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  • ‘Pestes en un lugar tras otro’
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 15/11 pág. 7

‘Pestes en un lugar tras otro’

LAS pestes sin paralelo constituyen uno de los rasgos predichos de ‘la señal de la presencia de Jesucristo y de la conclusión del sistema de cosas’. (Mateo 24:3.) Lucas, en el Evangelio que escribió, añade ese detalle que no se menciona en los relatos de Mateo y Marcos. (Mateo, capítulos 24 y 25; Marcos, capítulo 13.) En los últimos días habría epidemias y enfermedades devastadoras “en un lugar tras otro”. (Lucas 1:3; 21:11.) ¿De dónde vendrían esas enfermedades?

“Los científicos saben de diversos virus de los trópicos que —si las fuerzas de la naturaleza lo favorecieran— podrían causar más muertes de las que probablemente resultarán de la epidemia del SIDA”, declara la revista Science News. “Los investigadores dicen que aunque el inventario vírico del mundo permaneciera estable, los trópicos ya hospedan suficiente ‘potencial’ vírico como para aniquilar grandes partes de la población de la Tierra.”

Lo que hace que nuestra era sea más vulnerable es el aumento demográfico y las necesidades cada vez mayores de un mundo atestado. “La historia muestra que han surgido mortíferas epidemias víricas cuando los hombres han entrado en terreno inexplorado o cuando las condiciones de la vida urbana han presentado deterioros que han invitado a nuevos huéspedes víricos”, dice Science News. Al entrar el hombre en zonas antes inaccesibles que están infectadas por virus, el resultado suele ser epidemias víricas. Lo mismo sucede cuando los insectos extienden sus zonas de habitación debido a la variación climática de la Tierra. “Además —dice la revista—, tecnologías médicas modernas como las transfusiones y los transplantes han suministrado a los virus nuevos medios de transporte entre los humanos. Otros medios de transmitir los virus han sido el resultado de diversos cambios sociales y de comportamiento, desde los viajes mundiales de las personas ricas y famosas hasta el hecho de que los drogadictos comparten las agujas que usan.”

“La historia reciente ofrece ejemplos vívidos de encuentros limitados con enfermedades víricas en zonas aisladas, encuentros que pudieran presagiar el brote de epidemias mayores en el futuro”, añade el artículo. Algunos ejemplos son: el anteriormente desconocido virus Marburg, un mortífero virus tropical que afligió a docenas de científicos en Alemania Occidental a fines de los años sesenta; el virus que causa la fiebre del Valle del Rift, que infectó a millones de personas y mató a miles en Egipto en 1977; el virus tropical Ebola, que infectó a más de 1.000 personas en Zaire y Sudán en 1976 y mató a unas 500 de ellas, muchas de las cuales eran médicos y enfermeras que atendían a las víctimas.

Rara vez se predicen por adelantado los devastadores ataques víricos. “Por ejemplo, en 1918 un tipo mutante de gripe humana se esparció por toda la Tierra y, según cálculos, mató a unos 20.000.000 de personas —dice Science News—. Más recientemente, el mundo recibió una nueva sorpresa cuando apareció en humanos un virus que antes probablemente se hallaba tan solo en monos de África. El virus del SIDA ya ha infectado de 5.000.000 a 10.000.000 de personas en 149 países, según calcula la Organización Mundial de la Salud. A pesar de toda la atención que se ha dado a esta última plaga, muchos expertos en virología temen que ocurran cosas más temibles.”

Aunque las pestes son muy angustiosas, son parte de la señal compuesta de la presencia de Jesús en la gloria de su Reino, así como lo son las guerras, las hambres y los grandes terremotos. (Marcos 13:8; Lucas 21:10, 11.) Los rasgos de la señal también nos dan razón para regocijarnos, pues Lucas añade estas palabras de Jesús: “Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)

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