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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 176-177

BAAL

(“Amo; Dueño”).

En las Escrituras, la palabra hebrea bá·ʽal se emplea con referencia a: 1) un esposo, como dueño de su esposa (Gén. 20:3); 2) un terrateniente (Jos. 24:11); 3) “los dueños [...] de las naciones” (Isa. 16:8); 4) confederados (literalmente, “dueños de un pacto”) (Gén. 14:13); 5) el dueño o poseedor de bienes materiales (Éxo. 21:28, 34; 22:8; 2 Rey. 1:8); 6) personas o cosas que poseen algo que es característico de su naturaleza, actitud u ocupación; por ejemplo: arquero (literalmente, “dueño de flechas”) (Gén. 49:23); un “acreedor de [una] deuda” (literalmente, “dueño de [una] deuda”) (Deu. 15:2); “dado a la cólera” (literalmente, “dueño de cólera”) (Pro. 22:24); “mi antagonista judicial” (literalmente, “dueño de mi juicio”) (Isa. 50:8); “que poseía los dos cuernos” (literalmente, “dueño de los dos cuernos”) (Dan. 8:6); 7) Jehová (Ose. 2:16); 8) los dioses falsos. (Jue. 2:11, 13.)

Cuando el término bá·ʽal aplica al dios falso Baal, generalmente se distingue del nombre común por el artículo definido. En las Escrituras, la expresión hab-Beʽa·lím (“los Baales”) parece referirse a las deidades locales, las cuales se creía que eran dueñas de ciertos lugares en particular o que ejercían influencia sobre ellos, mientras que hab-Bá·ʽal (“el Baal”) designaba a un dios cananeo específico. Es posible que originalmente Baal fuese un título que con el tiempo llegó a usarse como nombre propio de diferentes deidades.

En la historia de Israel se hace referencia a Jehová en algunas ocasiones como “Baal” de la nación, en el sentido de ser su Señor o Dueño marital. (Isa. 54:5.) También puede ser que, en su apostasía, los israelitas hayan asociado impropiamente a Jehová con Baal. Esta última posibilidad parece confirmarse por la profecía de Oseas, según la cual vendría un tiempo en el que Israel, después de estar en cautiverio y ser restaurado, se arrepentiría y no volvería a llamar a Jehová “Mi dueño” (“Baal mío”, Mod), sino “Mi esposo”. El contexto da a entender que el nombre “Baal”, utilizado en conexión con el dios falso, no se volvería a oír en labios de los israelitas. (Ose. 2:9-17.)

BAAL EN LAS FUENTES BÍBLICAS Y EXTRABÍBLICAS

Se sabía poco de la adoración a Baal, aparte de las muchas referencias de las Escrituras, hasta que las excavaciones en Ugarit (la moderna Ras Shamra, situada en la costa de Siria, frente al extremo NE. de la isla de Chipre) sacaron a la luz muchos objetos religiosos y cientos de tablillas de arcilla. Se cree que muchos de esos documentos antiguos, que ahora se conocen como los textos de Ras Shamra, son las liturgias o las palabras de aquellos que participaban en los rituales de las fiestas religiosas.

En los textos de Ras Shamra se alude a Baal (llamado también Aliyan [Aquel Que Prevalece] Baal) como “Zebul (Príncipe), Señor de la Tierra” y “el Jinete de las Nubes”. Esta descripción armoniza con una representación de Baal en la que se le muestra sosteniendo en su mano derecha un garrote o maza y en su mano izquierda un relámpago que acaba en una punta de lanza. También se le representa llevando un yelmo con cuernos, lo cual parece indicar una estrecha relación con el toro, símbolo de la fertilidad.

Normalmente, en Palestina apenas llueve desde finales de abril hasta septiembre. Las lluvias comienzan en octubre y continúan a lo largo de todo el invierno hasta abril, y como resultado crece abundante vegetación. Se creía que los cambios de estación y los efectos subsecuentes eran ciclos producidos por los interminables conflictos entre los dioses. El que cesasen las lluvias y se marchitase la vegetación era atribuido al triunfo del dios Mot (dios de la muerte y de la aridez) sobre Baal (dios de la lluvia y de la fertilidad), obligando a este último a retirarse a las profundidades de la tierra. Se pensaba que el comienzo de la estación lluviosa indicaba que Baal había despertado a la vida, lo cual era posible por el triunfo de Anat, su hermana, sobre Mot, permitiendo que su hermano Baal volviese a su trono. Se creía que la unión de Baal con su esposa, probablemente Astoret, garantizaba la fertilidad durante el año entrante.

Los agricultores y ganaderos cananeos probablemente creían que el participar durante sus fiestas religiosas en rituales prescritos —una especie de magia imitativa— estimulaba a sus dioses a actuar según el modelo representado en estas fiestas, y esto era necesario para tener cosechas y rebaños productivos durante el nuevo año, así como para alejar sequías, plagas de langostas, etc. De este modo, el que Baal volviera a la vida otra vez para ser entronizado y unido a su consorte se celebraría con ritos de fertilidad licenciosos, caracterizados por orgías sexuales desenfrenadas.

Es de suponer que cada ciudad cananea tenía su santuario en honor al Baal de su localidad. Asimismo, se nombraban sacerdotes para dirigir la adoración en estos santuarios y en los muchos lugares sagrados que se hallaban en las cumbres de las colinas cercanas y que eran conocidos como “lugares altos”. (Compárese con 2 Reyes 17:32.) Es posible que en el interior de dichos lugares sagrados hubiese imágenes o representaciones de Baal, en tanto que en el exterior, cerca de los altares, estaban las columnas de piedra (probablemente símbolos fálicos de Baal), los postes sagrados que representaban a la diosa Ashera, y estantes de incienso. (Cómparese con 2 Crónicas 34:4-7.) Había prostitutos y prostitutas en los lugares altos y, además de la prostitución ceremonial, también se llevaba a cabo el sacrificio de niños. (Compárese con 1 Reyes 14:23, 24; Oseas 4:13, 14; Isaías 57:5; Jeremías 7:31; 19:5.) La adoración de Baal incluso se efectuaba en las mismas azoteas de las casas, desde donde frecuentemente se veía ascender humo de sacrificio a ese dios. (Jer. 32:29; véase POSTE SAGRADO.)

Hay indicaciones de que tanto Baal como otros dioses y diosas cananeos eran relacionados por sus adoradores con ciertos cuerpos celestes. Por ejemplo, uno de los textos de Ras Shamra menciona una ofrenda a la “Reina Shapsh (el Sol) y a las estrellas”, y otro alude al “ejército del sol y la hueste del día”. Baal también ha sido considerado como el dios-sol, tal como señala The International Standard Bible Encyclopaedia (vol. 1, pág. 345): “El babilonio Bel-Merodac era un dios-sol, y también lo era el Baal cananeo, cuyo título completo era Baal-Shemaim, ‘Señor del cielo’”.

Por lo tanto, es preciso mencionar que la Biblia hace varias alusiones a los cuerpos celestes en relación con la adoración de Baal. Al describir el derrotero pecaminoso del reino de Israel, el registro de las Escrituras dice: “Siguieron dejando todos los mandamientos de Jehová [...], y empezaron a inclinarse ante todo el ejército de los cielos y a servir a Baal”. (2 Rey. 17:16.) En cuanto al reino de Judá, se señala que en el mismo templo de Jehová llegaron a estar “los utensilios hechos para Baal y para el poste sagrado y para todo el ejército de los cielos”. También, la gente por todo Judá hizo “humo de sacrificio a Baal, al sol y a la luna y a las constelaciones del zodíaco y a todo el ejército de los cielos”. (2 Rey. 23:4, 5; 2 Cró. 33:3; véase también Sofonías 1:4, 5.)

Cada localidad tenía su propio Baal o “Señor” divino, normalmente calificado por un nombre geográfico. Por ejemplo, el Baal de Peor (Baal-peor), adorado por moabitas y madianitas, tomó su nombre del monte Peor. (Núm. 25:1-3, 6.) Más tarde, los nombres de esos baales locales llegaron a incorporarse, por metonimia, a los mismos nombres geográficos, como por ejemplo: Baal-hermón, Baal-hazor, Baal-zefón y Bamot-baal. Sin embargo, a pesar de la diversidad de baales, para el cananeo en realidad solo existía un dios Baal.

[Ilustración de la página 176]

Estela de Baal, un dios cananeo, encontrada en Ras Shamra en 1932

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