“Un encuentro enriquecedor”
EN EL verano de 1984, Gerard, un joven francés, emprendió una aventura que duraría seis meses... un recorrido en bicicleta por los Estados Unidos y Canadá. Las majestuosas montañas Rocosas le emocionaron, la tranquilidad de los parques le comunicó sosiego, pero lo que vio en Montmagny, Quebec, Canadá, fue lo que más le impresionó; aquello cambió el curso de su vida.
El domingo 16 de septiembre Gerard pedaleaba por Montmagny cuando notó una larga hilera de automóviles aparcados a lo largo de la carretera. Entonces vio a centenares de personas en un lugar donde se efectuaba construcción. “¿Qué pasa?”, preguntó a uno de los trabajadores que dirigía el tráfico. Aunque estaba ocupado, aquel hombre tomó tiempo para explicarle a Gerard que todos aquellos trabajadores eran testigos de Jehová que estaban usando su fin de semana para edificar un salón para sus reuniones religiosas. Sin saberlo, Gerard había llegado durante las últimas y muy atareadas horas del proyecto de construir un Salón del Reino en dos días. Quedó impresionado por cuanto vio y oyó. Aquella noche escribió en su diario: “Por la tarde me topé con los testigos de Jehová. Fabricaron una casa en dos días. Eran más de 1.000. Un encuentro enriquecedor”.
Poco tiempo después, Gerard regresó a Francia. Dos años más tarde, el 26 de julio de 1986, escribió al Salón del Reino de los testigos de Jehová en Montmagny una carta en la que dijo:
‘¿Se acuerdan de haber hablado con un ciclista de Francia el segundo día del proyecto de la construcción de su Salón del Reino? Ese día el que dirigía el tráfico sembró una semilla. Meses más tarde los Testigos me visitaron en Francia y acepté estudiar la Biblia con ellos. Dado que vengo de una familia muy católica, no se me hizo fácil estudiar. Pero Jehová hizo crecer la semilla. Hace dos semanas me bauticé en una asamblea en Nantes. Estoy agradecido a Jehová por haberme permitido encontrar la verdad y por todo lo que me enseñó el hermano el domingo 16 de septiembre de 1984. Saludos fraternales de un aventurero convertido a la verdad’.
¡Qué gozo sintió la congregación de Montmagny al escuchar en su Salón del Reino la lectura de la carta de Gerard! Todos los que participaron en la construcción del Salón experimentaron la veracidad de estas palabras de Salomón: “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez”. (Eclesiastés 11:1.) Sí, la buena impresión que han dado los proyectos de construcción de Salones del Reino es, de muchas maneras, duradera y de largo alcance.