No nos retraigamos nunca para destrucción
“Nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción.” (HEBREOS 10:39.)
1. ¿Qué circunstancias hicieron que Pedro sucumbiera al temor?
A LOS apóstoles debió sorprenderles mucho oír a su querido Maestro, Jesús, decir que todos ellos se dispersarían y lo abandonarían. ¿Cómo podría suceder tal cosa en esos momentos tan críticos para él? Pedro aseguró: “Aun si a todos los demás se les hace tropezar, sin embargo a mí no se me hará”. No cabe duda de que Pedro era un hombre valiente y decidido. Sin embargo, cuando Jesús fue traicionado y arrestado, todos los apóstoles, incluido Pedro, se dispersaron. Más tarde, durante el interrogatorio de Jesús en casa del sumo sacerdote Caifás, Pedro esperaba ansioso en el patio. Al avanzar la fría noche, es posible que empezara a temer por la vida de Jesús y de todos sus seguidores. Cuando unos observadores reconocieron a Pedro como uno de los compañeros íntimos de Jesús, aquel fue presa del pánico. Por tres veces negó tener relación alguna con Jesús y hasta negó conocerlo (Marcos 14:27-31, 66-72).
2. a) ¿Por qué el temor que tuvo Pedro la noche del arresto de Jesús no lo convirtió en alguien de “la clase que se retrae”? b) ¿A qué debemos estar resueltos?
2 Esas fueron unas horas bajas en la vida de Pedro, que sin duda lamentó el resto de sus días. Ahora bien, ¿indica lo que Pedro hizo esa noche que era un cobarde? ¿Lo convirtió en alguien de “la clase” a la que el apóstol Pablo se refirió más tarde cuando escribió: “Ahora bien, nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción”? (Hebreos 10:39.) La mayoría de nosotros probablemente concordemos en que las palabras de Pablo no son aplicables a Pedro. ¿Por qué? Porque el temor de Pedro fue temporal, un breve lapso en una vida que se distinguió por un valor y una fe sobresalientes. De igual modo, muchos de nosotros recordamos con cierta vergüenza algunos momentos del pasado en los que el temor nos tomó por sorpresa e impidió que defendiéramos valientemente la verdad como nos hubiera gustado (compárese con Romanos 7:21-23). Podemos tener la seguridad de que tales fallos momentáneos no nos convierten en la clase de personas que se retraen para destrucción. De todos modos, debemos estar resueltos a nunca convertirnos en esa clase de personas. ¿Por qué? ¿Cómo podemos evitarlo?
¿Qué significa retraerse para destrucción?
3. ¿Cómo cedieron al temor los profetas Elías y Jonás?
3 Cuando Pablo escribió sobre “la clase que se retrae”, no se refirió a las personas que pierden el valor en un momento dado. Pablo seguramente conocía la experiencia de Pedro y otros casos similares. Elías fue un profeta valeroso y decidido, pero también tuvo temor en una ocasión y huyó porque la malvada reina Jezabel lo había amenazado de muerte (1 Reyes 19:1-4). Asimismo, el profeta Jonás cometió por temor un grave error. Jehová le dijo que fuera a Nínive, una ciudad notoria por su violencia y su maldad. Jonás, en cambio, abordó sin dilación un barco que se dirigía a Tarsis, situada a unos 3.500 kilómetros en dirección opuesta (Jonás 1:1-3). De todos modos, ni a estos fieles profetas ni al apóstol Pedro podría catalogárseles con justicia como personas de la clase que se retrae. ¿Por qué no?
4, 5. a) ¿Cómo nos ayuda el contexto a entender lo que Pablo quiso decir por “destrucción” en Hebreos 10:39? b) ¿Qué significan las palabras de Pablo: “Nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción”?
4 Recordemos la frase completa que Pablo empleó: “Ahora bien, nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción”. ¿Qué quiso decir con la palabra “destrucción”? El término griego que utilizó se refiere en ocasiones a la destrucción eterna. Esta acepción encaja con el contexto. Pablo había advertido poco antes: “Si voluntariosamente practicamos el pecado después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectación de juicio y hay un celo ardiente que va a consumir a los que están en oposición” (Hebreos 10:26, 27).
5 De modo que cuando Pablo escribió a sus hermanos en la fe: “Nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción”, quiso decir que él y sus fieles lectores cristianos se habían resuelto a no apartarse nunca de Jehová ni dejar de servirle, lo cual solo podría conducir a la destrucción eterna. Judas Iscariote fue uno de los que se retrajo para tal destrucción, como lo hicieron otros enemigos de la verdad que obraron voluntariamente contra el espíritu de Jehová (Juan 17:12; 2 Tesalonicenses 2:3). Tales personas se cuentan entre “los cobardes” que sufrirán destrucción eterna en el simbólico lago de fuego (Revelación [Apocalipsis] 21:8). No, nunca queremos ser de esa clase.
6. ¿Qué quiere que hagamos Satanás el Diablo?
6 Satanás el Diablo quiere que nos retraigamos para destrucción. Es experto en el uso de “artimañas” y sabe que ese proceder ruinoso suele empezar de manera imperceptible (Efesios 6:11, nota). Si la persecución directa no produce los resultados deseados, intenta erosionar la fe de los verdaderos cristianos por medios más sutiles. Quiere que se haga callar a los decididos y celosos testigos de Jehová. Veamos qué tácticas empleó contra los cristianos hebreos a los que Pablo escribió.
Cómo se presionó a los cristianos para que se retrajeran
7. a) ¿Qué historia tenía la congregación de Jerusalén? b) ¿En qué circunstancias espirituales se hallaban algunos de los lectores de Pablo?
7 Pablo debió escribir su carta a los Hebreos sobre el año 61 E.C. La congregación de Jerusalén tenía una historia tumultuosa. Después de la muerte de Jesús, se había desatado una ola de cruel persecución que obligó a muchos cristianos de la ciudad a dispersarse. Luego siguió un período de paz, y los cristianos se multiplicaron (Hechos 8:4; 9:31). A lo largo de los años hubo otros períodos ocasionales de persecución y dificultades. Parece ser que cuando Pablo escribió su carta a los Hebreos, las congregaciones disfrutaban de nuevo de un período de relativa paz, aunque seguían existiendo presiones. Habían pasado casi tres décadas desde que Jesús predijo la destrucción de Jerusalén. Probablemente había quienes pensaban que el fin se había demorado demasiado y no iba a llegar durante su vida. Otros, en especial los más nuevos en la fe, todavía no habían sido probados mediante persecución fuerte y no conocían bien la necesidad de aguantar bajo prueba (Hebreos 12:4). Satanás sin duda intentó aprovecharse de tales circunstancias. ¿Qué “artimañas” utilizó?
8. ¿Qué actitud tenían muchos judíos con respecto a la joven congregación cristiana?
8 La comunidad judía de Jerusalén y Judea despreciaba a la joven congregación cristiana. El contenido de la carta de Pablo nos permite hacernos una idea de los insultos que los arrogantes caudillos religiosos judíos y sus seguidores lanzaban contra los cristianos. Puede que dijeran algo como: “Tenemos el gran templo de Jerusalén, que cuenta siglos de existencia. Tenemos un noble sumo sacerdote que oficia en él, junto con otros sacerdotes que ofrecen sacrificios diariamente. Tenemos la Ley, transmitida por ángeles a Moisés y establecida con grandes señales en el monte Sinaí. Esta secta advenediza, estos cristianos que han apostatado del judaísmo, no tienen ninguna de esas cosas”. ¿Consiguió su objetivo tal desprecio? Parece ser que afectó a algunos de los cristianos hebreos. La carta de Pablo les llegó justo a tiempo para ayudarles.
Por qué no debían retraerse nunca para destrucción
9. a) ¿Qué tema es una constante en la carta a los Hebreos? b) ¿En qué sentido servían los cristianos en un templo mejor que el de Jerusalén?
9 Examinemos dos razones que Pablo dio a sus hermanos de Judea por las que nunca debían retraerse para destrucción. La primera, la superioridad del sistema cristiano de adoración, es una constante en la carta a los Hebreos. Pablo desarrolla ese tema a lo largo de su epístola. El templo de Jerusalén era solo copia de una realidad mucho mayor: el templo espiritual de Jehová, un edificio ‘no hecho de manos’ (Hebreos 9:11). Aquellos cristianos tenían el privilegio de servir en esa provisión espiritual para la adoración pura. Lo hacían bajo un pacto mejor, el prometido nuevo pacto, que tenía un Mediador superior a Moisés: Jesucristo (Jeremías 31:31-34).
10, 11. a) ¿Por qué no inhabilitaba a Jesús su linaje para ser el Sumo Sacerdote del templo espiritual? b) ¿De qué maneras fue Jesús un Sumo Sacerdote superior a los que servían en el templo de Jerusalén?
10 Aquellos cristianos también tenían un Sumo Sacerdote mucho mejor: Jesucristo. No, él no era descendiente de Aarón, sino Sumo Sacerdote “a la manera de Melquisedec” (Salmo 110:4). Este personaje, del que no se conoce el linaje, fue rey y sumo sacerdote de la antigua Salem. Por lo tanto, constituye un tipo profético apropiado de Jesús, cuyo sacerdocio no depende de ningún linaje humano imperfecto, sino de algo mucho mayor: el propio juramento de Jehová Dios. Al igual que Melquisedec, Jesús no es solo Sumo Sacerdote, sino también Rey, uno que nunca morirá (Hebreos 7:11-21).
11 Además, a diferencia del sumo sacerdote del templo de Jerusalén, Jesús no tenía que ofrecer sacrificios un año tras otro. Su sacrificio consistió en su propia vida perfecta, la cual ofreció una vez para siempre (Hebreos 7:27). Todos aquellos sacrificios ofrecidos en el templo eran solo sombras, representaciones de lo que Jesús ofreció. Su sacrificio perfecto hizo posible un perdón real de los pecados de todos aquellos que tuvieran fe. También son alentadores los comentarios de Pablo que muestran que este Sumo Sacerdote es el mismo Jesús que habían conocido los cristianos de Jerusalén. Él era humilde, bondadoso, alguien que puede “condolerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15; 13:8). Aquellos cristianos ungidos tenían la perspectiva de ser subsacerdotes de Cristo. ¿Cómo podían siquiera pensar en retraerse para volver a las cosas “débiles y miserables” del judaísmo corrupto? (Gálatas 4:9.)
12, 13. a) ¿Qué segunda razón dio Pablo por la que nunca retraerse? b) ¿Por qué animaría a los cristianos hebreos su historial de aguante a no retraerse nunca para destrucción?
12 Como si eso no fuera suficiente, Pablo dio a los hebreos una segunda razón por la que nunca debían retraerse para destrucción: su propio historial de aguante. Escribió: “Sigan acordándose de los días anteriores, en los cuales, después que hubieron sido iluminados, ustedes aguantaron una gran contienda bajo sufrimientos”. Pablo les recordó que se les había ‘expuesto como en un teatro’ a vituperios y tribulaciones. Aunque a algunos se les había encarcelado, otros se habían compadecido de ellos y los habían apoyado. En efecto, habían demostrado una fe y una perseverancia ejemplares (Hebreos 10:32-34). Ahora bien, ¿por qué les pidió Pablo que ‘siguieran acordándose’ de tales experiencias dolorosas? ¿No habría supuesto ese recuerdo una causa de desánimo?
13 Al contrario, “acordándose de los días anteriores”, los hebreos recordarían cómo les había sostenido Jehová bajo prueba. Con esta ayuda habían resistido ya muchos ataques de Satanás. Pablo escribió: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre” (Hebreos 6:10). En efecto, Jehová recordaba todas sus obras fieles y las guardaba en su ilimitada memoria. Eso nos hace pensar en la exhortación de Jesús de acumular tesoros en el cielo. Ningún ladrón puede robar esos tesoros, ni la polilla ni el moho consumirlos (Mateo 6:19-21). De hecho, lo único que puede arruinarlos es que el cristiano se retraiga para destrucción. Tal proceder dilapidaría todos los tesoros que hubiera acumulado en el cielo. Pablo dio de este modo una poderosa razón a los cristianos hebreos por la que nunca retraerse. ¿Por qué desperdiciar todos sus años de servicio fiel? Era mucho mejor y más provechoso seguir aguantando.
Por qué no debemos nunca retraernos para destrucción
14. ¿A qué desafíos similares a los de los cristianos del siglo primero nos enfrentamos hoy?
14 Los cristianos verdaderos de la actualidad tienen asimismo importantes razones por las que no retraerse. Primero, recordemos la bendición que supone la forma pura de adoración que Jehová nos ha dado. Tal como los cristianos del siglo primero, vivimos en un tiempo en el que los miembros de las religiones más populares nos miran con desdén y se mofan de nosotros, señalando con orgullo a sus impresionantes edificios religiosos y sus seculares tradiciones. No obstante, Jehová nos asegura que aprueba nuestra forma de adoración. Es más, hoy disfrutamos de bendiciones que los cristianos del siglo primero no tuvieron. “¿Cómo puede ser eso?”, quizá nos preguntemos. Al fin y al cabo, ellos vivieron en el tiempo en que el templo espiritual empezó a funcionar. Cristo se convirtió en su Sumo Sacerdote cuando se bautizó en el año 29 E.C. Algunos de ellos vieron al Hijo de Dios y los milagros que efectuó. Aun después de su muerte se realizaron otros milagros, aunque tales dones cesaron con el tiempo, según se había predicho (1 Corintios 13:8).
15. ¿Durante el cumplimiento de qué profecía viven los cristianos verdaderos hoy, y qué significa eso para nosotros?
15 Sin embargo, nosotros vivimos durante el importante cumplimiento de la extensa profecía del templo recogida en los capítulos 40 a 48 de Ezequiel.a Por ello, hemos visto la restauración de la provisión de Dios para la adoración pura. Se ha limpiado ese templo espiritual de toda forma de contaminación religiosa e idolatría (Ezequiel 43:9; Malaquías 3:1-5). Pensemos en los beneficios que esa limpieza nos ha reportado.
16. ¿A qué desalentadora tendencia se enfrentaron los cristianos del siglo primero?
16 El futuro parecía poco halagüeño para la congregación cristiana organizada del siglo primero. Jesús predijo que sería como si se sobresembrara mala hierba en un campo en el que se acababa de sembrar trigo, de modo que fuera prácticamente imposible distinguir la mala hierba del trigo (Mateo 13:24-30). Y así sucedió. Para el fin del siglo primero, cuando el anciano apóstol Juan actuaba como la última restricción contra la corrupción, la apostasía ya estaba floreciendo (2 Tesalonicenses 2:6; 1 Juan 2:18). Poco después de la muerte de los apóstoles, se formó una clase clerical separada que oprimía al rebaño y usaba vestiduras distintivas. La apostasía se extendió como gangrena. Cuánto desanimó este hecho a los cristianos fieles. Vieron cómo un culto corrompido eclipsaba a la provisión recién establecida para la adoración pura, y todo ello sin siquiera haber transcurrido un siglo desde que Cristo fundó la congregación.
17. ¿En qué sentido ha superado la congregación cristiana de hoy día a la del siglo primero?
17 En comparación, hoy la adoración pura se ha extendido ya por más tiempo que el período que culminó con la muerte de los apóstoles. Desde que se publicó el primer número de esta revista, en 1879, Jehová nos ha bendecido con una adoración cada vez más pura. Jehová y Jesucristo entraron en el templo espiritual en 1918 con el fin de limpiarlo (Malaquías 3:1-5). Desde 1919, la provisión para adorar a Jehová Dios se ha refinado progresivamente. Nuestro entendimiento de las profecías y principios bíblicos se ha aclarado cada vez más (Proverbios 4:18). ¿A quién debe atribuirse el mérito? No a seres humanos imperfectos. Solo Jehová, con su Hijo como Cabeza de la congregación, podía proteger a Su pueblo de la corrupción durante estos tiempos corruptos. Nunca dejemos, pues, de dar gracias a Jehová por permitirnos participar hoy en la adoración pura, y mantengamos la firme resolución de nunca retraernos para destrucción.
18. ¿Qué razón tenemos por la que nunca retraernos para destrucción?
18 Al igual que aquellos cristianos hebreos, nosotros tenemos una segunda razón por la que no retraernos cobardemente: nuestro propio historial de aguante. Ya sea que hayamos empezado a servir a Jehová últimamente o le hayamos servido por décadas, nos hemos hecho un historial de obras cristianas. Muchos de nosotros hemos sufrido persecución, ya sea encarcelamiento, proscripción, brutalidad o pérdida de bienes. Muchos más se han enfrentado a la oposición familiar, el desdén, la mofa y la indiferencia. Todos hemos aguantado y nos hemos mantenido en nuestro fiel servicio a Jehová pese a los desafíos y las pruebas de la vida. De este modo nos hemos hecho un historial de perseverancia que Jehová no olvidará, un gran cúmulo de tesoros en el cielo. Por ello, este no es momento de retraerse y volver al viejo sistema corrupto que dejamos atrás. ¿Por qué anular todo el arduo trabajo que hemos realizado, y especialmente ahora, cuando falta solo “un poquito de tiempo” para que venga el fin? (Hebreos 10:37.)
19. ¿Qué veremos en el siguiente artículo?
19 Efectivamente, resolvámonos a no ser de “la clase que se retrae para destrucción, sino de la clase que tiene fe” (Hebreos 10:39). ¿Cómo podemos asegurarnos de que somos de esa clase, y cómo podemos ayudar a nuestros hermanos cristianos a serlo también? Lo veremos en el siguiente artículo.
[Nota]
¿Recuerda usted?
◻ ¿Qué significa retraerse para destrucción?
◻ ¿Qué presiones tenían los cristianos hebreos a los que Pablo escribió?
◻ ¿Qué razones dio Pablo a los hebreos a fin de que no se retrajeran para destrucción?
◻ ¿Qué razones tenemos nosotros para estar resueltos a no retraernos para destrucción?
[Ilustraciones de la página 15]
El temor que Pedro tuvo en una ocasión no significó que fuera de “la clase que se retrae para destrucción”