Con un espíritu de abnegación, dé adelanto a los intereses del Reino
1 Vivimos en un mundo en que el espíritu de abnegación casi ha desaparecido. Muchas personas hoy día restan importancia al asunto de ayudar a otras. Parece dominar una actitud de “yo primero”, que es una manifestación de autocomplacencia. Al describir nuestros días, Pablo dijo: “Los hombres serán egoístas, amantes del dinero [...] ingratos”. (2 Tim. 3:2, VP.) Para conservar el favor de Dios, los cristianos tienen que resistir el espíritu de impiedad del mundo. ¿Por qué es esto así, y de qué maneras podemos manifestar abnegación que resulte en el adelantamiento de los intereses del Reino?
POR QUÉ DEBEMOS SER ABNEGADOS
2 Jehová es el autor de todo lo bueno. (Sant. 1:17.) Todo lo que poseemos le pertenece a Él. Nuestro agradecimiento a Dios debe impelernos a sacrificar en Su servicio el tiempo, los talentos, las posesiones y la mismísima vida que tenemos. (Compárese con 1 Corintios 4:7.) En todos los aspectos le debemos tal devoción. (Rev. 4:11.)
3 Jesucristo es el ejemplo perfecto de alguien que fue abnegado. El que pusiera a un lado sus intereses personales para hacer la voluntad de Dios reveló un deseo intenso de agradar a su Padre. Estaba completamente absorto en buscar los intereses del Reino. (Juan 5:30.) El apóstol Pablo también vio el valor de la abnegación, e instó a los hermanos de Roma a ‘presentar sus cuerpos en sacrificio vivo a Dios’. (Rom. 12:1.)
SACRIFICIOS QUE PODEMOS HACER
4 Los siervos de Jehová hoy en día no son menos abnegados. Muchos de nuestros hermanos y hermanas han dejado sus hogares y posesiones para emprender el servicio de tiempo completo. Otros, por su parte, aunque no están en la obra de tiempo completo, han dado generosamente de su tiempo, dinero y fuerzas para ayudar a construir lugares de adoración apropiados. Sí, la ayuda voluntaria por parte de hombres, mujeres y niños dedicados ha contribuido a que solo en raras ocasiones se haya tenido que contratar obreros o personal diestro para construir Salones del Reino o Salones de Asambleas. Consideran dicho trabajo voluntario como una contribución para el adelanto de los intereses del Reino, muy parecido a como consideran su servicio del campo. Aprecian las bendiciones inestimables que ellos mismos y otros derivarán del uso de dichos edificios, así que ponen en práctica el principio expuesto por Jesús, a saber: “Recibieron gratis, den gratis”. (Mat. 10:8.)
5 ¿Qué hay de nosotros? ¿Tenemos el espíritu de abnegación? ¿Servimos a Jehová al grado que nos lo permiten nuestras circunstancias? No debemos permitir que el espíritu del mundo domine nuestro modo de pensar. ¿Podemos dedicar más tiempo al estudio personal de la Biblia? ¿Podemos, tal vez, ayudar a los enfermos, a los de mayor edad y a otros, mediante algunos actos de bondad y amor? ¿Podemos hacer arreglos para pasar más tiempo informando a las personas de nuestro vecindario acerca de las buenas nuevas? ¿Podemos ampliar nuestro ministerio para que incluya nuestra participación en el servicio de precursor auxiliar o regular? Puede ser que un autoexamen nos ayude a ver los aspectos en que pudiéramos mejorar. (Heb. 13:15, 16.)
6 A medida que nos acercamos al fin de este sistema de cosas, se hace aún más necesario intensificar nuestra buena disposición a hacer sacrificios para servir a Dios de manera acepta. Satanás sabe que se le está terminando el tiempo. Nada le gustaría más que inducir al pueblo de Dios a seguir el derrotero egoísta del mundo. Resistamos tales designios diabólicos y cultivemos el espíritu del salmista, quien dijo: “De buena gana ciertamente te haré sacrificios. Elogiaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno”. (Sal. 54:6.)