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  • La paz... ¿vendrá mediante el desarme?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
w89 15/12 págs. 3-4

La paz... ¿vendrá mediante el desarme?

“EL MAYOR de los errores es confundir el desarme con la paz”, dijo Winston Churchill cinco años antes de que las naciones se envolvieran en la segunda guerra mundial. Añadió: “Cuando se tenga la paz, se tendrá el desarme”.

¡Qué paradoja! ¿Quién va a arriesgarse a un desarme antes de que se asegure la paz? Pero ¿cómo puede haber verdadera paz mientras se acumulan armas para la guerra? Esta es una situación que los políticos no han podido resolver hasta la fecha.

Winston Churchill hizo esa declaración en 1934, poco después de la Conferencia para el Desarme convocada por la Sociedad de Naciones tan solo dos años antes. El propósito de aquella conferencia, que había requerido 12 años de preparación, era evitar el rearme de Europa. Por toda la Tierra la gente todavía recordaba vívidamente la horrible matanza de unos nueve millones de combatientes durante la I Guerra Mundial, además de los otros millones de heridos y una enorme cantidad de bajas entre los civiles. Sin embargo, el desarme nunca se realizó. ¿Por qué?

Esfuerzos por lograr el desarme

Una política de desarme puede ponerse en vigor, pero raras veces tiene éxito. Por ejemplo, bajo el Tratado de Versalles (1919) se desarmó a Alemania, “dadas y aceptadas las garantías adecuadas de que se reducirán los armamentos de la nación hasta el mínimo compatible con la seguridad interior”. Esto concordaba con una de las proposiciones del presidente estadounidense Woodrow Wilson, luego incorporada en el Artículo 8 del pacto de la Sociedad de Naciones. Pero cuando Hitler subió al poder, al poco tiempo rechazó con desdén tal norma.

¿Tuvieron mayor éxito las Naciones Unidas en poner un fundamento sólido para el desarme después de la segunda guerra mundial? No; aunque su fracaso no se debió a que no hiciera esfuerzos resolutos por conseguirlo. No obstante, puesto que ahora había armas nucleares que podían causar destrucción masiva, el desarme se convirtió en una cuestión de gran urgencia. “En lugar de la alegación anterior de que las carreras de armamentos no convenían en sentido económico y conducían inevitablemente a la guerra —dice The New Encyclopædia Britannica— vino el argumento de que el uso futuro de muchas armas nucleares amenazaba a la civilización misma.”

En 1952 se creó una Comisión para el Desarme (de 12 naciones) para detener el desarrollo de la carrera de armamentos entre Oriente y Occidente. La comisión no progresó, y con el tiempo las dos grandes potencias se separaron más aún. Hasta este día se ha entrado en otros acuerdos y tratados. Sin embargo, el ambiente de desconfianza mutua no ha permitido la abolición total de las armas bélicas. Esto, dice The New Encyclopædia Britannica, es algo que “buscan pensadores utopistas”.

Se calcula el precio

¿Cuánto costará una cosa o la otra, desarmarse o no desarmarse? Esto no siempre puede medirse en términos monetarios. También es muy importante considerar los empleos creados por las industrias relacionadas con la fabricación de armas. En muchos países el dinero de los impuestos recibidos se emplea en comprar armas, y la fabricación de estas crea empleos. Así que el desarme pudiera causar desempleo. Por eso los países que asignan una gran porción de su presupuesto a la defensa se estremecen ante la idea de un desarme total. Para ellos tal idea es una pesadilla, en vez de un sueño utópico.

Por otro lado, no podemos pasar por alto lo mucho que cuesta el funcionamiento de la maquinaria bélica. Se calcula que en armamentos se gasta alrededor de un 10% del valor de la producción total del mundo. ¿A cuánto asciende eso? Las cifras actuales varían debido a la inflación, pero piense en lo que significa gastar de este modo $1.540.000 (E.U.A.) ¡cada minuto del día! ¿Qué sería lo primero que usted haría si tuviera a su disposición esa cantidad de dinero? ¿Combatir el hambre? ¿Suministrar atención médica? ¿Proveer beneficencia infantil? ¿Contribuir a la restauración ecológica? ¡Es tanto lo que se pudiera hacer!

Por ejemplo, considere el programa que recientemente anunció la Unión Soviética de convertir “tanques en tractores”, por el cual se están transformando fábricas de armas en talleres para producir 200 tipos de “equipo avanzado para el sector agrícola e industrial”. ¿Por qué hay necesidad tan urgente de ese equipo agrícola? Porque, según el periódico Farming News, de Gran Bretaña, “solo la tercera parte de las frutas y los vegetales que se cosechan en las haciendas estatales llegan al consumidor, pues el resto se pudre en los campos o se daña mientras se transporta, o en los almacenes”.

Por digno de elogio que sea el fabricar tractores en vez de tanques, solo aparece en los titulares de los periódicos porque no es cosa común. Además, su efecto en la producción total de armas es mínimo. En armas se gastan incontables cientos de millones de libras, rublos y dólares en un mundo donde “los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada”, como predijo Jesucristo. ¿Cómo se puede disipar ese temor? ¿Seguirá siendo solo un sueño el desarme total? Si no es así, ¿qué se requiere para realizarlo? (Lucas 21:26.)

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