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  • La carta de Pablo a los gálatas... mensaje de buenas nuevas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 1/5 págs. 28-30

La carta de Pablo a los gálatas... mensaje de buenas nuevas

DESPUÉS de los saludos de apertura, el apóstol Pablo escribió a los gálatas: “Me maravillo de que ustedes se estén alejando tan pronto de Aquel que los llamó [...] y yendo a otra clase de buenas nuevas”. Y poco después exclamó: “Oh gálatas insensatos, ¿quién es el que los puso a ustedes bajo influencia mala?”. (Gálatas 1:6; 3:1.)

¿Por qué estaba Pablo tan molesto con los gálatas? ¿Quiénes eran ellos, y cómo los conoció Pablo? ¿Cuál fue el mensaje de buenas nuevas que él compartió con ellos? Y ¿por qué es de valor práctico para nosotros hoy día?

El pueblo y su problema

Los gálatas eran principalmente un pueblo indoeuropeo de origen celta procedente de la Galia. Pero entre ellos también había personas de otras nacionalidades. La provincia romana de Galacia se componía de por lo menos cuatro ciudades que se registran en la Biblia: Iconio, Listra, Derbe y Antioquía de Pisidia. Pablo las había visitado durante su primer viaje misional, y en estos lugares se habían establecido congregaciones (Hechos 13:14–14:23). El joven Timoteo era uno de los cristianos primitivos de Galacia. (Hechos 16:1, 2.)

Después que Pablo cruzó Galacia en su primer viaje misional, el cuerpo gobernante de apóstoles y hombres de mayor edad se reunieron en Jerusalén en 49 E.C. y tomaron la decisión de que no era preciso que los cristianos se circuncidaran (Hechos 15:1-29). Después de esta reunión, Pablo y Silas comunicaron este rasgo de las buenas nuevas a las congregaciones de Galacia. (Hechos 16:1-6.)

No obstante, poco después Pablo se alarmó cuando oyó que ciertos gálatas insistían en que los cristianos se tenían que circuncidar. Estas personas eran judaizantes, que trataban de lograr que los cristianos gentiles se amoldaran a los rasgos de la ley mosaica. También estaban socavando la autoridad de Pablo como apóstol.

De modo que, para tratar esta situación desafortunada, Pablo escribió a los gálatas, y los instó así a que recobraran el juicio. Es posible que haya escrito la carta mientras aún efectuaba su segundo viaje misional, probablemente en Corinto, o poco después de llegar a Antioquía de Siria. Por lo tanto, la carta tal vez haya estado escrita para el otoño de 50 E.C. o, a más tardar, en 52 E.C.

Pablo le dice a los gálatas que aquellos judaizantes trataban de pervertir las buenas nuevas. Y, como dice Pablo, estas buenas nuevas son acerca de Cristo Jesús. Sí, son las buenas nuevas de la libertad que Cristo trae... libertad del cautiverio al pecado heredado, y también libertad del cautiverio a la ley mosaica. Por consiguiente, Pablo repite la advertencia de que si alguien, aun un ángel del cielo, declarara como buenas nuevas algo más allá de lo que él declaró como buenas nuevas, “sea maldito”. (Gálatas 1:7-9.)

Así, pues, ¿qué logra la carta de Pablo? En primer lugar, establece claramente su autoridad como apóstol. En segundo lugar, apoya hábilmente la decisión del cuerpo gobernante sobre el asunto de la circuncisión. Y contrasta las obras de la carne con el fruto del espíritu, a la vez que enfoca la atención en las obras que agradan a Dios.

Pablo defiende su apostolado

Al principio de la carta Pablo llama la atención a su autoridad, cuando dice: “Pablo, apóstol, ni de parte de hombres ni por medio de algún hombre, sino por medio de Jesucristo y por medio de Dios el Padre [...] Las buenas nuevas que fueron declaradas por mí como buenas nuevas no son cosa humana; porque ni las recibí de algún hombre, ni me fueron enseñadas, salvo por medio de revelación por Jesucristo”. (Gálatas 1:1, 11, 12; Hechos 22:6-16.)

Pablo hace un breve recuento de cómo anteriormente había sido prominente en el judaísmo, pero después de su conversión milagrosa mediante Cristo, había ido a declarar las buenas nuevas en Arabia y Damasco. Luego Pablo dice que visitó a Pedro en Jerusalén por quince días (en 36 E.C.). No fue sino hasta catorce años después, en 49 E.C., que Pablo regresó a Jerusalén para la reunión sobre el asunto de la circuncisión (Gálatas 1:13-24). Califica de “falsos hermanos” a los judaizantes, que promovían la circuncisión y trataban de ‘esclavizar’ a los cristianos fieles. Pero dijo: “No cedimos a manera de sumisión, no, ni por una hora, para que la verdad de las buenas nuevas continuara con ustedes”. (Gálatas 2:1-5.)

Cuando pensamos en ello, Pablo ciertamente nos dio un excelente ejemplo de humildad. Aunque Jesucristo personalmente lo seleccionó como apóstol, Pablo presentó al cuerpo gobernante las buenas nuevas que predicaba, reconociendo así la autoridad de este cuerpo. ¿Mostramos el debido respeto hoy día a los hombres que el Cuerpo Gobernante ha nombrado, y cooperamos con ellos en la predicación de las buenas nuevas?

Más tarde, Pablo ejerció su autoridad apostólica cuando resistió cara a cara al apóstol Pedro. Lo hizo porque Pedro había dejado de comer con unos cristianos gentiles por temor al hombre. Al poner al descubierto el error de Pedro, Pablo le preguntó: “Si tú, aunque eres judío, vives como las naciones, y no como los judíos, ¿cómo es que obligas a la gente de las naciones a vivir conforme a la práctica judía?”. (Gálatas 2:11-14.)

La fe es superior a las obras de la Ley

Al instar a los gálatas a recobrar el juicio, Pablo pregunta: “¿Recibieron ustedes el espíritu debido a obras de ley, o debido a oír por fe?”. Puesto que la respuesta es obvia, pregunta: “Después de comenzar en espíritu ¿están ahora completándose en carne?”. Les hace recordar a Abrahán, quien, aunque no estaba bajo la Ley, “puso fe en Jehová, y le fue contado por justicia”. La Ley se dio más tarde para poner de manifiesto las transgresiones. De hecho, condenó a muerte a los que trataron de guardarla. Pero, según explica Pablo, Cristo murió como maldito para que sus seguidores pudieran ser liberados de la Ley y vivieran por fe. Sin embargo, la Ley cumplió el propósito provechoso de un ‘tutor que los condujo a Cristo’. (Gálatas 3:1-29.)

Puesto que los gálatas han recibido libertad espiritual y la adopción de hijos espirituales mediante Cristo, Pablo les pregunta por qué quieren regresar a la esclavitud a la Ley y a observar días y meses y tiempos designados y años. Los judaizantes, dice él, “los buscan a ustedes celosamente, no de manera excelente, sino que quieren aislarlos de mí”. No obstante, Pablo expresa su interés amoroso al decir: “Vuelvo a estar en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes”. (Gálatas 4:1-20.)

Pablo luego pasa a usar una ilustración para contrastar la esclavitud a las obras de la Ley con la verdadera libertad cristiana. Agar, la sierva de Abrahán, representa el pacto de la Ley y “corresponde a la Jerusalén de hoy, porque está en esclavitud con sus hijos”. Sara, por otro lado, representa el pacto abrahámico y corresponde a la ‘Jerusalén de arriba, que es libre, y ella es nuestra madre’. Tal como Ismael persiguió a Isaac, así también los judíos se oponían a los cristianos verdaderos, los hijos de la mujer libre. (Gálatas 4:21-31.)

Estén firmes en la libertad cristiana

Basándose en la ilustración anterior, Pablo exhorta: “Para tal libertad Cristo nos libertó. Por lo tanto estén firmes, y no se dejen restringir otra vez en un yugo de esclavitud”. Si uno se circuncida, recalca Pablo, no será de ningún provecho. La persona que lo haga se verá obligada a guardar toda la Ley y por eso no podrá alcanzar justicia mediante fe. Así que Pablo declara indignado: “Quisiera que hasta se castrasen los hombres que están tratando de derrumbarlos”. (Gálatas 5:1-12.)

Aunque los cristianos han obtenido libertad, existe el peligro de que se abuse de esta libertad para satisfacer los deseos de la carne imperfecta. De modo que Pablo advierte: “Ustedes fueron llamados, por supuesto, para libertad, hermanos; solamente no usen esta libertad como incentivo para la carne; antes bien, mediante el amor, sírvanse como esclavos unos a otros. Porque toda la Ley queda cumplida en un dicho, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’”. (Gálatas 5:13, 14.)

Sin embargo, Pablo señala que tenemos una lucha constante entre el satisfacer los deseos carnales y el andar por espíritu. Contrasta las obras de la carne con el fruto del espíritu. Las obras de la carne “son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, [...] y cosas semejantes a éstas. [...] Por otra parte, el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo”. Pablo muestra que los cristianos que andan ordenadamente por espíritu necesitan también evitar hacerse ‘egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándose unos a otros’. (Gálatas 5:15-26.)

Obras beneficiosas

En el último capítulo Pablo describe las obras beneficiosas en las que el cristiano puede participar, como el ayudar a restaurar a alguien que haya cometido un mal y llevar las cargas unos de otros. Si un hombre siembra según la carne, explica Pablo, segará de su carne corrupción. Pero si siembra teniendo en mira el espíritu, segará del espíritu vida eterna. Así que se insta a los gálatas: ‘Obren lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe’. Entonces, al concluir la carta, Pablo señala los motivos de los judaizantes, que quieren que los gálatas se circunciden. Lo hacen para “tener motivo para jactarse en la carne de ustedes”. Sin embargo, Pablo dice que se jactará solo en “el madero de tormento de nuestro Señor Jesucristo”. (Gálatas 6:1-14.)

La carta de Pablo a los gálatas es verdaderamente sobresaliente para afrontar cara a cara los problemas de su época. El grado al que podamos beneficiarnos de ella hoy día depende del grado al que sigamos el buen consejo que contiene.

[Mapa en la página 29]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Corinto

El Mar Grande

Antioquía

GALACIA

Iconio

Listra

Derbe

SIRIA

Antioquía

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