Proteja y edifique a la congregación por medio de la lealtad
1 Los que están haciendo esfuerzos para asumir responsabilidad en la congregación, y todos los demás que quieren agradar a Dios, necesitan cultivar la lealtad. ¡Cuán excelente cualidad es la lealtad! Esto es especialmente cierto cuando está combinada con amor, cuando es verdadero amor leal. “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia.”—Pro. 17:17.
2 A la lealtad en el idioma español se le considera como una adherencia fiel a un soberano o gobierno, o a un caudillo o causa, pero la Biblia muestra que hay más envuelto en este asunto; es bondad que amorosamente se apega a un objetivo hasta que su propósito con relación a ese objetivo se ha cumplido. Las adversidades no hacen que uno abandone una amistad íntima basada en amor leal. Solo la infidelidad, verdadera deslealtad, ocasiona un rompimiento de este vínculo tan estrecho.
3 De Jehová los que están en su presencia han dicho: “Solo tú eres leal.” (Rev. 15:4) Las criaturas humanas no pueden ni siquiera comenzar a igualar la lealtad perfecta y equilibrada de Jehová, pero podemos esforzarnos por imitar su noble ejemplo. (Efe. 5:1) Amamos porque él nos amó primero. (1 Juan 4:10, 11) Dentro de la congregación cristiana nos sentimos atraídos por una lealtad amorosa a Jehová y a nuestros hermanos. “Verdadera justicia y lealtad” se incluyen en la nueva personalidad cristiana.—Efe. 4:24.
4 Los ancianos deben ser ‘leales’ de un modo ejemplar a medida que pastorean el rebaño. (Tito 1:8, 9) El amor leal a Jehová los impelirá no solo a ser ejemplares en desempeñar sus responsabilidades, sino a apoyar hombro a hombro a sus fieles consiervos cuando éstos sean reprochados o se enfrenten a pruebas. La obra de ellos es sostener en alto el nombre de Jehová en la congregación y delante de la comunidad. (2 Cor. 7:1) Al dar consejo, están obligados a apegarse a la fiel Palabra de Dios. Siempre deben estar alerta para asegurarse de que la inmundicia, las enseñanzas falsas y las divisiones no se permitan en la congregación.
5 El amor leal nos hará pasar por alto los pecados involuntarios y las debilidades de los demás, “porque el amor cubre una multitud de pecados.” (1 Ped. 4:8) Por otra parte, la lealtad a Dios nos ayudará a evitar que mostremos lealtad a quien no lo merece, la tendencia a apoyar a otros, particularmente a amigos íntimos, aun si están haciendo lo que es malo. En el antiguo Israel, los que eran testigos de alguna mala acción debían decir a los ancianos lo que sabían, a fin de evitar participar en la culpa debido a una posible mala decisión de parte de los ancianos.—Lev. 5:1.
6 Por consiguiente, si usted sabe de alguna verdadera mala acción —si las personas están ejecutando actos que podrían resultar en que fueran expulsadas— usted debe en verdadera lealtad ayudar a los ancianos con toda la información verídica que tenga. Esto no es “hablar,” o delatar un secreto como se conoce en este viejo mundo. Debido a su amor por estas personas, usted pudiera decidir aconsejarlas primero a que ellas mismas vayan a los ancianos a confesar su mala acción, pero debe darles a entender, que si no lo hacen, usted lo hará. En realidad, es lealtad a las personas errantes el ayudar a los ancianos a conocer todas las circunstancias a fin de que puedan administrar la ayuda necesaria, con la meta de ayudar a la persona errante a no perder su oportunidad de obtener vida eterna.
7 La lealtad a Dios, acompañada con el consejo de su Palabra, suministra un ambiente de entendimiento y respeto en el cual nuestras relaciones mutuas pueden crecer. Puede ayudarnos a no tratar de obligar a otros a aceptar los dictados de nuestra conciencia en lo que respecta a gustos personales en cuestiones en las que no se han violado los principios bíblicos envueltos. Por ejemplo, solamente cuando los asuntos se llevan a los extremos en estilos de ropa y aseo y asuntos de esta naturaleza pudieran los ancianos creer que es necesario suministrar algún consejo bíblico útil.
8 La lealtad a Dios y a nuestros hermanos nos trae paz y una buena conciencia. Promueve mayor amor y lealtad de parte de otros y la sonrisa de aprobación de Dios. Él oirá y contestará las oraciones de la congregación. (1 Tim. 2:8) Con el buen espíritu que la lealtad promueve, podemos tener mayor franqueza de expresión para con Dios y los hombres. (Heb. 4:16) Podemos recibir excelentes bendiciones a medida que lealmente declaramos las buenas nuevas a otros.