La I Guerra Mundial y el principio de dolores
DESDE tiempos muy remotos, la historia de la humanidad ha sido una de violencia y guerras. Fue debido a que “se llenó la tierra de violencia” que Dios causó el Diluvio global de los días de Noé (Génesis 6:11-13). Más tarde se encuentran registros en la Biblia y en la historia seglar de centenares de guerras que se pelearon aun antes de los días de Jesús. Así que las “guerras e informes de guerras” no serían nada nuevo para el mundo de la humanidad.
Las “guerras e informes de guerras” tendrían que destacarse por ser diferentes de alguna manera, si habían de tener cierto significado para los discípulos de Jesús. Él pasó a explicar: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y terremotos por diferentes lugares. Todas estas cosas principio son de dolores” (Mateo 24:7, 8, Versión Moderna; compare con Lucas 21:10, 11.) Por lo tanto, no sería asunto de que se oyera de una que otra guerra. Este aspecto de la señal había de incluir a muchas naciones y muchos reinos. ¡Sería cuestión de guerra total!
¿Hemos visto ese tipo de guerra? Sí, la hemos visto, y empezó con la generación de 1914. De hecho, durante este siglo hemos visto dos guerras de esa índole, en las que ha estado envuelta toda la Tierra. Los títulos que los historiadores dieron a estas dos guerras prueban que este tipo de guerrear ciertamente era algo nuevo en los anales de la historia humana. A la primera se le llamó la Gran Guerra. Luego este nombre se cambió al de primera guerra mundial, y a su sucesora se le llamó la segunda guerra mundial. El guerrear en escala mundial llegó a ser una característica de la época desde 1914.
Dolores sin precedente
Tal como Jesús había predicho, la I Guerra Mundial señaló el “principio de dolores”. Los editores del libro The End of Order (El fin del orden) declararon en la sobrecubierta del libro: “La primera guerra mundial y el tratado de Versalles, que siguió a ésta, produjeron el trastorno más grave del largo y turbulento curso de la historia mundial moderna. [...] En lugar de restaurar el orden al mundo, los diplomáticos que se reunieron en 1919 en París y Versalles hundieron al mundo en el caos del siglo veinte, y esta vez de modo irrecuperable. Así llegó a su fin el orden”.
En el libro, el autor Charles L. Mee, Jr., pasa a explicar: “No obstante, a fines de la Gran Guerra los diplomáticos se enfrentaron a un mundo fragmentado, mundo que parecía estar en medio de un quebrantamiento síquico masivo, de un quebrantamiento de antiguas combinaciones de estados e imperios, de la desintegración de órdenes económicos, del capitalismo del siglo XIX, de la erupción de desastres repentinos, de motines y asesinatos, de la tiranía y el desorden, de la frivolidad y la desesperación, la alegría y el terror de tal magnitud como para paralizar la mente. [...] En vez de restaurar el orden al mundo, tomaron el caos de la Gran Guerra, y [...] lo sellaron como condición permanente de nuestro siglo”.
Esos dolores —la muerte y el sufrimiento entre los humanos, que empezaron con la primera guerra mundial— no tienen precedente en la historia de la humanidad. Las guerras mecanizadas modernas (en las que se usan tanques, ametralladoras, aviones y submarinos), así como la invención y el uso de gases venenosos en la guerra, han hecho estragos en el mundo. “Se había destruido gran parte de una generación en los campos de batalla de Europa”, dice el libro The End of Order. “Nadie había visto una matanza parecida a ésta: la cantidad de soldados que morían diariamente era 10 veces mayor que en la guerra civil estadounidense, 24 veces mayor que en las guerras napoleónicas, 550 veces mayor que en la guerra de los bóers.”
No obstante, Jesús dijo que éste sería tan solo el “principio de dolores”, o de “dolores de angustia”. En otras traducciones las palabras de Jesús se vierten como “el comienzo de los dolores de alumbramiento” (Biblia de Jerusalén; Nuevo Testamento, de J. M. González Ruiz). La mujer que está a punto de dar a luz experimenta dolores que se vuelven cada vez más severos, más frecuentes y de más larga duración. La I Guerra Mundial y los dolores que la acompañaron fueron tan solo el principio de dolores de angustia.
Aumenta la angustia mundial
Pronto habían de seguir otros dolores más intensos al estallar la II Guerra Mundial. “Se ha calculado que hubo un total de más de cuarenta millones de muertes atribuibles a la I Guerra Mundial y más de sesenta millones de muertes atribuibles a la II Guerra Mundial, como resultado de acción militar y de enfermedades que se esparcieron debido a la guerra”, escribe Quincy Wright en el libro A Study of War (Un estudio de la guerra). “Por lo menos 10 por 100 de las muertes que ha habido en la civilización moderna pueden atribuirse directa o indirectamente a la guerra.”
La cantidad de muertes entre los civiles fue excepcionalmente grande durante la segunda guerra mundial. El profesor Wright explica: “Durante la II Guerra Mundial, toda la población enemiga y su territorio sufrió hambre, bombardeo, confiscación de propiedad y actos de terrorismo que consistían en la destrucción de ciudades enteras. [...] Toda la vida del estado enemigo llegó a ser objeto de ataque. Algunos estados hasta extendieron la doctrina de conquista al grado de eliminar una población y los derechos de propiedad de ésta a fin de despejar el espacio que ella ocupaba y establecerse allí”.
La angustia que resultó de la explosión de bombas incendiarias en Dresde y Tokio en 1945, que causó 235.000 muertes, fue eclipsada unos cuantos meses después por los horrores que provocaron las dos bombas atómicas que se dejaron caer sobre Hiroshima y Nagasaki. Ahora una sola bomba podía causar la misma cantidad de muertes que antes resultaban de la explosión de decenas de miles de bombas. Pero aún más devastadores fueron los efectos mortíferos del envenenamiento por radiación, que continúan hasta el día de hoy.
Tan solo respecto a la bomba atómica que se dejó caer sobre Hiroshima, la revista World Press Review de junio de 1982 declara: “Se había soltado a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Los afortunados fueron los que murieron durante el primer ataque... unos 100.000 hombres, mujeres, niños de edad escolar, pequeñuelos y bebés recién nacidos. La mayor parte de las otras 100.000 víctimas habían de morir una muerte agonizante debido a ruptura de órganos, quemaduras horrendas o la tortura lenta de la enfermedad provocada por la radiación”. Los dolores de angustia se estaban intensificando.
Se quita de la Tierra la paz
Es interesante la referencia a los “jinetes del Apocalipsis”, puesto que se basa en el relato bíblico que se encuentra en el sexto capítulo del libro de Revelación. En el Rev 6 versículo 4 de este capítulo dice: “Y salió otro, un caballo de color de fuego; y al que iba sentado sobre él se le concedió quitar de la tierra la paz para que se mataran atrozmente los unos a los otros; y le fue dada una gran espada”. ¡Qué bien corresponde esto al aspecto de la señal que Jesús mencionó de que nación se levantaría contra nación y reino contra reino!
Ciertamente se ha quitado de la Tierra la paz. Los historiadores han registrado años de paz antes de 1914, pero no ha habido ninguno desde entonces. Los hombres esperaron en vano que la última guerra mundial iniciara una Era de paz. El libro The Violent Peace (La paz violenta) dice: “La paz que llegó en 1945 no significó el fin de la guerra, como habíamos esperado. Los hombres han luchado desde entonces, en casi todo rincón de la Tierra —desde Grecia hasta Vietnam del Sur, desde Cachemira hasta el Congo— y en las naciones pobres del mundo, las insurrecciones brotan como hongos”.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos informó recientemente que ha habido por lo menos 130 guerras internacionales y civiles desde el fin de la II Guerra Mundial. “En el mundo, más o menos 701.600.000 personas están envueltas en guerras de una u otra clase”, informa el periódico Toronto Star del 13 de junio de 1982. “Esto significa más o menos una persona de cada seis desde un extremo de la Tierra hasta el otro, y esta cifra no es mucho menor que la de la cantidad de personas que estuvieron directamente envueltas en la II Guerra Mundial. Cada año mueren en éstas [guerras] 250.000 combatientes y hasta 2.000.000 de civiles.”
Hay un aumento continuo en la cantidad de “guerras e informes de guerras”. El libro The Violent Peace declara: “Desde [1945] los hombres ya no declaran la guerra ni ponen fin a la guerra. Simplemente guerrean. La nuestra es una Era de violencia en masa a la cual se ha dado el nombre de paz”.
¿Habrá otro dolor de angustia global en la forma de una tercera guerra mundial? “Estamos viviendo en un mundo de preguerra y no de posguerra”, dice Eugene Rostow, director de la Agencia Estadounidense para el Desarme y el Control de Armamentos. ¡Las naciones ciertamente están preparadas para dicho conflicto! Actualmente están gastando más o menos 1.000.000 de dólares por minuto en armamentos. De los 550.000 millones de dólares que se gastaron en preparativos bélicos en 1981, aproximadamente 110.000 millones de dólares se gastaron en armas nucleares. Los almacenes de armas nucleares actualmente encierran un poder destructivo equivalente a un millón de las bombas atómicas que destruyeron a Hiroshima. Sin lugar a duda, se ha quitado de la Tierra la paz. (Revelación 6:4.)
La prueba respecto a la guerra en nuestros tiempos modernos lleva a la siguiente conclusión: Efectivamente vivimos en los “últimos días” del presente sistema de cosas.
Sin embargo Jesús no mencionó tan solo guerra mundial. Mencionó varios aspectos de la señal que, al ocurrir simultáneamente, probarían de modo definitivo que vivimos en el tiempo de Su “presencia y la conclusión del sistema de cosas”.
Estos otros aspectos de la señal se considerarán en números subsiguientes de esta revista. (Mateo 24:3-12; Lucas 21:7-11.)
[Comentario en la página 6]
“Por lo menos 10 por 100 de las muertes que ha habido en la civilización moderna pueden atribuirse directa o indirectamente a la guerra”
[Comentario en la página 7]
Más de 130 guerras internacionales y civiles se han peleado desde el fin de la II Guerra Mundial