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  • ¿Es la energía nuclear la solución?
  • ¡Despertad! 1973
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  • Descarga de restos radiactivos
  • ¿Qué hay de los accidentes?
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¡Despertad! 1973
g73 8/1 págs. 9-12

¿Es la energía nuclear la solución?

EL MUNDO, y en particular los Estados Unidos, se enfrenta a una crisis de energía debido a la escasez de las fuentes de energía disponibles... el carbón, el petróleo y el gas natural. ¿Cuál es la solución?

Muchos expertos dicen: ¡La energía nuclear! La revista Scientific American dijo en septiembre de 1971: “Si alguna vez se puede decir que una fuente de energía llegó en el momento preciso, esa es la energía nuclear.”

En los Estados Unidos ya hay más de veinte centrales nucleares de energía eléctrica, y hay más de cien programadas, algunas ya en construcción. Alrededor del 2 por ciento de la electricidad del país se produce en estas instalaciones, y se predice que para 1980 la cantidad generada aumentará a 10 o aun a 25 por ciento. Otros países, también, usan la energía nuclear para generar electricidad. En 1970 había más de noventa centrales de energía nuclear produciendo energía eléctrica fuera de los Estados Unidos.

No hay duda alguna de que el átomo encierra tremendo poder. Eso quedó bien demostrado en Hiroshima, Japón, en 1945. Allí, un solo artefacto nuclear relativamente pequeño destrozó la ciudad, matando a más de 92.000 personas. La gente también recuerda que por décadas después muchas personas en la vecindad de la explosión seguían enfermándose y muriendo del cáncer provocado por la radiación.

Así es que se puede comprender el que la gente se pregunte: ¿Es seguro dividir el átomo y utilizar la energía resultante para producir electricidad? ¿Puede dañar al hombre la radiactividad resultante?

A la Comisión de Energía Atómica y a la industria de la energía eléctrica les gustaría hacer creer a la gente que la energía atómica es segura. La propaganda comercial de la televisión y otros anuncios con regularidad dan esa impresión. Uno de éstos muestra un fósforo encendido, y dice en sustancia: Una central de energía nuclear expide menos contaminación que este fósforo.

Sin embargo, ciertos informes noticiosos quizás hagan que uno dude de la veracidad de estas afirmaciones. Por ejemplo, una central de energía nuclear en Minnesota recibió de la Comisión de Energía Atómica un permiso que le permitiría emanar la gran cantidad de 41.400 curies de emisiones radiactivas al día. Pero la Agencia de Control de la Contaminación de Minnesota quería establecer un límite de 860 curies. Algunos científicos temen que una cantidad mayor de emisiones radiactivas presentaría una amenaza para la salud pública. Dos científicos, John W. Gofman y Arthur R. Tamplin, escribieron para Scientific American:

“Nuestra investigación nos ha convencido de que la radiación que se espera que el rápido desarrollo de los programas de energía atómica produzca es un riesgo mucho más grave de lo que previamente se creía posible. . . .

“Y creemos que al público se le está mintiendo por medio de una astuta, bien financiada campaña de propaganda engañadora acerca de la ‘limpia, barata y segura energía nuclear.’”

¿Puede haber verdad en esas acusaciones? ¿De qué manera generan electricidad las centrales nucleares? ¿Cómo emanan los desperdicios radiactivos?

Cómo se produce la energía nuclear

Contrario a la idea popular, la energía eléctrica no se genera directamente de la división de átomos (fisión nuclear) dentro del reactor nuclear. Más bien, la fisión dentro del reactor sencillamente produce una fuente de calor. Reemplaza así al horno de una central convencional. El calor del reactor hace hervir el agua y produce vapor. El vapor hace girar una turbina, y la turbina, a su vez, pone en marcha a un generador para producir electricidad.

El tremendo calor del reactor nuclear se produce en largas y delgadas barras de combustible cubiertas de metal. Estas están llenas de pequeñas cápsulas de dióxido de uranio, lo cual le da a cada barra la energía potencial de 6.000 toneladas de carbón. En un reactor grande puede haber unas 40.000 barras de combustible que contienen más de cien toneladas de cápsulas de uranio. ¡Eso es más uranio que el que se encuentra en más de cien bombas atómicas! El calor del reactor se produce por la división de los átomos del isótopo de uranio U-235.

En el proceso de la fisión un neutrón se estrella contra un átomo de U-235 y por lo general lo divide en dos átomos más pequeños. La división no solo libera calor sino también dos o tres neutrones, los cuales, a su vez, se estrellan contra otros átomos y los dividen. Así ocurre una reacción en cadena de fisión nuclear. En un reactor grande, ¡cada segundo se dividen 10.000.000.000.000.000 de átomos!

Para poder controlar la velocidad del proceso de fisión, se hacen penetrar largas barillas de control en el núcleo del reactor, las cuales absorben los neutrones que escapan. Así la velocidad de la fisión está controlada por la posición de las barras en el núcleo. Si se les hace penetrar completamente, todos los neutrones son absorbidos y la fisión cesa.

Descarga de restos radiactivos

A medida que miles de millones de átomos de uranio en el reactor se separan cada segundo forman átomos más pequeños de otros elementos que son radiactivos. ¡En el transcurso de un año un reactor grande produce tanta cantidad de materia que conserva su radiactividad por largo tiempo como la que sería emitida en una explosión de mil bombas como la de Hiroshima! Mientras esta tremenda cantidad de radiactividad permanezca dentro de las barras de combustible, no hay problema inmediato. Pero no toda permanece allí.

Los átomos gaseosos se filtran a través de las imperfecciones de las cubiertas de metal de las barras de combustible. La acumulación de esta radiactividad representa una amenaza para los que tienen que hacer trabajo de manutención en las centrales. La cuba del horno de la central emana radiactividad al aire. La radiactividad también se filtra en el agua que se usa en el reactor, y así es descargada dentro de un río o lago.

Sin embargo, se arguye que los restos radiactivos que se sueltan en el aire y el agua no son lo suficientemente grandes como para dañar al hombre. Pero aun cuando ninguna radiación caiga directamente sobre humanos en la inmediata vecindad, hay un grave peligro para los que viven a muchos kilómetros de distancia. Porque la radiactividad puede concentrarse en los víveres. Por ejemplo, puede asentarse sobre la hierba, ser comida por las vacas y concentrarse en la leche de éstas. Así los niños que beben la leche pueden recibir dosis peligrosas de radiactividad.

Muchos científicos están preocupados, especialmente dado que cientos de centrales nucleares podrán pronto estar emanando restos radiactivos. El Dr. Ernest J. Sternglass, un profesor de radiación física de la Escuela Médica de la Universidad de Pittsburgo, cree que las centrales de energía nuclear ya han sido responsables por la muerte de niños. Presenta datos que muestran, dice él, un “exceso” de muertes de infantes en las zonas cercanas a los reactores nucleares.

¿Qué hay de los accidentes?

Además de estas emisiones radiactivas controladas, muchos están preocupados acerca de la posibilidad de accidentes. Por ejemplo, si llega a suceder un terremoto, ¡algunos temen que una central nuclear podría partirse y una tremenda cantidad de restos radiactivos serían desparramados por los aires! ¿O qué hay si un saboteador le pusiera una bomba? ¡El mero pensar en tal posibilidad es escalofriante!

Pero los accidentes también son posibles debido a error humano o a fallas en el equipo. La más probable forma de desastre, según los ingenieros nucleares, es la repentina pérdida de agua refrigerante en un reactor. Por ejemplo, esto podría ocurrir si alguien cierra la válvula incorrecta o si un tubo se rompe. Debido al aumento del calor el combustible se derretiría, y debido a la acumulación de presión la radiactividad podría ser arrojada por todas partes.

En 1966 sí ocurrió tal falla. Una placa deflectora se desencajó, obstruyendo el flujo del refrigerante en un reactor nuclear cerca de Detroit, Michigan. Esto causó que los elementos combustibles se recalentaran y que parte de ellos se derritieran. Por algún tiempo ninguno de los que tenían que ver con el asunto sabían con certeza si toda la zona de Detroit tendría que ser evacuada. Los escritores lo llamaron “el suceso más cercano al Armagedón que este país jamás ha conocido.”

En las instalaciones nucleares ya han ocurrido accidentes que han ocasionado el desparramiento de grandes cantidades de restos radiactivos. Un accidente ocurrió en Windscale, Inglaterra. Se arrojó tanta radiactividad que el gobierno se adueñó de todo el alimento que estaba creciendo en un radio de 640 kilómetros alrededor de la central. ¡Debido a las descargas radiactivas de esa instalación, es tan alta la radiactividad en el cercano mar de Irlanda que los embriones de peces tienen la espina dorsal deformada! Más recientemente, algo se echó a perder en la central de la Compañía de Energía Northern States y 37.850 litros de agua radiactiva fueron arrojados al río Misisipí, lo cual hizo que Minneápolis cerrara sus compuertas de entrada para el agua.

Pero tal vez existe un peligro potencial aun mayor.

Los desperdicios radiactivos que se acumulan en un reactor nuclear deben removerse periódicamente, porque hacen que el reactor pierda energía. Así es que más o menos cada dos años es necesario apagar al reactor grande y extraer los desperdicios. Eso significa manipular una cantidad de veneno radiactivo de larga duración tan grande como la que sería producida por 2.000 bombas como las de Hiroshima... ¡un tremendo peligro potencial!

Ha habido varias propuestas en cuanto a cómo manipular tales desperdicios, incluso el ponerlos en cohetes y dispararlos al Sol. Sin embargo, esto no solo sería costoso, sino también enormemente peligroso. Los desperdicios son demasiado peligrosos para arrojarlos dentro del océano. Así es que ahora se habla de concentrarlos en un estado sólido, y enterrarlos profundamente en formaciones de sal. En la actualidad la Comisión de Energía Atómica está almacenando más de 300 millones de litros de desperdicios líquidos en tanques subterráneos de metal en varias instalaciones.

A medida que más y más reactores nucleares comienzan a funcionar, el volumen de desperdicios mortales llegará a ser enorme. ¡La perspectiva es aterradora! Hasta Edward E. David, hijo, consejero científico del presidente Nixon, reconoció: “A uno le da náuseas el pensar en algo que tiene que estar enterrado y de un modo muy bien sellado por 25.000 años antes de que sea inofensivo.”

Contaminación térmica

También hay un aspecto completamente diferente del problema de los desperdicios... la contaminación térmica o del calor. Para enfriar su horno la central nuclear aspira enormes cantidades de agua fría de un río o lago cercano, y entonces la devuelve caliente. Las centrales de energía convencionales también hacen esto, pero las centrales nucleares emanan mucho más calor. El comisionado de la energía atómica Wilfred E. Johnson, declaró: “Para 1990 se requerirá más de la mitad de toda el agua extraída de los ríos de los Estados Unidos para los sistemas de refrigeración.” ¿Con qué resultado?

Al elevar así la temperatura de un río o lago, se reduce el contenido de oxígeno del agua. No solo puede esto matar a los peces, sino que con frecuencia nutre el crecimiento de algas, las cuales, al descomponerse consumen aun más oxígeno. Pronto el agua comienza a heder y a tener mal sabor. Se teme que con el aumento de las centrales nucleares, los ríos y lagos serán arruinados por la contaminación térmica.

Riesgo para la salud y la seguridad

Es obvio que la energía nuclear no es tan segura como la publicidad promovida por la industria podría hacer que la gente pensara. De hecho, el fallecido juez del Tribunal Supremo Hugo Black y su colega el juez William Douglas llamaron a este medio de generar energía “el más pavoroso, el más mortífero, el más peligroso proceso que el hombre jamás ha concebido.”

Además, el bien conocido científico atómico Edward Teller, más bien que considerar las centrales de energía nuclear como a vecinos amigables, declaró: “Un reactor nuclear puede filtrar suavemente su veneno radiactivo debajo de una capa estable y concentrarlo en unos pocos cientos de kilómetros cuadrados de una manera verdaderamente mortífera. Es por esto que los reactores nucleares están fuera de lugar en la Tierra.”

Sin embargo muchos científicos creen que en su mayoría los venenos pueden ser controlados, y por eso piensan que vale la pena correr el riesgo con las centrales de energía nuclear. Agregan que el generar energía por medio de combustibles fósiles también presenta riesgos para la salud y la seguridad. Por ejemplo, el físico nuclear Ralph E. Lapp sacó el ejemplo de las “décadas de la era del carbón,” y deploró la “ceguera social que arrancó 36.000 millones de toneladas de carbón de la tierra, matando más de 100.000 mineros, ensuciando el paisaje campestre y contaminando nuestras ciudades con torturantes emanaciones para los pulmones.”

Es cierto que millones de personas han sufrido de enfermedades respiratorias, y sin duda han vivido vidas más cortas como resultado de generar electricidad con combustibles fósiles productores de contaminación. Por otro lado, las centrales de energía nuclear normalmente no emiten contaminadores visibles o palpables. De hecho, no se ha notado que la radiación en dosis pequeña produzca malos efectos. Sin embargo, con el transcurso de los años, los expuestos a dosis suficientemente grandes pueden desarrollar cáncer mortífero. La esperanza es que las emanaciones diarias de las centrales nucleares no resulten en una futura plaga de cáncer, y que los accidentes no ocasionen calamidades más inmediatas.

Así es que aunque la energía nuclear es aclamada por algunos como la solución a la escasez de energía, hay otros que tienen serias reservas en cuanto a si vale la pena correr el riesgo de usarla. Pero, ¿hay otras alternativas? Cuando se agoten los combustibles fósiles, ¿es asunto de usar la energía nuclear o de no tener energía?

Todavía hay ríos que se pueden represar para así proveer instalaciones hidroeléctricas. Pero en los Estados Unidos, según creen algunos, esta fuente de energía ya ha sido explotada hasta donde es práctico. Además, el potencial de energía geotermal —vapor subterráneo— se considera bastante limitado. Pero, ¿qué hay de la energía que se recibe del Sol? La posibilidad de utilizar la energía solar se considerará en un número próximo de esta revista.

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