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  • Un manuscrito bíblico hebreo modelo

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  • Un manuscrito bíblico hebreo modelo
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
w92 15/10 págs. 28-29

Un manuscrito bíblico hebreo modelo

ANTES del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en 1947, los manuscritos bíblicos hebreos más antiguos conocidos —a excepción de unos cuantos fragmentos— databan de finales del siglo I hasta el siglo XI E.C., es decir, de hace unos 1.000 años. ¿Quiere decir eso que antes de 1947 el texto hebreo de la Biblia no era seguro? ¿Y por qué había tan pocos manuscritos hebreos antiguos?

Para responder primero a esta última pregunta hay que decir que la ortodoxia judía prescribía que todo manuscrito bíblico hebreo demasiado gastado para ser utilizado debía encerrarse en una geniza, una especie de almacén que había en las sinagogas. Luego cuando se acumulaban estos manuscritos gastados se sacaban de allí y se enterraban. De este modo los judíos pretendían evitar la profanación o mal uso de sus Escrituras. ¿Por qué? Porque contenían el Tetragrámaton, los caracteres hebreos que representan el sagrado nombre de Dios, que en español suele escribirse “Jehová”.

La “Corona”

En su mayor parte, el texto bíblico hebreo se ha transmitido fielmente desde tiempos antiguos. Por ejemplo, había un importante manuscrito hebreo llamado la Keter, la “Corona”, que originalmente contenía todas las Escrituras Hebreas o “Antiguo Testamento”. Se guardaba en la sinagoga más antigua de una pequeña y secular comunidad judía que vivía en Alepo (Siria), ciudad predominantemente musulmana. Este manuscrito se había dejado antes a los judíos caraítas de Jerusalén, pero en 1099 cayó en manos de los cruzados. El manuscrito se recuperó más tarde y se llevó al Viejo Cairo (Egipto). Para el siglo XV, a más tardar, ya estaba en Alepo y con el tiempo se le llamó el Códice de Alepo. Este manuscrito data por lo menos del año 930 E.C. y se le ha considerado la corona de la erudición masorética, como indica su nombre. Es un buen ejemplo para ilustrar el cuidado que se tuvo en la transmisión del texto bíblico y puede decirse que fue un manuscrito hebreo modelo.

En tiempos más modernos los guardianes de este sobresaliente manuscrito temieron por superstición que se profanara su objeto sagrado, y no permitieron que los eruditos lo consultaran. Además, como solo se había fotografiado una hoja no se pudo publicar una edición facsímil para su estudio.

Cuando los británicos se retiraron de Palestina en 1948 se produjeron motines en Alepo contra los judíos. Se quemó su sinagoga; el precioso códice desapareció y se dio por perdido. ¡Qué sorpresa, cuando unos 10 años más tarde se supo que habían sobrevivido unas tres cuartas partes del manuscrito y habían pasado clandestinamente de Siria a Jerusalén! Finalmente, en 1976, se publicó una excelente edición facsímil a todo color de 500 ejemplares.

La obra de un maestro

¿Por qué es tan importante este manuscrito? Porque su texto consonántico original fue corregido y puntuado alrededor de 930 E.C. por Aaron ben Aser, uno de los eruditos más famosos preparado en la copia y transmisión de la Biblia hebrea. Era por lo tanto un códice modelo, que serviría de norma para las copias futuras que realizarían otros escribas menos preparados.

En un principio contenía 380 folios (760 páginas) y generalmente estaba escrito a tres columnas en hojas de pergamino. Ahora consiste en 294 folios y le falta la mayor parte del Pentateuco y de la sección final, que comprende Lamentaciones, El Cantar de los Cantares, Daniel, Ester, Esdras y Nehemías. Se abrevia “Al” en la nota al pie de la página de Josué 21:37 en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Con Referencias). Moisés Maimónides (véase grabado), famoso erudito judío del siglo XII E.C., dijo que el Códice de Alepo era el mejor que jamás había vistoa.

El texto hebreo que se copió a mano desde el siglo XIII hasta el siglo XV era una mezcla de dos familias principales del texto masorético, la de Ben Aser y la de Ben Neftalí. En el siglo XVI Jacob ben Hayyim produjo el texto para una Biblia hebrea impresa derivado de esta tradición mixta, texto que sirvió de base para casi todas las Biblias hebreas impresas de los siguientes 400 años.

Para la tercera edición de 1937 de la Biblia Hebraica (el texto hebreo impreso) se consultó la tradición de Ben Aser conservada en el manuscrito que se halla en Rusia, conocido como Leningrado B 19A. El Leningrado B 19A data de 1008 E.C. La Universidad Hebrea de Jerusalén planea publicar con el tiempo todo el texto hebreo de Alepo, junto con las lecturas de todos los demás manuscritos y versiones, entre ellos los Rollos del Mar Muerto.

El texto bíblico que utilizamos en la actualidad es confiable. Fue inspirado por Dios y transmitido durante siglos por escribas copistas que trabajaron con gran meticulosidad. El cuidado extremo de estos copistas se vio al comparar el rollo de Isaías hallado a orillas del mar Muerto en 1947 con el texto masorético. Se encontraron sorprendentemente pocas diferencias, aunque el Rollo del Mar Muerto es más de 1.000 años más antiguo que la Biblia masorética más antigua existente. Además, ahora que los eruditos pueden examinar el Códice de Alepo habrá aún más razón para confiar en la autenticidad del texto de las Escrituras Hebreas. Verdaderamente, “en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido”. (Isaías 40:8.)

[Nota a pie de página]

a Algunos eruditos dudaron por algún tiempo de que el Códice de Alepo fuera el manuscrito que puntuó Ben Aser. Sin embargo, desde que se ha podido estudiar el códice, se ha visto con más claridad que es en realidad el manuscrito que puntuó Ben Aser mencionado por Maimónides.

[Reconocimiento en la página 28]

Bibelmuseum (Münster)

[Reconocimiento en la página 29]

Jewish Division / The New York Public Library / Astor, Lenox, and Tilden Foundations

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