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  • El culto de Baal: la lucha por ganar el corazón de los israelitas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
w99 1/4 págs. 28-31

El culto de Baal: la lucha por ganar el corazón de los israelitas

Durante casi mil años hubo una lucha por ganar el corazón de los israelitas. El temor supersticioso y los ritos sexuales combatían contra la fe y la lealtad. Esta lucha de vida o muerte situó el culto de Baal en oposición a la adoración de Jehová.

¿SE AFERRARÍA fielmente la nación de Israel al Dios verdadero, que la había libertado de Egipto? (Éxodo 20:2, 3.) ¿O se pondría de parte de Baal, el dios favorito de los cananeos, que prometía hacer la tierra fértil?

Esta guerra espiritual que se libró hace miles de años nos incumbe a nosotros. ¿Por qué? “Estas cosas [...] —escribió el apóstol Pablo— fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Corintios 10:11.) La amonestación que subyace en este conflicto histórico será más significativa si entendemos quién era Baal y qué implicaba el culto de este dios.

¿Quién era Baal?

Los israelitas entraron en contacto con Baal cuando llegaron a Canaán alrededor del año 1473 a.E.C. Encontraron que sus habitantes adoraban a una multitud de deidades parecidas a las de Egipto, aunque tenían otros nombres y algunas características diferentes. Sin embargo, la Biblia señala que Baal era el dios principal de los cananeos, y los descubrimientos arqueológicos confirman su preeminencia (Jueces 2:11). Aunque no era el dios supremo de su panteón, era el más importante para ellos, pues creían que tenía poder sobre la lluvia, el viento y las nubes, y que solo él podía salvar a la gente —así como a sus animales y cosechas— de la esterilidad e incluso la muerte. Sin la protección de Baal, Mot, el dios vengativo de Canaán, de seguro les enviaría calamidades.

La fuerza que impulsaba el culto de Baal eran los ritos sexuales. Hasta los objetos religiosos relacionados con este dios, como las columnas y los postes sagrados, tenían connotaciones eróticas. Parece ser que dichas columnas —piedras labradas en forma de un símbolo fálico— representaban a Baal, la parte masculina de la unión sexual. Por otra parte, los postes sagrados eran objetos de madera o árboles que representaban a Aserá, la consorte de Baal, el elemento femenino (1 Reyes 18:19).

La prostitución en los templos y los sacrificios de niños también eran aspectos importantes del culto de Baal (1 Reyes 14:23, 24; 2 Crónicas 28:2, 3). El libro The Bible and Archaeology dice: “En los templos de los cananeos había prostitutos y prostitutas (hombres y mujeres ‘sagrados’), y se practicaba toda clase de excesos sexuales. [Los cananeos] creían que tales ritos de alguna manera hacían que prosperaran las cosechas y las manadas”. Esa era al menos la justificación religiosa, aunque dicha inmoralidad sin duda satisfacía los deseos carnales de los adoradores. ¿Cómo, entonces, sedujo Baal el corazón de los israelitas?

¿Por qué era tan atrayente?

Tal vez muchos israelitas hayan preferido practicar una religión que les exigiera poco. Si rendían culto a Baal se libraban de observar la Ley, lo que incluía guardar el sábado y una multitud de restricciones morales (Levítico 18:2-30; Deuteronomio 5:1-3). Es posible que la prosperidad material de los cananeos haya convencido a otras personas de que era necesario apaciguar a Baal.

Los santuarios cananeos, conocidos como lugares altos y ubicados en los bosquecillos de las estribaciones de las montañas, deben de haber constituido un hermoso telón de fondo para los ritos de fertilidad que allí se realizaban. En poco tiempo, los israelitas ya no se conformaron con frecuentar estos lugares sagrados de los cananeos, sino que construyeron los suyos propios. “Ellos también siguieron edificándose lugares altos y columnas sagradas y postes sagrados sobre toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso.” (1 Reyes 14:23; Oseas 4:13.)

Ante todo, el culto de Baal era atrayente a la carne (Gálatas 5:19-21). Las prácticas sensuales excedían el deseo de poseer abundantes manadas y cosechas. Se glorificaba el sexo. Este hecho se hace patente en las muchas figurillas que se han desenterrado que tienen rasgos sexuales exagerados y que representan la excitación sexual. El banqueteo, el baile y la música preparaban el ambiente para el comportamiento licencioso.

Podemos imaginarnos una escena típica a principios del otoño. En un entorno natural, saciados de comida y estimulados por el vino, los adoradores bailan. La danza de la fertilidad tenía el propósito de despertar a Baal de su inactividad veraniega a fin de que bendijera la tierra con lluvia. Bailan sin cesar en derredor de las columnas fálicas y los postes sagrados. Los movimientos, sobre todo los de las prostitutas y prostitutos del templo, son eróticos y sensuales. La música y los espectadores los incitan a seguir bailando. Y probablemente, cuando la danza alcanza su punto máximo, los bailarines se retiran a las cámaras de la casa de Baal para tener relaciones inmorales (Números 25:1, 2; compárese con Éxodo 32:6, 17-19; Amós 2:8).

Andaban por vista, no por fe

Aunque esa forma de adoración sensual atrajo a muchas personas, el temor también llevó a los israelitas al culto de Baal. La pérdida de la fe en Jehová, el temor a los muertos y al futuro, así como la fascinación por el ocultismo, los condujo al espiritismo, que a su vez conllevaba ritos sumamente depravados. The International Standard Bible Encyclopedia menciona cómo los cananeos honraban al espíritu del difunto en su adoración de antepasados: “Se celebraban fiestas en la tumba o en los túmulos de la familia, y se realizaban ritos de borrachera y sexualidad (quizás incesto) en los que se creía que participaban los fallecidos”. Tomar parte en estas prácticas espiritistas y degradantes separó a los israelitas cada vez más de su Dios, Jehová (Deuteronomio 18:9-12).

Los ídolos —y los ritos relacionados con estos— también atrajeron a los israelitas que preferían andar por vista, y no por fe (2 Corintios 5:7). Incluso después de haber presenciado milagros espectaculares realizados por la mano invisible de Jehová, muchos israelitas que salieron de Egipto sentían la necesidad de tener un recordatorio visible de él (Éxodo 32:1-4). Algunos de sus descendientes también desearon adorar algo visible, como los ídolos de Baal (1 Reyes 12:25-30).

¿Quién triunfó?

La lucha por ganar el corazón de los israelitas se libró durante siglos, desde que llegaron a las llanuras de Moab, poco antes de entrar en la Tierra Prometida, hasta que se les deportó a Babilonia. La ventaja varió con el tiempo. En ocasiones, la mayoría de ellos eran leales a Jehová, pero con frecuencia preferían a Baal. Una de las causas principales era que se relacionaban con los vecinos paganos.

Después de su derrota militar, los cananeos pelearon de forma más sutil. Vivían cerca de los israelitas y animaban a estos conquistadores a adoptar a los dioses del país. Los jueces valientes, como Gedeón y Samuel, combatieron esa tendencia. Samuel exhortó al pueblo: “Quiten de en medio de ustedes los dioses extranjeros [...], y dirijan su corazón inalterablemente a Jehová y sírvanle solo a él”. Por algún tiempo los israelitas prestaron atención a la exhortación de Samuel y “quitaron los Baales y las imágenes de Astoret, y empezaron a servir solo a Jehová” (1 Samuel 7:3, 4; Jueces 6:25-27).

Tras los reinados de Saúl y David, Salomón empezó a ofrecer, en sus últimos años, sacrificios a dioses extranjeros (1 Reyes 11:4-8). Otros reyes de Israel y de Judá siguieron el mismo proceder y se rindieron ante Baal. No obstante, los profetas y reyes leales, como Elías, Eliseo y Josías llevaron la delantera en la lucha contra el culto de Baal (2 Crónicas 34:1-5). Además, durante este período de la historia de Israel hubo personas que permanecieron fieles a Jehová. Incluso durante la época de Acab y Jezabel, cuando el baalismo estaba en su apogeo, 7.000 personas se negaron a ‘doblar las rodillas ante Baal’ (1 Reyes 19:18).

Finalmente, una vez que los judíos regresaron del exilio en Babilonia, ya no volvió a mencionarse el culto de Baal. Al igual que las personas a quienes se alude en Esdras 6:21, todos se ‘separaron de la inmundicia de las naciones del país, para buscar a Jehová el Dios de Israel’.

Lecciones del culto de Baal

Aunque el culto de Baal desapareció hace mucho tiempo, aquella religión cananea y la sociedad moderna tienen algo en común: la exaltación del sexo. Las tentaciones que llevan a la inmoralidad sexual parecen saturar el aire que respiramos (Efesios 2:2). “Estamos luchando [...] contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno”, advierte Pablo (Efesios 6:12, Traducción interconfesional).

Estas “potencias invisibles” de Satanás promueven la inmoralidad sexual para esclavizar a la gente en sentido espiritual (Juan 8:34). En la sociedad permisiva de la actualidad, las personas se entregan al desenfreno sexual, no como si fuera un rito de la fertilidad, sino más bien como un medio para sentirse realizadas o para hacer lo que les plazca. Y la propaganda es igual de persuasiva. Los mensajes sexuales impregnan la conciencia de la gente mediante el entretenimiento, la música y los medios de publicidad. Los siervos de Dios no son inmunes a este ataque. De hecho, la mayoría de los que son expulsados de la congregación cristiana son personas que han sucumbido a tales prácticas. El cristiano permanecerá casto únicamente si repudia de continuo estas insinuaciones inmorales (Romanos 12:9).

Los Testigos jóvenes son quienes están más expuestos al peligro, pues se recurre al sexo como gancho para venderles muchas de las cosas que les atraen. Para empeorar la situación, tienen que oponer resistencia a la influencia de otros jóvenes que los presionan (compárese con Proverbios 1:10-15). Muchos se han metido en problemas, por ejemplo, en reuniones grandes. Tal como ocurría en el culto de Baal de la antigüedad, la música, el baile y el atractivo sexual pueden embotar los sentidos (2 Timoteo 2:22).

“¿Cómo limpiará un joven su senda? —preguntó el salmista—. Manteniéndose alerta conforme a [la] palabra [de Jehová]” (Salmo 119:9). Así como la Ley de Dios mandaba que los israelitas evitaran el compañerismo estrecho con los cananeos, la Biblia también nos advierte de los peligros de andar con malas compañías (1 Corintios 15:32, 33). El cristiano joven demuestra su madurez al rechazar lo que pudiera atraerle por su sensualidad, pero que sabe que es dañino en sentido moral. Al igual que el profeta Elías, no podemos permitir que la corriente de la opinión popular decida por nosotros lo que vamos a hacer (1 Reyes 18:21; compárese con Mateo 7:13, 14).

Otra advertencia tiene que ver con la pérdida de fe, “el pecado que fácilmente nos enreda” (Hebreos 12:1). Parece ser que muchos israelitas aún creían en Jehová, pero se dirigían a Baal como el dios que protegería sus cosechas y les suministraría sus necesidades diarias. Quizás pensaban que el templo de Jehová, situado en Jerusalén, estaba demasiado lejos, y que no era práctico obedecer Sus leyes. El culto de Baal exigía poco y era conveniente, incluso podían ofrecer humo de sacrificio a Baal desde sus propios techos (Jeremías 32:29). Es posible que se hayan envuelto en el culto de Baal simplemente participando en algunos ritos o hasta haciendo ofrendas a Baal en el nombre de Jehová.

¿Cómo podríamos perder la fe y alejarnos poco a poco del Dios vivo? (Hebreos 3:12.) Pudiéramos perder paulatinamente el aprecio que hemos tenido por las reuniones y las asambleas. Tal actitud indicaría que no confiamos en la provisión que Jehová hace de “alimento [espiritual] al tiempo apropiado” (Mateo 24:45-47). Y si mostramos esa debilidad, podríamos dejar de ‘tener la palabra de vida asida con fuerza’ o incluso desarrollar un corazón irresoluto o dividido, y tal vez sucumbir a las metas materialistas o a la inmoralidad (Filipenses 2:16; compárese con Salmo 119:113).

Mantengámonos íntegros

No cabe la menor duda de que hoy se está librando una lucha por ganar nuestro corazón. ¿Permaneceremos leales a Jehová o nos desviará la inmoralidad de este mundo? Lamentablemente, tal como los israelitas se dejaron atraer por las abominables prácticas cananeas, algunos cristianos de la actualidad han caído en la tentación de cometer actos vergonzosos (compárese con Proverbios 7:7, 21-23).

Esa derrota espiritual se puede evitar si, como Moisés, ‘continuamos constantes como si viéramos a Aquel que es invisible’ (Hebreos 11:27). Es cierto que tenemos que ‘luchar tenazmente por la fe’ (Judas 3). Pero si permanecemos leales a nuestro Dios y a sus principios, podemos esperar el tiempo en que la religión falsa desaparecerá para siempre. Tal como la adoración de Jehová prevaleció sobre el culto de Baal, podemos estar seguros de que “la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar” (Isaías 11:9).

[Ilustración de la página 31]

Guézer: ruinas de las columnas sagradas que se utilizaban en el culto de Baal

[Reconocimiento de la página 28]

Musée du Louvre (Paris)

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