Justicia para todos... ¿cómo se realizará?
¿POR qué ha permitido Jehová que haya tanta injusticia en la Tierra? ¡Porque los humanos han preferido que sea así! Al principio las cosas eran diferentes. Cuando se les creó, ni Adán ni Eva sufrían bajo la carga de la imperfección. Eran parte de la creación que Dios mismo había declarado que era ‘muy buena’ (Génesis 1:31; Deuteronomio 32:4). Además, no había ningún Satanás, y Dios gobernaba directamente al hombre. De modo que al principio no había injusticia.
Pero aquella situación no duró mucho tiempo. Una criatura de espíritu perfecta se rebeló y se convirtió en Satanás. Haciéndose pasar por una serpiente, sedujo a Eva mediante la idea de alcanzar independencia. Dios había puesto una sola restricción a la primera pareja humana. No habían de comer del fruto de cierto árbol. Si lo hacían, morirían. Pero Satanás dijo a Eva: “Positivamente no morirán. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. (Génesis 3:1-5.)
Eva, y luego Adán, quebrantaron la ley de Dios. Quisieron ser como Dios y tomar sus propias decisiones en cuanto a lo correcto y lo incorrecto. Por consiguiente, se apartaron de Dios y abrieron el camino para el establecimiento de la gobernación humana, con todos sus problemas.
Adán y Eva también experimentaron un cambio físico. Dios los condenó a muerte, tal como había dicho que haría. Ellos llegaron a ser imperfectos, y esto llevó a la corrupción de toda la raza humana... su prole. El apóstol Pablo explicó: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Así surgieron las causas fundamentales de la injusticia.
Sin embargo, leemos: “Por medio de la justicia el rey hace que el país siga subsistiendo” (Proverbios 29:4). La sociedad humana no ‘subsistirá’ plenamente o será completamente estable sino hasta que se apoye la justicia por toda la Tierra. ¿Se realizará eso alguna vez?
El Reino de Dios y la justicia
Puesto que Jehová Dios es “amador de la justicia”, podemos estar seguros de que eso se realizará (Salmo 37:28). Pero ¿cómo? Las palabras del padrenuestro nos dicen cómo. Por siglos los cristianos sinceros han orado: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). Por consiguiente, lo que Dios desea se hará finalmente aquí en la Tierra por medio del Reino de Dios.
El Reino de Dios es un verdadero gobierno. Es celestial, razón por la cual es más poderoso que cualquier gobierno humano. También tiene un Rey a quien Dios ha nombrado, y ese Rey es Jesucristo, quien se interesa mucho en la justicia (Salmo 72:12-14). Jehová promete que bendecirá la gobernación de este Reino bajo Cristo, para “establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia”. (Isaías 9:7.)
Muchas profecías que se están cumpliendo hoy día prueban que este Reino ya es una realidad (Lucas 21:31, 32). ¡Jesús ya es Rey! Pero ¿cómo traerá justicia a la humanidad, en vista de todos los obstáculos que hay? Veamos.
Dios se propone que su Reino bajo Cristo sea un gobierno mundial. Jehová dice proféticamente: “[Cristo] tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra” (Salmo 72:8). Cuando esto se cumpla por toda la Tierra, se habrá eliminado una fuente principal de injusticia. Ya el hombre no se gobernará a sí mismo. Pero ¿cómo pudiera realizarse eso, si hay tantos gobiernos hoy día y cada cual es intensamente celoso de su propia soberanía?
El hecho es que Dios ha fijado un límite de tiempo al funcionamiento de los gobiernos humanos, y ese límite de tiempo ha llegado. Al hablar de todos los gobiernos nacionalistas de nuestros días, el profeta Daniel escribió: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.)
Así, un gobierno mundial, el Reino de Dios, reemplazará pronto a los gobiernos nacionalistas de la actualidad y gobernará con justicia a la humanidad. ¡Qué gran mejora será eso! No obstante, todavía quedará el problema de Satanás. ¿Cómo se encargará de él el Reino de Dios?
El Reino de Dios, y Satanás
Satanás apareció a principios de la historia humana, y fue él quien sugirió primero a Eva la idea de rebelarse contra Dios. Por lo tanto, cuando Dios pronunció la sentencia contra Adán y Eva por el pecado que habían cometido, no se olvidó de Satanás. Predijo la venida de una “descendencia” que se opondría a Satanás, y finalmente lo destruiría: “Pondré enemistad [...] entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón” (Génesis 3:15). Según resultó ser, la descendencia prometida fue Jesucristo (Gálatas 3:16). Como cumplimiento parcial de aquella profecía antigua, ya ha habido dos encuentros sobresalientes entre Satanás y Jesús.
El primero pareció ser una victoria para Satanás. Éste tramó la muerte de Jesús en un madero de tormento. Así fue ‘magullado’ el “talón” de Jesús. Pero la victoria de Satanás no duró mucho tiempo. Jesús fue resucitado de entre los muertos y ensalzado a una posición superior en los cielos (Hechos 2:23, 24, 32-36). Allá, con el tiempo, Jehová Dios lo coronó como Rey del Reino de Dios. Entonces hubo otro encuentro histórico.
Los resultados se describen en la Biblia: “Hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue arrojado abajo a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. ¿Cuál fue el resultado? Hubo alegría en el cielo, que entonces había sido limpiado de la presencia corruptora de Satanás. Pero “ay de la tierra y del mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo” (Revelación 12:9, 12). Estamos viviendo ahora en ese “corto período de tiempo”. Muchas de las injusticias que vemos que se cometen hoy día se deben a la “gran cólera” de Satanás.
Pronto, sin embargo, habrá otro encuentro entre Satanás y Jesucristo. La Biblia también lo describe: “Prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y lo selló sobre él, para que no extraviase más a las naciones hasta que terminasen los mil años”. (Revelación 20:2, 3.)
Eso sucederá pronto, cuando el Reino de Dios reemplace a los gobiernos nacionalistas de este mundo. Esto llevará finalmente a un encuentro decisivo en el cual, como lo describe proféticamente la Biblia, “el Diablo [...] [será] arrojado al lago de fuego y azufre” para su destrucción, el ‘magullar definitivo de su cabeza’. (Revelación 20:10.)
Por consiguiente, se habrá eliminado otro obstáculo que impide que haya justicia. Pero eso todavía nos deja con el problema de la propia naturaleza imperfecta del hombre. Gran parte de la injusticia que hay en el mundo proviene del hombre mismo. ¿Qué puede hacer el Reino de Dios al respecto?
El Reino de Dios y la imperfección del hombre
La imperfección humana tuvo su comienzo cuando Adán y Eva pecaron (Romanos 5:12). Todos los descendientes de Adán, excepto uno, han sido pecadores. Esta excepción fue Jesús. De manera milagrosa, Jesús nació sin pecado, y durante toda su vida se mantuvo exento de pecado y fiel (Hebreos 7:26). De aquí que pudiera ofrecer su vida humana perfecta como rescate por la humanidad imperfecta. Resolvió el problema de la imperfección humana. “Así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados”. (1 Corintios 15:22.)
Dentro de poco, los que insistan en obrar injustamente comprobarán que no hay lugar para ellos en una Tierra limpia bajo el Reino de Dios. Pero los que tengan fe en el sacrificio de Jesús segarán magníficas bendiciones. “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la mismísima tierra” (Proverbios 2:21, 22). Así se eliminará otro obstáculo que impide que haya justicia.
El Reino de Dios y usted
Sí, Jesús, como Rey del Reino de Dios, eliminará pronto todos los principales obstáculos que nos impiden ver que a todos en la Tierra se les trate con justicia. La humanidad verá cumplida entonces la promesa: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos [...] y en éstos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:13). En esa tierra justa no habrá lugar para la injusticia.
Por supuesto, aún no ha llegado el tiempo para impartir esas bendiciones. Sin embargo, el Reino de Dios bajo Cristo está activo ahora mismo, y nos podemos beneficiar de él. Jesús mismo profetizó que, en nuestros días, “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14). Esa profecía se está cumpliendo. Ahora mismo muchas personas están respondiendo favorablemente a la predicación y están sometiéndose a ese Reino. De ese modo son una correspondencia de estas palabras proféticas:
“Tiene que suceder en la parte final de los días que [...] muchos pueblos ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas.’ Porque de Sión saldrá ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”. (Isaías 2:2, 3.)
Los millones de personas que por toda la Tierra se están amoldando a esa profecía estudian la Biblia y aprenden a vivir de la manera que Dios quiere que vivan. Entre otras cosas, tratan de vivir de acuerdo con las palabras del profeta Miqueas al ‘ejercer justicia y amar la bondad y ser modestas al andar con su Dios’ (Miqueas 6:8). Así demuestran que desean sinceramente vivir bajo un gobierno de justicia. Aun ahora disfrutan de muchas bendiciones procedentes de ese gobierno, a medida que se cumple la profecía de Isaías: “¡Mira! Un rey reinará para justicia misma; y en cuanto a príncipes, ellos gobernarán como príncipes para derecho mismo”. (Isaías 32:1.)
¿Anhela ver usted un mundo donde reine la justicia? Si así es, cifre su confianza en el Reino de Dios. Asóciese ahora con personas que tengan el mismo deseo. Espere entonces con confianza el vivir para siempre bajo la gobernación del Dios que es “amador de justicia y derecho”. (Salmo 33:5.)
[Ilustración en la página 6]
Jesús tuvo compasión de los afligidos y humildes. Su gobernación desde el cielo será sustentada por medio de la justicia