Las raíces del ateísmo
VIVIMOS en un planeta plagado de problemas; un vistazo a los titulares de los periódicos confirma este hecho todos los días. El estado desesperado de nuestro mundo ha llevado a muchas personas a cuestionarse la existencia de Dios. Algunas, que se dicen ateas, incluso niegan su existencia. ¿Es ese su caso?
El que usted crea en Dios o no puede afectar profundamente su visión del futuro. Sin Dios, la supervivencia de la raza humana depende enteramente del hombre, una perspectiva nada halagüeña en vista del potencial destructivo del ser humano. Si cree que Dios existe, es probable que acepte que la vida en este planeta tiene un propósito que podrá realizarse con el tiempo.
Aunque durante la historia se ha negado esporádicamente la existencia de Dios, el ateísmo se ha popularizado solo en los últimos siglos. ¿Sabe por qué?
Se perciben las raíces
La contemplación de un gran árbol es impactante. Sin embargo, el ojo solo percibe las hojas, las ramas y el tronco. Las raíces, la fuente vital del árbol, están escondidas en el subsuelo.
Así ocurre en el caso del ateísmo. La negación de la existencia de Dios alcanzó una altura impresionante, como la de un árbol encumbrado, para el siglo XIX. ¿Podían existir la vida y el universo sin una Primera Causa sobrenatural? ¿Era la adoración de ese Creador una pérdida de tiempo? Las respuestas de los filósofos de renombre de la época eran enfáticas y claras. “Tal como ya no necesitamos un código moral, tampoco necesitamos la religión”, dijo Friedrich Nietzsche. “La religión es el sueño del espíritu humano”, afirmó Ludwig Feuerbach. Y Karl Marx, cuyos escritos tendrían una profunda influencia en las siguientes décadas, expresó con atrevimiento: “Quiero liberar más al espíritu de las cadenas de la religión”.
Estas declaraciones impresionaron a mucha gente. No obstante, lo que percibieron eran simplemente las hojas, las ramas y el tronco del ateísmo. Las raíces habían empezado a crecer mucho antes de que comenzara el siglo XIX. Paradójicamente, fueron las religiones de la cristiandad las que fomentaron el crecimiento moderno del ateísmo. ¿En qué sentido? La corrupción de estas instituciones religiosas provocó mucha desilusión y protesta.
Se siembran las semillas
Durante la Edad Media, la Iglesia Católica ejercía un dominio completo sobre sus súbditos. “La jerarquía parecía mal preparada para atender las necesidades espirituales del pueblo —dice The Encyclopedia Americana—. Las altas jerarquías, especialmente los obispos, se reclutaban de la nobleza, y veían su oficio principalmente como una fuente de prestigio y poder.”
Algunas personas, como Juan Calvino y Martín Lutero, intentaron reformar la Iglesia. No obstante, sus métodos no siempre fueron cristianos; la intolerancia y el derramamiento de sangre caracterizaron la Reforma. (Compárese con Mateo 26:52.) Tan crueles fueron algunos abusos, que tres siglos más tarde Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos, escribió: “Sería más perdonable no creer en ningún dios, que blasfemar contra él mediante los atroces atributos de Calvino”.a
Está claro que la Reforma no restableció la adoración pura. Sin embargo, redujo el poder de la Iglesia Católica. El Vaticano ya no poseía el monopolio de la fe religiosa. Muchos se unieron a las nuevas sectas protestantes. Otros, decepcionados de la religión, hicieron del intelecto humano su objeto de adoración. Todo ello resultó en una actitud liberal que daba cabida a diversas opiniones sobre Dios.
Brota el escepticismo
Para el siglo XVIII se preconizaba el pensamiento racional como la panacea de los problemas del mundo. El filósofo alemán Immanuel Kant afirmó que el hombre veía estorbado su progreso por su dependencia de la dirección política y religiosa. “¡Atrévete a saber! —recomendó encarecidamente—. ¡Ten el valor de usar tu propia inteligencia!”
Esta fue la actitud característica del siglo de las luces, conocido también como siglo de la razón. Este período, que abarcó todo el siglo XVIII, estuvo marcado por una búsqueda obsesiva de conocimiento. “El escepticismo reemplazó a la fe ciega —dice el libro Milestones of History—. Se cuestionaron todas las ortodoxias antiguas.”
Una ‘ortodoxia antigua’ que estuvo bajo escrutinio fue la religión. “El hombre cambió su modo de ver la religión —dice el libro The Universal History of the World—. Ya no le satisfacía la promesa de ser recompensado en el cielo; pedía una vida mejor en la Tierra. Empezó a perder la fe en lo sobrenatural.” La mayoría de los filósofos del siglo de las luces despreciaron la religión. Culparon en particular al clero de la Iglesia Católica, ávido de poder, por mantener a la gente en la ignorancia.
Muchos de estos filósofos, insatisfechos con la religión, se hicieron deístas; creían en Dios, pero afirmaban que no tenía ningún interés en el hombre.b Algunos se hicieron ateos declarados, como el filósofo Paul Henri Thiry Holbach, que decía que la religión era “fuente de divisiones, locura y crímenes”. Con el paso de los años, muchas personas más se hastiaron de la cristiandad y compartieron los sentimientos de Holbach.
¡Qué irónico el hecho de que la cristiandad espoleara el desarrollo del ateísmo! “Las iglesias fueron el caldo de cultivo del ateísmo —escribe el profesor de Teología Michael J. Buckley—. Las religiones organizadas escandalizaron y disgustaron profundamente la conciencia occidental. Las iglesias y las sectas habían devastado Europa, habían perpetrado masacres, habían exigido la resistencia o la revolución religiosa y habían intentado excomulgar o deponer monarcas.”
El ateísmo alcanza su máximo auge
Para el siglo XIX, la negación de Dios se expresaba abiertamente y prosperaba. Los filósofos y científicos no dudaban en proclamar con energía sus opiniones. “Nuestro enemigo es Dios —declaró un ateo lenguaraz—. El odio a Dios es el principio de la sabiduría. El progreso verdadero de la humanidad tiene que fundamentarse en el ateísmo.”
Sin embargo, durante el siglo XX se produjo un cambio sutil. La negación de Dios se hizo menos militante; empezó a difundirse una clase diferente de ateísmo, que afectó incluso a quienes profesaban creer en Dios.
[Notas a pie de página]
a Las sectas protestantes que resultaron de la Reforma conservaron muchas doctrinas antibíblicas. Véanse los números de ¡Despertad! del 22 de agosto de 1989, páginas 16-20, y del 8 de septiembre de 1989, páginas 23-27.
b Los deístas decían que Dios puso en marcha la creación, de manera parecida a un relojero, y luego le dio la espalda y se olvidó de ella. Según el libro The Modern Heritage, los deístas “creían que el ateísmo era un error nacido de la desesperación, pero que la estructura autoritaria de la Iglesia Católica y la rigidez e intolerancia de sus doctrinas eran aún más deplorables”.
[Fotografías en la página 3]
Karl Marx
Ludwig Feuerbach
Friedrich Nietzsche
[Reconocimiento en la página 2]
PORTADA: Tierra: con autorización de la British Library; Nietzsche: Copyright British Museum (véase también la página 3); Calvino: Musée Historique de la Réformation, Ginebra (foto F. Martin); Marx: foto U.S. National Archives (véase también la página 3); planetas, instrumentos, cruzados, locomotora: The Complete Encyclopedia of Illustration/J.G. Heck; Feuerbach: The Bettmann Archive (véase también la página 3)