Jehová se acuerda de los enfermos y de los de edad avanzada
ENFRENTARSE con un “tiempo de calamidad” puede ser una experiencia muy difícil. (Salmo 37:18, 19.) Tal tiempo puede llegar con la vejez y el debilitamiento concomitante. Algunos atraviesan un tiempo calamitoso cuando sufren una enfermedad grave y prolongada. Tal vez les parezca que la enfermedad controla su vida y domina la totalidad de sus pensamientos y acciones.
Sin embargo, es alentador recordar que Jehová vela por todos los que le sirven. Su corazón se regocija cuando sus siervos devotos son leales y prudentes a pesar de la vejez, las enfermedades u otras circunstancias penosas. (2 Crónicas 16:9a; Proverbios 27:11.) El rey David nos asegura: “Jehová está cerca de todos los que lo invocan, [...] y oirá su clamor por ayuda”. Sí, él está al tanto de su lucha y los fortalece con su espíritu. “Los salvará.” Jehová los recuerda y les ayuda a aguantar. (Salmo 145:18, 19.) Pero ¿y nosotros? ¿Nos acordamos de los enfermos y de los de edad avanzada, como hace Jehová?
La debilidad que trae consigo la enfermedad o la vejez es una realidad de la vida en este sistema; es un hecho con el que tenemos que batallar hasta que Jehová realice su propósito para la Tierra y la humanidad. En la actualidad, cada vez más personas viven hasta una edad muy avanzada; por eso, muchas experimentan el debilitamiento que tiene lugar en esta etapa de la vida. Además, muchas personas que aún son jóvenes sufren accidentes o enfermedades graves que amenazan la vida o que las dejan imposibilitadas. La enfermedad y la vejez seguirán siendo grandes retos hasta que este viejo mundo desaparezca.
Apreciamos mucho a los enfermos y a los de edad avanzada que continúan siendo ejemplos ‘en sufrir el mal y en ejercer paciencia’. Verdaderamente “pronunciamos felices a los que han aguantado”. (Santiago 5:10, 11.) Muchas personas ancianas cuyas facultades están mermadas contribuyeron durante décadas a la enseñanza, capacitación y formación de aquellos que ahora llevan la delantera en la congregación. Otros se sienten felices al ver que sus hijos han emprendido el ministerio de tiempo completo. (Salmo 71:17, 18 71:17, 18; 3 Juan 4.)
Apreciamos igualmente a los nuestros que padecen enfermedades graves, pero que, a pesar de los sufrimientos, nos alientan con su fidelidad. El que den prueba de su esperanza sin vacilación hace que se consolide más nuestra fe y nos sirve de estímulo. Su tranquilidad de ánimo y su alegría revelan una fe digna de ser imitada.
Hay gran conmoción cuando atacan de repente el cáncer, la apoplejía o cualquier otra afección que altera por completo la vida de uno. Asimismo, es una prueba difícil para los padres cuando sus hijos enferman o sufren a consecuencia de algún accidente. ¿Cómo pueden ayudar otras personas? Un tiempo de calamidad semejante constituye una prueba para toda la hermandad cristiana. Es una oportunidad de demostrar que ‘un compañero verdadero es un hermano nacido para cuando hay angustia’. (Proverbios 17:17.) Por supuesto, no todos los enfermos o de edad avanzada pueden esperar que cada uno de los miembros de la congregación los asista personalmente. Sin embargo, Jehová se encargará de que su espíritu impela a muchos a ayudar de múltiples maneras, y los ancianos de la congregación pueden encargarse de que no se pase por alto a nadie. (Véase Éxodo 18:17, 18.)
Muéstrese comprensivo
Cuando se procura ayudar a una persona, es importante que haya buena comunicación, lo que exige tiempo, paciencia y empatía. Por supuesto, en su papel de ayudante, usted desea ‘fortalecer con palabras’; por eso, escuche atentamente antes de hablar o actuar, o acabará siendo un ‘consolador molesto’. (Job 16:2, 5.)
Habrá ocasiones en que los enfermos y los de edad hallarán difícil ocultar su frustración. Muchos han abrigado la esperanza de sobrevivir a la gran tribulación, y ahora se encuentran en medio de una carrera contra reloj, una carrera que no están seguros de ganar. Además, su estado muchas veces hace que se cansen o se inquieten. Mantener la fe viva y fuerte es una lucha, en particular si ya no pueden satisfacer el deseo sincero de participar de lleno en el ministerio cristiano. Un anciano cristiano que visitaba a una hermana mayor oró con ella y le pidió a Jehová que perdonara nuestros pecados. Al terminar la oración, se dio cuenta de que la hermana estaba llorando. Ella le explicó que sentía la necesidad de que Jehová le concediera un perdón especial porque ya no podía predicar de casa en casa. Sí; los sentimientos de inutilidad, aunque por lo general injustificados, pueden deprimir mucho a una persona.
Tenga presente que la inquietud y la fatiga pueden afectar el equilibrio mental. La debilidad propia de la vejez o la tensión que produce una enfermedad debilitante quizás hagan que la persona se sienta olvidada de Jehová y se pregunte: “¿Qué he hecho? ¿Por qué me sucede esto a mí?”. Recuerde las palabras de Proverbios 12:25: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia, pero la buena palabra es lo que lo regocija”. Intente hallar comentarios consoladores. Las personas de edad avanzada que están sufriendo mucho hasta pueden expresar el deseo de morir, como hizo Job. No hay por qué escandalizarse; más bien, muéstrese comprensivo. Tales quejas no constituyen necesariamente una prueba de falta de fe o confianza. Aunque Job pidió que se le ‘ocultara en el Seol’, lo que dijo inmediatamente después revela su fe sólida en que Jehová lo levantaría más tarde. La fe fuerte hace posible que uno atraviese períodos de angustia y depresión y que aun así permanezca cerca de Jehová. (Job 14:13-15.)
Honre a los enfermos y a los de edad avanzada
Es fundamental honrar y tratar con dignidad a los enfermos y a los de edad avanzada. (Romanos 12:10.) No se impaciente si ya no reaccionan con la misma rapidez que antes o ya no pueden hacer tanto como en el pasado. No se apresure a intervenir y a decidir por ellos. Por muy bienintencionados que seamos, actuar de manera dominante o autoritaria privará a la otra persona de su amor propio. El investigador Jette Ingerslev explicó en una tesis doctoral publicada en 1988 lo que un grupo de ancianos de 85 años de edad consideraban primordial para una vida de calidad: “Dieron prioridad a tres cosas: estar con sus parientes, gozar de buena salud y, finalmente, aunque no por ello menos importante, tomar sus propias decisiones”. Observe que los hijos del patriarca Jacob no lo trataron con desdén en su vejez, sino que respetaron sus deseos. (Génesis 47:29, 30; 48:17-20.)
También a los enfermos se les debe tratar con dignidad. Por culpa de un error quirúrgico, un anciano de congregación no puede hablar, leer ni escribir. Esto fue un duro golpe, pero sus compañeros ancianos decidieron hacer todo lo posible para evitar que se sintiera inútil. Ahora le leen toda la correspondencia y lo incluyen en la planificación de los asuntos de la congregación. En las reuniones de ancianos procuran averiguar su opinión. Le hacen saber que todavía lo consideran un anciano y que agradecen su presencia. Todos en la congregación cristiana podemos esforzarnos por que ninguna persona enferma o anciana se sienta ‘desechada’ o excluida. (Salmo 71:9.)
Ayuda para adquirir fortaleza espiritual
Todos necesitamos alimento espiritual para mantener la fe viva y fuerte. Por tal razón se nos anima a leer diariamente la Biblia y las publicaciones bíblicas, así como a participar con entusiasmo en las reuniones cristianas y la predicación. Por lo general, los enfermos y los ancianos precisan de ayuda para ello, y es importante hacer lo que sea práctico en cada caso particular. Afortunadamente, a muchos todavía les es posible asistir a las reuniones si se les brinda transporte y un poco de ayuda en el Salón del Reino. Su presencia en las reuniones infunde mucho ánimo a la congregación. Su aguante es alentador y robustece la fe.
En muchos casos también es factible que los enfermos y los de edad participen de manera significativa en el ministerio cristiano. Se puede incluir a algunos en un grupo que vaya en automóvil a predicar, y no cabe duda de que les gustará visitar algunos hogares, aunque sean pocos. Si ya no es posible que salgan, pueden hallar gozo predicando informalmente a las personas con quienes tengan tratos. Una hermana que padecía cáncer decidió emplear todo el tiempo que le restara de vida en un esfuerzo especial por promover las buenas nuevas. Su predicación intrépida fue un estímulo para todos. Hasta arregló su propio funeral de tal manera que se diera un excelente testimonio a sus parientes, compañeros de trabajo y vecinos no creyentes. Sus circunstancias angustiosas ‘resultaron en el adelantamiento de las buenas nuevas’, y el que estuviera resuelta a expresar su fe y su confianza dio significado particular a sus últimos días. (Filipenses 1:12-14.)
Es bueno ayudar a los enfermos y a los de edad avanzada a fortalecerse espiritualmente. Las familias pueden invitarlos a pasar una tarde en su compañía, o tener de vez en cuando parte del estudio de familia en el hogar de alguien que no pueda salir. Una madre llevaba a sus dos hijos menores a casa de una hermana anciana para que leyeran juntos Mi libro de historias bíblicas. La hermana de edad estaba feliz y los niños disfrutaban de la atención que ella les prestaba.
No obstante, hay ocasiones en que no se debe perturbar mucho al enfermo; en tal caso sería mejor leerle algo en voz alta solo ocasionalmente. Recuerde, sin embargo, que incluso si la persona está demasiado débil para conversar, es posible que todavía necesite y desee compañerismo espiritual. Podemos orar con ella, leerle o relatarle experiencias, cuidando siempre de no quedarnos más tiempo del indicado.
Hay un servicio sagrado que la mayoría de los enfermos y ancianos aún pueden efectuar: orar a favor de otros. Los primeros discípulos concedieron gran importancia a este ministerio. En una ocasión repartieron las cargas de la congregación de tal manera que los apóstoles pudieran concentrarse en la oración. Se dice que el fiel Epafras ‘se esforzaba a favor de otros en sus oraciones’. (Colosenses 4:12; Hechos 6:4.) Dichas oraciones son muy importantes y provechosas. (Lucas 2:36-38; Santiago 5:16.)
Jehová se acuerda de los enfermos y de los de edad avanzada, y los cuida en tiempo de calamidad. Como es debido, espera que nosotros también reflexionemos en qué podemos hacer para ayudarlos y apoyarlos. El interés que mostremos reflejará nuestra resolución de mantener la integridad. Además, nos causa felicidad pensar en estas palabras del rey David: “Jehová está al tanto de los días de los exentos de falta, y la mismísima herencia de ellos continuará aun hasta tiempo indefinido”. (Salmo 37:18.)
[Recuadro en las páginas 28, 29]
DÉ AYUDA PRÁCTICA: con comprensión
LOS amigos y los parientes deben aprender pautas elementales, aunque correctas, sobre el cuidado de los enfermos y los ancianos. Se les puede animar sobre todo a mantener una actitud positiva ante la vida, a sentir que se les necesita y aprecia y a tener autoestima. De este modo, su calidad de vida estará en un nivel tal que mantendrán su gozo en Jehová a pesar de los dolores y los sufrimientos. Es sabido que muchos testigos de Jehová alcanzan una edad muy avanzada. Un factor muy importante que contribuye a ello es, sin duda, el vivo interés por la esperanza que les aguarda, su alegre disposición mental y su participación en la actividad del Reino en la medida de sus posibilidades. El fallecido presidente de la Sociedad Watch Tower, Frederick W. Franz, que murió tranquilamente en su centésimo año tras haber disfrutado de una vida productiva, fue un magnífico ejemplo de longevidad. (Compárese con 1 Crónicas 29:28.)
La atención que se presta al cuidado diario por lo general tiene mucha importancia: buenas normas de higiene, una alimentación apropiada, un consumo suficiente de líquidos y sal, ejercicio razonable, aire fresco, masajes suaves y conversación animadora. Una dieta apropiada puede mejorar el oído, la vista, las funciones mentales y el estado físico, además de aumentar la resistencia a las enfermedades. Para las personas mayores, el simple hecho de alimentarse bien y consumir suficientes líquidos puede marcar la diferencia entre el buen estado y la senilidad. Tal vez se necesite pensar un poco a fin de hallar la forma de ejercicio físico apropiada para la persona. Una hermana que va a leerle a otra de edad avanzada que está casi ciega, comienza y termina las visitas semanales bailando con ella suavemente alrededor del cuarto. La grabadora está siempre lista con música seleccionada, y ambas disfrutan de este “ejercicio”.
En muchos países, las instituciones de asistencia social pueden suministrar ayuda práctica valiosa y dar información y consejo tocante al estado específico de un paciente y la manera de tratar la situación. (Naturalmente, el cristiano siempre cuidará de no envolverse en actividades que lo desvíen del verdadero ministerio cristiano.) A veces, la ayuda consiste en el préstamo de una cama de hospital, instrumentos de apoyo, aparatos ortopédicos, sillas de ruedas, audífonos, etc. Puesto que muchas personas mayores creen que no necesitan nada o que no vale la pena conseguir tales instrumentos, a menudo los parientes deben aconsejarlos bien e incluso persuadirlos a aceptarlos. Una manilla práctica para la puerta del baño puede causar más felicidad que un ramo de flores.
Cuidar a las personas de edad avanzada puede ocasionar gran tensión mental, particularmente si son seniles. La senilidad con frecuencia se presenta gradualmente. Se puede intentar contrarrestarla evitando la inactividad innecesaria del paciente. Una persona senil puede ofenderse de repente con alguien a quien siempre estuvo muy apegado. Los familiares deben comprender que una persona de edad hasta puede olvidar todo lo relacionado con la verdad, un triste resultado del desgaste físico, más bien que una prueba de pérdida de fe.
Si el paciente está recluido en un hospital o en un asilo de ancianos, es preciso mantenerse en continua comunicación con el personal de la institución para que sepan qué hacer con respecto a las fiestas de cumpleaños, la Navidad y otras fiestas paganas. Si se requiere una operación, los familiares pueden explicar y documentar la opinión del paciente sobre las transfusiones de sangre.