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  • El servicio de precursor ha dado inspiración a mi vida

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  • El servicio de precursor ha dado inspiración a mi vida
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1986
w86 1/12 págs. 25-27

El servicio de precursor ha dado inspiración a mi vida

Según lo relató Arthur Gustavsson

ARRIBA en las nevadas Himalayas la verdad de la Palabra de Dios, la Biblia, llegó a mis padres, Fred y Amanda Gustavsson. Era el año 1903, y para aquel entonces yo estaba en el vientre de mi madre. ¿Qué estaban haciendo mis padres allí, tan lejos de Suecia, su país natal?

En el año 1880 mis padres habían emigrado de Suecia a los Estados Unidos. Ambos creían mucho en Dios. Se unieron a la Misión de la Alianza Escandinava de Chicago. Después de un período de entrenamiento, se les envió de misioneros a Baltistán, en el norte de Paquistán. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que era muy difícil convertir a los musulmanes a las enseñanzas de la cristiandad. Hasta ellos mismos comenzaron a dudar de que Dios fuera realmente tan cruel como para condenar a estas personas amables y hospitalarias a un castigo eterno de fuego en el infierno si no se convertían. No se daban cuenta de que estaban preparando la mente para algo mejor.

Con el tiempo recibieron un libro de un amigo estadounidense que hizo cambiar completamente su manera de pensar. Era el libro El plan divino de las edades, escrito por Charles T. Russell, el entonces presidente de la Sociedad Watch Tower. Lo leyeron, y fue como si se les hubieran caído escamas de los ojos. Vieron claramente que el salario del pecado es la muerte, no el tormento eterno. (Romanos 6:23.) Ahora tenían un mensaje de esperanza para la gente... que el Reino de Dios transformaría la Tierra en un paraíso.

Un cambio de misión

Fue para ese tiempo cuando yo nací en Shigar, Baltistán. Poco después nació mi hermana Mirjam. Mis padres decidieron trabajar bajo la dirección de la Sociedad Watch Tower para proclamar la verdad que habían hallado. Sin embargo, las circunstancias los obligaron a regresar a Suecia en 1908. Allí en Göteborg comenzaron a predicar las “buenas nuevas del reino” como repartidores, como se llamaba a los ministros de tiempo completo en aquel entonces. (Mateo 24:14.) Durante los primeros diez años abarcaron toda la ciudad tres veces en su ministerio de casa en casa. Muchas personas aceptaron la verdad.

Recuerdo a la señora Hanna Gunnarsson, quien se indignó muchísimo cuando mi padre le dijo que la Biblia no enseñaba que el hombre tuviera un alma inmortal. Ella exclamó: “Si no tenemos un alma inmortal, ¡entonces da lo mismo que usted vaya y se ahogue en el riachuelo!”. Mi padre solo sonrió amablemente y le dio el folleto What Say the Scriptures About Hell? (¿Qué dicen las Escrituras sobre el infierno?). Más tarde ella y sus hijas llegaron a ser Testigos. Aquel incidente me enseñó a nunca perturbarme, sin importar lo que la gente dijera.

Cuando tenía diez años de edad, el hermano Rutherford vino a Göteborg a presentar el discurso público “¿Dónde están los muertos?”. Durante su presentación ofreció $1.000 a cualquiera del auditorio que pudiera probar que el hombre tiene un alma inmortal. Nadie aceptó el desafío.

Espíritu de precursor en la familia

Debido al excelente ejemplo de mis padres pronto estuve empapado con el espíritu de precursor. Comencé a participar en el ministerio a temprana edad. Mi padre hacía que yo entregara las hojas que anunciaban los discursos públicos. Disfrutaba de esto y tuve algunas experiencias poco comunes. Un día visité a mi maestra para invitarla a un discurso. Ella rehusó el folleto de manera áspera. Aquello me sorprendió tanto que tropecé y caí por las escaleras. Fue una lección para mí... me enseñó a ser realista. La gente no siempre es lo que nosotros desearíamos que fuera.

Nuestra casa llegó a ser un hogar de precursores, y cada uno hacía su parte. Mi hermana Mirjam y yo comprendíamos la importancia de la obra de predicar de nuestros padres. Por lo tanto, a menudo limpiábamos por iniciativa propia toda la casa después que regresábamos de la escuela.

A los 16 años me dediqué para hacer la voluntad de Jehová y me bauticé en 1919 en una asamblea en Örebro. Al año siguiente fui invitado a trabajar con un pequeño grupo de ocho hermanos que se hallaban ocupados trabajando en la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Suecia. Aquellos años de servicio en la sucursal pusieron los fundamentos de una vida disciplinada y ordenada en el servicio de Jehová.

1914... un año inolvidable

Por muchos años antes de 1914 los Estudiantes de la Biblia, como se nos conocía entonces, habían estado esperando con anhelo aquel año como algo especial. Puesto que era un año marcado en la profecía bíblica, esperábamos sucesos poco comunes. Puedo recordar con toda claridad el domingo 2 de agosto de 1914. Mi padre conducía la reunión en Göteborg cuando escuchamos afuera a un muchacho que vendía periódicos gritar: “¡La conflagración mundial ha comenzado!”. En el salón los hermanos empezaron a mirarse unos a otros. Habían comenzado a realizarse algunas de las cosas que habíamos estado proclamando acerca de 1914.

El año 1914 fue significativo también para Johan Severin Petersson. Su hermana Ida le había dejado tres libros escritos por el hermano Russell. Él pensó que eran peligrosos y los quemó. Ida se enteró de esto y, persistiendo, le prestó tres más. Esta vez los guardó en un cajón bajo llave.

Entonces vino la Gran Guerra de 1914. Johan había escuchado que los libros hablaban de esa fecha. Movido por la curiosidad los sacó del cajón y los leyó. Sus ojos se abrieron a la verdad bíblica, y él también llegó a ser un Estudiante de la Biblia. Se bautizó en 1917, y su hija Rosa siguió su ejemplo en 1918. En 1928 ella llegó a ser mi querida esposa y compañera de toda la vida en el servicio de Jehová.

De viaje con las buenas nuevas

Al casarme dejé la sucursal, y Rosa y yo pasamos nuestra luna de miel ¡sirviendo de precursores! Durante nuestro primer mes de casados distribuimos 4.000 ejemplares del folleto Freedom for the Peoples (Libertad para los pueblos).

Después de unos meses me preguntaron si estaría dispuesto a viajar como director de servicio regional, conocido hoy día como superintendente de circuito. Eso significaba visitar congregaciones de Suecia y, después, de Noruega. En aquellos días no había arreglos para que uno llevara a su esposa en esos viajes. Tenía que estar ausente de casa por seis u ocho semanas en cada viaje, con una pausa de varios días entre cada recorrido. Estuvimos dispuestos a hacer el sacrificio y seguimos así por 14 años.

¿Qué hizo Rosa durante este tiempo? Sirvió de precursora con mi hermana en Hälsingborg, Suecia. En aquellos días tenían que viajar mucho en bicicleta para abarcar el vasto territorio. Pero dejemos que ella nos cuente esa historia.

“El servir de precursora en los años treinta era muy diferente a como se hace hoy día. A medida que viajábamos de pueblo en pueblo, Mirjam y yo alquilábamos una pequeña habitación por una semana o dos. Luego nos mudábamos en nuestras bicicletas con todo nuestro equipaje... ropa, caserolas y cajas de libros. ¡Era todo un espectáculo!

”No siempre era fácil hallar alojamiento. Cierto día, después de haber trabajado por separado, Mirjam y yo nos reuníamos a eso de las ocho de la noche.

”Continuamos en nuestras bicicletas hasta la siguiente granja donde vimos las luces encendidas. Entonces reconocimos la casa. Nos descorazonamos. La gente que vivía allí se había mostrado muy opuesta en una visita anterior. Con indecisión, Mirjam fue a la puerta y solicitó alojamiento. Para sorpresa y alivio nuestro, la señora nos pidió que pasáramos y nos sentáramos. Después de un rato nos invitaron a pasar a la mejor habitación, donde había una mesa preparada con una excelente comida. ¡Apenas podíamos creerlo! Después de comer, nos mostraron el dormitorio, cuyas camas estaban arregladas con la mejor ropa de cama. Estábamos desconcertadas ante tal cambio de actitud.

”A la mañana siguiente nos sirvieron desayuno. Cuando quisimos pagarles, rehusaron aceptar nuestro dinero. Les preguntamos si podríamos darles el libro titulado Deliverance (Liberación) como regalo. ‘Oh sí, queremos ese libro —dijeron ellos—. Nuestra vecina nos dijo que ustedes le habían dado uno cuando se quedaron con ella. Nos contó lo mucho que había disfrutado del libro.’

”Esa experiencia nos enseñó que uno nunca sabe qué fruto resultará de la colocación de una sola pieza de literatura bíblica.”

Apegándonos al servicio de precursor

En 1942 se descontinuó por un tiempo la obra de superintendente viajante, por lo tanto Rosa y yo pudimos volver a servir de precursores juntos. Más tarde, su padre enfermó y dejamos el ministerio de tiempo completo para cuidar de él. Sin embargo, tan pronto como las circunstancias lo permitieron, regresamos a nuestra actividad favorita... el servicio de tiempo completo. Sentimos que de nuevo estábamos en nuestro ambiente. A menudo, al regresar a casa después de un largo día de predicación, decíamos: “Los sacrificios y los esfuerzos que se requieren en el servicio de precursor valen la pena”.

Hemos estado sirviendo de precursores por muchos años en la región occidental de Suecia, asociados con la congregación de los testigos de Jehová de Svenljunga. Debido a que ya estamos entrados en años no tenemos el vigor de la juventud, pero estamos felices de poder continuar en las filas de los precursores. He completado 55 años en el servicio de tiempo completo y mi esposa 48. Sin embargo, no vivimos solamente de recuerdos, aunque nos hacen sentir bien. No importa lo viejo que se sea, uno debe mirar siempre hacia adelante. Nuestro deseo sincero es que podamos andar fiel y modestamente con nuestro Dios, Jehová, y que finalmente podamos ver realizadas las maravillosas bendiciones de su Reino, las cuales hemos predicado por muchos años en el servicio de tiempo completo. (Miqueas 6:8.)

[Fotografía en la página 26]

Mi esposa y yo hemos servido juntos a Jehová por 58 años

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