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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1984
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1984
w84 1/12 págs. 5-8

Cómo se desvaneció la expectación cristiana

JESÚS dijo a sus discípulos que ‘se mantuvieran alerta’ a Su presencia y a la venida de Su Reino (Marcos 13:37). En las Escrituras Griegas Cristianas hay suficiente evidencia que prueba que los cristianos del primer siglo hicieron precisamente eso. De hecho, algunos se impacientaron bastante (2 Tesalonicenses 2:1, 2). Por otra parte, para prevenir cualquier descuido respecto a la expectación cristiana, Pablo, Santiago, Pedro y Juan escribieron cartas en que exhortaron a sus hermanos a mantenerse alerta en sentido espiritual mientras esperaban pacientemente la “presencia” de Cristo y el “día de Jehová”. (Hebreos 10:25, 37; Santiago 5:7, 8; 1 Pedro 4:7; 2 Pedro 3:1-15; 1 Juan 2:18, 28.)

Varias obras de consulta que han publicado historiadores y teólogos de la cristiandad reconocen ese hecho. En el extenso Supplément del renombrado Dictionnaire de la Bible, católico francés, se declara lo siguiente: “Es inútil tratar a toda costa de negar el estado de expectación tocante al fin que se hace patente en la mayoría de los textos del Nuevo Testamento. [...] En el cristianismo primitivo [...] la expectación de la Parousía [presencia] desempeña una parte esencial, y se prolonga desde el principio del N[uevo] T[estamento] hasta el final”.

Pero ¿por qué “tratan a toda costa de negar el estado de expectación tocante al fin” que se hizo patente entre los cristianos primitivos algunos teólogos de la cristiandad? Sin duda, para justificar el estado de letargo espiritual que se manifiesta hoy día entre muchos que afirman ser cristianos y entre sus líderes espirituales. ¿Cómo ocurrió este cambio?

Cómo se desvaneció la expectación

El que los cristianos descuidaran su expectación fue una de las consecuencias de la apostasía que ya había comenzado a manifestarse aun antes de la muerte de los apóstoles de Cristo. El apóstol Pablo advirtió que la apostasía ‘ya estaba obrando’ dentro de la congregación cristiana en sus días (2 Tesalonicenses 2:3, 4, 7). Unos cuantos años más tarde, el apóstol Pedro puso a sus compañeros cristianos en guardia contra “falsos maestros” y “burlones” que decían: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación”. (2 Pedro 2:1; 3:3, 4.)

Es interesante notar que los que creyeron la verdad bíblica de que la prometida “presencia” de Jesús anunciaría que su reinado de mil años sobre la Tierra estaba cerca mantuvieron por un tiempo la debida expectación cristiana. Justino el Mártir (murió c. 165 E.C.), Ireneo (murió c. 202 E.C.) y Tertuliano (murió después de 220 E.C.) creían en el reinado milenario de Cristo, y recomendaron el estar a la espera ansiosa del fin del actual sistema de cosas inicuo.

A medida que pasó el tiempo y se desarrolló la apostasía, la esperanza milenaria de que la Tierra sería transformada en un Paraíso mundial bajo el Reino de Cristo fue reemplazada gradualmente por una expectación imaginaria que se basaba en el concepto filosófico griego de la inmortalidad inherente de los humanos. La esperanza del Paraíso se cambió de estar en la Tierra a estar en el cielo, y se alcanzaba al morir. Así decayó la expectación cristiana sobre la parousía, o presencia, de Cristo y la venida de su Reino. ‘¿Por qué esperar ansiosamente la señal de la presencia de Jesús —razonaron ellos—, si uno puede tener la esperanza de unirse a Cristo en el cielo al morir?’

Este desvanecimiento del estado de vigilancia de los cristianos movió a los cristianos apóstatas a organizarse y formar una iglesia bien estructurada que ya no tenía la vista fija en la venidera parousía, o presencia, de Cristo, sino, más bien, en dominar a sus miembros y, si fuera posible, al mundo. The New Encyclopædia Britannica declara: “La dilación [aparente] de la Parousía resultó en que se debilitara la expectación marcada con un sentido de inminencia en la iglesia primitiva. En este proceso de ‘desescatologizar’ [debilitamiento de la enseñanza de las “últimas cosas”], la iglesia institucional reemplazó cada vez más el esperado Reino de Dios. La formación de la Iglesia Católica como institución jerárquica tiene relación directa con la decadencia de la expectación caracterizada por un sentido de inminencia”.

Se da el golpe de gracia

El “padre”, o “doctor”, de la iglesia que dio el golpe de gracia al estado de vigilancia de los cristianos fue indudablemente Agustín de Hipona (354-430 E.C.). En su famosa obra La ciudad de Dios, Agustín declaró: “La iglesia actualmente en la Tierra es tanto el reino de Cristo como el reino del cielo”.

The New Bible Dictionary explica el efecto que este punto de vista tuvo en la teología católica, al declarar: “En la teología católica romana, un rasgo distintivo es la identificación del reino de Dios y de la Iglesia en la administración terrestre, una identificación que se debe principalmente a la influencia de Agustín. Mediante la jerarquía eclesiástica, se actualiza a Cristo como Rey del reino de Dios. El área del reino tiene las mismas fronteras que el poder y la autoridad de la Iglesia. El reino del cielo se extiende mediante la misión y el progreso de la Iglesia en el mundo”.

Esto eliminó toda necesidad de ‘mantenerse alerta’ a la señal que mostraría que el Reino de Dios estaría cerca. Al escribir en The New Encyclopædia Britannica, el profesor E. W. Benz confirma esto, diciendo: “Él [Agustín] restó importancia a la inminencia de la expectación original al declarar que el Reino de Dios ya había empezado en este mundo con la institución de la iglesia; la iglesia es la representante histórica del Reino de Dios en la Tierra. La primera resurrección, según Agustín, sucede constantemente dentro de la iglesia en la forma del sacramento del Bautismo, mediante el cual se introduce a los fieles en el Reino de Dios”.

Además, Agustín fue quien finalmente logró que la cristiandad abandonara la esperanza bíblica del reinado de mil años de Jesucristo, durante el cual Él restauraría el Paraíso en la Tierra (Revelación 20:1-3, 6; 21:1-5). The Catholic Encyclopedia reconoce: “San Agustín finalmente se adhirió a la convicción de que no habrá ningún milenio. [...] El sábado de mil años, después de los seis mil años de historia, es el todo de la vida eterna; o, en otras palabras, el número mil tiene el propósito de expresar perfección”. La Macropædia Britannica (1977) añade: “Para él [Agustín], el milenio había llegado a ser un estado espiritual en que había entrado la iglesia colectivamente en el Pentecostés. [...] No se esperaba ninguna intervención sobrenatural inminente en la historia”. Así, para los católicos, la oración “venga tu reino” llegó a carecer de sentido.

Oscuridad medieval

Se nos dice que la interpretación de Agustín “se convirtió en doctrina corriente en la edad media”. Por consiguiente, la expectación de los cristianos bajó a un nivel sin precedente. Leemos: “En la cristiandad del medievo, la escatología del Nuevo Testamento recibió su lugar en un sistema dogmático del cual los cimientos filosóficos fueron al principio platónicos [del filósofo griego Platón] y, más tarde en el occidente, aristotélicos [del filósofo griego Aristóteles]. Los conceptos tradicionales acerca de la parusía, la resurrección, y así por el estilo, fueron fusionados con ideas griegas acerca del alma y su inmortalidad. [...] El cristianismo del medievo [...] [dejaba] poco lugar para la pasión escatológica. Sin embargo, esta pasión no estaba muerta; tenía vida en ciertos movimientos heréticos”. (Encyclopædia Britannica, edición de 1970.)

La Iglesia Católica Romana habla con desprecio de esos “movimientos heréticos” y los llama “sectas milenaristas”. Sus historiadores hablan con desdoro del “temor respecto al año 1000”. Pero ¿quiénes tenían la culpa de que el pueblo tuviera miedo de que el mundo se acabara en el año 1000? Este “temor” fue un resultado directo de la teología del “santo” católico llamado Agustín. Éste afirmó que Satanás había sido atado durante el primer advenimiento de Cristo. Puesto que Revelación 20:3, 7, 8 dice que Satanás sería atado por 1000 años y luego “soltado [...] [para] seducir a las naciones” (Biblia de Jerusalén), no es de extrañar que algunas personas del siglo X temieran lo que pudiera suceder en el año 1000.

Por supuesto, la Iglesia Católica Romana oficial condenó este “temor”, como lo hizo el abad cisterciense Joaquín de Fiore, quien predijo el fin de la era cristiana para el año 1260. Finalmente, en 1516, en el Quinto Concilio de Letrán, el papa León X prohibió oficialmente que cualquier católico predijera cuándo habían de venir el Anticristo y el Juicio Final. ¡La violación de dicha ley acarreaba la sanción de excomunión!

Razonamiento protestante

En teoría, durante la Reforma del siglo XVI, con su presunto objetivo de volverse a la Biblia, debería haberse presenciado el resurgimiento de la expectación cristiana. Y así fue por un tiempo. Pero en este asunto, como en muchos otros, la Reforma no cumplió con sus promesas. No señaló el regreso al verdadero cristianismo bíblico. Las iglesias protestantes que fueron el fruto de la Reforma perdieron rápidamente su estado de vigilancia cristiana y cedieron al mundo actual.

Leemos: “No obstante, las iglesias que surgieron de la Reforma pronto se convirtieron en iglesias institucionales regionales [nacionales], que a su vez reprimieron la expectación respecto al tiempo del fin, y así la doctrina de las ‘últimas cosas’ llegó a ser un apéndice de la dogmática”. “En el liberalismo religioso que surgió, especialmente entre protestantes y judíos, hacia fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX, no hubo lugar para la escatología. Ésta se consideró parte de los atavíos toscos, primitivos y desgastados de la religión tradicional, de modo que ya no se podían aceptar en un siglo ilustrado como aquél. En la mayoría de los casos, se abandonaron por completo las ideas escatológicas, y se propuso una simple inmortalidad del alma después de la muerte como el fin del hombre. Otros teólogos volvieron a interpretar la expectación respecto al Reino de Dios en términos éticos, casi místicos, o sociales.” (Encyclopædia Britannica.)

Así, en lugar de ayudar a los cristianos a ‘mantenerse alerta’ a la presencia de Cristo y a la venida del Reino de Dios, los teólogos protestantes han buscado razones para despedir de la mente la verdadera expectación cristiana. Para muchos de ellos, “el reino de Dios [...] llegó a concebirse cada vez más en sentido individualista; es la soberanía de la gracia y la paz en el corazón de los hombres”. Para otros, “la venida del reino consiste en el adelanto de la justicia social y el desarrollo comunal”. (The New Bible Dictionary, protestante.)

Expectaciones católicas

Por lo menos en teoría, los católicos deberían estar alerta en sentido espiritual a la presencia de Cristo. A pesar de que la teología de Agustín puso fin a la expectación respecto al Reino y a la esperanza milenaria de los católicos, el dogma de la Iglesia Romana todavía incluye el deber cristiano de mantenerse en espera de la vuelta de Cristo. Por ejemplo, la Congregación para la Doctrina de la Fe, con sede en el Vaticano, envió una carta a los obispos católicos por todo el mundo, aprobada por el papa Juan Pablo II y con fecha del 17 de mayo de 1979, donde declaró: “De acuerdo con la Sagrada Escritura, la Iglesia aguarda ‘la gloriosa manifestación de Nuestro Señor Jesucristo’”.

Eso es lo que la Iglesia Católica enseña en teoría. Pero en la práctica, ¿cuántas veces oye el católico de término medio a su sacerdote predicar acerca de lo necesario que es mantenerse alerta a la presencia de Cristo y a la venida del Reino de Dios? Es interesante notar que el propósito mismo de la carta susodicha de la curia romana fue “fortalecer la fe de los cristianos en relación con puntos que se han puesto en duda”. Pero ¿por qué han puesto en duda la vuelta de Cristo personas que afirman ser cristianas? ¿Pudiera ser que las siguientes citas de The New Encyclopædia Britannica den la respuesta? “La iglesia ha descuidado por mucho tiempo las enseñanzas acerca de toda la esfera de las últimas cosas.” “Desde la Reforma, la Iglesia Romana ha sido casi inmune a movimientos escatológicos.”

El estado de vigilancia cristiano no está muerto

La expectación cristiana se desvaneció dentro de las iglesias de la cristiandad porque éstas abandonaron las claras verdades de la Biblia y prefirieron seguir la filosofía griega y la teología de “San” Agustín. Los siguientes artículos muestran que los siervos verdaderos de Dios siempre han vivido en expectación de la presencia de Cristo, y que hoy día hay un pueblo que ha demostrado su expectación cristiana a través de los años y que ha vuelto a descubrir una maravillosa esperanza que usted puede tener. Sírvase continuar leyendo, y luego pida a un testigo de Jehová que le ayude a ‘mantenerse alerta’ al cumplimiento de esa esperanza bíblica.

[Comentario en la página 5]

“Es inútil [...] negar el estado de expectación tocante al fin que se hace patente en la mayoría de los textos del Nuevo Testamento”

[Comentario en la página 6]

Agustín sostuvo que la iglesia en la Tierra es el Reino de Cristo

[Comentario en la página 7]

El papa León X prohibió que cualquier católico predijera cuándo vendría el Juicio Final

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