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  • Resuelto a hacerme ‘constante e inmovible’

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  • Resuelto a hacerme ‘constante e inmovible’
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 1/11 págs. 10-13

Resuelto a hacerme ‘constante e inmovible’

Según lo relató Paul Smit

EN EL siglo XIX, durante los años treinta, muchos granjeros blancos de Cape Province, África del Sur, estaban muy inquietos. Puesto que eran de ascendencia holandesa, el régimen británico les parecía fastidioso. Miles hicieron un viaje largo y difícil hacia el norte al interior, que era poco conocido. Después de vencer muchos obstáculos, algunos se establecieron al norte del río Orange, en lo que más tarde se convirtió en el estado libre de Orange. Otros cruzaron el río Vaal y se establecieron en lo que ahora se conoce como el Transvaal. Entre ellos estaban mis antepasados, que hablaban afrikaans, los cuales se establecieron al norte del Transvaal en los años sesenta del siglo XIX. Nací en el pueblecito de Nylstroom en 1898.

El estilo de vida de los pocos habitantes de la zona era muy sencillo en aquellos días. Los animales de caza, que abundaban, eran la principal fuente de sustento, y esta se complementaba con algunos productos agrícolas. Entonces, en 1899, estalló guerra... la guerra sudafricana o la guerra de los bóers. Los británicos habían decidido extender su autoridad a las dos Repúblicas Afrikaner, el estado libre de Orange y el Transvaal. De modo que por tres años los británicos y los bóers (“granjero” en afrikaans) pelearon encarnizadamente por la supremacía. Durante aquel período, nuestra familia estaba internada en un campo de concentración.

Cuando las hostilidades cesaron, regresamos y hallamos que nuestra finca había sufrido muchos daños y había sido saqueada. Había habido mucho sufrimiento. Miles de hombres habían muerto en batalla, y miles de mujeres y niños habían expirado en campos de concentración. El país estaba en estado de gran pobreza. Nosotros también. No obstante, una donación gubernamental de trigo nos ayudó a sobrevivir, y mis padres labraban industriosamente la granja y cultivaban vegetales y otros productos agrícolas.

La verdad causa un “ciclón”

Entonces llegó el memorable año de 1915. Como escolar de 16 años de edad, recibí por el correo un folleto intitulado ¿Qué dicen las Escrituras acerca del infierno?, que habían publicado los testigos de Jehová de aquel tiempo. Un condiscípulo que era amigo mío, Abraham Stroh, y yo lo leímos juntos y concordamos en que era la verdad. Fue emocionante llegar a saber que Dios no atormenta a la gente para siempre; los muertos están inconscientes, dormidos en la muerte y en espera del cumplimiento de la promesa de Jesús de que habrá una resurrección. (Eclesiastés 9:5, 10; Ezequiel 18:4; Juan 5:28, 29.) El entusiasmo nos impulsó a la acción. Nylstroom se convirtió en centro de conmoción, como si le hubiera azotado un ciclón, mientras nosotros, dos escolares, dábamos a conocer, positiva y denodadamente, que las doctrinas de la Iglesia Holandesa Reformada eran falsas. Por supuesto, el clero se molestó y, desde el púlpito, censuró esta “nueva religión”.

Como resultado de esto, nuestros amigos ya no nos daban la bienvenida ni a Abraham ni a mí. Hasta mi padre me amenazó con echarme de la casa. Pero mi madre, que realmente tenía disposición como de oveja, nunca me dijo una palabra poco amable. Con el tiempo, mi querido padre, que respetaba profundamente la Biblia, se acostumbró a la “nueva religión”, y los Testigos eran bien recibidos en casa. En aquellos primeros días, no sabíamos nada de la Sociedad y confiábamos totalmente en Jehová. Más tarde, los repartidores (a quienes ahora se conoce como precursores) nos visitaron y nos pusieron en contacto con la Sociedad y su oficina, que quedaba en Cape Town, a 1.600 kilómetros (1.000 millas) de distancia. Aquello condujo a mi bautismo en 1918.

Dos años después asistí a una asamblea en Pretoria. Unos 23 hermanos y hermanas estuvieron presentes y fue presidida por el hermano Ancketill, representante de la Sociedad. ¡Qué magnífico era estar entre compañeros de creencia, aunque éramos tan pocos! El programa consistió principalmente en asuntos doctrinales y “testimonios”, o experiencias, pero fue suficientemente estimulante para que yo siguiera firme. Lo necesitaba.

Una desilusión... entonces bendiciones

El golpe más duro de mi vida lo recibí cuando a mi amigo íntimo, Abraham, después que terminó sus estudios y consiguió empleo con la junta escolar de la localidad, lo amenazaron con despedirlo si no renunciaba a su religión. Él sí dejó la verdad y se unió a la Iglesia Holandesa Reformada. Así yo, joven y nuevo en la verdad, quedé completamente solo en Transvaal del norte. Derramé muchas lágrimas por haber perdido a mi compañero, pero oré a Jehová sin cesar, y recibí la fortaleza para ser ‘constante, inmovible, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor’. (1 Corintios 15:58.)

Entonces empezó la década de los veinte. Jehová bendijo mis esfuerzos persistentes por vivir conforme a la verdad al mayor grado posible. Empecé a hallar “ovejas” en mi vecindario. El hijo joven de un granjero que vivía cerca aceptó las buenas nuevas del Reino, y así compensó por la pérdida de mi compañero. Este hermano, Hannes Grobler, permaneció fiel hasta la muerte, lo cual ocurrió recientemente. También empecé a estudiar con una familia de siete miembros, los Vorsters, usando el libro El arpa de Diosa.

Todos los sábados yo caminaba gozosamente 6,4 kilómetros (4 millas) a través de la estepa, o campo, para conducir el estudio. Los padres llegaron a ser Testigos bautizados y permanecieron fieles hasta la muerte.

En 1924 el hermano George Phillips, que hacía poco había llegado a África del Sur para servir en la sucursal de Cape Town, fue de visita a Nylstroom... suceso emocionante para mí. Esto dio comienzo a una estrecha amistad y a un período de cooperación teocrática que duró hasta que él terminó su carrera terrestre en 1982.

El interés fue desarrollándose entre los de la localidad, y en poco tiempo tuvimos un excelente grupo de 13 hermanos y hermanas... el primer grupo de Testigos al norte de Pretoria. Con el tiempo, el mensaje del Reino se difundió a la vasta zona del Transvaal del norte.

Los problemas y el progreso en Pretoria

No obstante, aquel mismo año los encargados del banco donde yo trabajaba me transfirieron a Pretoria, donde había un grupito de ocho Estudiantes de la Biblia (testigos de Jehová). Pero solo uno de ellos apreciaba debidamente los asuntos teocráticos, y este murió poco después que llegué yo. Los demás —entre los cuales había hombres instruidos— no apreciaban el arreglo de la Sociedad de organizar las congregaciones para el servicio, y dos de ellos se fueron.

Mientras tanto, el “anciano” del grupo, a pesar de la desaprobación de la Sociedad, estaba escribiendo un libro con su propia interpretación de las Escrituras. Le insté personalmente a que abandonara la idea. El punto culminante surgió un domingo por la mañana. Su libro ya estaba impreso, y él trajo consigo unos ejemplares y pidió al grupo que los distribuyera. Me escandalicé. Me puse de pie y me opuse a su petición. Como resultado de esto, el “anciano” y otras cuatro o cinco personas dejaron la organización. Solo quedamos una querida hermana inválida de mayor edad, mi esposa y yo. Pero estábamos resueltos a hacernos ‘constantes e inmovibles’ y apoyar lealmente a la Sociedad. Desde entonces, lenta pero firmemente, Jehová dio el aumento. (1 Corintios 3:6; 15:58.)

Al debido tiempo, Jehová añadió muchos otros trabajadores a la congregación de Pretoria. Por ejemplo, en 1931 dos hermanos negros vinieron a nuestro centro de estudio y se presentaron. Después de eso, por algunos años tuve la responsabilidad de servir tanto a los europeos (blancos) como a los africanos (negros)... privilegio poco común en África del Sur. Para ayudar a los hermanos africanos, conduje un estudio de grupo en su propio municipio, o zona residencial separada. También usé los discursos grabados del hermano Rutherford en aquel municipio. Además, un hermano africano, Hamilton Kaphwitti Maseko, solía ayudarme a transmitir estos discursos todos los domingos por la tarde con el uso de una poderosa máquina de transcripción en la plaza Church, en el mismísimo corazón de Pretoria.

A medida que Jehová iba dando el aumento, se formó una congregación africana. Por muchos años, como superintendente de ciudad, hice arreglos para celebrar reuniones especiales. Aunque la obra entre los africanos de Pretoria empezó en pequeña escala, la cantidad de congregaciones en la zona aumentó a 16 para 1984.

Proscripción en tiempo de guerra

El estallido de la II Guerra Mundial en septiembre de 1939 causó gran sufrimiento a muchos países. No obstante, África del Sur quedó exenta. Sin embargo, debido a los sucesos sacudidores, muchos sudafricanos despertaron de su autocomplacencia y dirigieron su atención al cumplimiento de la profecía bíblica. Como resultado, hubo un aumento extraordinario en la actividad del Reino, de modo que la cantidad de publicadores para el año de servicio de 1941 aumentó en 50 por 100. Esto provocó la ira de las iglesias, especialmente de la Iglesia Católica, que acusó a la Sociedad de ser un peligro para el estado. El gobierno entonces proscribió muchas de las publicaciones de la Sociedad.

Aproximadamente para ese tiempo, mi esposa Anna y yo, junto con nuestros dos hijos, Paul y Anelise, fuimos de visita a Nylstroom, donde yo tenía que pronunciar un discurso. Aproveché la oportunidad para mostrar a los hermanos de la localidad que era posible presentar nuestras revistas en la calle. Escogí un lugar frente al tribunal municipal. Dentro de poco un sargento de la policía me dijo que estaba efectuando una obra ilegal y que tenía que presentarme inmediatamente a la Oficina de Acusaciones. Pero, puesto que habíamos decidido trabajar una hora, simplemente continué. Entonces vino un policía a informarme que el jefe de la policía estaba esperándome. Pero no me moví. Vino otro guardia con el mismo mensaje y obtuvo la misma respuesta. Completamos la hora con buenos resultados. Entonces mi familia y yo fuimos a un café a tomarnos una taza de té.

Cuando finalmente fui a la Oficina de Acusaciones, me preguntaron qué había sucedido con la literatura. Les expliqué que la había estado distribuyendo a los transeúntes. Más tarde, la policía vino a la granja de mis padres, donde nos estábamos quedando, y se llevaron todas las revistas que pudieron hallar.

Después de considerar el asunto con hermanos de la localidad, decidimos no tolerar el asunto cruzados de brazos. Así que la siguiente semana 30 de nosotros salimos en masa a las calles de Nylstroom, y la semana siguiente, en Warmbad, a 29 kilómetros (18 millas) hacia el sur. Contrario a lo que habíamos esperado, nadie nos detuvo. Más tarde, después de muchas dificultades, nos devolvieron todas las publicaciones que no estaban proscritas.

‘Constante e inmovible’ a pesar de la edad avanzada

Mi esposa Anna me dio apoyo leal hasta que murió en 1949. Desde 1954, cuando volví a casarme, he tenido el apoyo leal de mi querida esposa Maud. Desde temprana edad, mis dos hijos, Paul y Anelise, me acompañaban en todos los rasgos del servicio del Reino. Ambos se hicieron precursores al irse de casa. Anelise y su esposo, Jannie Muller, todavía sirven en esa capacidad. Más tarde, Paul se apartó de la verdad y fue en pos de una carrera universitaria, pero en años recientes ha vuelto a asociarse con los Testigos. Mis cinco nietos son testigos de Jehová; dos de ellos, junto con sus cónyuges, están sirviendo en el ministerio de tiempo completo. Puedo recomendar enérgicamente que los padres se mantengan allegados a sus hijos y que, por medio del precepto y el ejemplo, les enseñen a amar a Jehová y a servirle con corazón completo. (Deuteronomio 6:6, 7.)

Durante 69 años de servicio teocrático he visto un aumento emocionante. Allá en 1931 había cinco proclamadores del Reino en la zona de Pretoria. Ahora hay más de 1.500 que se asocian en 26 congregaciones. ¡Toda alabanza y honor por esto pertenecen a Jehová! Ahora, a los 86 años de edad, cuando la salud me lo permite, todavía disfruto del desafío de testificar de casa en casa y ofrecer las revistas La Atalaya y ¡Despertad! en la calle. Maud y yo estamos resueltos a ser ‘constantes e inmovibles’, fieles a Jehová, bendiciendo Su nombre para siempre jamás.

[Nota a pie de página]

a Publicado por la Watch Tower Bible and Tract Society.

[Fotografía de Paul Smit en la página 10]

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