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  • Visiones emocionantes que fortalecen la fe
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 1/5 págs. 21-23

Visiones emocionantes que fortalecen la fe

Puntos sobresalientes de Revelación

JUAN, siervo de Jehová, se halla en la pequeña isla de Patmos, cerca de la costa oeste de Asia Menor. Allí el envejecido apóstol contempla cosas maravillosas... simbólicas, muchas veces asombrosas, ¡y verdaderamente significativas! Llega a estar en el día del Señor, que transcurre desde la entronización de Jesús en 1914 hasta el fin de su Gobernación Milenaria. Aunque Juan ve sucesos que ocurrirán durante la hora más tenebrosa de la humanidad, ¡cuán espléndida es la vista que recibe de antemano del Reinado de Mil Años de Cristo! ¡Qué grandiosas bendiciones recibirá la humanidad obediente entonces!

Juan anotó estas visiones en el libro bíblico de Revelación. Este libro, escrito alrededor de 96 E.C., puede fortalecer nuestra fe en el Dios de la profecía, Jehová, y en su Hijo, Jesucristo. (Para más detalles, véase el libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.)

Cristo da consejo amoroso

A principios de la revelación de Dios mediante Cristo se mencionan unas cartas dirigidas a siete congregaciones de los coherederos del Reino de Jesús (Rev 1:1–3:22). En conjunto, estas cartas dan encomio, indican los problemas, suministran corrección y/o estímulo y mencionan las bendiciones resultantes que reciben los que son fieles y obedientes. Aunque los efesios habían aguantado, habían dejado el amor que tenían al principio. A la congregación de Esmirna, que es espiritualmente rica, se la anima a permanecer fiel en medio de su tribulación. La persecución no ha vencido a la congregación de Pérgamo, pero esta ha tolerado el sectarismo. A pesar de que la actividad de los cristianos de Tiatira ha aumentado, allí existe una influencia como la de Jezabel. La congregación de Sardis necesita despertar en sentido espiritual; se insta a la de Filadelfia a asirse de lo que tiene; y los tibios laodicenses necesitan curación espiritual.

¡Qué excelentes palabras para adiestrar a los que habrían de ser reyes celestiales en el futuro... de hecho, para todos los cristianos! Por ejemplo, ¿hay entre nosotros alguien que haya caído en la tibieza? Entonces, ¡tome acción! Llegue a ser tan refrescante como un vaso de agua fría en un día caluroso, pero también empiece a desplegar celo ardiente por Jehová y su servicio. (Compárese con Mateo 11:28, 29; Juan 2:17.)

El Cordero abre un rollo

Después se ve a Jehová sobre su trono, en esplendor (4:1–5:14). Está rodeado de 24 ancianos y cuatro criaturas vivientes. En su mano tiene un rollo sellado con siete sellos. ¿Quién puede abrir el rollo? ¡Ciertamente el Cordero, Jesucristo, es digno de abrirlo!

Hay acontecimientos espectaculares a medida que el Cordero abre seis de los sellos (6:1–7:17). Mientras abre el primer sello, Cristo se presenta sobre un caballo blanco, recibe una corona (en 1914), y sale a vencer. Al abrirse tres sellos más, otros jinetes traen guerra, hambre y muerte a la humanidad. Al abrirse el quinto sello, los martirizados a causa de Cristo claman por venganza con relación a la sangre de ellos, y cada uno recibe “una larga ropa blanca”, lo cual significa una condición de justos relacionada con su resurrección para ser criaturas celestiales inmortales con privilegios de realeza. (Compárese con Revelación 3:5; 4:4.) Cuando se abre el sexto sello se anuncia el día de la ira de Dios y del Cordero mediante un terremoto. Pero “los cuatro vientos de la tierra”, que simbolizan un juicio destructivo, son retenidos hasta que se selle a los 144.000 esclavos de Dios. Cuando a estos se les unge con el espíritu de Dios y se les adopta como Sus hijos espirituales, reciben de antemano una prenda —un sello o promesa— de su herencia celestial. Es solo después de haber sido probados cuando ese sellar se hace permanente. (Romanos 8:15-17; 2 Corintios 1:21, 22.) ¡Y cuán asombrado tiene que quedar Juan al ver “una gran muchedumbre” de todas las naciones... una multitud que abriga la esperanza de vivir para siempre en un paraíso terrenal! Estos salen de “la gran tribulación”, un tiempo de angustia sin paralelo para la humanidad.

¡Qué sorprendentes sucesos se presentan al abrirse el séptimo sello (8:1–11:14)! Hay un silencio por media hora para permitir que se oigan las oraciones de los santos, y tras este silencio se arroja fuego del altar a la Tierra. Entonces siete ángeles se preparan para tocar trompetas que anuncian las plagas de Dios sobre la cristiandad. Las trompetas se tocan durante todo el tiempo del fin hasta la gran tribulación. Cuatro trompetas anuncian plagas sobre la tierra, el mar, las fuentes de agua potable y el sol, la luna y las estrellas. El toque de la quinta trompeta hace que salgan langostas que representan a cristianos ungidos que salen como un enjambre a combatir desde 1919 en adelante. Con el toque de la sexta trompeta tiene lugar un ataque de caballería. En cumplimiento de esto, los ungidos, reforzados desde 1935 por la “gran muchedumbre”, proclaman mensajes de juicio atormentadores contra los líderes religiosos de la cristiandad.

Después Juan se come un rollito, lo cual denota que los ungidos aceptan su asignación y se alimentan de la porción de la Palabra de Dios que contiene expresiones del juicio divino que ellos declaran contra la cristiandad. Se manda al apóstol que mida el santuario del templo, lo cual significa que los propósitos de Jehová respecto al arreglo del templo ciertamente se cumplirán, y que los que están asociados con este deben satisfacer las normas divinas. Entonces los “dos testigos” ungidos de Dios profetizan vestidos de saco, y se les mata, pero son resucitados. Esto señala al período entre 1918 y 1919, cuando los enemigos casi pusieron fin a la predicación de los dos testigos, pero los siervos de Jehová fueron revivificados milagrosamente para que efectuaran su ministerio.

¡Nace el Reino!

El toque de la séptima trompeta anuncia el nacimiento del Reino (11:15–12:17). En el cielo, una mujer simbólica (la organización celestial de Jehová Dios) da a luz un hijo varón (el Reino de Dios con Cristo como Rey), pero el dragón (Satanás) trata en vano de devorarlo. La guerra en el cielo después del nacimiento del Reino en 1914 llega a su culminación cuando el victorioso Miguel (Jesucristo) arroja al dragón y sus ángeles a la Tierra. Allí el dragón sigue guerreando contra el resto ungido de la descendencia de la mujer celestial.

Entonces Juan contempla una bestia salvaje a la cual se le hace una imagen repugnante (13:1-18). Esta bestia salvaje política de siete cabezas y diez cuernos sale “del mar”, las masas turbulentas de la humanidad de las cuales brota el gobierno humano. (Compárese con Daniel 7:2-8; 8:3-8, 20-25.) ¿De qué fuente recibe autoridad esta criatura simbólica? Pues, ¡nada menos que de Satanás, el dragón! ¡E imagínese! Una bestia de dos cuernos (la potencia mundial que es una combinación de Gran Bretaña y los Estados Unidos) le hace una “imagen” a esa monstruosidad política, una imagen que es conocida ahora como las Naciones Unidas. Se obliga a muchas personas a adorar la bestia salvaje y aceptar su “marca” al actuar como lo quiere la bestia salvaje y permitir que esta dirija la vida de ellas. ¡Pero los testigos de Jehová rechazan firmemente la marca demoníaca de la bestia salvaje!

Los siervos de Jehová toman acción

Se ve a varios siervos de Dios en acción mientras se derraman siete tazones de la ira de Dios (14:1–16:21). ¡Escuche! En el monte Sión celestial Juan puede oír a los 144.000 que cantan lo que parece una nueva canción. Un ángel que vuela en medio del cielo tiene buenas nuevas eternas que declarar a los habitantes de la Tierra. ¿Qué significa esto? Que los testigos de Jehová reciben ayuda angelical en su proclamación del mensaje del Reino.

Juan tiene que quedar atónito al ver que se recoge la vid de la tierra y se aplasta a naciones enteras cuando se pisa el lagar de la ira de Dios. (Compárese con Isaías 63:3-6; Joel 3:12-14.) Después, por mandato de Jehová siete ángeles derraman siete tazones de ira divina. La tierra, el mar y las fuentes de agua potable, así como el sol, el trono de la bestia salvaje y el río Éufrates son afectados por el derramamiento de los primeros seis tazones. Imagínese la emoción de Juan al ver que la propaganda demoníaca recoge a los reyes humanos para llevarlos a la guerra de Dios en Har-Magedón. Y los resultados son devastadores cuando el séptimo tazón se derrama sobre el aire.

Dos mujeres simbólicas

Ciertamente emociona a Juan presenciar el fin de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa, y observar los acontecimientos gozosos que vienen después de su destrucción (17:1–19:10). Borracha con la sangre de los santos, se la ve montada sobre la bestia de color escarlata que tiene siete cabezas y diez cuernos (la Sociedad de Naciones y su sucesora, las Naciones Unidas). Ah, pero ¡qué devastación sufre cuando los cuernos se vuelven contra ella!

Se oyen voces celestiales que alaban a Jah por la destrucción de Babilonia la Grande. ¡Y qué estruendosa alabanza anuncia las bodas del Cordero y su novia, los ungidos resucitados!

Cristo triunfa y gobierna

Juan ahora contempla al Rey de reyes mientras este va a la cabeza de ejércitos celestiales a destruir el sistema de cosas de Satanás (19:11-21). Sí, Jesús, “La Palabra de Dios”, hace guerra contra las naciones. El apóstol ve que se arroja a la bestia salvaje (la organización política de Satanás) y al falso profeta (la Potencia Mundial Angloamericana) “al lago de fuego”, que simboliza destrucción completa y eterna.

¿Qué sucede después? Pues bien, Juan ve que se abisma a Satanás. Después tiene una vista por anticipado del Reinado de Mil Años de Cristo, ¡durante el cual Jesús y sus corregentes resucitados juzgan a la humanidad y elevan a los obedientes a la perfección humana (20:1-10)! Ahora es el tiempo para una prueba final. Después que Satanás sea soltado del abismo, se esforzará por desviar a la humanidad perfecta, pero la destrucción pondrá fin a las carreras de todos los rebeldes demoníacos y humanos contra Dios.

Volviendo al pasado en el tiempo, ¡cuán fascinado tiene que quedar Juan al ver que se resucita a los que están en la muerte, en el Hades (el sepulcro común de la humanidad) y en el mar, y se les juzga delante de Dios, quien está sentado sobre un gran trono blanco (20:11-15)! ¡Y qué alivio sentirá la gente recta cuando la muerte y el Hades sean arrojados al lago de fuego y nunca más conviertan en sus víctimas a la gente!

Cuando las visiones de Juan llegan a su fin, él contempla la Nueva Jerusalén (21:1–22:21). Aquella ciudad gubernamental baja del cielo y trae iluminación a las naciones. Por la Nueva Jerusalén fluye “un río de agua de vida”, que representa la verdad bíblica y todo lo que Dios ha provisto con el sacrificio de Jesús como base para recobrar del pecado y la muerte a los humanos obedientes y otorgarles vida eterna. (Juan 1:29; 17:3; 1 Juan 2:1, 2.) A cada lado de este río Juan ve árboles con hojas de curación, lo que representa parte de la provisión de Jehová para dar vida eterna a la humanidad obediente. Después de los mensajes de conclusión que dan Dios y Cristo, se extiende una invitación. ¡Qué maravilloso es oír que el espíritu y la novia invitan a todos los sedientos a ‘venir y tomar gratis el agua de la vida’! Y cuando leemos las palabras finales de Revelación, sin duda sentimos el mismo fervor que sintió Juan al exclamar: “¡Amén! Ven, Señor Jesús”.

[Recuadro/Ilustración en la página 21]

Manténgase despierto: Entre las palabras proféticas acerca de la guerra de Dios, Har–Magedón (Armagedón), se dice: “¡Mira! Vengo [es decir, Jesucristo viene] como ladrón. Feliz es el que se mantiene despierto y guarda sus prendas de vestir exteriores, para que no ande desnudo y la gente mire su vergüenza”. (Revelación 16:15.) Puede que esto aluda a los deberes del superintendente u oficial del monte del templo en Jerusalén. Durante las vigilias él caminaba por el templo para ver si los guardias levitas estaban despiertos o dormidos en sus puestos. A cualquier guardia que se hallara dormido se le golpeaba con un palo, y sus prendas de vestir exteriores podían ser quemadas como castigo vergonzoso. Puesto que el Armagedón está tan cerca ahora, el resto ungido del “sacerdocio real” o “casa espiritual” está resuelto a permanecer despierto en sentido espiritual. Sus compañeros, la “gran muchedumbre” que tiene esperanzas terrestres, tienen que actuar de la misma manera, pues ellos también rinden servicio sagrado a Dios en el templo. (1 Pedro 2:5, 9; Revelación 7:9-17.) En particular los superintendentes cristianos deben permanecer vigilantes contra el desarrollo de condiciones malas en la congregación. Porque ellos siguen despiertos, todos los que adoran lealmente en el templo espiritual de Dios siguen con sus “prendas de vestir exteriores” puestas, unas prendas que denotan su servicio privilegiado como testigos de Jehová.

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