Ponderando las noticias
Generalización de las obscenidades
La revista U.S. News & World Report dice que el habla obscena ha llegado a ser parte del modo de vivir “normal”. En un artículo intitulado “Las malas palabras reciben aceptación pública” se declara: “Las palabrotas han salido de los bares y de los cuarteles, y uno puede oírlas y verlas en casi todo lugar... en conversaciones en los restaurantes, en letreros pegados a los parachoques, en los vítores que se gritan en los sucesos deportivos, en la televisión y en los cines. Muchos peritos consideran irreversible la tendencia”.
¿A qué se debe el aumento vertiginoso en el uso de palabrotas? En el artículo se cita a Reinhold Aman, erudito lingüístico, quien señala a los años sesenta y setenta cuando se derrumbaron las normas sociales y se dejó de respetar las instituciones tradicionales. Dice: “Lo que al principio se suprimía, de repente estalló. Entonces todo idiota empezó a jurar sin motivo alguno. Los niñitos blasfeman. De repente las personas de categoría consideran muy elegante hacerlo”.
Algunos peritos atribuyen el rápido aumento de la obscenidad a la generación egocéntrica concentrada en el “yo”. “La gente está descubriendo la falsedad de su vida, que no sacan de ella satisfacción, y están airados”, comenta Thomas Cottle, conferenciante sobre siquiatría en la Universidad de Harvard. “Detrás de esta ira, espera escondida la agresividad”, la cual él considera peligrosa para la sociedad.
El artículo sigue diciendo: “Los peritos explican que el decir palabrotas es una manera de descargar las emociones que la frustración ha intensificado”. Pero ¿es ésta la manera correcta de hacerlo? “Estén airados, y no obstante no pequen”, aconseja la Biblia, por medio de evitar el “habla injuriosa” y el “bromear obsceno” y por medio de reemplazar esa conducta con “todo dicho que sea bueno para la edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes”. (Efesios 4:26, 31; 5:4; 4:29.)
Los corajudos corren el riesgo de ataques al corazón
“Parece que la furia que expresamos a otros nos azota de vuelta y nos hiere el músculo cardíaco”, dijo un número reciente de la revista American Health. “Hay gran probabilidad de que en la rutina de nuestra vida, la ira que desperdiciamos en las trivialidades, en los embotellamientos del tráfico y en formar cola para obtener boletos, y el ‘impulso de matar’ que surge tan común y neciamente, tengan efecto en las víctimas a las que menos tenemos la intención de afectar... nosotros mismos”. Este efecto contrario que producen en la persona la ira no controlada y la hostilidad se ve como el factor principal que lleva a la enfermedad coronaria del corazón, según el médico Ray H. Rosenman, cardiólogo de San Francisco. Él y otros tres investigadores hallan la ira entretejida, como rasgo común, entre todas las características mortíferas relacionadas con la enfermedad cardíaca.
Además, el artículo declara que el dominar uno sus emociones podría ser tan importante para evitar los ataques cardíacos como el hacer ejercicios y atenerse a una dieta. Por lo tanto, va amontonándose cada vez más prueba procedente de la comunidad médica en apoyo del dicho proverbial: “Vida de los cuerpos es un corazón reposado”. “Un corazón apacible es la vida del cuerpo”. (Proverbios 14:30, Cantera-Iglesias, Levoratti-Trusso.)
¿Qué se puede decir acerca de la idea de que le sea saludable a uno descargar su ira? El artículo notó lo siguiente: “No hay más razón para decir que el descargar uno su furia reduzca los malos efectos de ésta, que el afirmar que el ocultar la furia los mitigue”. Además, la ‘cólera, la ira y la gritería’, que son características de los corajudos, no solo son malas para la salud de la persona, sino, de más importancia, no tienen lugar entre los cristianos verdaderos. (Efesios 4:31.)
Los Testigos predican en Rusia
Cristo advirtió a sus seguidores que al obedecer el mandato que les dio de ‘predicar las buenas nuevas del reino de Dios en toda la tierra’, algunas personas los ‘perseguirían y entregarían a las prisiones’. No obstante, la proclamación del mensaje del Reino seguiría adelante aun en países como la Unión Soviética, donde el periódico Sovietskaya Kirghizia se quejó de que desde los años cuarenta los testigos de Jehová han estado predicando de un modo “sumamente clandestino”. (Mateo 24:14; Lucas 21:12.)
En Rusia, se arresta a los Testigos que se hallan predicando. Por ejemplo, Sovietskaya Kirghizia informó que un testigo de Jehová recibió una sentencia por haber distribuido tratados religiosos en la república soviética de Kirghizia. Según el informe, hallaron al Testigo conduciendo un automóvil que llevaba planchas clisadas y centenares de folletos religiosos publicados por los Testigos. Pero, sea que el mensaje tenga buena acogida o no, ‘las buenas nuevas tienen que predicarse’. (Marcos 13:10.)