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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 1/8 págs. 2-5

¿Ha terminado por fin la amenaza nuclear?

“LA PAZ en la Tierra parece ahora más factible que en cualquier otro momento después de la II Guerra Mundial.” Esta optimista apreciación de un corresponsal, que data de finales de los años ochenta, se fundó en el hecho de que los importantes acuerdos de desarme y las inesperadas convulsiones políticas habían acabado por fin con la Guerra Fría. Pero ¿había finalizado también la amenaza nuclear, tan característica de la anterior confrontación de las superpotencias? ¿Eran ahora posibles la paz y la seguridad duraderas?

Los peligros de la proliferación

Durante la Guerra Fría, las superpotencias confiaron en el equilibrio del terror para mantener la paz, y concordaron en permitir el desarrollo de los conocimientos nucleares con propósitos pacíficos, así como restringir su uso en la fabricación de armamento nuclear. En 1970 entró en vigor el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, posteriormente ratificado por unas ciento cuarenta naciones. No obstante, algunas posibles potencias nucleares, como Argentina, Brasil, India e Israel, se han negado hasta el presente a firmar el tratado.

Ahora bien, en 1985 firmó otra posible potencia nuclear, Corea del Norte. De modo que cuando el 12 de marzo de 1993 anunció su retirada del tratado, fue lógico que el mundo reaccionara con inquietud. El semanario alemán Der Spiegel dijo: “La noticia de la retirada del Tratado de No Proliferación crea un precedente: existe ahora la amenaza de una carrera armamentista nuclear que empiece en Asia y que sea más peligrosa que la rivalidad nuclear entre las superpotencias”.

Como el nacionalismo está dando a luz nuevas naciones a gran velocidad, es probable que aumente el número de potencias nucleares. (Véase el recuadro.) El periodista Charles Krauthammer advierte: “El fin de la amenaza soviética no significa el fin del peligro nuclear. El peligro real es la proliferación, y esta no ha hecho más que empezar”.

Se venden bombas

Las posibles potencias nucleares desean conseguir el prestigio y el poder que ofrecen estas armas. Se dice que un país ha comprado al menos dos cabezas nucleares a Kazajstán. La anterior república soviética declara oficialmente “desaparecidas” estas armas nucleares.

En octubre de 1992 se arrestó a varios hombres en Frankfurt (Alemania) con 200 gramos de cesio muy radiactivo, suficiente como para envenenar toda el agua de una ciudad. Una semana más tarde se detuvo a siete contrabandistas en Munich con 2,2 kilos de uranio. El descubrimiento de dos redes de contrabando en el plazo de dos semanas asustó a las autoridades, pues solo se habían denunciado cinco de estos casos por todo el mundo a lo largo del año anterior.

No se sabe si esas personas intentaban vender su mercancía a grupos terroristas o a gobiernos. Sea como fuere, está aumentando la posibilidad del terrorismo nuclear. El Dr. David Lowry, del Centro de Información Europeo de Proliferación, explica el peligro: “Lo único que tiene que hacer un terrorista es enviar una muestra de uranio enriquecido a una autoridad respetada para que lo analice, diciendo que tiene tanto y que ahí está la prueba. Es como el secuestrador que manda la oreja de la víctima”.

“Bombas de relojería” pacíficas y “trampas mortales”

A principios de 1992 había 420 reactores nucleares dedicados a la producción de electricidad, y se estaban construyendo otros 76. Pero también hay que decir que en el transcurso de los años se ha informado un número creciente de casos de enfermedades, abortos y defectos de nacimiento como consecuencia de los accidentes que han ocurrido en los reactores. Uno de estos informes dice que los incidentes que se habían producido en una planta de plutonio soviética habían provocado para 1967 una emisión de radiactividad tres veces mayor que la catástrofe de Chernóbil.

Este último accidente de Chernóbil (Ucrania), ocurrido en abril de 1986, recibió una amplia publicidad en los medios de comunicación. Grigori Medvédev, ingeniero nuclear y subdirector de la planta de Chernóbil durante la década de los años setenta, explica que se ha formado una “colosal balsa atmosférica de radionúclidos de vida larga [...] que equivale a diez bombas como las de Hiroshima” en lo que se refiere a efectos a largo plazo.

En el libro La verdad sobre Chernóbil, Medvédev incluye once graves accidentes de reactores nucleares ocurridos en la anterior Unión Soviética para mediados de los años ochenta y otros doce en Estados Unidos. Entre estos últimos se cuenta el horrible accidente de Three Mile Island, ocurrido en 1979. Respecto a este, Medvédev dice: “Asestó el primer golpe serio a la energética nuclear e hizo añicos las ilusiones que muchos tenían sobre la absoluta seguridad de las C[entrales] N[ucleares]. Pero no de todos”.

Esto explica por qué siguen ocurriendo desgracias. En Rusia aumentaron en casi un 20% durante 1992. Después del accidente que tuvo lugar en marzo del año pasado en la planta de Sosnovy Bore, de San Petersburgo (Rusia), los niveles de radiación se elevaron en un 50% en el noreste de Inglaterra y alcanzaron un nivel doble del máximo permisible en Estonia y en el sur de Finlandia. El profesor John Urquhart, de la Universidad de Newcastle, admite: “No puedo demostrar que el aumento se debiera a Sosnovy Bore, pero si no fue Sosnovy Bore, ¿qué fue entonces?”.

Algunas autoridades alegan que los reactores como los que hay en Chernóbil tienen un defecto de diseño y son demasiado peligrosos. No obstante, se están utilizando más de doce de ellos para satisfacer la enorme demanda de energía. Incluso se acusa a algunos operadores de reactores de desactivar los sistemas de seguridad para conseguir una mayor productividad. Informes de esta índole aterrorizan a países como Francia, que produce el 70% de su electricidad en centrales nucleares. Otro “Chernóbil”, y es posible que se le obligue a cerrar permanentemente muchas de sus centrales.

Incluso los reactores “seguros” pueden convertirse en inseguros con el tiempo. A principios de 1993 se hallaron durante una revisión rutinaria más de cien fracturas en las tuberías de acero del reactor de Brunsbüttel, uno de los más antiguos de Alemania. Se han encontrado fisuras similares en reactores franceses y suizos. En 1991 se produjo el primer accidente serio en una planta nuclear japonesa, posiblemente debido a sus años. Ese incidente es un mal presagio para Estados Unidos, donde aproximadamente las dos terceras partes de los reactores comerciales tienen más de una década.

Los accidentes en reactores nucleares pueden suceder en cualquier lugar y en cualquier momento. Cuantos más reactores, mayor la amenaza; cuanto más viejo el reactor, mayor el peligro. No sin razón un periódico los llamó bombas de relojería y trampas mortales radiactivas.

¿Dónde debería tirarse la basura?

Hace poco la gente se sorprendió al ver vallado y protegido por la policía un lugar de los alpes franceses situado a la orilla de un río frecuentado por los excursionistas. El periódico The European explicó: “Comprobaciones rutinarias ordenadas después de la muerte de una mujer de la localidad por envenenamiento de berilio hace dos meses, descubrieron en el lugar frecuentado por los excursionistas niveles de radiactividad cien veces más altos que en las zonas vecinas”.

El berilio es un metal sumamente ligero producido mediante diferentes procesos y utilizado en la industria aeronáutica. Una vez irradiado, se emplea también en las centrales nucleares. Parece ser que una fábrica que producía berilio había tirado los desechos del peligroso proceso de irradiación en ese lugar de excursión o cerca de él. “El polvo de berilio, aunque no esté irradiado —dijo The European—, es uno de los desechos industriales más tóxicos que se conocen.”

Por otra parte, se dice que durante un período de treinta años se echaron unos diecisiete mil contenedores de desperdicios radiactivos a las aguas de la costa de Novaya Zemlya, zona que los soviéticos utilizaron para pruebas nucleares a principios de los años cincuenta. También se arrojaron a ese accesible basurero secciones radiactivas de submarinos nucleares y partes de al menos doce reactores.

Sea intencional o no, la contaminación nuclear es peligrosa. La revista Time dijo sobre un submarino que se hundió en las costas noruegas en 1989: “El submarino ya está arrojando al mar cesio-137, un isótopo cancerígeno. De momento la fuga se considera demasiado pequeña para afectar la vida marina o la salud humana. Pero el Komsomolets también llevaba dos torpedos nucleares con 13 kilogramos de plutonio, que tiene una media vida de veinticuatro mil años y una toxicidad tan elevada que una partícula puede ser mortal. Los expertos rusos advirtieron que el plutonio podía derramarse en el agua y contaminar grandes extensiones del océano para 1994”.

Claro está que el problema de los desechos radiactivos no es privativo de Francia y Rusia. Estados Unidos tiene “montañas de basura radiactiva y ningún lugar permanente para almacenarla”, informa Time. Dice que 1.000.000 de barriles de sustancias letales aguardan en almacenes temporales con un constante “peligro de pérdida, robo y daño medioambiental por una mala manipulación”.

Como para ilustrar este peligro, en abril de 1993 explotó un contenedor con residuos radiactivos, en una anterior fábrica de armas de Tomsk (Siberia), evocando el espectro de un segundo Chernóbil.

Es obvio que cualquier alegación de paz y seguridad basada en el supuesto fin de la amenaza nuclear carece de un buen fundamento. En cualquier caso, la paz y la seguridad están cerca. ¿Cómo lo sabemos?

[Fotografías en las páginas 4, 5]

Hasta el uso pacífico de la energía nuclear puede ser peligroso

[Reconocimiento]

Fondo: U.S. National Archives photo

[Reconocimiento en la página 2]

Portada: Stockman/International Stock

[Reconocimiento en la página 3]

U.S. National Archives photo

[Recuadro en la página 4]

POTENCIAS NUCLEARES: Doce y la cantidad sigue aumentando

DECLARADAS o DE FACTO: África del Sur, Bielorrusia, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Israel, Kazajstán, Paquistán, Rusia, Ucrania

POSIBLES: Argelia, Argentina, Brasil, Corea del Norte, Corea del Sur, Irán, Iraq, Libia, Siria, Taiwan

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