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  • ¿Quién, solo, es leal?

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  • ¿Quién, solo, es leal?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 1/12 págs. 8-9

¿Quién, solo, es leal?

¡LA PERSONA más sobresaliente de todo el universo, respecto a la cualidad de lealtad, es el Creador mismo! De él emana esta cualidad en todas sus criaturas inteligentes. Personas que estiman altamente la lealtad pueden esperar que El ejerza lealtad en los tiempos en que ellas se encuentren en necesidad. Por eso, sin presuntuosidad, el siervo del patriarca Abrahán, antecesor de reyes, apeló a Jehová como el Dios de su amo para que Jehová desplegara Su amor leal. (Génesis 24:14) Mientras todavía no había alcanzado el reinado sobre Israel, David, descendiente de Abrahán, se expresó por propia experiencia y dijo en un salmo dirigido a Jehová: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad.” (2 Samuel 22:26; Salmo 18:25) Además, el profeta Moisés, quien en la nación de Israel fue representante del Rey celestial, Jehová, magnificó la cualidad de lealtad ejercida para con Jehová Dios cuando bendijo a la tribu sacerdotal de Leví y dijo:

“Tu Tummim y tu Urim pertenecen al hombre que te es leal [Leví], a quien pusiste a prueba en Masa. Empezaste a contender con él junto a las aguas de Meriba, el hombre que dijo a su padre y su madre: ‘No lo he visto.’ A sus hermanos mismos no reconoció, y a sus hijos no conoció. Porque ellos [los levitas] guardaron tu dicho, y tu pacto continuaron observando.”—Deuteronomio 33:4, 5, 8, 9.

Sin vacilación el profeta Moisés pudiera haberse unido a los que cantaron una canción que fue compuesta más de 1.600 años después, intitulada “la canción de Moisés el esclavo de Dios y la canción del Cordero [Jesucristo],” cuya letra dice: “Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal? Porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus justos decretos han sido manifestados.”—Revelación 15:1-4.

El salmista David estimó del mismo modo esas cualidades divinas, porque escribió: “Jehová es justo en todos sus caminos y leal en todas sus obras.” (Salmo 145:17) Jehová como Juez Supremo se encargará de la causa de los que le adoran y sirven, tal como se informa que un ángel le dijo: “Justo eres tú, El que eres y que eras, el Leal, porque has dado estas decisiones.”—Revelación 16:4, 5.

En el lenguaje del profeta Moisés y el salmista David la palabra hebrea para “lealtad” que estamos considerando contiene la idea de bondad, de mostrarse amorosamente bondadoso. Algunos traductores de la Biblia prefieren verter la palabra hebrea (hhesed) como “bondad amorosa.” Es una manera bondadosa de considerar los asuntos cuando vemos la lealtad como una bondad, como algo que toma en cuenta ciertas cosas que no deben ser pasadas por alto, de modo que la lealtad no es algo frío, algo simplemente basado en la ley o justicia. Es una cualidad personal que tiene como fuerza movedora el amor y el aprecio.

Recordamos que cierto gobernante de la tierra de Canaán vio que el Dios verdadero estaba con Abrahán, quien estaba residiendo allí temporalmente, y por esto vino a Abrahán y le dijo: “Júrame aquí por Dios que no me resultarás falso a mí, ni a mi prole, ni a mi posteridad; que, conforme al amor leal con que yo he tratado contigo, tú tratarás conmigo y con la tierra en la cual has estado residiendo como forastero.” (Génesis 21:22, 23) Recordamos también que, cuando Abrahán posteriormente envió a su siervo Eliezer a conseguir una esposa para su amado hijo Isaac, este siervo oró a Jehová Dios y dijo: “Esta [la mujer que he descrito] es la que tienes que asignarle a tu siervo, a Isaac; y mediante esto déjame saber que has ejecutado amor leal para con mi amo.”—Génesis 24:14.

¿Lealtad a qué?

El patriarca Abrahán llevó a cabo lo que juró hacer a aquel gobernante de la tierra de Canaán, y Jehová Dios ejecutó lo que el siervo de Abrahán, Eliezer, le pidió en oración, y proveyó la esposa apropiada para Isaac. Sin embargo, por encima de todas las demás cosas, ¿a qué es leal Jehová, el Dios Altísimo? Es a su reino, a su propia dignidad real, porque él es correctamente el Soberano sobre todo el universo creado por él. El no puede negarse en cuanto a lo que en realidad es. En cumplimiento de su pacto inalterable con Abrahán, él llegó a ser Rey sobre la línea especial de descendientes de Abrahán, la nación de Israel, especialmente cuando Dios los libró de la esclavitud en la tierra de Egipto y los introdujo en la Tierra Prometida en 1467 a. de la E.C. Entonces por 350 años Jehová les dio representantes visibles de él en la forma de jueces hasta los días del juez Samuel. Cuando la madre de Samuel, Ana, lo presentó para el servicio sagrado de Dios en Su santo tabernáculo en Silo, expresó una profecía que señalaba a un futuro rey visible sobre la nación de Israel, al decir: “Jehová mismo juzgará los cabos de la tierra, para dar fuerza a su rey, para ensalzar el cuerno de su ungido.”—1 Samuel 2:10.

Durante aquellos días del juez Samuel los israelitas pidieron un cambio de gobierno sobre ellos. Exigieron lo siguiente del juez Samuel: “Danos un rey que nos juzgue.” Esto no solo fue desagradable a Samuel, sino también a Jehová Dios. El dijo a Samuel: “No es a ti a quien han rechazado [como juez], sino que es a mí a quien han rechazado de ser rey sobre ellos.” (1 Samuel 8:1-7) Dios les otorgó tener un rey humano visible, Saúl el hijo de Cis. No obstante, Dios no renunció a su soberanía sobre ellos. En conformidad con el propósito de su pacto, él resultó leal a su gobernación real invisible, celestial, sobre su pueblo escogido. El segundo rey humano de ellos fue un hombre que había sido pastor, David, el hijo de Jesé del pueblo de Belén, en Judá.

¿Cómo empezó a destacarse dicha lealtad durante el reinado de David? ¿Qué prefiguró aquello? ¿Y cómo nos afecta a nosotros hoy día la cuestión de la lealtad? El siguiente artículo contestará estas preguntas.

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