de vista equilibrado del salvar las apariencias
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
  • Rostro
    Ayuda para entender la Biblia
  • Evite la trampa de salvar el prestigio
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1967
  • Rostro
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
w81 1/2 págs. 3-5

¿Hasta qué punto iría usted en salvar las apariencias?

¿PUEDE usted ver la relación entre cometer haraquiri y no querer ser menos que el vecino? ¿Puede ver la relación entre contraer grandes deudas para tener una espléndida ceremonia religiosa y rehusar admitir derrota en una discusión? La relación es que en cada uno de estos casos el motivo que está envuelto probablemente es el deseo de salvar las apariencias.

¿Qué quiere decir salvar las apariencias? Si pensamos en las apariencias como la “cara” o “faz” figurativa que presentamos ante otros, viene al pensamiento la connotación de “honor” que tiene en chino la palabra para “cara.” Por lo tanto, el salvar las apariencias significa “el que uno proteja su honor, o dignidad,” especialmente cuando estas cosas se ven amenazadas por la “vergüenza.” ¿Es incorrecto hacer eso? Bueno, el conservar la dignidad no es necesariamente incorrecto. Cuando Jesús nos mandó ‘amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos,’ dio a entender que habría cierto grado de interés en uno mismo. (Mat. 22:39) El que tengamos un sentido de dignidad nos ayuda a permanecer limpios, a ser confiables y honrados. ¿A quién le gustaría que lo consideraran como persona baja, indigna de confianza y deshonesta?

Sin embargo, el salvar las apariencias va más allá de eso. Da a entender que nuestra reputación u honor es el asunto más importante de todos. Por ejemplo, en el Japón, según un observador, “la vergüenza ocupa un puesto de autoridad . . . como el que ocupan en la ética occidental una ‘conciencia limpia,’ ‘el disfrutar del favor de Dios’ y el evitar el pecado.” Para evitar la vergüenza, o salvar las apariencias, la persona estaría dispuesta a hacer sacrificios, tal como el cristiano haría sacrificios para mantener una conciencia limpia. En el Japón hubo un tiempo en que algunas personas hasta cometían haraquiri, una forma muy desagradable de suicidio, cuando se veían amenazadas de sufrir vergüenza. ¿Llegaría usted hasta tal extremo para salvar las apariencias?

LO QUE LA GENTE HACE POR LAS APARIENCIAS

En el Oriente, algunas personas todavía se suicidan cuando les parece que su “cara” u honor se ven amenazados, aunque usualmente ya no lo hacen por medio de cometer haraquiri. También hacen otros sacrificios. En un día de banquete budista, en algunas partes, es común que las familias gasten en una sola comida ceremonial el dinero que han separado para el alimento de toda la semana, a fin de no quedar mal ante sus vecinos. En otros lugares, puede ser que un hombre invite a un visitante a comer en uno de los restaurantes más costosos de la ciudad para agasajarlo. El que invita probablemente no puede darse el lujo de pagar por todo esto, y también pudiera ser probable que el visitante prefiriera comer en la casa. Pero el anfitrión cree que tiene que hacer esto para salvar las apariencias.

En cierto país hay la costumbre de que el hombre que da a su hija en matrimonio debe proveer una casa amueblada para los recién casados. El padre queda con buena “cara” si la amuebla muy bien. Por eso, algunos individuos contraen una deuda considerable para hacer esto. Usualmente el novio ofrece una dote por su nueva esposa. Para quedar bien, puede ser que el joven también contraiga deudas a fin de dar una dote grande. Sin embargo, el padre de la novia, que posiblemente ya se haya metido en alguna deuda después de haber proporcionado el hogar amueblado, probablemente le devuelva la dote. No le gustaría adquirir una mala “cara” o apariencia al aceptar el dinero.

¿Iría usted a tales extremos para salvar las apariencias? Muchos lo hacen. También hay otras maneras en que puede afectar a alguien el deseo de salvar las apariencias. En un país oriental suele suceder que cuando alguien desea hacerse cristiano se le acusa de haber hecho que su familia haya perdido prestigio o “cara” al “unirse a una religión occidental.” Por supuesto, el cristianismo no es una “religión occidental,” pero así es como lo ven allí. Aunque no queremos ofender innecesariamente, es obvio que no es sabio que nos contengamos de hacer lo que sabemos que es correcto por tomar en cuenta las apariencias.

UNA TENDENCIA MUNDIAL

La tendencia a querer salvar las apariencias no se ve sólo en el Oriente; tiene alcance mundial. Piense, por ejemplo, en el asunto de “no querer ser menos que el vecino.” Considere el caso de un hombre que es dueño de un automóvil que se ajusta perfectamente a sus necesidades. Un día, su vecino compra un automóvil nuevo y costoso. El hombre, que anteriormente estaba muy contento con su vehículo, ahora despliega descontento. ¿Por qué? Su automóvil le da vergüenza. El automóvil nuevo del vecino hace que el suyo se vea viejo. Por eso, él se compra un automóvil nuevo, que no necesita y que no puede darse el lujo de tener. Su motivo, el sentir vergüenza ante sus vecinos, es bastante parecido al que impulsaba a ciertos orientales a cometer haraquiri.

Considere este otro aspecto del asunto: ¿se ha enojado usted alguna vez cuando alguien le ha dado un consejo o alguna corrección? ¿Pensó para sus adentros: “¡Eso no es justo! ¿Quién es él, de todos modos, para que me esté criticando? ¡Él mismo no es nada tan grande, tampoco!” Usted se estuvo justificando. ¿Por qué? Porque le habían herido su amor propio u honor.

A veces, puede ser que alguien haga un gran sacrificio en su esfuerzo por salvar las apariencias. Pudiera ser que hubiera cometido un pecado serio. No tiene el valor de admitirlo ante otros para que el asunto quede aclarado. De todos modos, cuando sale a la luz la mala acción y cristianos maduros consideran el asunto con esa persona, ella niega todo el asunto. Por vergüenza o terquedad, hasta está dispuesta a separarse de la congregación cristiana, y así poner en peligro su relación con el Creador y su esperanza de vida eterna. ¿Iría usted a tal extremo para salvar las apariencias?

Además, ¿qué hay si alguien peca contra usted? ¿Se le hace fácil a usted perdonar, o exige usted que se haga “justicia”? Hay ocasiones en que un cristiano quizás cometa un pecado contra otro. La persona ofendida lleva el caso a los ancianos de la congregación, y éstos censuran y restauran al pecador. Pero la víctima del pecado no puede olvidar el asunto. Le parece que los ancianos no fueron lo suficientemente severos y que no reconocieron la gravedad del daño personal que se le hizo. ¿Por qué piensa esa persona de esa manera? ¿Pudiera ser que para ella su sentido de amor propio herido fuera más importante que la restauración de un hermano que ha errado? En otras palabras, ¿exige su apariencia u honor que se haga sufrir al que ha pecado?

Pudieran mencionarse muchos otros ejemplos. ¿Ha conocido usted alguna vez a alguien que haya rehusado admitir que se ha equivocado, aun cuando los hechos están clarísimos para todos los demás? ¿O conoce usted a alguien a quien le disguste aceptar sugerencias, que se sienta herido y ofendido cuando otros no aceptan una sugerencia que él ofrece, o que sea testarudo e inmovible en sus opiniones? ¿Conoce usted a alguien que se sienta excesivamente orgulloso de su trabajo prestigioso o de su educación universitaria, o, al contrario, a alguien que se avergüence por no haber tenido tal educación? Todas estas características pueden ser indicios de que alguien se preocupa por su “cara” u honor personal, las apariencias. Por lo tanto, el cristiano hace bien en preguntarse: “¿Hasta qué extremo iría yo para salvar las apariencias? De hecho, ¿cuál debería ser mi punto de vista en este asunto de salvar las apariencias?”

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir