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  • Una obra refrescante
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 15/12 págs. 8-11

Una obra refrescante

EL LETRERO que había en cierto solar de Dunwoody, suburbio de la ciudad de Atlanta, Georgia (E.U.A.), anunciaba que la fecha de construcción del Salón del Reino era la siguiente: “23 y 24.” Al ver estas dos fechas las personas comentaron: “¿Es que no pueden decidir si empezarán el 23 o el 24?” Las personas simplemente no podían entender que el letrero quería decir: La construcción del Salón del Reino empezará el día 23 y terminará el día 24. Sin embargo, lo que ha llegado a llamarse un milagro de dos días sucede casi todos los meses en todas partes de los Estados Unidos.

El sábado, al rayar el alba en Dunwoody, se colocaron estratégicamente montones de materiales de construcción sobre una base de hormigón de 390 metros cuadrados que se había preparado de antemano. Ben Kelley, quien había supervisado la preparación de la base, indicó que se había colocado cada artículo en un lugar específico para poder utilizarlo rápidamente cuando se necesitara. “Noten los paneles de cartón yeso,” dijo él. “Están amontonados exactamente en el centro, donde estará el auditorio. Construiremos alrededor y por encima de éste, pero, cuando llegue el momento, los paneles de cartón yeso estarán precisamente en el lugar donde los necesiten los encargados de colocarlos.”

Mientras él hablaba, en la cocina móvil se servía desayuno —a las 6 de la mañana— a trescientos trabajadores voluntarios.

Se levantan las paredes en cuestión de minutos

Se comenzó a trabajar a las 6:55 de la mañana. Todos los obreros rodearon el fundamento de hormigón como un equipo consolidado, trabajando como constructores de paredes. Los martillos empezaron a resonar. Se armaron las paredes con montantes cortados de antemano. En unos cuantos minutos se levantó la primera pared. Luego la segunda. Después la tercera. Y finalmente la cuarta pared. El perímetro del salón había sido levantado en cuestión de minutos, y en poco tiempo los montantes de 5 cm. 15 cm. estuvieron cubiertos con paneles de madera contrachapada y paneles de material aislante negro. El resonar de los martillos fue disminuyendo a medida que las cuadrillas de obreros dejaban de levantar paredes para reagruparse en cuadrillas más pequeñas... de electricistas, ebanistas, fontaneros, albañiles, jardineros, y así por el estilo. A cargo de cada cuadrilla había un dirigente que se comunicaba con otros por medio de un radioteléfono portátil que llevaba en el cinturón.

Una cuadrilla para la instalación de materiales aislantes, compuesta mayormente de mujeres, cubría las paredes interiores con láminas de lana de vidrio. Hombres fuertes luchaban con armazones flexibles que habrían de colocarse en el techo y las cargaban hacia un extremo de la obra. Los tabiques eran levantados. El vestíbulo, los cuartos de baño, la biblioteca, los cuartos para la literatura, la plataforma y el auditorio grande mismo con diseño semiovalado... todo esto iba tomando forma. De algún modo, las diferentes cuadrillas de obreros se entrecruzaban al ir efectuando su labor sin estorbar mucho la labor de las demás.

“He aquí lo que hace que el sistema sea eficaz,” explicó Stanley Peck. Este, quien es constructor y ministro testigo de Jehová, había perfeccionado este método de construcción con la ayuda de un cuerpo de constructores Testigos de los estados centrales de los Estados Unidos. “En primer lugar,” dijo él, “el sistema saca partido del hecho de que tengamos muchos obreros voluntarios, y de que haya suficientes artesanos hábiles y supervisores que puedan aprovechar la ayuda ilimitada de los obreros.” No obstante, ¿cómo se coordina la actividad de trescientos obreros en una sola obra? “La gente siempre nos hace esa pregunta,” contestó Peck. “Tal vez esto pueda lograrse en una colmena de abejas, o en una colonia de hormigas. Pero, ¿entre seres humanos? No se podría lograr a menos que los trabajadores sean obreros dedicados de Jehová. Verdaderos artesanos se encargan de cada cuadrilla y cada cuadrilla está bajo la dirección de un supervisor. Este arreglo se parece al que existe en la congregación cristiana, donde Dios equipa a algunos con ‘habilidades para dirigir y a otros para desempeñar servicios de ayudar.’”—1 Corintios 12:28.

Debe agregarse que el edificar semejante salón de reunión no podría efectuarse tan rápidamente en cualquier sitio ni en todo lugar. Como se puede ver, se requiere más que solo personas con buena disposición. Se requiere que haya artesanos hábiles y experimentados en la clase de planificación, preparación y coordinación que se necesita para realizar este tipo de construcción. También se necesita mucha cooperación de las autoridades de la comunidad y de los inspectores de edificios.

“¡Parece un hormiguero lleno de actividad!”

Tan rápidamente iba levantándose la armazón del salón en el terreno de dos acres que para mediados de la mañana los transeúntes asombrados empezaron a comprender el significado de la fecha de construcción de dos días. Los albañiles estaban montando el andamiaje; las cuadrillas auxiliares preparaban los ladrillos y la argamasa. Los carpinteros y los techadores trabajaban como hormigas en torno a ellos. Los albañiles se las arreglaron para trabajar alrededor y debajo de éstos, y a veces entre las piernas de los acabadores que revestían los aleros. Mientras tanto los que instalaban el sistema acondicionador de aire pasaban las líneas de transmisión eléctrica por entremedio de las demás cuadrillas. Cerca de cien obreros forraban el techo, desplegando rollos de fieltro, cargando pesados montones de tejas y colocándolas.

En tierra había una cantidad aún mayor de obreros que iban de aquí para allá afanosamente. Algunos cargaban materiales de construcción adonde los necesitaran. Las cuadrillas encargadas de construir la verja estaban atareadas. Los jardineros transformaban el terreno sembrando césped, arbustos y cuadros de flores. Grupos de jóvenes y personas de edad avanzada iban de aquí para allá recogiendo toda basura que veían... clavos doblados, recipientes desechados, pedazos de madera sueltos. No se permitía que hubiera basura esparcida ni nada que estorbara el progreso de algún obrero en su trabajo. Y desde el principio el departamento ambulante de refrescos —muchachas y muchachos de dos en dos— circulaba por todo el proyecto con bocadillos y refrescos. Al observar el proyecto, alguien dijo: “¡Parece un hormiguero lleno de actividad!”

Se considera que el primer día ha sido un éxito si para el fin de este día los instaladores del cartón yeso pueden comenzar a trabajar. Estos trabajadores tienen que esperar hasta que se hayan colocado los montantes, el material aislante y las vigas del techo. Entonces trabajan hasta el anochecer, clavando las pesadas planchas de yeso. Antes del mediodía del segundo día hay que aplicar a estas superficies una argamasa que seque en poco tiempo, lijarlas y pintarlas o empapelarlas. Entonces todo trabajo cesa y la congregación celebra su primera reunión en el nuevo Salón del Reino. Al momento de celebrarse la reunión en Dunwoody, aún no se había instalado la alfombra, de modo que trescientas personas se sentaron en el piso de concreto y otras doscientas se acomodaron fuera del edificio para asistir al estudio semanal de La Atalaya.

“Tenemos visitantes de Virginia y de Florida,” comentó Charles Leibensperger, secretario del comité de construcción. “Algunos de ellos tienen planes de construir salones. Quieren ver cómo se hace. Ahora que Stan Peck ha venido y nos ha organizado, podemos empezar a hacer planes para ayudarles.” Peck explicó: “Hemos establecido un arreglo para que alguien con experiencia repase lo que ellos tengan planeado y lo que hayan organizado tocante a personal. Entonces se hacen arreglos para que dos o más veteranos en esta clase de obra trabajen con el comité de construcción a fin de organizar todo y revisar la lista de materiales de construcción; también, uno o más de nosotros hace arreglos para estar presente durante los dos días de la edificación.” Ninguno de los que participan en esta obra recibe dinero por su trabajo.

Al final del segundo día de la construcción en Dunwoody, un grupo de personas se detuvo fuera y contempló el salón, en un lugar donde no había ninguno a principios del día anterior, y uno de los Testigos comentó: “Así opera el espíritu de Jehová para realizar obras como ésta. Es sencillo. Los del pueblo de Jehová responden a Su espíritu. Cooperan para realizar una causa común. Hacen todo, no por ganancia personal, sino por amor a sus hermanos y a su Dios. ¿No son éstos los dos grandes mandamientos que se registran en Marcos 12:28-31: ‘Amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas,’ y ‘amar a tu prójimo como a ti mismo’?”

[Fotografía en la página 9]

Con una cuadrilla de obreros como ésta se puede construir un Salón del Reino en dos días

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