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  • La negación de Dios en este siglo XX
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1994
w94 1/12 págs. 5-7

La negación de Dios en este siglo XX

“La gente se ha resignado a la ausencia de Dios y está organizando su vida independientemente, para bien o para mal, y sin ninguna referencia a Dios.” (One Hundred Years of Debate Over God—The Sources of Modern Atheism.)

AUNQUE un árbol encumbrado impresiona al principio, con el tiempo nos acostumbramos a él. Su presencia se hace familiar, y su altura ya no nos impone.

Lo mismo sucede con el ateísmo. Si bien provocó muchos debates durante el siglo XIX, la negación de la existencia de Dios ya no escandaliza ni preocupa hoy en día. Una era de tolerancia ha permitido que el ateísmo coexista pacíficamente con la creencia en Dios.

Esto no significa que la mayoría de las personas nieguen a Dios directamente; por el contrario, los resultados de una encuesta llevada a cabo en once países de América, Europa y Asia han puesto de manifiesto que poco más del 2% de la población, como promedio, alega ser atea. No obstante, hoy predomina una actitud atea, incluso entre aquellos que creen que Dios existe. ¿Cómo es eso posible?

Se niega la autoridad de Dios

“Algunas veces el ateísmo se refiere sencillamente a rechazar en la práctica a Dios, o a pasarlo por alto”, dice The Encyclopedia Americana. Por esta razón, el Diccionario de términos religiosos y afines da como segunda acepción de “ateísmo” aquel que “vive prescindiendo de la realidad del ser divino”.

Sí, el ateísmo puede implicar una negación de la existencia de Dios o simplemente de su autoridad. La Biblia alude a esta actitud atea en Tito 1:16: “Profesan conocer a Dios, pero con las obras reniegan de Él”. (Antonio Fuentes; compárese con Salmo 14:1.)

Tal rechazo de la autoridad de Dios puede rastrearse hasta la primera pareja humana. Eva admitía la existencia de Dios; sin embargo, quiso “ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”, es decir, quiso poder decidir por sí misma lo que debía hacer y crear su propio código moral. Más tarde, Adán se unió a Eva y también rechazó la autoridad divina. (Génesis 3:5, 6.)

¿Está extendida hoy esta actitud? Sí. Se evidencia un sutil ateísmo en la búsqueda de la independencia. “La gente hoy está cansada de vivir bajo la vigilancia de Dios —observa el libro One Hundred Years of Debate Over God—The Sources of Modern Atheism (Cien años de debate sobre Dios. Las causas del ateísmo moderno)—. Prefiere [...] vivir en libertad.” Se rechaza el código moral de la Biblia por considerarlo impráctico y poco realista. El modo de pensar de muchas personas es como el del faraón egipcio que declaró en tono desafiante: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz [...]? No conozco a Jehová en absoluto”. Rechazó la autoridad de Jehová. (Éxodo 5:2.)

La cristiandad niega a Dios

La negación más vergonzosa de la autoridad de Dios proviene del clero de la cristiandad, que ha sustituido las verdades puras de la Biblia por tradiciones humanas. (Compárese con Mateo 15:9.) Además, ha respaldado las guerras más sangrientas del siglo XX, rechazando de este modo el mandato bíblico de practicar verdadero amor. (Juan 13:35.)

El clero también ha negado a Dios al dar la espalda a Sus normas morales, como se ve, por ejemplo, en el caso de los constantes litigios contra sacerdotes acusados de pedofilia. La situación de la cristiandad se asemeja a la del Israel y Judá de la antigüedad. “El país está lleno de derramamiento de sangre, y la ciudad está llena de tortuosidad —se le comunicó a Ezequiel— porque han dicho: ‘Jehová ha dejado la tierra, y Jehová no está viendo’.” (Ezequiel 9:9; compárese con Isaías 29:15.) No sorprende que muchas personas hayan abandonado totalmente las iglesias de la cristiandad. Pero ¿deben dejar de creer en Dios?

¿Hay razones válidas para el ateísmo?

Independientemente de la hipocresía de la religión, a muchos ateos les resulta difícil conciliar la creencia en Dios con el sufrimiento que existe en el mundo. Simone de Beauvoir dijo en una ocasión: “Me resultaba más fácil creer en un mundo sin creador que en un creador cargado con todas las contradicciones del mundo”.

¿Prueban las injusticias del mundo, incluidas las instigadas por personas religiosas hipócritas, que no existe Dios? A modo de ilustración: si se utiliza un cuchillo para amenazar, herir o incluso asesinar a una persona inocente, ¿prueba esto que el cuchillo no tuvo un fabricante? ¿No muestra, más bien, que se le dio un mal uso? De modo análogo, gran parte del sufrimiento humano evidencia que el hombre está utilizando mal las aptitudes que Dios le dio, así como la misma Tierra.

Ahora bien, algunas personas piensan que no es lógico creer en Dios, puesto que no podemos verlo. Pero ¿qué puede decirse del aire, las ondas sonoras y los olores? No podemos ver ninguna de estas cosas y, sin embargo, sabemos que existen. Nuestros pulmones, oídos y nariz nos lo indican. Sin duda, creemos en lo que no podemos ver si tenemos prueba de su existencia.

Después de contemplar las pruebas físicas, como los electrones, protones, átomos, aminoácidos y el complejo cerebro, el científico naturalista Irving William Knobloch dijo: “Creo en Dios porque, para mí, Su divina existencia es la única explicación lógica del estado de las cosas”. (Compárese con Salmo 104:24.) Del mismo modo, el fisiólogo Marlin Books Kreider dice: “Como ser humano común, y también como hombre que ha dedicado su vida a la investigación y al estudio científicos, no tengo ninguna duda sobre la existencia de Dios”.

Estos hombres no son los únicos. Según el profesor de Física Henry Margenau, “entre los científicos de primerísima categoría se encuentran muy pocos ateos”. Ni los adelantos de la ciencia ni el fracaso de la religión deben hacer que dejemos de creer en Dios. Examinemos por qué.

El contraste de la religión verdadera

Thomas Jefferson, un presidente de Estados Unidos, escribió en 1803: “Estoy en realidad opuesto a las corrupciones del cristianismo; pero no a los auténticos preceptos de Jesús”. En efecto, hay una diferencia entre la cristiandad y el cristianismo. Muchas de las doctrinas de la cristiandad están basadas en tradiciones humanas, mientras que el verdadero cristianismo fundamenta sus creencias exclusivamente en la Biblia. Por esta razón, Pablo escribió a los colosenses del siglo I que debían adquirir “conocimiento exacto”, “sabiduría” y “comprensión espiritual”. (Colosenses 1:9, 10.)

Esto es lo que debemos esperar de los verdaderos cristianos, pues Jesús mandó a sus seguidores: “Hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos [...], enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. (Mateo 28:19, 20.)

Hoy los testigos de Jehová están cumpliendo con este mandato en 231 países por todo el mundo. Han traducido la Biblia a 12 idiomas y han impreso más de 74.000.000 de ejemplares. Además, mediante un programa de estudio de la Biblia, están ayudando en la actualidad a más de 4.500.000 personas a ‘observar todas las cosas que Jesús mandó’.

Este programa educativo está produciendo muy buenos resultados. Suministra la mejor instrucción, pues está basado en la sabiduría de Dios, y no en ideas humanas. (Proverbios 4:18.) Además, está ayudando a personas de todas las naciones y razas a vestirse de una “nueva personalidad” que les permite cultivar verdadero amor entre sí, algo que nunca pudo lograr el siglo de las luces humano. (Colosenses 3:9, 10.)

La religión verdadera está triunfando en este siglo XX. No niega a Dios, ni su existencia ni su autoridad. Le invitamos a comprobarlo por usted mismo visitando a los testigos de Jehová en uno de sus Salones del Reino.

[Recuadro en la página 6]

SE FORTALECEN LAS RAÍCES DEL ATEÍSMO

A mediados del siglo XVIII se comisionó al filósofo Denis Diderot a traducir del inglés al francés una enciclopedia de un solo tomo. Sin embargo, hizo mucho más de lo que se le encargó. Diderot pasó unas tres décadas redactando su Encyclopédie, una obra de veintiocho tomos que captó el espíritu de la época.

Aunque la Encyclopédie contenía mucha información práctica, se concentraba en la sabiduría humana. Según la obra Las grandes épocas de la humanidad, “se atrevió a proclamar el credo radical [de los filósofos]: el hombre puede mejorar su condición si sustituye la fe por la razón como guía”. Llamaba la atención la ausencia de referencias a Dios. “Por su selección de materias —dice el libro The Modern Heritage—, los publicadores indicaron con claridad que la religión no era uno de los temas que el hombre necesitaba conocer.” No sorprende que la Iglesia intentara suprimir la Encyclopédie. El ministro de Justicia la denunció como subversiva en lo relativo a la política, la moral y la religión.

A pesar de sus enemigos, unas cuatro mil personas solicitaron la Encyclopédie de Diderot, un número asombroso si se tiene en cuenta su precio exorbitante. Solo era cuestión de tiempo, y esta tendencia velada del ateísmo se convertiría en una abierta negación de Dios.

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