¿Por qué seguimos visitándolos?
1 ¿Se ha hecho esa pregunta alguna vez, quizás mientras se preparaba un día para ir al servicio del campo? En algunos lugares donde el territorio se trabaja muchas veces, puede que los amos de casa nos reconozcan y de inmediato nos rechacen. Tal vez solo unos pocos respondan favorablemente. Sin embargo, existen muchas razones de peso por las que seguimos visitándolos.
2 En primer lugar, se nos ordena seguir predicando el mensaje del Reino hasta que venga el fin. (Mat. 24:14; 28:19, 20.) El profeta Isaías preguntó cuánto tiempo tendría que seguir predicando. Hallamos la respuesta que se le dio en Isaías 6:11. No cabe la menor duda: se le mandó que siguiera llevando al pueblo el mensaje de Dios. Asimismo, Jehová espera hoy que sigamos visitando a las personas de nuestro territorio aun cuando nos rechacen. (Eze. 3:10, 11.) Esta es una misión sagrada que se nos ha encomendado. (1 Cor. 9:17.)
3 Otra razón para que sigamos visitándolos es que nos brinda la oportunidad de mostrar lo profundo de nuestra devoción a Jehová. (1 Juan 5:3.) Además, cuando contemplamos lo que le aguarda a la humanidad en el futuro cercano, ¿cómo podemos dejar de advertir amorosamente a nuestros semejantes? (2 Tim. 4:2; Sant. 2:8.) El cumplir fielmente nuestra asignación les suministra continuamente la oportunidad de que respondan al mensaje divino de salvación, y así no podrán decir que no se les avisó. (Eze. 5:13.)
4 Una razón más es que no sabemos cuándo cambiará el corazón de algunas personas, ya sea debido a una variación de las circunstancias, una tragedia familiar, o porque las condiciones del mundo las motiven a pensar seriamente en el futuro. O quizás algo que digamos en su puerta provoque una reacción favorable. (Ecl. 9:11; 1 Cor. 7:31.) También, la gente se muda. Puede ser que encontremos en el territorio nuevos residentes que acepten las buenas nuevas, o jóvenes adultos que ahora viven solos y piensan seriamente en el propósito de la vida.
5 ¿Seguiremos visitándolos? ¡Sí! Las Escrituras nos dan motivos de sobra para visitar a la gente una y otra vez. Al final, cuando la predicación llegue a su fin, Jehová nos bendecirá por nuestro esfuerzo constante en el ministerio, y bendecirá a quienes hayan respondido con aprecio a las buenas nuevas del Reino. (1 Tim. 4:16.)